LAS SIETE PALABRAS. Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía ...

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TERCERA PALABRA El Amor como Mujer: La tercera palabra de Jesús en el Calvario nos muestra el rostro femenino del Amor. Llamar “Mujer” a su madre, como ya lo había hecho en las Bodas de Caná (Jn 2,4), es ir Jesús más allá de sus afectos filiales y familiares, superando la mera visión de maternidad biológica que tiene María. En la cruz está naciendo una nueva humanidad: una nueva Eva Y UN NUEVO Adán, nacidos de Jesús, no ya por vía de procreación sino de FILIACIÓN ADOPTIVA, de nueva creación. “En Él Dios hizo nuevas todas las cosas”. María y Juan, al pié de la cruz, unidos en el vínculo misterioso de esta tercera palabra, representan a esta nueva humanidad, prolongando el hogar de Jesús en la Iglesia naciente. Somos el padre, la madre, los hermanos y hermanas de Jesús, su familia. En la Cruz, Jesús nos hace hijos de Dios por vías de liberación y adopción. E hijos de María por vía de nuestra pertenencia a la familia de los hijos de Dios. María encarna el SÍ de la humanidad al Amor de Dios. Es la nueva Eva y la Madre del nuevo pueblo de Dios. Es la figura de la Iglesia, Esposa y Virgen. Con María, la mujer alcanza el verdadero rostro de lo femenino en el Amor, pasando de la maternidad biológica a la maternidad espiritual. Es el rostro de LA VALENTIA DEL AMOR, que desafía el miedo tan humano y el terror tan inhumano que envuelven la escena del Calvario. Al pie de la cruz, ella reivindica LA UNION ENTRE EL AMOR Y LA VIDA, esa unión inseparable para el equilibrio de la especie y la ética global de la humanidad. Romper este vínculo es la tragedia de todas las culturas. Sin perder su identidad femenina, su intimidad propia y su fecundidad real, la mujer alcanza en María su más amplio horizonte de liberación. Con ella puede entregarse a la Caridad y prodigarse en la búsqueda del bien espiritual de la humanidad. Desde la tercera palabra rindamos homenaje a la mujer, desde la niña que comienza hasta la anciana que concluye la vida. En el varón y en la mujer,
como nos creó Dios, hay dos personas distintas, pero ambos imagen viva de un único Dios. Lo más propio de la mujer será siempre su engendramiento de la vida, no como mero hecho biológico sino como hecho relacional, complementario y revelador del Amor. Como María, la mujer engendra a Cristo en la conciencia de las personas y en la cultura de los pueblos. Jesucristo es la vida nueva que hay que engendrar en todos para que la muerte y su séquito de violencias y de corrupción puedan ser derrotados. ¿Cómo valoro yo el ser de la mujer? ¿Cómo cumples tú, mujer, la misión espiritual de maternidad que engendra a Cristo? ¿Qué situaciones nuestras degradan a la mujer empobrecen su misión frente a la vida y la sociedad? ¿Cómo formar una fuerza social de mujeres que protejan la vida humana en todos sus momentos y circunstancias, de cara a los abortistas y violentos?
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