18.05.2013 Views

La isla – Aldous Huxley - Daniel Melero

La isla – Aldous Huxley - Daniel Melero

La isla – Aldous Huxley - Daniel Melero

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

que paternal hacia su joven protegido, y Murugan se mostraba algo más que filial hacia el coronel...<br />

era absolutamente indudable que lo adoraba. ¿Era un simple culto al héroe, una admiración de<br />

colegial por el hombre que había realizado una revolución exitosa, liquidado a la oposición para<br />

instalarse como dictador? ¿O había además otros sentimientos? ¿Hacía Murugan el papel de<br />

Antinoo de su Adriano de negros bigotes? Bueno, si eso era lo que sentía ante bandoleros militares<br />

de edad mediana, era cosa de él. Y si al bandolero le gustaban los jóvenes bonitos, era cosa de él. Y<br />

quizá, continuó<strong>–</strong> reflexionando Will, era por eso que el coronel Dipa se había abstenido de efectuar<br />

una presentación formal.<br />

<strong>–</strong>Este es Muru <strong>–</strong>había dicho, cuando el joven fue introducido en la oficina presidencial<strong>–</strong>. Mi<br />

joven amigo Muru. <strong>–</strong>Y se había puesto de pie y apoyado un brazo sobre los hombros del joven,<br />

para llevarlo al sofá y sentarse junto a él.<br />

<strong>–</strong>¿Puedo conducir el Mercedes? <strong>–</strong>preguntó en esa ocasión Murugan. El dictador sonrió con<br />

indulgencia y asintió moviendo la bien peinada cabeza. Y había otro motivo para suponer que la<br />

curiosa relación era algo más que una simple amistad. Al volante del coche de deporte del coronel,<br />

Murugan era un maniático. Sólo un enamorado perdido podía confiarse <strong>–</strong>y confiar sus invitados<strong>–</strong> a<br />

semejante conductor. En el tramo llano entre Rendang-Lobo y los yacimientos petrolíferos, el<br />

velocímetro había llegado dos veces a los ciento setenta y cinco; y peor, mucho peor, era seguir por<br />

el camino de montaña de los yacimientos a las minas de cobre. Los abismos se abrían ante uno, los<br />

neumáticos chillaban en los recodos, búfalos acuáticos aparecían de entre bosquecillos de bambú a<br />

pocos centímetros del coche, camiones de diez toneladas pasaban rugiendo por el costado del<br />

camino que no les correspondía.<br />

<strong>–</strong>¿No está usted un poco nervioso? <strong>–</strong>se había atrevido Will a preguntar. Pero el bandolero era tan<br />

religioso como enamoradizo.<br />

<strong>–</strong>Si uno sabe que está haciendo la voluntad de Alá, y yo lo sé, Mr. Farnaby, no hay motivos para<br />

nerviosidades. En tales circunstancias la nerviosidad sería una blasfemia. <strong>–</strong>Y mientras Murugan<br />

viraba para esquivar otro búfalo, abrió su cigarrera de oro y ofreció a Will un Sobranje balcánico.<br />

<strong>–</strong>Listo <strong>–</strong>indicó Vijaya.<br />

Will volvió la cabeza y vio las angarillas en el suelo junto a él.<br />

<strong>–</strong>¡Muy bien! <strong>–</strong>dijo el doctor MacPhail<strong>–</strong>. Levantémoslo. Con cuidado. Despacio...<br />

Un minuto más tarde la pequeña procesión serpenteaba por el caminito, entre los árboles. Mary<br />

Sarojini iba adelante, su abuelo cerraba la marcha y entre ellos iban Murugan y Vijaya en cada<br />

extremo de la camilla.<br />

Desde su lecho móvil Will Farnaby miró a través de la verde obscuridad como desde el fondo de<br />

un mar vivo. Muy arriba, cerca de la superficie, había un susurro entre las hojas, un ruido de<br />

monos. Y ahora era una docena de cálaos brincando, como ficciones de una imaginación<br />

desordenada, a través de una nube de orquídeas.<br />

<strong>–</strong>¿Está cómodo? <strong>–</strong>preguntó Vijaya, inclinándose, solícito, para mirarlo a la cara.<br />

Will le sonrió.<br />

<strong>–</strong>Lujosamente cómodo <strong>–</strong>respondió.<br />

<strong>–</strong>No es lejos <strong>–</strong>continuó el otro, para tranquilizarlo<strong>–</strong>. Llegaremos en unos pocos minutos.<br />

<strong>–</strong>¿Adónde vamos?<br />

<strong>–</strong>A la Estación Experimental. Es como Rothamsted. ¿Alguna vez fue a Rothamsted cuando<br />

estuvo en Inglaterra?<br />

Will había oído hablar del lugar, por supuesto, pero nunca estuvo en él.<br />

<strong>–</strong>Hace más de cien años que funciona <strong>–</strong>continuó Vijaya.<br />

15

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!