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CAPÍTULO 6 LA ROYA ANARANJADA DEL CAFETO: MITO Y ...

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Úl ROYQ AI/aranjada del Cafeto: Milo y Realidad<br />

(1984), por su parte, consideraron que el inóculo primario no era tan<br />

importante para el desarrollo de la epidemia al notar que podían ocurrir<br />

epidemias graves independientemente de la cantidad de inóculo primario<br />

siempre y cuando las condiciones climáticas fueran óptimas.<br />

El papel del inóculo residuat sin embargo, fue bien evidenciado en<br />

México (Avelino et al., 1991). Se comprobó que toda la infección presente<br />

a principios de año se ubicaba en las hojas viejas del cafeto, hojas que<br />

habían nacido en la época de lluvias anterior al del año en estudio, mientras<br />

que las hojas jóvenes estaban en su gran mayoría perfectamente sanas. Se<br />

concluyó que la conservación de la enfermedad de un año para el<br />

siguiente se hacía a través de las hojas viejas infectadas que lograban<br />

sobrevivir durante la época seca. Se emitió la hipótesis que cuanto mayor<br />

fuera la cantidad de inóculo residual, mayor sería la incidencia de roya<br />

anaranjada en el año. Esto fue verificado en Guatemala, en un experin1ento<br />

de comparación de calendarios de aspersión, llevado a cabo en 1991<br />

y 1992 (Avelino et al., 1995). Se observó que los tratamientos que habían<br />

sido más eficaces en 1991, habían conservado mayor número de hojas<br />

y por lo tanto mayor cantidad de inóculo residual en 1992, e inducido epidemias<br />

muy precoces en ese último año. Al contrario, la epidemia del<br />

testigo sin ningún control químico se atrasó considerablemente al principio,<br />

pues este tratamiento era el que había permitido conservar la menor<br />

cantidad de inóculo residual, debido a la defoliación tan severa que se<br />

había presentado en 1991. Claro está que, posteriormente, la epidemia<br />

alcanzó y sobrepasó los niveles de enfennedad observados en las parcelas<br />

tratadas.<br />

Lo anterior muestra que la defoliación juega un papel de reguléldor<br />

de la epidemia. Se entiende entonces que una época seca muy marcada,<br />

al acentuar la defoliación, no permita el desarrollo de epidemias muy<br />

graves (Avelino et al., 1991). Lo mismo pasa cuando la carga fructífera es<br />

elevada: una cosecha importante aunada a una infección fuerte provocan<br />

una defoliación severa¡ la cual elimina el inóculo. Al élño siguiente, en<br />

ausencia de inóculo residual y con una prod:lcción menor, la epidemia no<br />

alcanza niveles altos. Esto sugiere que la célntidad de inóculo residual<br />

incide también sobre el ritmo bienal de la epidemia.<br />

6.1.2 Cllrva de progreso de la enfermedad a escala de la planta<br />

En México también se estudió precisamente el desarrollo de la enfermedad<br />

a escala de la planta. Este se calificó de centrífuga (Avelino el al.¡<br />

1991). La epidemia inició a partir de las hojas viejas, localizadas en el<br />

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