Por Que Tanto Sufrir.pdf - Iglesia Reformada
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ADRIAN J. MOGGRÉ<br />
tos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos”<br />
(Neh. 9:6,11,13)<br />
¡TÚ!<br />
El SEÑOR lo hizo. Junto al Mar Rojo, durante el camino<br />
y en el monte, Dios mismo había venido a propósito.<br />
Él dio maná, agua de la roca y codornices. Él hizo<br />
dulce el agua amarga; y respecto a aquellas leyes y estatutos,<br />
no vinieron de Moisés ni fueron ideados por él.<br />
La ley del Sinaí, en el sentido propio de la palabra, no<br />
es una ley mosaica. Aquellas leyes eran leyes de Dios.<br />
Les llegaron directamente de su corazón paternal. <strong>Por</strong><br />
eso el autor del Salmo 119 alaba las leyes y decretos del<br />
Sinaí como tu palabra, tus mandatos, tus estatutos y<br />
mandatos. Todo el Salmo 119 es un solo y continuo himno<br />
de alabanza a la Palabra de Dios.<br />
En Horeb, –allí sí que Dios mismo hablo con Moisés<br />
y, por conducto suyo, al pueblo. Esto no fue un problema<br />
para Nehemías. Allí sí que la voz de Dios fue perceptible<br />
para el oído humano. Fue algo realmente muy<br />
especial y portentoso; pero no por eso dejó de ser una<br />
realidad plenamente histórica. Siglos después, Nehemías<br />
pudo alabar al SEÑOR por ello.<br />
SUFRIR 29<br />
18/07/2001, 23:16<br />
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