Hambre - Saga Olvidados

Albert se bajó por fin del jeep. Trató de hacer un lazo, pero las
manos le temblaban demasiado. Entregó la cuerda a Edilio, que hizo
el lazo y tras fallar seis veces agarró por fin lo que quedaba del pie
derecho de E. Z. Juntos sacaron a rastras los restos del campo.
Un solo gusano rezagado se marchó arrastrándose del desastre y
volvió hacia los repollos. Sam agarró una piedra del tamaño de una
pelota de softball y la aplastó contra la espalda del gusano, que dejó
de moverse.
—Volveré con una pala —comentó Edilio—. No podemos llevarnos
a E. Z. a casa, colega, tiene dos hermanitos. No necesitan ver
esto. Lo enterraremos aquí. Si eso se extiende...
—Si eso se extiende a otros campos, nos moriremos todos de
hambre —sentenció Albert.
Sam se esforzó por reprimir las arcadas que sentía. E. Z. se había
visto reducido prácticamente a los huesos, roídos pero no limpios
del todo. Sam había visto cosas terribles desde que empezó la ERA,
pero nada tan horripilante.
Se limpió las manos en los tejanos. Tenía ganas de contraatacar,
deseaba que quemar el campo sirviera de algo, deseaba quemarlo
hasta donde alcanzara, que ardiera hasta que los gusanos se arrugaran
y tostaran.
Pero en esos campos había comida.
Sam se arrodilló junto al desastre que había en la tierra.
—Fuiste buen chico, E. Z. Lo siento. Yo... lo siento.
Se oía música, baja pero reconocible, procedente del iPod de
E. Z.
Sam cogió la cosita brillante y pulsó el icono de pausa.
Entonces se puso en pie y apartó el gusano muerto de una patada.
Levantó las manos como si fuera un cura a punto de bendecir el
cadáver.
Albert y Edilio sabían que no era así, y ambos se apartaron.
Salió una luz brillante de las palmas de las manos de Sam y el
cuerpo ardió, tostándose hasta ennegrecerse. Los huesos chasquea­
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053-374-HAMBRE-HUNGER Fi 0 21 19/09/12 19:34