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oda a Centroamérica<br />
-Fragmento-<br />
Centro América duerme<br />
silenciosa e inerme.<br />
El sueño del olvido de los mundos:<br />
Sus pueblos son estériles llanuras,<br />
Zarzales infecundos.<br />
Temerosas y agrestes espesuras<br />
Que hincha de negra savia el egoísmo<br />
Por esta selva lúgubre y sombría,<br />
Su horrible paso en las tinieblas guía<br />
Leñador infernal, el despotismo.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
Ved el cuadro, que aviva<br />
En la conciencia pública extenuada<br />
El rayo de una lumbre fugitiva;<br />
Ved extender la Historia<br />
Su acusador legajo<br />
¿Qué véis? El crimen coronado arriba.<br />
¿Qué véis? El crimen inconciente, abajo.<br />
Los tiranos, la plebe,<br />
Todos, los primidos, los que oprimen,<br />
Todo pasa y se mueve<br />
En un sudario fúnebre de nieve<br />
Que de gotas de sangre siembra el crimen.<br />
¡Oh, Patria! ¡Oh, Centro América!<br />
Necesitáis con vuestras propias manos<br />
Levantar vuestra lápida mortuoria<br />
Que gravita en la tierra como un monte<br />
E interrogar después el horizonte<br />
Para encontrar el rumbo de la gloria.<br />
No: no habían pensado<br />
Los PRÓCERES augustos,<br />
Cuando hace medio siglo proclamaban<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 1
Tu santa libertad y tu grandeza<br />
En el noble estandarte desgarrado<br />
Ni en el pueblo cobarde y maniatdo<br />
Sobre cuya cabeza<br />
Su huella sepulcral dejará un día<br />
Como estampa de sangre<br />
El pie de la cobarde tiranía<br />
No; la vehemencia que cual fuego abraza,<br />
La indignación terrífica y solemne;<br />
La sagrada iracundia<br />
Con la que anatematiza y amenaza<br />
La palabra de truenos de Barrundia.<br />
La calma pensativa<br />
Con que en la soledad de la noche<br />
cuando alzan los espíritus el vuelo<br />
Y los perfumes suéltanse del broche<br />
Y el pensamiento se encamina al cielo;<br />
Cuando tiende profunda sobre el orbe<br />
La sombra, como trémulo palacio<br />
su triste inmensidad de terciopelo;<br />
Cuando, ¡oh natura!, tu suspiro exhalas<br />
Y los ámbitos cruzan del espacio<br />
Misteriosos enjambres<br />
De almas errantes de impalpables alas;<br />
La calma pensativa, inmensa lucha,<br />
Del genio soberano,<br />
Con que el gran Valle en el silencio escucha<br />
Misterioso y profundo.<br />
Inclinado a las simas de la ciencia;<br />
Cual forja el porvenir, la Providencia,<br />
Para este corazón del Nuevo Mundo;<br />
La fuerza poderosa con que escruta<br />
El espíritu inmenso de Delgado<br />
Del corazón la misteriosa ruta,<br />
Cuando extiende la diestra<br />
Sobre el pueblo a sus pies arrodillado<br />
Que espera sus palabras para erguirse<br />
Y lanzarse al fragor de la palestra.;<br />
:a espada, luminosa cual Idea<br />
Con que <strong>Francisco</strong> Morazán, sondea<br />
Donde su rayo el patriotismo fragua,<br />
Para escalar las escarpadas cumbres<br />
En que el laurel florece de la gloria<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 2
Y llevar por la mano a la victoria<br />
El furor a las bravas muchedumbres;<br />
Las épicas y ardientes aventuras,<br />
Con que un día el coloso,<br />
Gloria de El Salvador, hijo de Honduras,<br />
Padre de Centro América glorioso;<br />
Ensordeció los ámbitos del Istmo,<br />
Surgiendo, como un león, con la bandera<br />
Del derecho, trasunto de Mavorte;<br />
Con sus huestes ardientes y bravías,<br />
Luminosa cohorte,<br />
Detrás de esas azules serranías<br />
En que flotan las nieblas, hacia el norte;<br />
El que sembró llanuras y montañas<br />
Con victorias y hazañas,<br />
Dando asunto a las rústicas familias<br />
Para animar de noche sus vigilias<br />
Con el nombre del héroe en las cabañas;<br />
Toda esa fulgurante llamarada<br />
Que cual gloriosa bruma<br />
Está flotando, oh Patria, en tu memoria,<br />
Los héroes de los triunfos de la espada,<br />
Los héroes del triunfo de la pluma,<br />
Que han tejido de triunfos nuestra historia;<br />
Obra providencial, santo legado,<br />
¡Oh! no eran para un pueblo esclavizado<br />
Sobre cuya cabeza<br />
Su huella sepulcral dejará un día<br />
Estampada con sangre<br />
El pie de la cobarde tiranía.<br />
¡Oh, centroamericanos,<br />
Despertad ya de la tremenda calma!<br />
Y en vez del negro y gélido vacío<br />
Que lleváis del pecho,<br />
Poned en él un corazón y un alma<br />
Formados por la audacia y el derecho.<br />
¡Oh, centroamericanos!<br />
No acabará la esclavitud si pronto<br />
No os tomáis de las manos<br />
Ni avanzáis en unión estrecha y fuerte,<br />
Poniendo un sólo pecho como hermanos;<br />
A ver si hiere a un pueblo de esa suerte<br />
El destino que forja los tiranos<br />
O si ellos en la empresa hallan la muerte<br />
Sí, un pueblo yace en el tremendo sueño<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 3
Del baldón y el olvido<br />
En que se hunden lo oscuro y lo pequeño,<br />
Cuando el ánimo pobre y abatido<br />
Vive esperando con vigor escaso,<br />
Que le trae un camino<br />
El ademán de loco del destino<br />
O la brújula imbécil del acaso.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 4
A San Miguel<br />
No que el Señor Luis de Moscoso<br />
En San Miguel de la Frontera,<br />
Entre los pueblos cave un foso,<br />
Y haga sólo, del nuevo tan afanoso,<br />
Gente guerrera.<br />
Ha ido rescripto real por todo<br />
Lugar ―hasta ambos virreinatos,<br />
Para que los Mestra den modo<br />
De que el ganado de sus hatos<br />
Venga a romper todo mal ocio,<br />
Al intercambio y al negocio<br />
A San Miguel de la Frontera.<br />
Plazuelas, calles, solas antes,<br />
Todo lo llenan los feriantes,<br />
Y todo atrae sus miradas:<br />
En sus jaulas doradas.<br />
Los colorines;<br />
Desde un jardín de cal y canto,<br />
Sobre la parra de jazmines,<br />
Raucisono da su canto,<br />
El pavo real que la esponjada<br />
Cauda, a la luz, como áureos tules-,<br />
Abre, flabel de los azules<br />
Ojos de Argos constelada.<br />
Todo lo ven los forasteros.<br />
Llenan los patios y apeaderos<br />
Los añileros,<br />
Los especieros,<br />
Los ganaderos,<br />
Y los mineros,<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 5
Y en medio al corro ganancieros,<br />
Los marimberos.<br />
Un remanso, de gentes en la corriente<br />
Han hecho los maceros que llevan banderolas:<br />
-!El Alcalde Mayor y la Alcaldesa!<br />
Ella contrata con los frailes bulas;<br />
Ella contrata<br />
Cristos de yeso y pitos de Esquipulas<br />
Y paga con monedas españolas<br />
y con tejos de plata.<br />
El habla gentilhombre con los guayaquileños,<br />
Los chipanecos,<br />
Los quetzaltecos,<br />
Y oaxaqueños.<br />
Y encomian los señores la fiesta proque vino<br />
Un filipino,<br />
Y un rico ameca<br />
De Ameca-Ameca.<br />
Causan otros remansos como extienden las manos,<br />
O pidiendo limosnas o vendiendo rosarios,<br />
Los franciscanos,<br />
Dominicanos<br />
Y mercenarios.<br />
La plazuela del teatro en aquél tiempo era<br />
Liza y empalizada para desafiados;<br />
Vienen a combatirse desde tierras lejanas<br />
Los bisoños y zurdos con sables de madera;<br />
Los hidalgos y avezada<br />
Con espadas toledanas.<br />
No es lo de menos de la fiesta<br />
El tiangue, en el momento<br />
En que le prestan lucimiento<br />
Bien los señores de la Mesta,<br />
O el hacendado henequenero,<br />
Cochinillero, o añilero...<br />
Llegan a ver éstos y otros,<br />
Y hacen en fin cosa de risa,<br />
Cómo en la plaza, cuatro potros<br />
Descuartizaban al cuatrero<br />
Ladrón Ceniza.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 6
Antes los perdidosos y malos negociantes<br />
Al volver a su tierra, viendo el arcángel fiel,<br />
Que abría sobre el templo sus alas rutilantes,<br />
esde un alto recodo del camino, decía, antes:<br />
De San Miguel,<br />
Sólo El.<br />
Ahora, al sol temprano quer las techumbres dora,<br />
Cuando los ojos yertos vuelve al arcángel fiel,<br />
Del pórtico del templo que derribara otrora<br />
El rayo -el feriante maltrecho, dice ahora:<br />
-De San Miguel<br />
Ni Él.<br />
Que pase breve tiempo y al lado de su esposa,<br />
Tendrá él mismo un recuerdo dulce, sereno y tierno,<br />
Al oír por la tarde bajo el dintel paterno;<br />
A sus hijos que exaltan a la ciudad famosa:<br />
Sexta, mayesta,<br />
Martín de la Cuesta,<br />
Dijo mi padre<br />
Que pícara en ésta:<br />
—A comer pan con miel<br />
A la puerta de San Miguel!!<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 7
La ofrenda del Braman<br />
Poema indostano<br />
I<br />
Yo era un bramán conocedor del Veda;<br />
Yo me vestía mi ropón de seda,<br />
Y el concurso de santos y de sabios<br />
Oía, cual rumor de la arboleda,<br />
Toda la inspiración, la ciencia toda,<br />
Manar, al escaparse de mis labios,<br />
Los versos de Valmiki, en la pagoda.<br />
Yo congelaba el iris,<br />
Y al rayar de la aurora,<br />
Las nieves eminentes<br />
De los Dawelaguiris,<br />
Nimbadas de fulgores refulgentes,<br />
Que hería un soplo de oración sonora,<br />
Eran tímpanos cándidos de rimas,<br />
Rapsodias profundísimas y extrañas,<br />
Con que daban a Brama, las montañas,<br />
Gracias por las edades de sus cimas.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 8
II<br />
Oyendo mis cantares y refranes,<br />
Acatando mi fe y sabiduría,<br />
En premio dispusieron cierto día,<br />
Ofrendarme una virgen los bramanes.<br />
Y eras tú, Egandyra enamorada,<br />
De dulce y triste y lánguida mirada;<br />
Tan atractiva y pálida belleza,<br />
Que toda la India te juzgó al extremo<br />
De un esfuerzo supremo<br />
Del arte de la Gran Naturaleza.<br />
Y eras mía. Y en medio de oraciones,<br />
Mago solemne, pensador agreste,<br />
Hice las misteriosas abluciones<br />
Y desceñí tu inmaculada veste;<br />
Y entonces con ternura<br />
Di un beso a tu cintura<br />
Fácil cual junco, y adorable y grata,<br />
Y se enroscó a las formas de tu talle<br />
Un deslumbrante cinturón de plata.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 9
III<br />
Cual fuente que desbordaba de su lecho,<br />
Como hebras del tejido de la noche,<br />
Formaban manto misterioso y vago<br />
Tus cabellos rodando por tu pecho<br />
Con inocente y con sensual halago.<br />
Y en el cuello de nieve, casto y bello,<br />
Donoso cual de blanca cervatillo,<br />
Posé el labio, apartándote el cabello,<br />
Y entonces, luminosa gargantilla<br />
Cual sierpe de oro se anudó a tu cuello.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 10
IV<br />
Nevada e inocente,<br />
Cual la espuma más alba de la playa,<br />
Admiré la blancura de tu frente,<br />
Pura como el carámbano<br />
Que corona la sien del Himalaya.<br />
Allí mi labio, que amoroso quema,<br />
Dio un beso ingenuo cual la luz del día,<br />
Y cuajada de lumbre y pedrería<br />
Engarzase a tu frente una diadema.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 11
V<br />
Te alzó en mis brazos mi efusión sencilla,<br />
Y con el más sagrado de los goces,<br />
Doblé ante los altares la rodilla,<br />
Y pura, así, te devolví a los dioses.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 12
Orfeo y Eurídice<br />
—Para bajar a los infiernos,<br />
Región de sombras y de llanto,<br />
De duelos y castigo eternos,<br />
Demás están túnica y manto,<br />
Hay más, si Orfeo es el poeta,<br />
Si lo que creó la fantasía,<br />
Presa es del vulgo a quien inquieta,<br />
Eurídice es la poesía.<br />
Ambas las cosas aparecen<br />
En la pintura portentosa<br />
De Pablo Rúbens, ―y se ofrecen<br />
En la Simbólica, una cosa.<br />
Fue de las nupcias en la hora.<br />
Tal vio Eurídice a Aristeo,<br />
Rudo pastor, que ante la Aurora,<br />
Corrió a ella, presa del deseo.<br />
Huyó al azar tanta belleza,<br />
Y cuando así la planta mueve,<br />
Hollada acaso en la maleza,<br />
Mordió una sierpe el pie de nieve.<br />
La sierpe, dura realidad,<br />
Al vulgo rígido arrebata<br />
La vaporosa Idealidad.<br />
El quiere asirla; ella la mata.<br />
Desciende Orfeo que delira,<br />
Al rojo Infierno, a quien asombra<br />
Que extienda su poder la lira<br />
Hasta los reinos de la sombra.<br />
Y el Hades triste: —Toma dice,<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 13
Toma tú Eurídice, y advierte<br />
Que perderás si ves, a Eurídice,<br />
Dentro del reino de la muerte.<br />
Fatalidad! No pudo Orfeo<br />
Con el ideal a quien desposa,<br />
Dejar de ser como Aristeo,<br />
Y huyó la imagen vaporosa.<br />
Sentáronse a la sombra de una encina<br />
Los viajeros, y al poema de Eurídice<br />
Con voz opuso entonces peregrina<br />
Erato un poema que las penas dice<br />
Que sufrió por amor Psíquis divina.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 14
La calle<br />
¡Aborreced la suerte, cuya mano<br />
Le premia su egoísmo al opulento<br />
Y le allana la senda al miserable,<br />
Y lleva a las alturas al perverso!<br />
¡Aborreced la suerte que levanta<br />
Una muralla al paso de los buenos,<br />
Y abre una sima a la virtud y ahoga<br />
El corazón más noble entre sus dedos!<br />
La calle es la morada del mendigo.<br />
La indiferencia la cubrió de hielo.<br />
Y en ella, al sol, al aire y al espacio,<br />
El mendigo es su libre prisionero;<br />
Con la ciudad por cárcel, se detiene<br />
A las puertas, no más: no pasa dentro!<br />
Es cojo; tiene grillos a las plantas.<br />
Es manco; sus esposas son de hierro.<br />
Es sordo; ni él se escucha, está murado.<br />
Es mudo; tiene una mordaza. Es ciego;<br />
Está preso en la tumba.<br />
La miseria,<br />
He allí el invisible carcelero.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
¿Quién dice que la suerte ―¡oh tú que pasas<br />
Cerca de esos harapos y sin verlos!—<br />
Quien dice que en los hombres, algún día,<br />
No te puede poner la mano, y luego,<br />
Llevándote a la puerta, al sol, al aire,<br />
Entregarte a las calles prisionero?<br />
¿Volviste, pues, la vista al desgraciado?<br />
¿Quién la volverá a ti, si no la has vuelto?<br />
¿Alargaste la mano al desvalido?<br />
¿Quién te la ha de alargar, si no lo has hecho?<br />
¿Apagaste su sed? ¿Saciaste su hambre?<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 15
¿Diste una cama al doblegado al sueño?<br />
No diste agua, ni pan, ni diste cama:<br />
¡Ve soñoliento, pues, sediento, hambriento!<br />
¡Ah! Muchas veces, quien negó un bocado,<br />
Vio a su mesa doblársele el sustento;<br />
Quien negó una limosna, vio doblarse<br />
La plata en la arca, el grano en el granero;<br />
Quien negó un lecho, descansó tranquilo<br />
Hasta muy tarde, abandonado al sueño.<br />
¡Alza, que llega el día!...<br />
… el de la muerte:<br />
¿Quién no la vio llegar sobrado presto?<br />
¿Y entonces quién no pide una limosna?<br />
¿Quién, Señor, ante ti, no es pordiosero?<br />
__________________<br />
*<strong>Gavidia</strong>, <strong>Francisco</strong>. Antología. Colección poesía, Vol.13, Departamento Editorial del Ministerio de<br />
Educación, El Salvador, 1961.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 16
Fragmento.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
ESTANCIAS<br />
(Impresión de un lejano viaje de Gaviria a tierras de Guatemala)<br />
¡La Colonia! Legado terrífico y sublime:<br />
La puerta de la historia sobre sus goznes gime<br />
Cuando se abre al viajero al ermita secular;<br />
La mano que en sus losas grabó el rótulo antiguo,<br />
Bajo el dintel barroco y el carácter ambiguo,<br />
Sobre el punzón indocto se mira palpitar.<br />
La cima de sus dombos, que a los cielos se lanza,<br />
Hizo del pueblo, al cielo, propender la esperanza:<br />
Del rumbo de su flecha volaba la fe en pos:<br />
Sus naves silenciosas cargadas de oraciones<br />
Han llevado a su bordo doce generaciones,<br />
Por el mar de los tiempos hacia el puerto de Dios.<br />
Sus campanas sonando de dolor o de gloria,<br />
Marcaron los azares de nuestra vieja Historia;<br />
Era su piedra el símbolo de la Fe y la Verdad;<br />
Sus criptas, como lastre, en los sepulcros hueros,<br />
Del macerado monje llevan polvos severos,<br />
Príncipes de la iglesia y olvidados guerreros,<br />
Y en su ambiente de olvido sopla la Eternidad.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 17
Atlacatl, el joven, al zenzontle<br />
Avecilla misteriosa,<br />
Que así tienes de la hermosa<br />
Un puesto en el corazón,<br />
Dividiendo el señorío<br />
Del que es dueño, que es el mío<br />
De un león;<br />
¿Por qué dejas su camino?<br />
¿Anuncias el mal destino?<br />
Es esperar<br />
Es tormento y es arrobo:<br />
La hizo presa el puma? Un Lobo?<br />
Algún jaguar?<br />
¡Por el sol!... No puede ser:<br />
Mas es bella y es mujer!...<br />
¿Dime si estamos, por Dios,<br />
En su corazón sencillo,<br />
Sólo los dos, pajarillo,<br />
¿Solo los dos?...<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 18
I<br />
—¡Démosle de culatazos,<br />
Porque es el traidor Lesaca!<br />
—Así vuestros centinelas<br />
A culatazos mataban<br />
Al bondadoso de Celis;<br />
Y después con su corbata,<br />
Lo colgaban de la reja…<br />
—¡Vida por vida se paga!<br />
Hubo quien dijo: —¡Que muera!<br />
—Lessaca gritó: —Me matan…<br />
La esposa que está en la calle<br />
Gritó: —¡Matan a Lessaca!...<br />
Toda la noche los gritos,<br />
Unos eran de amenaza,<br />
Otros eran de terror,<br />
Otros de angustia y de alarma;<br />
Llenaron de San Vicente<br />
El dentorno de la plaza:<br />
—Así mataron a Celis!...<br />
—Me matan! Lessaca grita…<br />
Y ella: —¡Matan a Lessaca!...<br />
Así sonó a media noche;<br />
Así por la madrugada;<br />
Hasta que al venir el sol,<br />
La escolta republicana,<br />
Camino a San Salvador,<br />
Lleva al realista Lessaca<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
Romancero de Cuzcatlán<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 19
III<br />
—Sangre es de amigos y hermanos<br />
¡Vicentinos, migueleños!<br />
¿Es Concepción de Ramírez<br />
Está bien que nos matemos?<br />
De uniformes de realistas<br />
Azul y blanco en el pecho,<br />
Y el rojo de los patriotas<br />
El campo habemos cubierto…<br />
Son cadáveres de hermanos,<br />
Vicentinos migueleños;<br />
¿En el Campo de Ramírez<br />
Está bien que nos matemos?<br />
Esto piensan unos y otros,<br />
Y la alta noche en silencio,<br />
Sin tambores ni clarines,<br />
Marchan los rumbos opuestos…<br />
En la villa y la ciudad, —<br />
Vicentinos, migueleños, —<br />
Las gentes al verlos dicen:<br />
—Victoriosos vienen éstos.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 20
Grillo y cadenas<br />
La flota se hace al mar… Lastrada de oro<br />
La onda sumisa oprime a su partida.<br />
La turba humana eleva con decoro<br />
La altiva sien y el himno de la vida.<br />
Y mientras engalanan las antenas<br />
Y flotan las alegres banderolas,<br />
Sólo un hombre respira entre cadenas<br />
Y en torno de él gimen por él las olas…<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
¿Quién? Cristóbal Colón, el almirante.<br />
¡Quién? El descubridor del Nuevo Mundo—<br />
Privado de su nombre resonante<br />
Y sus destinos, de su amor profundo.<br />
¡Misterio de la suerte! ¿Fue clemente<br />
Al desuncir los leones de su carro?<br />
¿Habría él sido un Hasting de Occidente?<br />
Mal estaba en sus manos de vidente<br />
La espada de Cortés y de Pizarro, —<br />
Y es más pura su gloria,<br />
Siendo para la Historia,<br />
El genio que completa<br />
La esfera azul para la humana mente,<br />
Y para las naciones, el planeta.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 21
Signos del país<br />
¿Se me pide el distintivo<br />
Del país en que yo vivo?<br />
Cielos, y estrellas y flores<br />
Que forman constelaciones,<br />
Y jardines,<br />
Y balcones,<br />
Y casas de serafines,<br />
Con voces de ruiseñores…<br />
Son constante distintivo<br />
Del país en que yo vivo.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 22
Cascarones y fiebre amarilla<br />
La bella San Salvador<br />
Triste pero no abatida<br />
Va tomando la medida<br />
De morir de buen humor.<br />
Cosa que en verdad apruebo<br />
Pues, si muere, quién extraña<br />
¿Qué antes alce una montaña<br />
De cascarones de huevo?<br />
La risa nunca se agota:<br />
¿Por qué llamó cierto poeta<br />
La muerte, obra de Pateta?<br />
Porque es todo una chocota.<br />
No sería buena guisa<br />
Hacer la carta formal<br />
Y morir en carnaval<br />
Y no morirnos de risa.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 23
II<br />
El insomnio<br />
Forma como remansos y recodos<br />
La luz que tiembla loca y destrenzada,<br />
Y esqueletos de sombra en la estirada<br />
Penumbra, dan traspiés como beodos.<br />
La medianoche es ya: ¡de cuántos modos<br />
Suspira la Natura fatigada…<br />
¿Qué oímos cuando no se escucha nada<br />
Oyendo ese suspiro que oyen todos?<br />
El día es el combate; ¿pues acaso,<br />
Ese rumor, latente en los oídos,<br />
Es el eco que aún vibra de la lucha?<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
¿O señuelo de un numen que al regazo<br />
Del hondo sueño, llama a los sentidos?<br />
¿Y después?... Habla Dios… y “alguien” escucha.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 24
I<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
Leyendo la Divina Comedia<br />
En la última página de el Infierno del Dante<br />
¡Oh tú que tienes los cabellos canos!<br />
Tú, dime: en el camino de la vida,<br />
¿Nadie llega hasta el fin de la partida<br />
La frente pura, cándidas las manos?<br />
Dime si por ventura son hermanos<br />
Egoísmo y virtud, fuerza y caída?<br />
¿Nunca entran sin terror a la escondida<br />
Mansión de los recuerdos, los ancianos?<br />
El juez, el acusado y el que acusa<br />
Se miran con rubor que a todos quema:<br />
Herencia de maldad ¿quién te rehúsa?<br />
¡Poema del rey Pecado es tu poema!<br />
Dante; ¿quién está en pie? Tu noble Musa<br />
Clamando sobre todos ¡anatema!<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 25
II<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
En la última página de el Purgatorio de Dante<br />
¡Pálidos resplandores en que se une<br />
Al terror de las llamas la plegaria;<br />
Figuras de elegíaca estatüaria<br />
Que el dolor y la súplica reúne;<br />
Mal que espera; justicia que desune<br />
Lo que unió el hombre, escala inmensa y varia<br />
Que no admite jamás que una precaria<br />
Sonrisa de dureza quede impune!<br />
¿Qué luz blanca la roja del castigo<br />
Con sus benignos rayos compenetra<br />
Y los males y bienes eslabona?<br />
¿Quién sirve de benéfico testigo<br />
Entre el ser que condena y el que impetra?<br />
La musa del poeta, que perdona.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 26
III<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
En la última página de el paraíso de dante<br />
¡Oh angélica explosión de jerarquías;<br />
Empíreos, olimpos y valhalas,<br />
Y las coronas místicas de alas<br />
Entre los eslabones de los días!<br />
¡Oh Sol de polícromas pedrerías,<br />
Que con la luz beatífica que exhalas<br />
Gobiernas a los seres e igualas<br />
Aduares y vetustas monarquías!<br />
¿Quién habla hoy con el ángel y el asceta,<br />
Selló la eternidad de la desgracia<br />
Y el bien que entre las penas reflorece?<br />
¡Oh misterio!... La Musa del poeta,<br />
Graciosa entre las hijas de la Gracia,<br />
Hija de Dios como ellas, resplandece.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 27
La flor de izote<br />
La girándula hermosa<br />
Que suspende al poeta, —<br />
El izote, a que llaman bayoneta,<br />
¿Qué anuncia o qué defiende<br />
Con sus explosión de espadas?<br />
Pues, —la yucca gloriossa<br />
Que sabe en sus raíces el que sabe;<br />
Las llamadas mandioca;<br />
Y del gran Bello “blanco pan” llamadas.<br />
Y hecha pan es cazabe;<br />
Y lo que más bien sabe, —<br />
En la más noble sopa, es la tapioca.<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong><br />
Poemas<br />
_____________<br />
(La presente selección de textos poéticos de Dn. <strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong>, ha sido realizada por André Cruchaga,<br />
con el propósito de enaltecer la obra de este patriarca salvadoreño de las letras hispanoamericas)<br />
<strong>Francisco</strong> <strong>Gavidia</strong> Poemas 28