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Baroja, Pío - Las miserias de la guerra [pdf] - AMPA Severí Torres

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<strong>Pío</strong> <strong>Baroja</strong> L a s m i s e r i a s d e l a g u e r r a<br />

El director, don Enrique Salvat, hombre joven rubio y enérgico que hasta entonces se había<br />

mostrado seco y duro con todo el mundo, fingía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía tiempo en su <strong>de</strong>spacho que <strong>la</strong> situación<br />

había cambiado. Se mostraba un buen compañero y l<strong>la</strong>maba a los empleados camaradas,<br />

mimándolos y obsequiándolos con palmadas en el hombro y cigarros. Sobre todo a dos <strong>de</strong> ellos que<br />

eran <strong>de</strong> <strong>la</strong> UGT y a uno que había ingresado hacía poco en <strong>la</strong> CNT, les ha<strong>la</strong>gaba y consi<strong>de</strong>raba<br />

necesario emplear <strong>la</strong>s fórmu<strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> época revolucionaria.<br />

A poco, el jefe <strong>de</strong> <strong>la</strong> partida. Carnicer, salió <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l director <strong>de</strong>spedido por este con<br />

palmadas <strong>de</strong> su mano sobre el hombro y alcanzó en <strong>la</strong>s escaleras a sus camaradas. Hipólito que les<br />

estaba esperando en el portal, se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> él para seguir a pie hacia el centro, hasta <strong>la</strong> librería.<br />

Los automóviles arrancaron con los milicianos. En uno <strong>de</strong> ellos habían ocupado asiento en <strong>la</strong> parte<br />

<strong>de</strong> atrás, el subdirector y el joven rubio con lentes, fascista, a los que llevaban a <strong>la</strong> checa para ser<br />

interrogados.<br />

Cuando el director <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> banca acudió aquel mediodía a comer con <strong>la</strong> familia, en su casa<br />

<strong>de</strong>l barrio <strong>de</strong> Sa<strong>la</strong>manca, informó a su mujer <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>sagradable visita que había tenido aquel<strong>la</strong><br />

misma mañana, en su <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> <strong>la</strong> sociedad, <strong>de</strong>l registro que efectuaron, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s <strong>de</strong>tenciones <strong>de</strong>l<br />

subdirector y <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los empleados, y le explicó el arreglo que había pedido hacer con el jefe <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> patrul<strong>la</strong> sacrificando lo necesario para ponerse a salvo <strong>de</strong> un grave tropiezo.<br />

Dejarían <strong>la</strong> casa con todo lo que había <strong>de</strong>ntro para que se estableciesen en el<strong>la</strong> los terroristas,<br />

darían veinte mil duros a León Carnicer, que se los embolsaría, y a cambio <strong>de</strong> ese donativo, les<br />

procuraría el jefe <strong>de</strong> <strong>la</strong> partida salvoconductos para todos los <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa, facilitándoles a<strong>de</strong>más el<br />

tras<strong>la</strong>do al puerto <strong>de</strong> Valencia para embarcar hasta <strong>la</strong> frontera <strong>de</strong> Francia por <strong>la</strong> parte <strong>de</strong> Cataluña.<br />

La familia <strong>de</strong> Enrique Salvat estaba formada por el matrimonio y tres hijos, dos varones, <strong>de</strong> diez<br />

y doce años, y una niña más jovencita. La mujer <strong>de</strong>l director se l<strong>la</strong>maba Can<strong>de</strong><strong>la</strong>, vivían en el piso<br />

principal, que ocupaba toda <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa: más arriba tenían sus habitaciones <strong>la</strong> suegra <strong>de</strong><br />

Enrique y su cuñada B<strong>la</strong>nca.<br />

Cuando estas fueron informadas <strong>de</strong> lo que ocurría y se <strong>la</strong>s advirtió que se preparasen sin pérdida<br />

<strong>de</strong> tiempo para el viaje, pues Salvat, al tratar con Carnicer, había tenido buen cuidado <strong>de</strong> no olvidar<br />

a <strong>la</strong>s dos mujeres en <strong>la</strong> proyectada evacuación, <strong>la</strong> suegra <strong>de</strong> Enrique. que a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> tener ya<br />

muchos años, pa<strong>de</strong>cía una enfermedad crónica y estaba bastante enferma para temer como peligroso<br />

un <strong>la</strong>rgo viaje, no se <strong>de</strong>jó convencer por su hijo político <strong>de</strong> <strong>la</strong> conveniencia y necesidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar<br />

Madrid, y al no aceptar el viaje, <strong>la</strong> madre, su hija. B<strong>la</strong>nca, tampoco quería marcharse.<br />

—No acepto tu sacrificio, hija mía —dijo <strong>la</strong> anciana al oír lo que <strong>de</strong>cía B<strong>la</strong>nca—. Yo soy vieja,<br />

estoy enferma, y para lo que me queda <strong>de</strong> vida, no <strong>de</strong>bo exponerme a morirme en medio <strong>de</strong> una<br />

carretera o en un tren o en un barco. Quiero que me entierren en España, en Madrid, y no me<br />

moveré <strong>de</strong> aquí, pase lo que pase, pero tú, que eres joven...<br />

No, mamá, es inútil que te esfuerces en convencerme para que me vaya con mi hermano. De<br />

ningún modo puedo <strong>de</strong>jarte so<strong>la</strong>.<br />

—Ya sabes que aunque tú te marches, no me quedaré so<strong>la</strong>. Sabes que Pascuaza, <strong>la</strong> que fue tu<br />

nodriza y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces ha venido a vivir con nosotras, por ser viuda y sin hijos, me cuidará como<br />

hace tantos años me viene cuidando. Y si llega mi hora estando tu ausente, me cerrará los ojos y<br />

encargará <strong>de</strong> que me entierren.<br />

—Es inútil mamá. Yo soy tu hija, no me obliga ni un marido, ni hijos y no me separo <strong>de</strong> ti.<br />

Cumpliré con mi <strong>de</strong>ber mientras Dios me <strong>de</strong> salud y fuerzas. Para hacerlo, si a mí me ocurriese<br />

algo, entonces es cuando Pascua<strong>la</strong> podría seguir cuidándote el<strong>la</strong> so<strong>la</strong>, pero mientras yo pueda, no te<br />

abandonaré.<br />

Salvat, cuando supo esto, comprendió que era inútil insistir con su suegra y su cuñada. La suegra<br />

<strong>de</strong>fendía el quedarse por su mucha edad y sus dolencias, <strong>la</strong> cuñada quería no marcharse por su<br />

cariño filial.<br />

B<strong>la</strong>nca era una muchacha quizá no muy inteligente, según <strong>de</strong>cían, pero guapa, atractiva, morena,<br />

con los ojos negros, bril<strong>la</strong>ntes y una boca bien dibujada <strong>de</strong> <strong>la</strong>bios sensuales. Su novio era militar,<br />

capitán, fascista, aunque <strong>de</strong> momento estuviese luchando encuadrado en <strong>la</strong>s tropas <strong>de</strong>l gobierno rojo<br />

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