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Un día les pidieron a ella y las otras cocineras hacer los<br />
platillos que mejor les salieran, -‐ ¨Algo para chuparse los<br />
dedos¨-‐ les dijo el jefe, -‐¨porque viene un gringo muy<br />
importante y queremos que se lleve la mejor impresión.¨-‐<br />
¿Qué recuerdos guarda de ese día, Doña Susana?<br />
Todas estábamos muy nerviosas, trabajamos como<br />
negros para que todo saliera como pidió el jefe,<br />
cocinamos sin parar los platillos más ricos que sabíamos.<br />
Hicimos empanadas de pies de cerdo, pastel de cebollas,<br />
tarta de manzanas y otras cosas que ya ni me acuerdo,<br />
mucha, mucha comida pa´l gringo ese que iba a hacer<br />
negocio si le gustaba la comida.<br />
Gente como uno<br />
¡Ángeles de la guarda en el<br />
horno y la despensa!<br />
Doña Susana es cocinera de un importante<br />
empresario norteamericano, él la conoció en<br />
un restaurante al que lo invitaron cuando<br />
llegó a México y quedó prendado de la sazón<br />
de la respetable dama. Ahora son<br />
inseparables a donde va él a hacer negocio,<br />
va Doña Susana para cocinarle lo que le<br />
gusta. Llevan más de diez años viajando<br />
juntos por el país y él la considera<br />
irremplazable. Cuando le preguntan sobre la<br />
importancia que doña Susana tiene en su<br />
vida él contesta:<br />
“[todos necesitamos y deberíamos tener]<br />
una socia industrial, una mujer temerosa de<br />
Dios, aséptica, vacunada, digestión normal,<br />
de carácter reposado porque va a ser, mala<br />
la comparación, la Gayol de nuestro íntimo<br />
drenaje, el ama de llaves de nuestro<br />
organismo.”<br />
Doña Susana tenía quince años cuando<br />
trabajaba en el restaurante.<br />
¿Usted se fue con Mr. Grant ese día?<br />
No, ese mero día no, él vino al restorán por mi como<br />
uno o dos días después. Me acuerdo bien, llego y<br />
saludó al jefe y a los meseros que lo atendieron ese<br />
día, luego se encerró con el jefe, quesque para hablar<br />
de negocios me dijo la Francisca, yo la verdad no sé de<br />
qué hablarían, pero al rato salieron los dos muy serios<br />
y el jefe me mandó llamar, yo pensé que con mi<br />
comida le había dado un cólico de insu2lación a él o a<br />
alguno de sus amigos, pero no. “Susana, te vas con el<br />
señor, agarra tus chivas y arréglate esas trenzas que<br />
vas a conocer a su familia.”