18.05.2013 Views

Escritos Varios - Catholic.net

Escritos Varios - Catholic.net

Escritos Varios - Catholic.net

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

todo a lo largo de los caminos del jardín has y unas estupendas plantas de<br />

fresas. Cuando suena la campanilla, inmediatamente nos prosternamos<br />

todos con tal diligencia, que nuestro superior se queda encantado; pero tú,<br />

querida Clarita, ya estás pensado, ¡y piensas bien!, que no perdemos el<br />

tiempo: nos comemos todas las fresas que nos caen al alcance de los<br />

dientes'.<br />

«Me gustaba mucho oír cantar a las carmelitas. A menudo asistía allí el<br />

domingo a vísperas con mi hermanito. El era prudente y se mantenía muy<br />

recogido, aunque con frecuencia el oficio le parecía un poco largo. Y<br />

cuando el coro hacía una pausa -por ejemplo, para decir el Pater noster-,<br />

enseguida Augusto me tiraba del vestido diciéndome por lo bajo: 'Se<br />

acabó, vámonos ya, Clarita'. Pero pronto el canto volvía a comenzar, y mi<br />

pobre hermanito se veía obligado a volver a la oración, esperando una<br />

nueva pausa que le permitiese renovar su deseo de salir. Sin embargo, yo<br />

no abandonaba la capilla hasta que las vísperas habían terminado por<br />

completo.<br />

«Tras la muerte de mi madre, yo iba con frecuencia a visitar a mi prima<br />

Teresa; sentía que su piedad y su experiencia podían serme muy<br />

provechosas. Pero a mi hermanito sus conversaciones le parecían<br />

demasiado serias: se movía, daba vueltas a mi alrededor, me tiraba del<br />

vestido y luego, acercándose, me decía muy bajito: 'Ven enseguida,<br />

Clarita, que no estoy a gusto más que contigo' . Entonces mi prima me<br />

decía: '-¿Pero qué le pasa a tu hermanito? ¡Está muy inquieto! ¿Quiere<br />

algo? -No, no, prima, no es nada, va a estarse muy tranquilo'. Y luego<br />

hacía una señal a Augusto, que, al ver que no tenía nada que esperar, me<br />

esperaba pacientemente. ¡Pero qué alegría la suya cuando salíamos!<br />

'Venga, Clarita, cuéntame un cuento, me gusta tanto escucharte...'<br />

Cuando nombraron obispo al Sr. de Beauregard, tenía que escoger<br />

confesor. El capellán del Carmelo, Sr. de Rochemonteux, atrajo<br />

inmediatamente sus miradas; pero era joven, y la madre Genoveva, que ya<br />

sentía vocación, se decía:<br />

«No tengo que elegirlo para confesor, pues mi prima Teresa diría: 'Fíjate,<br />

todos esos sacerdotes jóvenes no valen más que para entusiasmar a las<br />

chicas y enviarlas a un convento'. Mi prima tenía de confesor a un viejo<br />

canónigo de la catedral; sin embargo, fui a verla y le dije: -'Querida prima,<br />

quiero pedirte un favor: que me escojas un confesor. -No, no, elige el que<br />

tú quieras, ya eres lo bastante mayor, y además libre. -Querida prima,<br />

tomaré el que tú me indiques...' Estaba segura de que mi prima me<br />

orientaría hacia algún viejo canónigo de la catedral. Sin embargo, como no<br />

hacía nada sin antes aconsejarse, oyó hablar del capellán de las<br />

carmelitas como de un joven santo, y cuál no sería mi sorpresa cuando me<br />

anunció que su elección había recaído sobre el Sr. de Roche(monteux)...<br />

Yo disimulé mi alegría y simplemente le di las gracias. Ahora, pensé, ya no<br />

podrá hacerme ningún reproche cuando sepa lo de mi vocación».

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!