Ana Woolf, “Ur-Hamlet: 40 días en - Odin Teatret Archives
Ana Woolf, “Ur-Hamlet: 40 días en - Odin Teatret Archives
Ana Woolf, “Ur-Hamlet: 40 días en - Odin Teatret Archives
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Docum<strong>en</strong>t kept at <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong> <strong>Archives</strong>, Fonds <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong>, Series Perf-B,<br />
Binder 19<br />
<strong>Ana</strong> Z. <strong>Woolf</strong><br />
Ur-<strong>Hamlet</strong>, <strong>40</strong> <strong>días</strong> <strong>en</strong> el desierto<br />
« On est <strong>en</strong> droit de se demander pourquoi j’écris ces souv<strong>en</strong>irs... Sans doute<br />
pour les mettre au jours, simplem<strong>en</strong>t; j’ai l’impression, depuis que j’ai<br />
comm<strong>en</strong>cé à écrire ces souv<strong>en</strong>irs que je les déterre d’un <strong>en</strong>sablem<strong>en</strong>t<br />
millénaire... Aucune autre raison ne me fait les écrire, sinon cet instinct de<br />
déterrem<strong>en</strong>t. C’est très simple. Si je ne les écris pas, je les oublierai peu à<br />
peu. » (Marguerite Duras, Cahiers de la guerre)<br />
Llueve. Incesantem<strong>en</strong>te. Llueve incesantem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el castillo. Me <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro<br />
con un secador de piso <strong>en</strong> la mano, <strong>en</strong> el gran patio del castillo, tratando de<br />
expulsar el agua de lluvia que se complace <strong>en</strong> seguir desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do. Evito que<br />
el agua llegue hacia el c<strong>en</strong>tro del espacio <strong>en</strong> donde un gran plástico cubre una<br />
tela de raso turquesa cuyo c<strong>en</strong>tro a su vez está ac<strong>en</strong>tuado por otra tela <strong>en</strong> la<br />
gama de los azules, brillante, traída de Bali. Debo evitar absolutam<strong>en</strong>te que el<br />
agua llegue a pasar el gran plástico que cubre la tela de raso que cubre la<br />
ar<strong>en</strong>a negra que cubre un cuerpo. Restos de un cuerpo. Una calavera, dos<br />
fémures, una tibia, los huesos de los pies completos pero no así sus manos,<br />
restos de lo que fue una columna vertebral.... Somos varios los que nos<br />
afanamos <strong>en</strong> esta tarea de sacar el agua de abajo al ritmo de la caída del agua<br />
de arriba. En tanto un hombre de pelo blanco cubierto de una gran capa de<br />
lluvia verde oscura mira la esc<strong>en</strong>a, da alguna que otra indicación sobre lugares<br />
<strong>en</strong> donde el agua comi<strong>en</strong>za acumularse y de tanto <strong>en</strong> tanto, sin poder<br />
cont<strong>en</strong>erse, arrebata un secador de las manos de un jov<strong>en</strong> y se pone él mismo<br />
a sacar ese agua de abajo mi<strong>en</strong>tras ese agua de arriba sigue cay<strong>en</strong>do.<br />
Incesantem<strong>en</strong>te.<br />
A través de las v<strong>en</strong>tanas del piso inferior del castillo se v<strong>en</strong><br />
alternadam<strong>en</strong>te personas asomadas. Algunas maquilladas y elegantem<strong>en</strong>te<br />
vestidas, una figura es calva, otra lleva una especie de corona, ti<strong>en</strong>e el aire de<br />
reina, hay un negro que nos mira con cuerdas alrededor de su cabeza, mujeres<br />
balinesas con flores y adornos que embellec<strong>en</strong> sus rostros... el sonido de<br />
algunas risas lejanas.... Voces <strong>en</strong> danés, noruego, italiano, inglés, portugués,<br />
francés, y mi p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to que fluye <strong>en</strong> mi castellano porteño y se <strong>en</strong>trecruza<br />
con el castellano de un grupo de jóv<strong>en</strong>es mejicanos que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> a preguntarme<br />
“¿y <strong>Ana</strong>, lo hacemos?”... ¡Sí, lo haremos!<br />
1
Cuando cese esta lluvia.<br />
Y cuando esa agua de arriba se decida a dejar de caer nos seguirá <strong>en</strong>contrando<br />
<strong>en</strong> la incesante obstinación de secar el piso de lo que es éste, “nuestro reino”.<br />
Hoy es 30 de noviembre, 2006. Estoy <strong>en</strong> Francia, Marseille. Hace un día que<br />
regresé de París donde había re<strong>en</strong>contrado al <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong>, grupo con el cual<br />
t<strong>en</strong>go un legam<strong>en</strong> profesional pero sobre todo emocional, qui<strong>en</strong> realizaba las<br />
repres<strong>en</strong>taciones de su último espectáculo El sueño de Anders<strong>en</strong> <strong>en</strong> La<br />
Cartoucherie (Teatro de Arianne Mnouchkine). A las 21.25hs mi teléfono<br />
celular señala que recibió un m<strong>en</strong>saje:<br />
“Te interesa la asist<strong>en</strong>cia de dirección de Ur-<strong>Hamlet</strong>. Beso Ju” Ju es mi maestra<br />
Julia Varley, actriz del <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong> desde hace 30 años y Ur-<strong>Hamlet</strong> es la<br />
super producción <strong>en</strong> la cual hacía ya 2 años el <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong>, bajo la dirección<br />
de Eug<strong>en</strong>io Barba estaba trabajando. La asist<strong>en</strong>te de dirección había<br />
r<strong>en</strong>unciado, el puesto había quedado vacante.<br />
Cualquier cosa que pudiera agregar con respecto a mi respuesta sería del<br />
ord<strong>en</strong> de lo personal y afectivo. Hablaría de una inmovilidad y mom<strong>en</strong>tánea<br />
incredulidad al visualizar el monstruo que se me v<strong>en</strong>ía <strong>en</strong>cima: un <strong>Hamlet</strong><br />
dirigido por Eug<strong>en</strong>io Barba cuya repres<strong>en</strong>tación final sería <strong>en</strong> Kronborg, el<br />
castillo del mítico príncipe o el mítico castillo del príncipe; hablaría del terror y<br />
de la alegría porque estaba si<strong>en</strong>do confrontada a algo que desde hacía dos<br />
años deseaba acompañar aunque sea como espectadora perman<strong>en</strong>te que<br />
estaba dispuesta a limpiar el piso por donde pasan los maestros; hablaría de<br />
ese cosquilleo <strong>en</strong> la panza (para los lectores de Rayuela capítulo1, la cigarra)<br />
inexplicable “mezcla rara” de felicidad extrema y s<strong>en</strong>sación de un sueño que<br />
podría hacerse trizas <strong>en</strong> cualquier instante.<br />
Pero esta no es mi historia. Es la otra historia, la de Ur-<strong>Hamlet</strong>, sus <strong>40</strong> <strong>días</strong> de<br />
trabajo para <strong>en</strong>g<strong>en</strong>drarlo, sus <strong>40</strong> participantes v<strong>en</strong>idos de todo el mundo y sus<br />
50 artistas ya reunidos anteriorm<strong>en</strong>te bajo la mirada sagaz de un director<br />
Eug<strong>en</strong>io Barba, que no dejará, nunca, nada librado al azar.<br />
En consecu<strong>en</strong>cia diré solam<strong>en</strong>te: sí, al final y después de desarreglar todos los<br />
otros proyectos que t<strong>en</strong>ía previstos, acepté.<br />
Y fui feliz, <strong>40</strong> <strong>días</strong> <strong>en</strong> el desierto.<br />
*****<br />
Ese no sé qué que mueve montañas<br />
¿Qué es Ur-<strong>Hamlet</strong>?<br />
Me he hecho esta pregunta mi<strong>en</strong>tras transcurríamos el proceso de trabajo y<br />
continúo haciéndomela luego del mismo. Por eso escribo.<br />
P<strong>en</strong>saré <strong>en</strong> niveles de organización:<br />
Si p<strong>en</strong>samos <strong>en</strong> un cuerpo llamado Ur-<strong>Hamlet</strong> podría decir que <strong>en</strong> el nivel de la<br />
piel, anecdótico, es:<br />
- la puesta <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a de un fragm<strong>en</strong>to de un texto “no dramático”,<br />
escrito por un escritor danés medieval Saxo Grammaticus, qui<strong>en</strong> <strong>en</strong> uno de los<br />
2
capítulos de su saga sobre los reyes escandinavos cu<strong>en</strong>ta la historia de un<br />
príncipe llamado <strong>Hamlet</strong>. Historia que W. Shakespeare sin duda leyó y sobre la<br />
cual basará la historia de su <strong>Hamlet</strong>. El <strong>Hamlet</strong> de Saxo no es el rey de<br />
Dinamarca, sólo de una región, Jutland, tampoco vive <strong>en</strong> el castillo de<br />
Kronborg fr<strong>en</strong>te a las costas suecas a pesar de que ese castillo sea llamado “el<br />
castillo del príncipe <strong>Hamlet</strong>”. Esto se puede saber fácilm<strong>en</strong>te ley<strong>en</strong>do la saga.<br />
Los ev<strong>en</strong>tos son los mismos, pero hay dos cosas que para mí son interesantes<br />
para qui<strong>en</strong> quiera estudiar el pasaje y el cambio de psicología de una época a<br />
otra: el <strong>Hamlet</strong> medieval no es un príncipe que ti<strong>en</strong>e un papá fantasma, no<br />
existe esta tortura física diría y psíquica de ese Otro siempre más grande que<br />
él mismo, que lo persigue y acosa reclamando v<strong>en</strong>ganza. Y no existe tampoco<br />
la duda <strong>en</strong>tre acción y no acción. Esto nos lleva a ver al <strong>Hamlet</strong> de Saxo como<br />
un personaje netam<strong>en</strong>te teatral, que vive <strong>en</strong> la acción. Es acción pura y su<br />
primera aparición <strong>en</strong> la visión de Barba así lo refleja, un manojo de <strong>en</strong>ergía<br />
que se derrama sobre el esc<strong>en</strong>ario al toque de los tambores bahianos al ritmo<br />
del candomblé, una <strong>en</strong>ergía que parece instintiva pero que a nivel preexpresivo<br />
es de una gran complejidad técnica y construida milimétricam<strong>en</strong>te. Y<br />
<strong>en</strong> su instintividad simulada <strong>Hamlet</strong> de Saxo, <strong>Hamlet</strong> de Barba, conoce los<br />
pasos a seguir como si hubiera construido, cual actor, su “escala” de<br />
prioridades. Elabora a través de los años su plan de v<strong>en</strong>ganza con<br />
clarivid<strong>en</strong>cia, calma, visualizando su objetivo final, sabe que deberá llegar<br />
l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te a él pero sin anticiparlo, sin tampoco equivocarse. En este <strong>Hamlet</strong><br />
es el honor lo que está <strong>en</strong> juego, ni siquiera diría el deseo de llegar al mismo<br />
poder. El poder será una consecu<strong>en</strong>cia de la v<strong>en</strong>ganza concretada. De una<br />
masacre realizada por un hombre solo, triunfador, elucubrador, qui<strong>en</strong> camina<br />
hacia el c<strong>en</strong>tro por un campo de cuerpos moribundos que permancerán<br />
insepultos.<br />
Es ésta la historia que Barba privilegia. ¿Por qué? Y el fantasma, ese super ego<br />
que nos impulsa a la acción y que impulsa la acción ¿Es <strong>en</strong>tonces el fantasma<br />
de la v<strong>en</strong>ganza para acceder al poder? No solam<strong>en</strong>te.<br />
No únicam<strong>en</strong>te con una dramaturgia compleja como las de Eug<strong>en</strong>io Barba.<br />
En un nivel muscular, medio, Ur-<strong>Hamlet</strong> es:<br />
- la concretización de un <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro interconv<strong>en</strong>cional. Y la<br />
superación del mismo.<br />
La prolongación de una voluntad de estudio e investigación com<strong>en</strong>zado 27<br />
años atrás (1979), cuando Barba funda la Escuela Internacional de<br />
Antropología Teatral (ISTA). Es ésta también la proposición que <strong>en</strong> el 2002 le<br />
hicieron a Barba (1): producir un espectáculo para Kronborg con el <strong>en</strong>semble<br />
de Theatrum Mundi con actores, bailarines y músicos prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de<br />
difer<strong>en</strong>tes tradiciones teatrales y con los cuales la ISTA se lleva siempre a<br />
cabo. Como señalaba Barba <strong>en</strong> la confer<strong>en</strong>cia de pr<strong>en</strong>sa <strong>en</strong> Rav<strong>en</strong>na (Italia)<br />
donde se realizó el estr<strong>en</strong>o internacional de Ur-<strong>Hamlet</strong>: “no creé un <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro<br />
de tradiciones y conv<strong>en</strong>ciones para satisfacer ni a productores ni al<br />
espectador”. En este nivel muscular, Ur-<strong>Hamlet</strong> es su continuación. Su<br />
<strong>en</strong>carnación práctica y vital. Nos muestra, años después, la misma política de<br />
re<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro: conv<strong>en</strong>ciones del Teatro Noh se mezclan con las del Gambuh,<br />
Candomblé, del <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong>, la música de una flauta india se <strong>en</strong>tremezcla con<br />
3
los sonidos de una orquesta occid<strong>en</strong>tal y la voz occid<strong>en</strong>tal de la artista francesa<br />
con la de una cantante balinesa, cada una con su coloratura, apoyatura y<br />
resonancia absolutam<strong>en</strong>te distinta, casi in<strong>en</strong>contrables diría y sin embargo<br />
cantan juntas. Es un nuevo Teatro Mundi <strong>en</strong> donde los primeros maestros, ya<br />
muertos, danzan aún <strong>en</strong> la memoria de los viejos y ced<strong>en</strong> paso y su fuerza a<br />
una nueva g<strong>en</strong>eración: la g<strong>en</strong>eración de los “desterrados”.<br />
La ISTA es también lo que Ferdinando Taviani <strong>en</strong>unció como “un instrum<strong>en</strong>to<br />
político”. Manti<strong>en</strong>e viva la semilla del teatro <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> donde el teatro<br />
es una minoría no una inferioridad. Es también, la concretización – <strong>en</strong> un<br />
microsistema artístico, <strong>en</strong> una aldea teatral – de una política cultural<br />
democrática. Crea una relación <strong>en</strong>tre dos o más ag<strong>en</strong>tes culturales (actores,<br />
bailarines, músicos) “<strong>en</strong>” diálogo (acto mismo de la democracia) <strong>en</strong> un espacio<br />
<strong>en</strong> común, oradando y ext<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do aún más las posibilidades de un <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro<br />
democrático. Y un detalle más: las personas que dialogan (<strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a) son<br />
personas que no hablan la misma l<strong>en</strong>gua. (2)<br />
De aquí que Ur-<strong>Hamlet</strong> supere a la ISTA <strong>en</strong> cuanto instrum<strong>en</strong>to político. Va<br />
aún más lejos porque Barba llega a construir, a materializar <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a el<br />
instrum<strong>en</strong>to político que está al mismo tiempo demoli<strong>en</strong>do. ¿Cómo esta política<br />
cultural democrática com<strong>en</strong>zada <strong>en</strong> los <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros de la ISTA y continuada a<br />
través del proyecto Ur-<strong>Hamlet</strong> se transforma <strong>en</strong> un instrum<strong>en</strong>to político<br />
concreto? ¿Cuál es la manifestación escénica de este instrum<strong>en</strong>to?<br />
La respuesta la <strong>en</strong>contraremos al acercarnos al 3er nivel.<br />
El subsuelo. La corri<strong>en</strong>te sanguínea: <strong>en</strong> este plano Ur-<strong>Hamlet</strong> es<br />
- Un proyecto pedagógico.<br />
El orig<strong>en</strong> es siempre el mismo: escapar a lo que s<strong>en</strong>timos está a punto de<br />
satisfacernos. Nada alejado a la práctica teatral realizada y creada por el <strong>Odin</strong><br />
a lo largo de sus <strong>40</strong> años. Si bi<strong>en</strong> no es un principio podría <strong>en</strong>unciarlo como<br />
tal: el principio de la incomodidad. O la ley de la incomodidad como ley de la<br />
pres<strong>en</strong>cia. Si se domina el cuerpo se trabaja <strong>en</strong>tonces <strong>en</strong> la adquisicion del<br />
dominio de un objeto, de un bastón por ejemplo, si se domina el bastón se lo<br />
saca y se apr<strong>en</strong>de a caminar y a caer sin bastón, si se apr<strong>en</strong>dió a caer se<br />
apr<strong>en</strong>de a caer pero sin caer... y siempre “más” y siempre “más” hasta que,<br />
como gustaba repetir Barba, “uno mismo se transforma <strong>en</strong> ese maestro Z<strong>en</strong><br />
que dicta la regla “hit yourself” para escapar a la banalidad, a la comodidad de<br />
la rutina”. Para sobrepasar el límite.<br />
Con los colaboradores de Theatrum Mundi, <strong>en</strong> la ISTA de Sevilla (2004), <strong>en</strong> la<br />
ISTA de Polonia (2005) y <strong>en</strong> dos viajes a Bali que realiza todo el <strong>en</strong>semble<br />
Barba construye el cuerpo final de su Ur-<strong>Hamlet</strong>. La línea dramática c<strong>en</strong>tral.<br />
Pero tal vez esta columna vertebral estaba <strong>en</strong> un equilibrio demasiado estable.<br />
En una sanidad inmutable. Sin doble faz. Faltaba el Otro, el verdadero<br />
fantasma. Barba com<strong>en</strong>zará a “infectar la corri<strong>en</strong>te sanguínea”. A invocar a la<br />
peste. Y es <strong>en</strong> la búsqueda del antivirus, del anticuerpo como nacerá el<br />
verdadero y final Ur-<strong>Hamlet</strong>.<br />
Ese coro, esas ratas. Ellos: Los Participantes<br />
4
Fueron los “Otros” de difer<strong>en</strong>tes países que se movilizan <strong>en</strong> el 2006 para<br />
“hacer un seminario de teatro”<strong>en</strong> 6 semanas. Y no sólo se movilizan sino que<br />
incluso pagan para hacer un seminario, pagan también pasajes (avión, tr<strong>en</strong>,<br />
micros). Estos Otros serán llamados <strong>en</strong> este nivel: los participantes. En ese<br />
tiempo se realizaría: <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to actoral, físico y vocal con maestros de<br />
difer<strong>en</strong>tes tradiciones, <strong>en</strong> su mayoría de la ISTA; creación de material para la<br />
puesta <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a de Ur-<strong>Hamlet</strong>; montaje del mismo; participación <strong>en</strong> el<br />
espectáculo Ur-<strong>Hamlet</strong> junto a todo el <strong>en</strong>semble de Teatro Mundi; estr<strong>en</strong>o del<br />
mismo <strong>en</strong> Rav<strong>en</strong>na (Italia), tournée <strong>en</strong> Dinamarca con repres<strong>en</strong>taciones <strong>en</strong><br />
Holstebro (sede del <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong>) y gran final <strong>en</strong> Helsingør (castillo de<br />
Kronborg). Los aspirantes a transformarse <strong>en</strong> “participantes” fueron alrededor<br />
de 300. Formularios y curriculum llegaron de todo el mundo, cartas donde se<br />
narraban necesidades profundam<strong>en</strong>te emotivas por las cuales se deseaba<br />
participar, deseo de realizar una práctica teatral concreta, de conocer a un<br />
grupo para muchos “un mito”, justificaciones teóricas. Los elegidos fueron <strong>40</strong>.<br />
En su mayoría de formación universitaria.<br />
Sus países de prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>cia eran tan variados que permitió a su vez ac<strong>en</strong>tuar<br />
las características de multiculturalidad del <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro: Polonia, USA, Corea del<br />
Sur, Luxemburgo, Italia, Arg<strong>en</strong>tina, México, Holanda, Francia, Serbia,<br />
Macedonia, Suecia, Canadá, Brasil, Grecia, Rumania, Gran Bretania, Irlanda,<br />
República Checa, Suiza, Israel. A esto se le debe sumar investigadores v<strong>en</strong>idos<br />
y seleccionados especialm<strong>en</strong>te para observar y seguir el trabajo: Cuba,<br />
Dinamarca, Canadá, Italia, Japón.<br />
A parte de la posibilidad de <strong>en</strong>riquecer el proyecto con la inclusión de estos<br />
jóv<strong>en</strong>es la idea c<strong>en</strong>tral de Barba se sust<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> una base pedagógica.<br />
El <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong> no es una escuela de teatro, nunca la tuvo ni nunca aspiró<br />
tampoco a t<strong>en</strong>erla. Y sin embargo muchos artistas y grupos de teatro<br />
indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te <strong>en</strong> todo el mundo (sobre todo recalcaría <strong>en</strong> Latinoamérica) nos<br />
hemos formado y perfeccionado <strong>en</strong> la “escuela del <strong>Odin</strong>”. ¿Qué significa esto?<br />
A través de una formación literaria (toda la literatura “<strong>Odin</strong>” escrita por Barba,<br />
sus propios actores y los teóricos de la ISTA <strong>en</strong>tre otros). A través de una<br />
formación “itinerante” hecha de fragm<strong>en</strong>tos de mom<strong>en</strong>tos de <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro. De<br />
retazos de vida teatral <strong>en</strong> común robados a un tiempo y a un espacio de<br />
trabajo cotidiano: los <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros de Ayacucho, de la ISTA, las <strong>Odin</strong> weeks, los<br />
cumpleaños del <strong>Odin</strong>, las confer<strong>en</strong>cias y repres<strong>en</strong>taciones llevadas a cabo por<br />
el grupo <strong>en</strong> nuestros propios países o <strong>en</strong> países vecinos... Cada instante de<br />
<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro fue y es un instante pedagógico porque la teorización vi<strong>en</strong>e luego de<br />
la construcción práctica. Cuando ésta ya ha sido realizada. La teoría <strong>en</strong>tonces<br />
se transforma <strong>en</strong> reflexión sobre un proceso ya vivo y no <strong>en</strong> recetas teóricas<br />
de un modelo a construir.<br />
El primer <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro <strong>en</strong>tre Eug<strong>en</strong>io Barba y los participantes fue el 9 de julio<br />
del 2006 <strong>en</strong> Rav<strong>en</strong>na, Italia. Allí, delante de esas caras ll<strong>en</strong>as de <strong>en</strong>tusiasmo,<br />
ansiedad y miedo, Barba expresa: “ustedes están acá porque yo t<strong>en</strong>go un<br />
problema personal: no creo que podemos <strong>en</strong>señar a algui<strong>en</strong> a ser director o<br />
actor <strong>en</strong> pocos meses. Creo que son años. Yo observé durante años el trabajo<br />
de Grotowski y de su grupo...”<br />
5
Continuación ideológica de un proceso pedagógico. Barba lo <strong>en</strong>uncia como<br />
“tacit knowledge”: observación práctica, dinámica, experi<strong>en</strong>cia analítica pero a<br />
través de la exposición e interv<strong>en</strong>ción concreta de un cuerpo <strong>en</strong> el espacio. Ya<br />
sea como observador activo o practicante concreto. Es a través de la viv<strong>en</strong>cia<br />
de una experi<strong>en</strong>cia como el conocimi<strong>en</strong>to puede ser transmitido.<br />
La cotidianeidad de los participantes se p<strong>en</strong>só y construyó como la<br />
cotidianeidad de la escuela del Vieux Colombier, como la cotidianeidad de los<br />
proyectos que cambiaron la visualización y la forma de p<strong>en</strong>sar y hacer teatro:<br />
dos horas de <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to físico, 1 hora y media de <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to vocal y<br />
canto, 2 horas de trabajo sobre construcción de material con Barba y sus<br />
actores, por la tarde pasaje a la puesta <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a y observación del trabajo de<br />
Barba como director al trabajar con los difer<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>sembles, <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros con<br />
difer<strong>en</strong>tes teóricos, Ferdinando Taviani, Raquel Carrió; directores de grupos de<br />
teatro que han marcado un estilo <strong>en</strong> sus propias búsquedas y visualizaciones<br />
del hecho teatral, Pino di Buduo, Marco Martinelli. Encu<strong>en</strong>tros con el mismo<br />
Barba qui<strong>en</strong> cada tarde <strong>en</strong> el castillo de Kronborg ofrecía una hora de su<br />
tiempo y estaba abierto y disponible a todo tipo de pregunta e inquietud de los<br />
participantes. (3)<br />
Una vez com<strong>en</strong>zado el proceso de preparación de material para el montaje de<br />
Ur-<strong>Hamlet</strong>, los participantes pasaron a ser llamados: El CORO, ya que<br />
interv<strong>en</strong>ían con sus voces y difer<strong>en</strong>tes canciones preparadas por Frans Winther<br />
y Brigitte Cirla <strong>en</strong> diversos mom<strong>en</strong>tos de la historia.<br />
A medida que su participación d<strong>en</strong>tro de la misma se iba defini<strong>en</strong>do, fueron<br />
llamados <strong>en</strong> el nivel de la corri<strong>en</strong>te sanguínea de la dramaturgia: “LAS RATAS”.<br />
La otra historia<br />
Sin la inclusión de los participantes, coro, ratas, el proyecto no era una<br />
am<strong>en</strong>aza. Bello estéticam<strong>en</strong>te, colorido vestuario, un <strong>Hamlet</strong> negro de fuerte<br />
viol<strong>en</strong>cia y provocación física, impactante por la majestuosidad del maestro de<br />
Noh japonés, de las danzas balinesas; técnicam<strong>en</strong>te admirable cualquiera sea<br />
la tradición que se quiera seguir, magnífica esc<strong>en</strong>ografía natural: dos castillos<br />
(Russi-Kronborg) ac<strong>en</strong>tuando su impon<strong>en</strong>cia con fuegos de artificio <strong>en</strong><br />
Rav<strong>en</strong>na que se derramaban como una cascada sobre la fachada del castillo y<br />
con una iluminación sugestiva basada <strong>en</strong> el fuego (antorchas de la mano de los<br />
bailarines balineses) lámparas de fuego <strong>en</strong> el espacio escénico. Pero la<br />
irrupción de la sangre nueva permite también una mayor variabilidad d<strong>en</strong>tro<br />
de la propuesta planteada hasta ese mom<strong>en</strong>to y también la introducción de un<br />
tipo de <strong>en</strong>ergía diría, opuesta a todo lo que se veía anteriorm<strong>en</strong>te. Fr<strong>en</strong>te a<br />
este mundo ord<strong>en</strong>ado, bello, perfecto <strong>en</strong> su caos y <strong>en</strong> su técnica, los<br />
participantes introducirán otro tipo de desord<strong>en</strong>. Una fuerza emocional, una<br />
<strong>en</strong>ergía “salvaje” no limitada, no domada aún por la técnica, que es deseo y<br />
necesidad de expresión pura. No tra<strong>en</strong> los años de oficio sobre sus espaldas, ni<br />
la fatiga que acarrean los mismos, vemos aún con claridad los restos de una<br />
inoc<strong>en</strong>cia tal vez perdida ya <strong>en</strong> los maestros, de un deseo jov<strong>en</strong> que los<br />
6
impulsa a lanzarse sin protección, ni técnica ni física. Sigu<strong>en</strong> y concretizan los<br />
pedidos y demandas de Barba con un <strong>en</strong>tusiasmo sin frontera: arrastrándose<br />
por el suelo, raspándose codos, manos y rodillas con el piso de césped <strong>en</strong><br />
Rav<strong>en</strong>na, embarrándose las heridas con el piso bañado por la lluvia de<br />
Holstebro; quemándose con el piso de cem<strong>en</strong>to de Kronborg. Jugaban a ser<br />
“ratas” que invadían el espacio “limpio” estéticam<strong>en</strong>te, jugaban a <strong>en</strong>contrarse<br />
y des<strong>en</strong>contrarse, a correrse <strong>en</strong>tre sí y a perderse después, a t<strong>en</strong>er hambre,<br />
frío, sed, a estar tan vivos que al final terminarían muertos; jugaban a ser los<br />
muertos de ayer, de hoy y de mañana esperando casi media hora t<strong>en</strong>didos <strong>en</strong><br />
la humedad de la tierra, con sus ropas mojadas, cubiertos por sábanas<br />
blancas. Ellos, los que se desplazaron, los desplazados <strong>en</strong> la historia de Ur-<br />
<strong>Hamlet</strong>, “son”, “están” allí para realizar su sueño. Y la <strong>en</strong>ergía que aportaron<br />
era la simple manifestación de esa necesidad que los había impulsado a juntar<br />
dinero, a <strong>en</strong>deudarse, a desplazarse para v<strong>en</strong>ir. ¿A qué? ¿A tomar un<br />
seminario?, ¿a hacer una obra de teatro? ¿A escuchar historias sobre un ciego?<br />
Tal vez la historia de un ciego que invocando el nombre de su maestro, logró<br />
caminar sobre las aguas. (Última historia que nos contó Barba <strong>en</strong> el castillo).<br />
Con esta <strong>en</strong>ergía “no modelada” Barba comi<strong>en</strong>za a construir la 3era historia.<br />
La historia subterránea. En donde el cuerpo y los músculos com<strong>en</strong>zarán a<br />
s<strong>en</strong>tir la sangre que fluye, también el espectador lo s<strong>en</strong>tirá. Será la historia de<br />
“los otros”. Y es con esta 3era historia, nivel <strong>en</strong> donde se realiza la<br />
transformación, <strong>en</strong> donde aparecerá el verdadero fantasma: el fantasma del<br />
otro: el difer<strong>en</strong>te, el inmigrante, los desterrados, los dañados, expulsados de la<br />
tierra, los abandonados <strong>en</strong> el campo de las luchas por el poder. Y <strong>en</strong> donde el<br />
instrum<strong>en</strong>to político se plasma y concretiza <strong>en</strong> la misma esc<strong>en</strong>a: se vuelve una<br />
grúa que recoge cadáveres.<br />
Pero Barba demora la <strong>en</strong>trada de estos personajes y la construcción de la<br />
imag<strong>en</strong> final del espectáculo. Demora la definición escénica tal vez de su<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to profundo. La plasmación de un no-optimismo o de un extremo e<br />
impiadoso realismo que no cede ante una superficial necesidad, banalidad del<br />
espectador – <strong>en</strong> su mayoría burgués – que busca un final feliz. Que no transige<br />
con la imag<strong>en</strong> de mundo feliz ni con el poder consolatorio y reparador de una<br />
ficción teatral, sino por el contrario a medida que nos acercábamos al<br />
“verdadero” castillo de la realeza, a Kronborg, se agudizaba la búsqueda de un<br />
final que permitiera la concreción de una imag<strong>en</strong> que satisficiera<br />
profundam<strong>en</strong>te la visión de un mundo actual, de un pres<strong>en</strong>te oscuro, viol<strong>en</strong>to,<br />
sanguinario. Irreparable.<br />
Los participantes harán su primera <strong>en</strong>trada luego de 20 minutos de haber<br />
com<strong>en</strong>zado el espectáculo. Una segunda y última 20 minutos después, esc<strong>en</strong>a<br />
<strong>en</strong> donde, toda la dramaturgia com<strong>en</strong>zará a desbarrancarse hacia el final. Es el<br />
minuto 36. (4)<br />
Sigui<strong>en</strong>do el reloj<br />
El antes<br />
7
El antes del “minuto 36” es una media hora <strong>en</strong> donde el espectador goza de un<br />
espectáculo que lo acaricia sin herirlo. Un espacio circular, ord<strong>en</strong>ado, vacío de<br />
elem<strong>en</strong>tos escénicos sólo un objeto cubierto <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro y aún ignoramos qué<br />
es. El espacio está delimitado <strong>en</strong> el fondo por altas banderas de raso dorado, el<br />
fr<strong>en</strong>te circunscripto por bolas de agua <strong>en</strong> las cuales juega el reflejo de<br />
antorchas de fuego, <strong>en</strong> el fondo la orquesta internacional. La distribución de los<br />
niveles es clara: ellos allí, nosotros aquí. Y Ur-<strong>Hamlet</strong> comi<strong>en</strong>za. Los músicos y<br />
bailarines que <strong>en</strong>tran, otro grupo <strong>en</strong>tra con ellos ord<strong>en</strong>adam<strong>en</strong>te, se ve<br />
también una jov<strong>en</strong> vestida de blanco <strong>en</strong>trando de la mano de un gran señor, el<br />
grupo pareciera ser el coro ya que se ubica detrás de la orquesta. Todos sab<strong>en</strong><br />
a dónde ir. Todos se ubican <strong>en</strong> lugares claros y determinados. El sonido de una<br />
trompeta (Kai Bredholt) inaugura la <strong>en</strong>trada a la historia. Un coro de voces<br />
invisibles, 9 balineses con sus correspondi<strong>en</strong>tes trajes (exóticos para algunos<br />
espectadores seguram<strong>en</strong>te tan exóticos que los hace sonreir) ingresan por la<br />
<strong>en</strong>trada c<strong>en</strong>tral de atrás, 5 de ellos con antorchas <strong>en</strong>c<strong>en</strong>didas <strong>en</strong> sus manos.<br />
Las ubicarán <strong>en</strong> torno a ese objeto cubierto <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro de la esc<strong>en</strong>a, mi<strong>en</strong>tras<br />
los otros 4 restantes comi<strong>en</strong>zan a <strong>en</strong>c<strong>en</strong>der las antorchas que iluminarán el<br />
espacio.<br />
Alumbrado por el fuego el espacio gana <strong>en</strong> sugestión, misterio y belleza,<br />
ac<strong>en</strong>tuada ahora con la <strong>en</strong>trada (también por el c<strong>en</strong>tro atrás) de 7 mujeres<br />
balinesas con brillantes y coloridos trajes que portan flores e inci<strong>en</strong>sos y que<br />
con un ritmo pausado, como de <strong>en</strong>sueño, realizan su ritual de “b<strong>en</strong>dición”,<br />
“protección” del espacio. Detrás de ellas se asoma un personaje calvo,<br />
elegantem<strong>en</strong>te vestido, ni hombre ni mujer - por el mom<strong>en</strong>to. Por las <strong>en</strong>tradas<br />
laterales del fondo a derecha e izquierda vemos ingresar a dos Pulcinellas,<br />
cada uno lleva un gran cartel <strong>en</strong> la mano. Comi<strong>en</strong>zan a caminar bordeando el<br />
esc<strong>en</strong>ario. Enseñan su cartel:<br />
“El monje Saxo<br />
Escava <strong>en</strong> los siglos/tiempos/ oscuros<br />
Y des<strong>en</strong>tierra<br />
La historia de <strong>Hamlet</strong><br />
Señor de Jutland”.<br />
Al borde de un didactismo atroz, las cosas se pres<strong>en</strong>tan claras y cómodas para<br />
el espectador, todo está explicado: sabemos <strong>en</strong>tonces que qui<strong>en</strong> <strong>en</strong>tra es el<br />
mismo Saxo, que la historia que se contará es la de <strong>Hamlet</strong> pero la del Señor<br />
de Jutland o sea su primera versión, la de Saxo. No hay tiempo para det<strong>en</strong>erse<br />
a p<strong>en</strong>sar mucho porque el impacto sonoro y visual es múltiple pero si nos<br />
det<strong>en</strong>emos un instante a leer lo que leemos, desde el comi<strong>en</strong>zo leeríamos ya el<br />
final: el mom<strong>en</strong>to pres<strong>en</strong>te de nuestra historia es un mom<strong>en</strong>to oscuro, de<br />
tiempos oscuros, y la historia que se nos contará no está <strong>en</strong> la superficie: está<br />
sepultada bajo tierra y se debe escavar <strong>en</strong> los tiempos oscuros para<br />
desepultarla, para traerla a la luz. Esta será La Historia.<br />
Primera revelación un minuto después de la <strong>en</strong>trada de Saxo con un cambio<br />
dramático <strong>en</strong> la música (luego del coro t<strong>en</strong>emos ahora la soledad de una flauta<br />
hindú). Saxo se adelanta hacia el c<strong>en</strong>tro de la esc<strong>en</strong>a y comi<strong>en</strong>za a descubrir el<br />
objeto velado desde un inicio. Des<strong>en</strong>tierra no una calavera sino restos de un<br />
8
cuerpo, restos de huesos que alguna vez fueron un cuerpo. No des<strong>en</strong>tierra la<br />
historia, la historia no existe como materialidad a ser des<strong>en</strong>terrada. La historia<br />
que se nos devela ante nuestros ojos será una historia leída <strong>en</strong> los huesos de<br />
un muerto. Transcurre allí <strong>en</strong> el espacio <strong>en</strong> donde ciertos muertos han sido<br />
sepultados.<br />
En este principio, si quisiéramos, está cont<strong>en</strong>ido todo lo que v<strong>en</strong>drá, e incluso<br />
otra advert<strong>en</strong>cia: at<strong>en</strong>ción, la historia ti<strong>en</strong>e distintos rostros. Hay una historia<br />
escrita y digerida ya, literal y sin metáfora que nos puede ser narrada casi<br />
didácticam<strong>en</strong>te: Pulcinella con sus carteles explicativos que cu<strong>en</strong>tan lo que<br />
sucede. Es la misma historia que nos es narrada por Saxo, didácticam<strong>en</strong>te<br />
también, accesible a todos por su fuerte marca literal (5). Saxo narrará<br />
también otro rostro de la historia, <strong>en</strong> latín, una historia de “elite intelectual”<br />
para aquellos pocos que <strong>en</strong>tre los espectadores compr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> el latín y podrán<br />
des<strong>en</strong>trañarla. Y el último nivel, leído <strong>en</strong> la advert<strong>en</strong>cia, que no pasa por el<br />
nivel didáctico (manual de historia) ni por la narración oral, que no está escrita<br />
<strong>en</strong> los libros de historia sino inscripta <strong>en</strong> el cuerpo de los muertos. Es la<br />
historia que se des<strong>en</strong>tierra, que vive <strong>en</strong> las tinieblas, <strong>en</strong> los lugares no<br />
iluminados por el fuego sino insinuados por el juego de sus sombras. Y esto lo<br />
sabe bi<strong>en</strong> Saxo ciego como el profeta Tiresias, como Borges el poeta. Lo<br />
descubrirá también algún espectador avezado que no dejará pasar los signos<br />
que constantem<strong>en</strong>te juegan como advert<strong>en</strong>cia sobre la estética bella del<br />
espectáculo. Com<strong>en</strong>zaremos a intuirlo si no nos abalanzamos sobre la carnada<br />
que Barba nos deja flotando <strong>en</strong> las aguas claras de la clara historia que se<br />
des<strong>en</strong>vuelve <strong>en</strong> el esc<strong>en</strong>ario. Si estamos at<strong>en</strong>tos como espectadores al fuego,<br />
si no nos dejamos seducir por el poder de la belleza de las imág<strong>en</strong>es y de las<br />
voces que como el canto de las sir<strong>en</strong>as para Ulises, Barba crea y pone delante<br />
de nuestros ojos y oídos. (6)<br />
A los 20 minutos: Quiebre total de conv<strong>en</strong>ción <strong>en</strong> todos los niveles: <strong>en</strong>tra <strong>en</strong><br />
esc<strong>en</strong>a el candomblé con sus tambores y su danza. Entran <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a los<br />
dioses africanos sincretizados con el Brasil, y qui<strong>en</strong> los hace ingresar es<br />
Augusto Omolú, el <strong>Hamlet</strong> negro cuyo rostro y cuerpo están recubiertos por<br />
cuerdas blancas. El <strong>Hamlet</strong> negro, que <strong>en</strong>tra <strong>en</strong>mascarando su locura, danzará<br />
con la calavera.<br />
El impacto s<strong>en</strong>sorial sobre el espectador es total. Es la misma animalidad y<br />
locura que <strong>en</strong>tra <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a a una velocidad que quintuplica el ritmo del<br />
Gambuh <strong>en</strong> el cual nos había “acomodado” “habituado” plácidam<strong>en</strong>te Barba. El<br />
salón burgués podría trastabillar si no fuera por la voz de Saxo qui<strong>en</strong>, <strong>en</strong><br />
perfecto inglés, nos calmará contando “<strong>Hamlet</strong> quiere v<strong>en</strong>gar a su padre.<br />
Simula estar loco” o sea de nuevo: tranquilos, todo esto que ves es simulación,<br />
pret<strong>en</strong>ción, teatro.<br />
De ahora <strong>en</strong> más, reconstituida la calma, seguimos vi<strong>en</strong>do el espectáculo. De<br />
teatro, de danza, de música. Pero esto durará ap<strong>en</strong>as unos minutos. <strong>Hamlet</strong><br />
cacarea como un gallo que anuncia el alba de un nuevo día, o de muchos<br />
nuevos <strong>días</strong>.<br />
Una figura pequeña pasa corri<strong>en</strong>do a toda velocidad, cortando el espacio<br />
escénico de un ángulo a otro y desaparece (es la participante de Corea del<br />
Sud). Primera visión de una nueva y ya definitiva perturbación, de una última<br />
9
invasión que ingresa, esta vez sin conv<strong>en</strong>ción, de un realismo puro y literal. 3<br />
jóv<strong>en</strong>es de piel mor<strong>en</strong>a <strong>en</strong>tran por la puerta c<strong>en</strong>tral frontal, tra<strong>en</strong> bolsas <strong>en</strong><br />
sus manos como si <strong>en</strong>traran al espacio escénico <strong>en</strong> busca de un lugar para<br />
hacer un picnic, lo <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran y allí se si<strong>en</strong>tan (dos participantes de Méjico y<br />
una de Rumania). De otra puerta lateral una mujer toda cubierta de negro<br />
ingresa y se dirige al c<strong>en</strong>tro del esc<strong>en</strong>ario (es la participante de Grecia), y allí,<br />
a los pies del muerto, o de los huesos del muerto, comi<strong>en</strong>za a desvestirse. A<br />
los pies de la historia des<strong>en</strong>terrada ahora se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra también “otra” historia,<br />
cubierta de negro al inicio que se irá develando poco a poco: la historia de una<br />
puta que desnudándose capa por capa, danzará con la otra cara de la historia,<br />
con uno de los Pulcinellas o bi<strong>en</strong> una puta historia: la de esas ratas que nos<br />
invad<strong>en</strong>.<br />
La extraesc<strong>en</strong>a comi<strong>en</strong>za a corporizarse, a convertirse <strong>en</strong> “ese otro lado”.<br />
Primero con sonidos que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> desde atrás de la tribuna, (hechos por los<br />
mismos participantes a pedido de Barba), como un fantasma <strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ado que<br />
desea salir de su <strong>en</strong>cierro. La g<strong>en</strong>te –disturbada – se pone de pie, se gira y se<br />
asoma para ver quién está golpeando sus espaldas. Trata de reestablecer la<br />
conv<strong>en</strong>ción a toda costa, de descubrir la m<strong>en</strong>tira, de hacer retornar la situación<br />
d<strong>en</strong>tro de la <strong>en</strong>cuadratura de “teatro”. Cuando <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> que hay unos<br />
jóv<strong>en</strong>es allá afuera que golpean se vuelv<strong>en</strong> a s<strong>en</strong>tar –sonri<strong>en</strong>do – para seguir<br />
vi<strong>en</strong>do el espectáculo. No obstante el “fantasma” ya ha sido despertado, y está<br />
si<strong>en</strong>do, con calma, dramáticam<strong>en</strong>te pres<strong>en</strong>tado e introducido <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a. De<br />
acá <strong>en</strong> más nuevos y desconocidos personajes ingresarán <strong>en</strong> el espacio (todos<br />
los participantes): algunos correrán como escapando de algún lugar, otros<br />
aparecerán provocativa e inesperadam<strong>en</strong>te, por debajo de las tribunas de los<br />
espectadores (son las ratas que romp<strong>en</strong> la conv<strong>en</strong>ción teatral, se vuelv<strong>en</strong><br />
cuerpo real que toca el cuerpo del espectador), otros <strong>en</strong>trarán por <strong>en</strong>cima de<br />
las mismas, otros cruzarán el espacio corri<strong>en</strong>do, caminando. Todos <strong>en</strong> su<br />
mayoría buscan a algui<strong>en</strong>, a algui<strong>en</strong> a qui<strong>en</strong> reconocer. Tra<strong>en</strong> pequeños bultos<br />
<strong>en</strong> sus manos, como si fueran mudas de ropa, como si fueran esos desterrados<br />
<strong>en</strong> busca de un nuevo horizonte, de una nueva tierra. Todos ellos ingresarán y<br />
se quedarán por unos minutos d<strong>en</strong>tro de la esc<strong>en</strong>a. El ord<strong>en</strong> ficcional se<br />
reestablecería de esta forma. No obstante el espacio de afuera, de la extra<br />
esc<strong>en</strong>a ha com<strong>en</strong>zado a despertarse l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te. Hay “algo” que vive fuera de<br />
los muros del palacio, fuera de los muros de las tribunas de los espectadores.<br />
Hay algo <strong>en</strong> ese afuera que no es la historia de reyes, príncipes y banquetes<br />
que está <strong>en</strong> la primera plana del esc<strong>en</strong>ario.<br />
El fantasma comi<strong>en</strong>za a develarse por el mom<strong>en</strong>to como “ese otro” que<br />
golpea a mi puerta, que comi<strong>en</strong>za a invadir mi espacio; con el ingreso de esa<br />
g<strong>en</strong>te “étrange” <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido de “extraña” a las conv<strong>en</strong>ciones jugadas <strong>en</strong><br />
esc<strong>en</strong>a hasta ese mom<strong>en</strong>to y “extranjera” a la misma historia que se nos está<br />
contando, extranjero su vestuario, su sonoridad, incluso su corporaleidad.<br />
¿Qué ti<strong>en</strong>e que ver esta g<strong>en</strong>te “nueva”, que es mi contemporánea, que<br />
ingresa, que invade una historia de palacio, con ropas modernas, s<strong>en</strong>cillas, no<br />
teatrales, y usaré la palabra: “realista-naturalista”?<br />
Mi<strong>en</strong>tras van ingresando desde ese afuera que ahora comi<strong>en</strong>za a latir, la<br />
acción c<strong>en</strong>tral seguirá girando <strong>en</strong> torno a <strong>Hamlet</strong>. Como si nada ocurriera a su<br />
alrededor, el nuevo rey reingresa <strong>en</strong> el espacio con su séquito de guardianes<br />
10
alineses (Kadean Kadean), y las mujeres balinesas iluminándolos con sus<br />
antorchas. Se acercará a <strong>Hamlet</strong> y demostrará, tocándolo, que no es peligroso.<br />
Tan manso es que hará ingresar a una niña balinesa (Ny Wayan Pia) para que<br />
juegue con él.<br />
Estamos casi <strong>en</strong> el minuto 24. La acción se deti<strong>en</strong>e, la música del Gambuh,<br />
a veces fatigante para nuestros oídos occid<strong>en</strong>tales, también. En el sil<strong>en</strong>cio más<br />
absoluto, nuestros oídos descansarán unos segundos pero a la vez recibirán el<br />
nuevo impulso, el nuevo anticipo de lo que v<strong>en</strong>drá, la nueva am<strong>en</strong>aza, la<br />
nueva prev<strong>en</strong>ción también para no dejarnos <strong>en</strong>gañar por un <strong>Hamlet</strong> manso<br />
que se dejará <strong>en</strong>lazar como un caballo domado y que jugará con una niña.<br />
La extra-esc<strong>en</strong>a a parte de cuerpo/s/ t<strong>en</strong>drá ahora una voz. De nuevo extraña,<br />
difer<strong>en</strong>te a todas las conv<strong>en</strong>ciones y no conv<strong>en</strong>ciones pres<strong>en</strong>tadas hasta ese<br />
mom<strong>en</strong>to. Pero aún otra vuelta de tuerca: es una voz que no corresponde a la<br />
visión de los cuerpos que estamos vi<strong>en</strong>do ingresar.<br />
Pareciéramos estar d<strong>en</strong>tro de cajas chinas, <strong>en</strong> juego, pasamos de una a otra<br />
con la velocidad de nuestros s<strong>en</strong>tidos y no de nuestra racionalidad. Los signos<br />
son tantos que no alcanzamos a decodificarlos. Si nos det<strong>en</strong>emos un instante<br />
<strong>en</strong> medio de este mar salvaje de la dramaturgia barbiana, la voz que nos<br />
golpea ahora es una voz de sonoridad no familiar. No <strong>en</strong>t<strong>en</strong>demos tampoco<br />
qué dice. Es la voz y la resonancia del Noh que <strong>en</strong>tran <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a, (qui<strong>en</strong> está<br />
detrás es el maestro Akira Matsui).<br />
Habíamos ubicado ya al fantasma <strong>en</strong> la piel de estos jóv<strong>en</strong>es que golpeaban<br />
detrás las tribunas y que ahora vemos <strong>en</strong>trar. Saxo vino también <strong>en</strong> nuestra<br />
ayuda y nos explica: “el castillo está si<strong>en</strong>do invadido por personas que vi<strong>en</strong><strong>en</strong><br />
de tierras lejanas” de nuevo nuestro mundo está <strong>en</strong> ord<strong>en</strong>, pero nada dice<br />
sobre esa voz que invadió el espacio un segundo atrás. Sobre esa voz que por<br />
ahora nos será imposible ubicar, acomodar, reconocer con rapidez y facilidad.<br />
Es la voz de una nueva futura am<strong>en</strong>aza, una nueva futura pres<strong>en</strong>cia. Un nuevo<br />
“otro”. El otro nuevo fantasma o un fragm<strong>en</strong>to siempre del mismo fantasma: la<br />
peste.<br />
Minuto 25: vemos que Saxo <strong>en</strong>vuelve los huesos y los saca de la esc<strong>en</strong>a<br />
c<strong>en</strong>tral, como si quisiera protegerlos. Dejará solam<strong>en</strong>te el cráneo coronado por<br />
una corona de hierro y dos huesos a su lado. Regresará unos instantes<br />
después y com<strong>en</strong>zará a escribir su historia, <strong>en</strong> el aire, con uno de los huesos<br />
<strong>en</strong> mano. La música manti<strong>en</strong>e un clima inquietante, el Gambuh marca un<br />
latido que pulsa siempre de manera repetitiva, casi adormecedora. Las luces<br />
bajan y nos dejan casi <strong>en</strong> p<strong>en</strong>umbras.<br />
Medio minuto después, 3 kikirikis, de <strong>Hamlet</strong>, con eco <strong>en</strong> la voz de la niña,<br />
percusión y el acordeón que se une al Gambuh, y nos permite reconocer un<br />
sonido familiar-occid<strong>en</strong>tal. Un jov<strong>en</strong> alto, rubio, vestido sobria pero<br />
elegantem<strong>en</strong>te, ingresa por la puerta c<strong>en</strong>tral, allí se deti<strong>en</strong>e. El, más que otros,<br />
busca a algui<strong>en</strong> (es el participante de Holanda). La flauta hindú inunda el<br />
espacio con una nueva melodía. Escuchamos al jov<strong>en</strong> que grita: ¡Cristina!... Su<br />
voz es clara, sin ninguna teatralidad, por eso agudam<strong>en</strong>te dolorosa. Llama, de<br />
verdad, a esa mujer. Es la imag<strong>en</strong> de la soledad <strong>en</strong> medio de un campo<br />
plagado de personas desconocidas <strong>en</strong> busca de ser reconocidas y de reconocer.<br />
11
Otra voz de mujer a lo lejos que llama a un hombre. A los sonidos se un<strong>en</strong> dos<br />
claras y sutiles voces fem<strong>en</strong>inas (Mia Theil Have y Brigitte Cirla). La puta sale<br />
de esc<strong>en</strong>a del brazo de uno de los Pulcinellas (Torgeir Wethal)<br />
Las luces bajan aún más, casi hasta desaparecer, quedando principalm<strong>en</strong>te la<br />
iluminación de las antorchas. Nuevam<strong>en</strong>te escuchamos el llamado desesperado<br />
por su soledad: ¡Cristina!<br />
Todos comi<strong>en</strong>zan a gritar y a correr hacia todos lados del espacio. La música<br />
se acelera al ritmo de la percusión de la batería. Esos otros, los jóv<strong>en</strong>es, los<br />
participantes, ese coro, esas ratas, se transforman <strong>en</strong> pura <strong>en</strong>ergía, fuerza<br />
emocional que juega <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a. Corr<strong>en</strong> de un lado a otro, se abrazan, se<br />
dejan, se hablan, se rí<strong>en</strong>, se pierd<strong>en</strong>... Juegan a vivir <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a.<br />
De nuevo un solo de la flauta que cambia el ritmo. El jov<strong>en</strong> que escapa hacia la<br />
extra-esc<strong>en</strong>a seguido de otros jóv<strong>en</strong>es que también gritan, rí<strong>en</strong> y corr<strong>en</strong> detrás<br />
de él. Las luces comi<strong>en</strong>zan a subir l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te. Una mesa que ingresa al ritmo<br />
marcado por la trompeta, sillas que vuelan por el aire pasando <strong>en</strong> perfecto y<br />
estudiado ord<strong>en</strong> de una mano a otra de esos “extranjeros” hasta llegar a<br />
colocarlas <strong>en</strong> torno a la mesa. Todo es vital, caóticam<strong>en</strong>te vital, como la vida,<br />
sólo que minuciosam<strong>en</strong>te estudiado, <strong>en</strong>sayado. (7)<br />
El minuto 28, todo es una fiesta. La niña cabalga sobre las espaldas de un<br />
<strong>Hamlet</strong> que ya no asusta, que juega como un niño más. Los extranjeros están<br />
tranquilos s<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> el espacio, mirando una nueva esc<strong>en</strong>a que se inaugura:<br />
La boda. El novio (ese jov<strong>en</strong> que gritaba Cristina) <strong>en</strong>tra <strong>en</strong> brazos de sus<br />
amigos por la puerta fr<strong>en</strong>te c<strong>en</strong>tral mi<strong>en</strong>tras que al mismo tiempo vemos a la<br />
novia, suponemos Cristina, (la participante de Grecia), ingresar con su familia<br />
por la puerta c<strong>en</strong>tro atrás. El mundo se reord<strong>en</strong>a otra vez <strong>en</strong> torno a una mesa<br />
donde luego se ubicarán las familias. Todos pid<strong>en</strong>, con suaves voces,<br />
susurrando, que los novios se bes<strong>en</strong>. La puta ingresa del brazo del Pulcinela,<br />
ella también será una de las invitadas a la fiesta.<br />
Los novios trozan un pan y lo compart<strong>en</strong> con los invitados que están s<strong>en</strong>tados<br />
<strong>en</strong> torno a la mesa. El clima es de <strong>en</strong>sueño ac<strong>en</strong>tuado por el sonido<br />
“<strong>en</strong>cantador” de un nuevo y último solo de la flauta hindú. Cuando ya hemos<br />
com<strong>en</strong>zado a saborear la carnada, Saxo aparece por <strong>en</strong>tre medio de los<br />
novios, ilumina la esc<strong>en</strong>a colocando una antorcha sobre la mesa y<br />
bruscam<strong>en</strong>te el sonido mágico de la flauta es interrumpido por la voz del Rey<br />
qui<strong>en</strong> ingresa de nuevo con sus KK y la música del Gambuh que lo acompaña.<br />
Los que miraban la esc<strong>en</strong>a, tranquilos por unos instantes, s<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> el<br />
espacio escénico, desaparec<strong>en</strong> regresando a la extra-esc<strong>en</strong>a velozm<strong>en</strong>te, como<br />
ratas.<br />
Es el minuto 29. Torgeir, el Pulcinella, se deti<strong>en</strong>e <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro fr<strong>en</strong>te, como si<br />
el resto de lo que sucede no le pert<strong>en</strong>eciera, como si él mismo no pert<strong>en</strong>eciera<br />
tampoco a ese resto de la historia. Enci<strong>en</strong>de un cigarrillo, con calma, con<br />
precisión, y sale él también, hacia el otro lado.<br />
La esc<strong>en</strong>a <strong>en</strong> torno a la mesa se desarrolla de acuerdo a lo planeado. (8)<br />
En torno a ellos, siempre como dos mundos paralelos que no se tocan ni se<br />
niegan mutuam<strong>en</strong>te ya que uno no existe para el otro: la vieja aristocracia y<br />
los contemporáneos. Estamos delante de la verdadera tragicidad de nuestra<br />
12
historia: la ignorancia, la eliminación por falsa inexist<strong>en</strong>cia del otro que está<br />
allí delante nuestro.<br />
Nos quedan 4 minutos de salón burgués, de tranquilidad, de cosas bellas<br />
para mirar. Y de nuevo Saxo que nos cu<strong>en</strong>ta lo que va a v<strong>en</strong>ir: el tío malvado<br />
de <strong>Hamlet</strong> decide poner a prueba su locura, pi<strong>en</strong>sa que los locos no hac<strong>en</strong> el<br />
amor, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia <strong>Hamlet</strong> no debería caer <strong>en</strong> la t<strong>en</strong>tación. Et voilà! La<br />
cereza de la torta <strong>en</strong> la punta de la montaña de crema. Una fantástica esc<strong>en</strong>a<br />
de amor, jugada <strong>en</strong> espejos que reproduc<strong>en</strong> y duplican una y otra vez la<br />
misma esc<strong>en</strong>a. Cada una ti<strong>en</strong>e su espacio y su propia dinámica.<br />
Este juego del amor se abre con las mujeres de Bali, qui<strong>en</strong>es ll<strong>en</strong>arán el<br />
espacio c<strong>en</strong>tral y laterales con su danza, sutil, fem<strong>en</strong>ina, acompañadas por la<br />
voz de Ni Nyoman Candri y el diálogo de Ni Wayan Sudiani (balinesas).<br />
Parec<strong>en</strong> pequeños pájaros que sobrevuelan el espacio escénico casi sin<br />
interrumpir su danza. Seguirá la <strong>en</strong>trada de la también “atractiva” pareja<br />
<strong>Hamlet</strong> y su hermana de leche, él negro, ella rubia, qui<strong>en</strong>es transitarán el<br />
espacio con otro ritmo, construy<strong>en</strong>do esculturas o imág<strong>en</strong>es amorosas<br />
minuciosa y dinámicam<strong>en</strong>te estudiadas también por y con Barba. Saxo los<br />
cubre pudorosam<strong>en</strong>te. El rey y la Reina circulan también amorosam<strong>en</strong>te<br />
alrededor del esc<strong>en</strong>ario ocupando los bordes exteriores del mismo y los<br />
espacios de los corredores <strong>en</strong>tre las tribunas. En el c<strong>en</strong>tro, <strong>en</strong> torno a la mesa<br />
de la boda: la mujer de ligeros hábitos se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra con uno de los invitados<br />
(el participante de Suiza) realizarán su secu<strong>en</strong>cia física <strong>en</strong> el piso. (9)<br />
Todo este “banquete amoroso” danza con la voz límpida del músico hindú<br />
(Butto) qui<strong>en</strong> canta una canción de amor escrita especialm<strong>en</strong>te para esta<br />
esc<strong>en</strong>a.<br />
La canción termina y con ella la esc<strong>en</strong>a: <strong>Hamlet</strong> sale por la puerta c<strong>en</strong>tral<br />
frontal con su amada <strong>en</strong> los brazos, acompañados por Saxo. Ha probado a los<br />
espectadores que indudablem<strong>en</strong>te no está loco, las bailarinas balinesas<br />
regresan a a sus lugares construy<strong>en</strong>do el marco semicircular al s<strong>en</strong>tarse <strong>en</strong> el<br />
fondo de la esc<strong>en</strong>a, los reyes seguirán caminando <strong>en</strong> círculo.<br />
Saxo se gira hacia la mesa de la boda avanza l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te hacia el c<strong>en</strong>tro<br />
murmurando un texto <strong>en</strong> latín. El sil<strong>en</strong>cio lo sobrepasa. Nadie sabe lo que va a<br />
v<strong>en</strong>ir porque si seguimos la lógica de la historia que conocemos el rey debería<br />
forzar a su esposa a <strong>en</strong>gañar a <strong>Hamlet</strong> para que le revele la verdad y es esta<br />
esc<strong>en</strong>a la que terminaría con el asesinato del consejero. Pero ni el rey parece<br />
muy <strong>en</strong>ojado aún (sigue caminando del brazo de la reina) ni el consejero ha<br />
sido introducido y pres<strong>en</strong>tado como personaje.<br />
En los últimos 15 segundos: Saxo camina hacia el c<strong>en</strong>tro y escuchamos<br />
detrás de él los pasos de una figura que “arrastra” los pies, o cuyos pies<br />
“lam<strong>en</strong> el piso”. Es la caminata típica del Noh: el suriashi y con ese sonido,<br />
l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te la nueva figura ingresa sigui<strong>en</strong>do las espaldas de Saxo.<br />
Minuto 36: ecos de percusión <strong>en</strong> madera que se pierd<strong>en</strong> <strong>en</strong> el espacio. Ecos<br />
de pequeños platillos. Al ritmo de un perfecto jo-ha-kyu la figura avanza justo<br />
hasta la mitad del espacio <strong>en</strong>tre la <strong>en</strong>trada c<strong>en</strong>tral frontal y donde yacía el<br />
cuerpo, donde está ahora el banquete. Llega delante de las 4 antorchas<br />
13
(dejadas por las mujeres balinesas tiempo atrás <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to de <strong>en</strong>trada de<br />
los participantes). Se apoderó ya del espacio y de la at<strong>en</strong>ción del espectador.<br />
Allí se deti<strong>en</strong>e. Allí espera a que Saxo se gire y lo mire. A que Saxo lo<br />
pres<strong>en</strong>te. Pareciera ser por su pot<strong>en</strong>cia y solidez física un verdadero fantasma.<br />
Largos cabellos negros salvajem<strong>en</strong>te cortados, una especie de ancha camisa<br />
blanca ajustada <strong>en</strong> la cintura por una gruesa faja, restos de pluma de pájaro<br />
ca<strong>en</strong> <strong>en</strong> los laterales, tabis <strong>en</strong> los pies, y un sutil bastón <strong>en</strong> la mano. Aún no<br />
hemos visto su rostro. Saxo deti<strong>en</strong>e su murmullo, se gira l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te y<br />
<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta la figura. Alza los brazos:<br />
“Et pestis perv<strong>en</strong>iit in opidum. La peste ha llegado al castillo Oh misera per<br />
pestem mors”. (10)<br />
La figura gira sobre sí misma, l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te, dejando ver su rostro al público. Y<br />
la nueva jugada: no ti<strong>en</strong>e rostro. Una máscara blanca (parecida a la máscara<br />
neutra de Lecoq), imp<strong>en</strong>etrable, será todo lo que de él veremos. Un solo de<br />
voz casi descarnada, (Kai Bredholt) un murmullo de Saxo, una nota sost<strong>en</strong>ida<br />
por el coro. La figura, la PESTE, comi<strong>en</strong>za a desplazarse por el espacio.<br />
Si el poder de atracción de un actor pudiera medirse <strong>en</strong> términos cuantitativos,<br />
el teatro Noh está <strong>en</strong> la cima. Sumerge al espectador <strong>en</strong> un mar de<br />
int<strong>en</strong>sidades imprevisibles. Es golpeado perman<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te por una d<strong>en</strong>sidad<br />
rítmica que logra hacer pedazos la pulsación del tiempo. El actor Noh parece<br />
manipular esa pulsación, d<strong>en</strong>sifica el tiempo, lo espacializa, lo conduce, lo<br />
dilata, lo acelera, lo aligera, lo cond<strong>en</strong>sa, lo deti<strong>en</strong>e. La figura de la peste<br />
realiza su danza macabra, el coro <strong>en</strong> diálogo con el solo de esa voz que repite<br />
“Natura” exhala constantem<strong>en</strong>te la frase de Saxo: “Et pestem perv<strong>en</strong>iit in<br />
opidum oh misera per pestem mors”. Los invitados a la boda y la pareja de<br />
jóv<strong>en</strong>es de rostro inoc<strong>en</strong>te aún festejan. Barba los hace reir <strong>en</strong> alta voz. Otra<br />
g<strong>en</strong>ialidad sonora, otro <strong>en</strong>gaño: el último sonido de la esc<strong>en</strong>a, el último<br />
recuerdo, antes de caer infectados por el virus será el sonido de risas<br />
juv<strong>en</strong>iles. Mi<strong>en</strong>tras tanto la peste se pasea por el palacio. Se deti<strong>en</strong>e. Se gira.<br />
Señala difer<strong>en</strong>tes direcciones con su bastón <strong>en</strong> alto. Los mira. Nos mira. Sigue<br />
recorri<strong>en</strong>do el espacio y llevándonos con ella. Corre, se arrodilla, se alza. Nos<br />
va inyectando su v<strong>en</strong><strong>en</strong>o. Yo (único sujeto del cual puedo hablar <strong>en</strong> este<br />
mom<strong>en</strong>to) estoy sujeta a su seducción. En el borde de la silla. No puedo dejar<br />
de mirarla. Lo mágico, lo siniestro, lo más atray<strong>en</strong>te: su máscara, una máscara<br />
que se volvió viva – y no sé por qué artificio, incluso sabi<strong>en</strong>do, reconoci<strong>en</strong>do<br />
los “trucos técnicos”. En ese mom<strong>en</strong>to mi racionalidad cae. Dejo de analizar,<br />
no me importa el cómo lo logra ese actor ni qué cambios de peso, c<strong>en</strong>tro de<br />
<strong>en</strong>ergía, desequilibrio está usando. No me importa. Acepto su dominación con<br />
un placer perverso, gozoso de saberme “<strong>en</strong>cantada” por esa imag<strong>en</strong> que corre<br />
cortando el espacio, tallando el vi<strong>en</strong>to, cuyos cabellos se abr<strong>en</strong> para dar paso a<br />
un rostro que me mira. El actor Noh no ve. Y sin embargo su rostro, su<br />
máscara me mira. Me habla. Me atemoriza. Cambia de estado<br />
perman<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te. Me ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong> sus manos. Estoy yo también muerta.<br />
Pero la muerte de esos otros será distinta. Si por el mom<strong>en</strong>to la mía guarda<br />
aún su costado plac<strong>en</strong>tero, la de ellos no. Nunca lo ha ni siquiera rozado.<br />
14
En el minuto 39 ya nada t<strong>en</strong>drá retorno. La peste señala directam<strong>en</strong>te la<br />
mesa. Un platillo que rompe la música a la cual por unos minutos nos hemos<br />
habituado. Los dos primeros “otros” que ca<strong>en</strong> de sus sillas a tierra. Muertos. El<br />
personaje que p<strong>en</strong>samos la madre de la novia (11) sale corri<strong>en</strong>do de esc<strong>en</strong>a<br />
ejecutando grandes señas con sus brazos y <strong>en</strong> un grito mudo. Pantomima<br />
pura. Bufón trágico. El novio, aún sonri<strong>en</strong>te alza a la novia y la si<strong>en</strong>ta sobre la<br />
mesa. Los otros que aún no cayeron comi<strong>en</strong>zan a descomponerse l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te<br />
hasta caer, hasta arrastrarse por el piso, temblando.<br />
Unos segundos más tarde la imag<strong>en</strong> de la pureza e inoc<strong>en</strong>cia se derrumba<br />
también sobre la mesa: la novia. El novio comi<strong>en</strong>za a alejarse volviéndose de<br />
pronto, único solitario testigo. Int<strong>en</strong>tará arrancarse los ojos, como Edipo, la<br />
verdad es demasiado fuerte para mirarla de fr<strong>en</strong>te. Tal vez es un doble de<br />
Saxo, y <strong>en</strong> el futuro será él mismo qui<strong>en</strong> escriba, ésta, su historia. La historia<br />
de los otros.<br />
La peste arroja su bastón y saca un abanico. Comi<strong>en</strong>za a sobrevolar el espacio.<br />
Se vuelve pájaro <strong>en</strong> sus acciones. Sus brazos alas, su abanico un cuchillo. La<br />
música cambia de ritmo se hace más percusiva, se agregan más voces<br />
humanas como contrapunto fr<strong>en</strong>te a la deshumanización de la esc<strong>en</strong>a: las de<br />
las mujeres balinesas. Saxo camina <strong>en</strong> círculo, se acerca y recoge el bastón<br />
como her<strong>en</strong>cia de la muerte, también como símbolo concreto de su exist<strong>en</strong>cia,<br />
de su paso por este “reino”. La esposa, sobre la mesa, int<strong>en</strong>ta ponerse de pie,<br />
y cae una y otra vez, se revuelca de dolor. Su inoc<strong>en</strong>cia violada allí delante de<br />
nuestros ojos y no hay sobre el esc<strong>en</strong>ario una gota de sangre. Patetismo atroz.<br />
Mitad de su cuerpo se derrama sobre el borde de la mesa.<br />
Todo está ya escrito. Todo se dirige hacia la caída final. Hacia el final sin<br />
salida. La Peste delante de las antorchas c<strong>en</strong>trales, parece que toca algo con<br />
su pie derecho, se gira, abre sus brazos <strong>en</strong> vuelo y se deti<strong>en</strong>e.<br />
Es el minuto 41. Un silbido. Tambores que cortan la melodía y las voces.<br />
Nuevas y desconocidas voces que gritan y se acercan. Una manada de g<strong>en</strong>te<br />
desesperada, con ropas pobres, rotas, sucias, algunos de ellos con sus cabellos<br />
cubiertos por una media vieja, irrump<strong>en</strong> <strong>en</strong> la esc<strong>en</strong>a, parece que corr<strong>en</strong>,<br />
sacud<strong>en</strong> sus brazos casi de una misma manera, avanzan hacia el fr<strong>en</strong>te, hacia<br />
la Peste, como <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tándola, se abr<strong>en</strong>, mitad va hacia la zona de los<br />
espectadores laterales, luego cambian hacia la zona c<strong>en</strong>tral, donde se instalan<br />
y por donde <strong>en</strong>tran los personajes reales. La peste avanza hacia la salida<br />
c<strong>en</strong>tal fr<strong>en</strong>te, tranquila, calma. Los “otros” se giran hacia la dirección de la<br />
Peste y esta se gira a su vez. Enfr<strong>en</strong>tándolos. Ellos avanzan hacia ella. Se<br />
juntan <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro. Ella espera, allí, inmóvil. Ellos continúan gritando/le/nos.<br />
La peste alza su brazo. Los “otros” los bajan. Sus voces se callan. Sólo una<br />
música con predominancia de trompeta queda resonando <strong>en</strong> el espacio. Los<br />
cuerpos pierd<strong>en</strong> t<strong>en</strong>sión y como zombis se abr<strong>en</strong> <strong>en</strong> el espacio y comi<strong>en</strong>zan a<br />
esparcirse semicircularm<strong>en</strong>te, ocupando los lugares de fr<strong>en</strong>te a los<br />
espectadores. Sus cuerpos tiemblan, aum<strong>en</strong>tando la int<strong>en</strong>sidad <strong>en</strong> la medida<br />
<strong>en</strong> que desci<strong>en</strong>d<strong>en</strong> l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te al suelo. Ca<strong>en</strong>. Continuarán temblando hasta su<br />
mom<strong>en</strong>to final. Algunos morirán al instante, otros unos minutos después, otros<br />
tardarán media hora <strong>en</strong> morir, justo al final del espectáculo, otros continuarán<br />
muri<strong>en</strong>do como final del espectáculo.<br />
15
Las luces se bajan. De nuevo la iluminación se vuelve p<strong>en</strong>umbra. La peste<br />
avanza l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te hacia el c<strong>en</strong>tro, semigira a izquierda y luego se vuelve<br />
girando a toda velocidad (obviam<strong>en</strong>te) hacia la derecha. Avanza hacia la<br />
salida. Se deti<strong>en</strong>e. Se vuelve como si contemplara por última vez la/su/<br />
esc<strong>en</strong>a. Como si se dejara también contemplar por última vez, y sale.<br />
El novio recoge el cuerpo de su amada, como queri<strong>en</strong>do sacarla de ese espacio<br />
de muerte, comi<strong>en</strong>za a trajinarla, a llevarla de un lugar a otro. Cargándola, sin<br />
desesperación. Pero tampoco sin d<strong>en</strong>t<strong>en</strong>ción. Será éste su último acto.<br />
Han pasado desde su <strong>en</strong>trada sólo 5 minutos. (12)<br />
Una vez que este coro de hambri<strong>en</strong>tos comi<strong>en</strong>za a caer, un apar<strong>en</strong>te ord<strong>en</strong><br />
pareciera querer restituirse. La <strong>en</strong>trada del Rey con su voz pot<strong>en</strong>te, que grita y<br />
llama a sus clowns, la música del Gambuh, la reina que <strong>en</strong>tra con su<br />
consejero, escoltados por dos mujeres balinesas con antorchas. Dialogan. Cada<br />
uno <strong>en</strong> una l<strong>en</strong>gua distinta. Griego antiguo, balinés y kawi. De nuevo, como<br />
fuera de la historia pero sin embargo d<strong>en</strong>tro, Torgeir con su Pulcinella recoge<br />
las sillas caídas del banquete de bodas y las saca de esc<strong>en</strong>a. Podemos p<strong>en</strong>sar<br />
<strong>en</strong>tonces que <strong>en</strong> realidad no está afuera de la historia, está tan ad<strong>en</strong>tro que<br />
limpia los rastros de sangre. Para dejar solam<strong>en</strong>te el nivel literal de los hechos,<br />
la sangre blanca.<br />
Estamos vi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> este mom<strong>en</strong>to la puesta <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a de un diálogo vivo <strong>en</strong>tre<br />
dos niveles de historia: la historia de los hechos que se nos narran, que<br />
leemos, que más o m<strong>en</strong>os conocemos (la preparación de la esc<strong>en</strong>a del<br />
consejero que se ocultará (siempre <strong>en</strong> ese c<strong>en</strong>tro <strong>en</strong> donde estuvo el primer<br />
cuerpo) para espiar el diálogo <strong>en</strong>tre <strong>Hamlet</strong> y su madre. La esc<strong>en</strong>a <strong>en</strong>tre<br />
<strong>Hamlet</strong> y su madre con la fuerte variante de un <strong>Hamlet</strong> viol<strong>en</strong>to que termina<br />
azotándola con una de sus cuerdas; el asesinato del consejero por parte de<br />
<strong>Hamlet</strong>. Su salida del esc<strong>en</strong>ario llevado <strong>en</strong> andas por el grupo balinés, digamos<br />
soldados del rey. Las conv<strong>en</strong>ciones <strong>en</strong> juego se repit<strong>en</strong>, la <strong>en</strong>trada de los<br />
clowns que nos hacían sonreir al llamar a Amlethus, el candomblé con sus<br />
tambores...<br />
Pero nada vuelve a ser ya lo mismo. Porque todo esto está <strong>en</strong> contrapunto<br />
visiblem<strong>en</strong>te expuesto con la otra historia: la que estaba por debajo: la historia<br />
subterránea. Es como si una v<strong>en</strong>a del cuerpo se hubiera abierto, tajeada, y la<br />
sangre que fluía por debajo comi<strong>en</strong>za a aflorar, a salir. Sin posibilidad de<br />
det<strong>en</strong>erse. Estamos <strong>en</strong> un castillo, la historia que vinimos a escuchar es la<br />
historia de una aristocracia, de unos reyes que gobiernan y se pelean como<br />
todos los gobernantes. Nada nuevo bajo el sol. Y sin embargo esta historia si<br />
bi<strong>en</strong> no se altera, se rodea de otra historia que no podemos ignorar: el piso<br />
por donde caminan los “nobles” está plagado de muertos y moribundos que es<br />
aún peor, que se arrastran y desplazan por el piso como ratas, como<br />
serpi<strong>en</strong>tes. El espacio estalló como estalló la historia subterránea. Veo <strong>en</strong> el<br />
c<strong>en</strong>tro una habitación de reina que dialoga con su hijo, veo que el rey se<br />
desplaza con sus soldados por el espacio dando órd<strong>en</strong>es a gritos pero ninguno<br />
de ellos ve lo que yo veo: que hay cuerpos infectados por doquier. Y estos no<br />
podrán ser borrados o llevados a la extraesc<strong>en</strong>a tan fácilm<strong>en</strong>te.<br />
16
Si, una vez más queremos det<strong>en</strong>ernos, el director nos <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta a una horrible<br />
visión, a una pregunta trágica: ¿qué hago yo con esta visión tan real, tan<br />
físicam<strong>en</strong>te real que no puedo ignorarla? o ¿sí? Tal vez sí, tal vez aún puedo<br />
porque ellos sigu<strong>en</strong> estando sobre el esc<strong>en</strong>ario, d<strong>en</strong>tro de la ficción creada<br />
para “<strong>en</strong>tret<strong>en</strong>erme”. Aún el problema sigue si<strong>en</strong>do de ellos, de los otros, de<br />
los vivos que circulan el espacio y aún luchan por el acceso a un poder y de los<br />
otros “otros”, los que están muri<strong>en</strong>do <strong>en</strong> medio de la indifer<strong>en</strong>cia.<br />
¿Cuándo esta visión comi<strong>en</strong>za a ser mía? ¿Cuándo la verdadera peste me toca<br />
también a mí?<br />
El después del después<br />
Una vez muerto el consejero y expulsado <strong>Hamlet</strong> de la esc<strong>en</strong>a, <strong>en</strong>lazado a un<br />
palo <strong>en</strong> cruz, como un animal <strong>en</strong>loquecido que será llevado al fuego, volvemos<br />
a <strong>en</strong>contrarnos con los Pulcinellas que <strong>en</strong>tran. Ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> sus manos grandes<br />
sábanas blancas salvo Torgeir qui<strong>en</strong> <strong>en</strong>tra con una carreta sobre la cual los<br />
otros dos depositarán el cuerpo que será llevado afuera. Mi<strong>en</strong>tras la carreta<br />
sale, una nueva acción <strong>en</strong> relación a la historia que nos golpea la espalda<br />
parece v<strong>en</strong>ir a protegernos: un cuarto Pulcinella hace su ingreso (Netta Plotzki)<br />
también con una sábana blanca <strong>en</strong> sus manos y comi<strong>en</strong>za a cubrir los cuerpos<br />
que están <strong>en</strong> el piso. Lo harán también los otros.<br />
El único sonido que se escucha es la voz de Saxo que abrazando la calavera<br />
sigue obstinadam<strong>en</strong>te narrando su historia <strong>en</strong> latín pero esta vez su voz es<br />
oscura, sufri<strong>en</strong>te, con ritmo de plegaria.<br />
Barba creará ahora una esc<strong>en</strong>a como transición a su esc<strong>en</strong>a final: una esc<strong>en</strong>a<br />
<strong>en</strong>tre un guerrero japonés (Akira Matsui) y <strong>Hamlet</strong> qui<strong>en</strong> lo coronará como su<br />
caballero. (20)<br />
Mi<strong>en</strong>tras tanto, <strong>en</strong> uno de los laterales de la esc<strong>en</strong>a, cuando ya nos habíamos<br />
acostumbrado y casi hecho alianza, empatía, con esos personajes<br />
<strong>en</strong>mascarados que cubrían cadáveres, un nuevo golpe <strong>en</strong> las espaldas del<br />
espectador o como Barba suele decir “<strong>en</strong> su sistema nervioso”. Por el lado<br />
izquierdo <strong>en</strong>tra el Pulcinella mayor (Torgeir) con una escoba y comi<strong>en</strong>za a<br />
barrer los cuerpos del esc<strong>en</strong>ario. Mi<strong>en</strong>tras el Pulcinella (Netta P.) continúa<br />
cubri<strong>en</strong>do a los que quedan aún descubiertos. Por el lado derecho al mismo<br />
tiempo, <strong>en</strong>tran los dos Pulcinellas restantes también con sábanas al cuello.<br />
Al mismo tiempo <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro de la acción se nos “<strong>en</strong>treti<strong>en</strong>e” con un cambio<br />
de antorchas <strong>en</strong> el espacio, una nueva distribución de lo que hasta ahora era el<br />
c<strong>en</strong>tro. Balineses irrump<strong>en</strong> al ritmo del Gamelán, el mismo Saxo parece haber<br />
<strong>en</strong>loquecido, adelantándose hacia la puerta c<strong>en</strong>tral fr<strong>en</strong>te como jugando con la<br />
calavera servida <strong>en</strong> una bandeja.<br />
La esc<strong>en</strong>a pre-final podríamos llamarla, es una suerte de aquelarre pres<strong>en</strong>tado<br />
como “Banquete real”, construido con todo el <strong>en</strong>semble balinés que arma una<br />
esc<strong>en</strong>a de grupo <strong>en</strong> torno al rey, van llegando los distintos invitados se si<strong>en</strong>tan<br />
<strong>en</strong> las alfombras de paja, simulan que beb<strong>en</strong>, son at<strong>en</strong>didos e iluminados por<br />
las mujeres balinesas. El rey está <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro, todos hablan, gesticulan<br />
grandilocu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te. En medio de ese bullicioso festín cuyo fondo sigue<br />
si<strong>en</strong>do la música del Gambuh, <strong>en</strong>trará Saxo con su tela de raso turquesa<br />
17
alzada por <strong>en</strong>cima de sus hombros, iluminado por Suni una de las bailarinas<br />
balinesas, detrás de él vi<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>Hamlet</strong> sost<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do y mostrando dos pedazos de<br />
cuerda uno <strong>en</strong> cada mano, y detrás suyo el guerrero japonés. El velo de Saxo<br />
cae, descubre a los personajes que lo seguían. La música se deti<strong>en</strong>e. Todos<br />
dic<strong>en</strong> “sh” y murmuran “<strong>Hamlet</strong>”.<br />
En el medio del sil<strong>en</strong>cio el último fragm<strong>en</strong>to de la historia de Saxo:<br />
“<strong>Hamlet</strong> regresa al Castillo con un leal guerrero para tomar el poder”.<br />
Saxo comi<strong>en</strong>za a caminar hacia la salida c<strong>en</strong>tral.<br />
Nuevam<strong>en</strong>te habla el Rey directam<strong>en</strong>te a <strong>Hamlet</strong>. Este alza sus brazos y<br />
muestra sus cuerdas. Todos rí<strong>en</strong> grotescam<strong>en</strong>te. De nuevo se reestablece el<br />
ritmo y el sonido <strong>en</strong>sordecedor del aquelarre. La cantante y actriz balinesa,<br />
Chandri, desci<strong>en</strong>de del palco de los músicos y canta y danza con los clowns<br />
delante del Rey. Una bailarina, <strong>en</strong>viada por el rey, se acerca y comi<strong>en</strong>za a<br />
danzar <strong>en</strong> torno a <strong>Hamlet</strong> guiándolo hacia el lateral derecho (lugar de su<br />
próxima acción). <strong>Hamlet</strong> la sigue (pero con la danza de Omolú, no más como<br />
el salvaje caballo repres<strong>en</strong>tado por Oshosi). El guerrero espera <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro del<br />
esc<strong>en</strong>ario, a sus pies quedó Suni que lo ilumina con la antorcha. El jov<strong>en</strong><br />
esposo, uno de los tantos “otros”, sigue desplazándose l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te llevando a<br />
cuestas el cuerpo moribundo de su esposa <strong>en</strong> sus ropas nupciales.<br />
No nos dejemos <strong>en</strong>gañar, ya no hay más máscaras, ya no hay tampoco más<br />
cuerdas <strong>en</strong> torno al cuerpo de <strong>Hamlet</strong>. Ya no hay más ficción <strong>en</strong> su ficción. Es<br />
el mom<strong>en</strong>to de la v<strong>en</strong>ganza y esta v<strong>en</strong>ganza que comi<strong>en</strong>za con incredulidad,<br />
burlas, risas y atractivas danzas para seducir/nos/ concluirá <strong>en</strong> una masacre.<br />
<strong>Hamlet</strong> asesinará con sus cuerdas. El guerrero con su espada.<br />
La complejidad de la esc<strong>en</strong>a es máxima, máximo caos con máximo e<br />
impecable trabajo de ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to y desplazami<strong>en</strong>tos por detrás. <strong>Hamlet</strong><br />
ahorca a uno de los invitados balineses. Desplazami<strong>en</strong>tos de antorchas que<br />
luego fue eliminado <strong>en</strong> la versión final del Castillo sobre el contraimpulso (sats)<br />
del guerrero japonés, qui<strong>en</strong> lanzará una especie de tela de araña “spiderweb”<br />
para <strong>en</strong>cerrar simbólicam<strong>en</strong>te a los <strong>en</strong>emigos a los cuales un segundo después<br />
com<strong>en</strong>zará a eliminar (siempre “in conv<strong>en</strong>tion” Gambuh-lucha samurai). Sobre<br />
una música que acompaña el dramatismo de la esc<strong>en</strong>a con base <strong>en</strong> batería,<br />
platillos, y trompeta y cresc<strong>en</strong>do <strong>en</strong> voces que alternan <strong>en</strong>tre el canto y el<br />
grito. El campo escénico se sigue ll<strong>en</strong>ando de cadáveres, el último que muere<br />
<strong>en</strong> este fragm<strong>en</strong>to de historia es el tío de <strong>Hamlet</strong>, el nuevo rey. El guerrero con<br />
un seño claro y preciso invita a <strong>Hamlet</strong> a pelear con su tío dando paso así a la<br />
última pelea: <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro fr<strong>en</strong>te, confrontándose a nivel conv<strong>en</strong>ción: el<br />
candomblé (Ogún <strong>en</strong> el cuerpo de Omolú) y el Gambuh (con Bawa). La esc<strong>en</strong>a<br />
termina a la mejor manera del cine de acción de Qu<strong>en</strong>tin Tarantino, a la mejor<br />
manera de Kill Bill, sin metáforas. <strong>Hamlet</strong> finaliza su obra de muertes y<br />
asesinatos para acceder al poder clavando la espada de su tío ya casi muerto<br />
<strong>en</strong> su propia boca. Bawa que reacciona física y vocalm<strong>en</strong>te. Y “el jov<strong>en</strong> esposo,<br />
uno de los tantos ‘otros’, sigue desplazándose l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te llevando a cuestas el<br />
cuerpo moribundo de su esposa <strong>en</strong> sus ropas nupciales”.<br />
Barba logró construir un final sangri<strong>en</strong>to, sin alterar el final de Saxo, ni de<br />
Shakespeare (ambos dejan al final un campo de cadáveres, Shakespeare<br />
agregará el de <strong>Hamlet</strong>) un verdadero mundo de sangre y viol<strong>en</strong>cia. La magia:<br />
18
vemos sangre por doquier sin que haya <strong>en</strong> el esc<strong>en</strong>ario de verdad una gota<br />
derramada. El mismo <strong>Hamlet</strong>, como Pilatos, se lava las manos, y la cara. No se<br />
purificará ni redimirá con el agua. Logró acceder al poder como consecu<strong>en</strong>cia<br />
de haber llevado a cabo su v<strong>en</strong>ganza, su matanza. En Saxo, <strong>en</strong> Shakespeare,<br />
<strong>en</strong> Barba, no hay otra posibilidad de acceso. El mismo cuerpo desaparece <strong>en</strong> la<br />
carreta de los Pulicinelas, como han desaparecido ya todos los otros cuerpos<br />
asesinados y relacionados con la lucha por el poder.<br />
Otras muchas vueltas de la misma tuerca.<br />
Pero a Barba no le alcanza este final de ambos escritores, habrá otros<br />
prefinales u otros muchos finales aún. Como si <strong>en</strong> realidad también el final se<br />
estructurara no como un punto, como un cierre y conclusión sino como un<br />
espiral por donde cae el espectador y la caída no ti<strong>en</strong>e fin, sólo mom<strong>en</strong>tos de<br />
det<strong>en</strong>ción, de “arrets”.<br />
- Una vez concluida su v<strong>en</strong>ganza y ocupado el c<strong>en</strong>tro del poder, incluso del<br />
esc<strong>en</strong>ario, seguido por su madre y su guerrero, <strong>Hamlet</strong> cambia también<br />
su traje, se pone una chaqueta real. A su vez, uno a uno, los servidores<br />
del rey muerto, asesinados por el guerrero leal, se levantan y avanzando<br />
hacia el lugar <strong>en</strong> donde se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>Hamlet</strong> se arrodillan rindiéndole<br />
pleitesía.<br />
Pero aún el espectáculo no termina aquí.<br />
- Dos esc<strong>en</strong>as de asesinato:<br />
una surrealista: los hermanos regresan (el padre y tío de <strong>Hamlet</strong>) ingresan<br />
por la puerta c<strong>en</strong>tral y siempre <strong>en</strong> Gambuh pero <strong>en</strong> una suerte de slow motion<br />
repres<strong>en</strong>tarán otra vez la esc<strong>en</strong>a del asesinato que vimos al inicio: muere el<br />
rey otra vez delante de nuestros ojos, muere el tío, otra vez, delante de<br />
nuestros ojos <strong>en</strong> las manos de su hermano. La v<strong>en</strong>ganza ha sido completada<br />
pero también serán convocados a la manera de Dante, para darse muerte<br />
eternam<strong>en</strong>te.<br />
La otra esc<strong>en</strong>a de asesinato es realista: Barba crea la esc<strong>en</strong>a donde muestra el<br />
primer acto de gobierno de <strong>Hamlet</strong> será borrar también la huella de su propio<br />
pasado, hacer desaparecer la imag<strong>en</strong>, el cuerpo y la memoria de su hermana<br />
de leche/el doble de Ofelia, una persona que no pert<strong>en</strong>ecía a esta red de<br />
relaciones y que había sido pres<strong>en</strong>tada anterior<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to de<br />
respiración de la obra, <strong>en</strong> relación a un acto amoroso , <strong>en</strong> un clima de regocijo<br />
y ligereza. Esta es la última muerte real de la historia, esto vuelve al <strong>Hamlet</strong><br />
de Barba aún más cruel que el del mismo Saxo, que el del mismo<br />
Shakespeare. Aún más agria, ácida su visión del camino que se debe recorrer<br />
para t<strong>en</strong>er el “derecho”de dictar las leyes. Por más que las leyes sean justas,<br />
las manos están ya manchadas de sangre y esto Lady Mcbeth lo sabe bi<strong>en</strong>, no<br />
se borrará jamás.<br />
Pero el espectáculo aún no termina aquí.<br />
- Un instante después a esta muerte Saxo re<strong>en</strong>trará a esc<strong>en</strong>a (c<strong>en</strong>tro-fr<strong>en</strong>te)<br />
con la calavera y dos huesos <strong>en</strong> una bandeja forrada con la tela turquesa de<br />
19
seda, escuchamos a Saxo proclamar: “<strong>Hamlet</strong> proclama las leyes de un nuevo<br />
ord<strong>en</strong>”.<br />
Y el último canto que será cantado por todo el <strong>en</strong>semble (con base <strong>en</strong> una<br />
melodía del Noh). Mi<strong>en</strong>tras tanto <strong>Hamlet</strong> avanza hacia el c<strong>en</strong>tro cacarea como<br />
anunciando un nuevo día. Detrás de él v<strong>en</strong>drá también siempre <strong>en</strong> el clima de<br />
juego al que estábamos acostumbrados, la niña Pia. Gallo, cabalgata sobre las<br />
espaldas de <strong>Hamlet</strong>... El ord<strong>en</strong> parece estar de nuevo restituido.<br />
Pero aún no hemos llegado al final.<br />
- <strong>Hamlet</strong> coronará delante de la corte y del cadáver de la hermana de leche, a<br />
qui<strong>en</strong> será tal vez el futuro rey: la niña/o. La viste de ropas que evocan el<br />
mundo de la realeza, (traje de la danza Baris) le coloca la espada <strong>en</strong> la<br />
espalda, y la hará jurar sobre la calavera que sosti<strong>en</strong>e Saxo <strong>en</strong> una bandeja.<br />
- Pia avanza hacia el c<strong>en</strong>tro y danzará la danza guerrera Baris. (23)<br />
Aún otro final luego de acabada la danza:<br />
- Saxo se adelanta y concluye:<br />
“Mañana <strong>en</strong> vez de pájaros nos despertarán los perros”<br />
- Por la puerta c<strong>en</strong>tral fr<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tra el grupo del picnic: dos mejicanos y una<br />
rumana con bolsas de supermercado que se s<strong>en</strong>tarán <strong>en</strong> medio del campo de<br />
cuerpos desparramados y harán su picnic, comerán sandwiches, reirán y<br />
hablarán a media voz.<br />
- Saludo de los actores al público. Salida.<br />
Entre tanto: el jov<strong>en</strong> esposo, uno de los tantos “otros”, sigue desplazándose<br />
l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te llevando a cuestas el cuerpo moribundo de su esposa <strong>en</strong> sus ropas<br />
nupciales.<br />
Todos los caminos conduc<strong>en</strong> a Kronborg.<br />
Hasta acá se manti<strong>en</strong>e la misma estructura <strong>en</strong> los tres espacios de<br />
repres<strong>en</strong>tación: <strong>en</strong> la fachada del castillo de Russi (Italia), <strong>en</strong> el campo de<br />
rugby <strong>en</strong> Holstebro (Dinamarca) y <strong>en</strong> el patio del castillo de Kronborg <strong>en</strong><br />
Helsingør (Dinamarca).<br />
No obstante, <strong>en</strong> el transcurso del camino a Kronborg irá cambiando l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te<br />
el arribo al final.<br />
Rav<strong>en</strong>na:<br />
En el castillo de Rav<strong>en</strong>na, luego del texto <strong>en</strong>unciado por Saxo, Barba había<br />
recreado la esc<strong>en</strong>a del asesinato “surrealista”. El rey viejo y nuevo que <strong>en</strong>tran<br />
para volver a matarse una y otra vez. Un Gambuh danzado más l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te y<br />
sobre la música de la flauta hindú. Paralelam<strong>en</strong>te sobre la fachada del castillo<br />
com<strong>en</strong>zaba a caer una cascada de fuegos artificiales de color blanco. Cuando la<br />
última luz de estos fuegos había terminado de caer, los dos reyes morían<br />
abrazados <strong>en</strong> el piso.<br />
“Uno abrazando al otro, de fr<strong>en</strong>te, como dos chicos que duerm<strong>en</strong>” había pedido<br />
Barba.<br />
20
Las luces bajaban. Los Pulcinellas <strong>en</strong>traban por la puerta c<strong>en</strong>tral fr<strong>en</strong>te y<br />
juntos avanzaban hacia la zona <strong>en</strong> donde estaba el resto de la corte. Se hacía<br />
una línea con el resto de los actores. Se daban dos pasos hacia el fr<strong>en</strong>te, y<br />
ante la señal de uno de los Pulcinellas, todos se inclinaban para saludar. Luego<br />
se iniciaba la salida <strong>en</strong> dos líneas que avanzan y se separan al llegar al fr<strong>en</strong>te,<br />
cada una pasará por delante de las tribunas laterales sali<strong>en</strong>do por la parte de<br />
atrás. Antes de que el último personaje de la corte se termine de alinear, y sin<br />
quebrar el ritmo de la caminata grupal, los muertos se descubr<strong>en</strong>, comi<strong>en</strong>zan a<br />
alzarse, y a unirse a las filas para señalar, ahora sí, la llegada del definitivo<br />
final.<br />
Con algún que otro cambio, ésta fue la estructura g<strong>en</strong>eral <strong>en</strong> Rav<strong>en</strong>na. Al inicio<br />
salían de la mano, luego no, cambiaba también el ord<strong>en</strong> de salida de los<br />
artistas, Julia (Varley) como Saxo cubría a los cuerpos de los reyes con su tela<br />
turquesa y junto a Pia al final los descubría...<br />
Rav<strong>en</strong>na fue el lugar <strong>en</strong> donde se definió también que la obsesión/sueño o<br />
sueño obsesivo de Barba, qui<strong>en</strong> quería realizar su <strong>Hamlet</strong> iluminado solam<strong>en</strong>te<br />
con fuego, no era posible <strong>en</strong> Occid<strong>en</strong>te. Esto fue posible <strong>en</strong> Bali pero <strong>en</strong><br />
Europa, Italia, 2 <strong>días</strong> antes del estr<strong>en</strong>o, las últimas t<strong>en</strong>tativas del esc<strong>en</strong>ógrafo<br />
Lucca Ruzza, por lograr concretar este sueño se desvanecieron ante la<br />
elocu<strong>en</strong>te realidad: no se veía casi nada. Los rostros desaparecían <strong>en</strong> las<br />
sombras, la majestuosidad y colorido de los trajes balineses, del Noh, los<br />
detalles <strong>en</strong> el bordado del vestido de Roberta Carreri o los sutiles cambios de<br />
coloratura del tapado de Julia Varley, todo se desvanecía o igualaba <strong>en</strong> medio<br />
de la oscuridad de la noche de verano <strong>en</strong> el castillo de Russi. Barba había<br />
modificado los desplazami<strong>en</strong>tos y det<strong>en</strong>ciones de los actores <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a <strong>en</strong><br />
puntos estratégicos de luz y Lucca Ruzza había agregado al diseño inicial de 11<br />
antorchas usadas <strong>en</strong> Bali, 3 bowls de agua con sus respectivas antorchas <strong>en</strong><br />
los laterales izquierdo/derecho, 5 bowls de agua con sus respectivas antorchas<br />
<strong>en</strong> semicírculo, 5 a derecha fr<strong>en</strong>te 5 izquierda fr<strong>en</strong>te, había aum<strong>en</strong>tado a 2 las<br />
antorchas sobre la plataforma de los músicos y agregado <strong>en</strong> los laterales<br />
frontales dos árboles de acero, con ramas que terminaban <strong>en</strong> antorchas de<br />
fuego también. Eliminados antes del estr<strong>en</strong>o.<br />
Dinamarca<br />
Holstebro<br />
Podríamos p<strong>en</strong>sar que Holstebro fue un mom<strong>en</strong>to de transición <strong>en</strong> la<br />
construcción dramática del final de Ur-Hmalet. Un <strong>en</strong>tremés <strong>en</strong>tre la premiere<br />
de Rav<strong>en</strong>na y la llegada al verdadero castillo, espacio de real t<strong>en</strong>sión para la<br />
obra y para qui<strong>en</strong>es trabajabábamos <strong>en</strong> ella. Los 4 <strong>días</strong> de trabajo (uno de<br />
<strong>en</strong>sayo g<strong>en</strong>eral y 3 de repres<strong>en</strong>tación) fueron utilizados por Barba para buscar<br />
la concretización de lo que al comi<strong>en</strong>zo era una s<strong>en</strong>sación, una idea, una frase<br />
que repetía sin cesar:<br />
“Cuando un espectáculo celebra nuestra tradición <strong>en</strong> uno de los monum<strong>en</strong>tos y<br />
patrimonios históricos de nuestra civilización, nos invad<strong>en</strong> los dañados de la<br />
tierra: la transformación es como un ácido”.<br />
La búsqueda y <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro del verdadero y definitivo final fue también una<br />
especie de ácido que iba p<strong>en</strong>etrando las imág<strong>en</strong>es barbianas hasta llegar a la<br />
21
concepción y concretización que infectará el campo de visión del espectador,<br />
que lo pondrá <strong>en</strong> una situación sin salida. El ritmo de <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro con este final<br />
tuvo el ritmo del ácido que comi<strong>en</strong>za a poblar el sistema sanguíneo hasta<br />
contaminarlo todo.<br />
Hablaré solam<strong>en</strong>te de los cambios <strong>en</strong> la estructura final de Ur-<strong>Hamlet</strong> y no de<br />
todo lo que por ejemplo significó para cada uno de los participantes el llegar<br />
por primera vez a la casa del <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong> (esto es otra historia, parte también<br />
de la misma historia).<br />
El primer gran cambio <strong>en</strong> Holstebro fue que el espectáculo no t<strong>en</strong>ía como<br />
marco la fachada de un castillo sino que se hacía <strong>en</strong> un campo de rugby, a<br />
nuestro alrededor se veían árboles y césped y algunas casas de techo doble<br />
agua, típicas danesas.<br />
No se podía tampoco usar como final el efecto mágico de los fuegos artificiales.<br />
Se debería crear <strong>en</strong>tonces un efecto visivo y emotivo de igual pot<strong>en</strong>cia, se<br />
debería buscar un equival<strong>en</strong>te.<br />
He m<strong>en</strong>cionado al inicio cómo una política cultural democrática com<strong>en</strong>zada <strong>en</strong><br />
los <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros de la ISTA y continuada a través del proyecto Ur-<strong>Hamlet</strong> se<br />
transforma <strong>en</strong> un instrum<strong>en</strong>to político concreto que orada, al contar una<br />
historia paralela, la historia oficial: esa que está <strong>en</strong> la superficie de los carteles.<br />
La grúa es la manifestación escénica de la otra historia. Y será acá, <strong>en</strong><br />
Holstebro, donde aparecerá por primera vez este instrum<strong>en</strong>to. T<strong>en</strong>emos el<br />
campo de juego recubierto de cadáveres, algunos de ellos aún tiemblan, otros<br />
aún se desplazan moribundos otros sólo yac<strong>en</strong> <strong>en</strong> el lugar. <strong>Hamlet</strong>, luego de<br />
asesinar a Corambus, el consejero de su tío, es portado al exterior atado a un<br />
palo <strong>en</strong> cruz como si fuera un carnero sacrificado. Acaba de terminar la esc<strong>en</strong>a<br />
del guerrero japonés que consagra su espada al servicio de <strong>Hamlet</strong>. Del lado<br />
derecho de la esc<strong>en</strong>a dos Pulcinellas continúan cubri<strong>en</strong>do los cuerpos de los<br />
otros con las sábanas blancas. Del lateral izquierdo dos Pulcinellas ingresan<br />
con las sábanas al hombro con un nuevo elem<strong>en</strong>to: tra<strong>en</strong> <strong>en</strong> sus manos una<br />
base de madera, la posan <strong>en</strong> el piso cercana a un grupo de cuerpos y<br />
comi<strong>en</strong>zan <strong>en</strong>tre tranquila y mecánicam<strong>en</strong>te a separarlos del montón y a<br />
depositarlos uno sobre el otro <strong>en</strong> esa base de madera. En el c<strong>en</strong>tro de la<br />
esc<strong>en</strong>a comi<strong>en</strong>za la preparación del Banquete. En el mom<strong>en</strong>to de alzar el 3er<br />
cuerpo vemos que <strong>en</strong> la <strong>en</strong>trada c<strong>en</strong>tral frontal, como si fuera otro personaje,<br />
espera su turno de ingreso a esc<strong>en</strong>a, una minigrúa. Entra conducida por uno<br />
de los participantes, se dirige esquivando los cuerpos y actores, hacia los<br />
Pulcinellas, uno de ellos le hace seña, la máquina coloca su estructura debajo<br />
de la base de madera y l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te comi<strong>en</strong>za a alzarla con los cuerpos <strong>en</strong>cima.<br />
Se dirige luego hacia la salida.<br />
La máquina hace su segundo ingreso, se posiciona, y l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te alza los<br />
cuerpos <strong>en</strong> el aire y se dirige hacia la salida fr<strong>en</strong>te c<strong>en</strong>tral sobre el anuncio de<br />
un nuevo día (<strong>Hamlet</strong> canta como un gallo y toda la orquesta y coro <strong>en</strong>tonan<br />
con la música de una canción japonesa <strong>en</strong>señada por Akira, las leyes del nuevo<br />
ord<strong>en</strong> de <strong>Hamlet</strong>). Es interesante det<strong>en</strong>ernos <strong>en</strong> la reacción del espectador: no<br />
hay realidad más real que esta situación al borde de lo no teatral: es un trozo<br />
22
de carne cruda tirado <strong>en</strong> el medio del banquete real, inesperadam<strong>en</strong>te, cuando<br />
se nos estaba sirvi<strong>en</strong>do “arte”, la comida elaborada, con la danza y música<br />
balinesa. Si al inicio no <strong>en</strong>t<strong>en</strong>demos qué hac<strong>en</strong> con esos cuerpos al<br />
acumularlos <strong>en</strong> la base de madera, cuando la máquina ingresa com<strong>en</strong>zamos a<br />
compr<strong>en</strong>der, pero no hasta el punto de imaginar que con un realismo atroz y<br />
sin metáforas, serán alzados y cargados <strong>en</strong> el aire como si de verdad fueran<br />
cuerpos muertos y no actores. Este ataque a todo tipo de pre-visión, provoca<br />
una primera reacción de risa – nerviosa me atrevería a decir, por incredulidad<br />
fr<strong>en</strong>te a lo que se nos está pres<strong>en</strong>tando. No hay más conv<strong>en</strong>ción, ni<br />
teatralidad, lo que vemos es real y para escapar debemos repetirnos: no están<br />
muertos, son actores...<br />
Este shock inicial que se manifiesta como risa cambiará <strong>en</strong> la segunda <strong>en</strong>trada.<br />
El espectador ya está ad<strong>en</strong>tro de la máquina escénica, de la nueva historia: el<br />
mundo se ha vuelto “una fábrica de cadáveres” y ésta no es más que la puesta<br />
<strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a, la manifestación de este p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to/visión filosófica. Nadie ríe,<br />
todos sigu<strong>en</strong> at<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te los pasos sucesivos del nuevo ord<strong>en</strong>, del nuevo<br />
sistema.<br />
La máquina hará una tercera y última <strong>en</strong>trada <strong>en</strong> este campo de rugby <strong>en</strong><br />
Holstebro.<br />
- La revolución de las ratas. Del cuartetazo a la intifada<br />
Un día antes del estr<strong>en</strong>o. Habíamos terminado el almuerzo. Entra Barba a la<br />
sala blanca del <strong>Odin</strong> y me dice que quiere ver algunos pasos de mi<br />
<strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to con los ritmos latinoamericanos. Cierra la puerta de la sala,<br />
toma una silla y se si<strong>en</strong>ta y allí <strong>en</strong> un pasillo no muy ancho, <strong>en</strong>tre medio de<br />
grandes mesas donde aún había restos de comida, me <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro yo, de pie,<br />
bailando para Barba como si fuera una especie de final de banquete<br />
hamletiano pero sin música. Eug<strong>en</strong>io selecciona algunos pasos y me dice que<br />
<strong>en</strong> media hora convoque a los participantes para trabajarlos con ellos. T<strong>en</strong>ía <strong>en</strong><br />
m<strong>en</strong>te un nuevo final. Nos juntamos <strong>en</strong> la sala roja, Eug<strong>en</strong>io escucha distintos<br />
tipos de música y selecciona un cuartetazo.<br />
Construyo con los participantes, sigui<strong>en</strong>do siempre las directivas de Barba, una<br />
coreografía de desplazami<strong>en</strong>tos, de des<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros y <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros hasta armar<br />
una línea de parejas que harán su salida final.<br />
Aquella noche, la esc<strong>en</strong>a final fue construida de esta manera: ingresa el grupo<br />
mejicano, esta vez con un gran cd player <strong>en</strong> la mano, se si<strong>en</strong>tan y comi<strong>en</strong>zan<br />
a comer sus sandwiches <strong>en</strong> tanto que el grupo de “la corte” hace su exit.<br />
Luego uno de ellos, Francisco (un participante de Méjico), se alza l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te,<br />
se acerca a la pareja de esposos y comi<strong>en</strong>za a tocar la flauta. Cual flautista de<br />
Hammelin, se acercará a cada uno de los cuerpos los cuales se irán alzando y<br />
com<strong>en</strong>zarán a desplazarse con los pasos de la coreografía del cuartetazo pero<br />
aún sin la música. Se reunirán <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro y será <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to cuando<br />
Calafia, la chica mejicana, pondrá la música a altísimo volum<strong>en</strong>. Todos<br />
comi<strong>en</strong>zan a bailar, mi<strong>en</strong>tras que por la <strong>en</strong>trada c<strong>en</strong>tral hace su reingreso la<br />
máquina pero esta vez los muertos que fueron expulsados están trepados<br />
sobre ella y uno de ellos (la participante coreana) hace flamear una gran<br />
bandera blanca con una gran rata roja <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro. Todos se alinearán <strong>en</strong><br />
parejas y com<strong>en</strong>zarán a seguir a la máquina hacia la salida por detrás de la<br />
23
orquesta perdiéndose <strong>en</strong> el horizonte. La imag<strong>en</strong> es de juv<strong>en</strong>tud, de vitalidad,<br />
de alegría, y también de una utópica toma del castillo por parte de estas<br />
“ratas”, pero <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> donde la corte ya no estaba. Pasamos de la<br />
sala roja del <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong> al campo de rugby y Barba introduce un carrito de<br />
bebé <strong>en</strong> donde colocamos el CD player. En consecu<strong>en</strong>cia el grupo “picnic”<br />
ingresa ahora con las bolsas de plástico y Calafia con el carrito, <strong>en</strong> torno al<br />
cual construye una relación con un bebé. La música com<strong>en</strong>zará d<strong>en</strong>tro del<br />
palco escénico pero luego será ampliada desde la cabina de sonido por los<br />
altoparlantes. La idea de Barba era una imag<strong>en</strong> de juv<strong>en</strong>tud, de fiesta, de<br />
fresco estallido revolucionario <strong>en</strong> medio de una música que hace alzarse de la<br />
silla.<br />
28 de julio. La primera vez que probamos la esc<strong>en</strong>a durante el espectáculo<br />
una falla <strong>en</strong> el volum<strong>en</strong> del sonido y el frágil recuerdo de los desplazami<strong>en</strong>tos<br />
por parte de los participantes hizo que la esc<strong>en</strong>a final se hundiera <strong>en</strong> las aguas<br />
de la decepción. Sabíamos lo que t<strong>en</strong>ía que ser pero rozaba ap<strong>en</strong>as la idea. No<br />
obstante la reacción del público fue de “alianza” con la música y com<strong>en</strong>zaron a<br />
aplaudir al ritmo del cuartetazo.<br />
29 de julio. El segundo día, nos juntamos <strong>en</strong> el campo de rugby por la<br />
mañana, Barba ti<strong>en</strong>e otra idea: mant<strong>en</strong>er la coreografía del cuartetazo <strong>en</strong> el<br />
carrito del bebé pero lanzar desde los amplificadores una música árabe: la<br />
reconocida cantante Fairouz. La imag<strong>en</strong>, al m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> mi imaginario, es la de<br />
una especie de intifada, asocio rápidam<strong>en</strong>te con las imág<strong>en</strong>es de un camión<br />
ll<strong>en</strong>o de palestinos haci<strong>en</strong>do flamear su bandera y cantando y gritando<br />
alrededor. Se lo digo a Eug<strong>en</strong>io, él me dice que no había p<strong>en</strong>sado para nada <strong>en</strong><br />
ese tipo de asociación. Luego de t<strong>en</strong>er a los participantes <strong>en</strong>sayando durante<br />
dos horas la coreografía volvemos al campo de rugby para la repres<strong>en</strong>tación.<br />
De nuevo el sonido del CD player es bajo, el inicio de esa suerte de revolución<br />
de las ratas es débil, su danza también, no obstante el público bate sus palmas<br />
acompañando la música, luego vi<strong>en</strong>e la música árabe, el público deja de<br />
aplaudir y sigue la acción hasta más allá de la salida final.<br />
Barba sigue aún descont<strong>en</strong>to, <strong>en</strong>ojado con el final, no es lo que busca, y<br />
<strong>en</strong>cima hay complicaciones técnicas.<br />
30 de julio. Último día de función. Barba reúne por la mañana a todas las<br />
“ratas” <strong>en</strong> el campo de rugby. Nos dice que está buscando el final. Que lo<br />
hecho hasta ahora no lo conv<strong>en</strong>ce, sobre todo el tipo de asociaciones que la<br />
g<strong>en</strong>te hace al ver el final elegido. “Si creo una interpretación innecesaria<br />
<strong>en</strong>tonces la saco por ejemplo la asociación con nazis-ratas o con árabes, puede<br />
ser brillante pero no funciona. La esc<strong>en</strong>a final debe tomar todas las líneas de la<br />
obra y anudarlas. Los nudos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> determinado efecto, algunos más<br />
optimistas otros m<strong>en</strong>os”. Pregunta a los participantes qué pi<strong>en</strong>san ellos del<br />
final y cómo lo imaginan. Algunos optimistas, otros sin salida. Luego de una<br />
hora de diálogo, Barba nos cu<strong>en</strong>ta el final que obviam<strong>en</strong>te, ya t<strong>en</strong>ía p<strong>en</strong>sado:<br />
los muertos no se levantarán del piso. No hay salida, ni teatral ni no teatral. El<br />
círculo se cierra <strong>en</strong> este mom<strong>en</strong>to: no hay saludo final <strong>en</strong> donde el ord<strong>en</strong> de la<br />
ficción se devela como ficción y se recompone d<strong>en</strong>tro de nuestro universo <strong>en</strong><br />
donde los espacios están separados: el teatro es teatro, la vida es la vida.<br />
Contradici<strong>en</strong>do la famosa y bella frase de Cocteau (Los monstruos sagrados)<br />
los muertos <strong>en</strong> el teatro de Barba no se pondrán de pie. Y si los muertos no se<br />
24
levantan el teatro invade, se derrama, sobre la vida. La ficción se desbarranca<br />
sobre el universo real <strong>en</strong> donde de verdad <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to final, <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to<br />
de verdad, los muertos muertos son y muertos quedarán.<br />
La noche del 30 de julio de 2006, al espectáculo le habían crecido las garras<br />
del tigre Y Barba, con su banda de ratas, con sus vagabundos, con sus<br />
desprotegidos, con su nueva aldea teatral de jóv<strong>en</strong>es, habrá conquistado el<br />
Castillo.<br />
Kronborg<br />
El final elegido por Barba rompe definitivam<strong>en</strong>te la frontera de dos espacios<br />
que funcionarían difer<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te y nos dice, como nos había mostrado también<br />
Saxo: los límites de la historia son frágiles y de piel casi transpar<strong>en</strong>te. Los<br />
límites <strong>en</strong>tre realidad y ficción también. También <strong>en</strong>tre teatro y vida. Este final<br />
no cu<strong>en</strong>ta nada más que el final tal cual es <strong>en</strong> la vida real: los muertos no se<br />
levantan. En consecu<strong>en</strong>cia podemos preguntarnos: ¿la llegada a este final y los<br />
hechos pres<strong>en</strong>tados y desarrollados son también espejo, reflejo, de lo que<br />
pasa <strong>en</strong> ese otro lado? Si nos hacemos esta pregunta la respuesta es de tal<br />
simplicidad que vuelve a la pregunta retórica. Y su afirmación hace de Ur-<br />
<strong>Hamlet</strong> ese instrum<strong>en</strong>to artístico y político a la vez con el cual, como<br />
señalamos antes, Barba concretizará la toma del Castillo.<br />
Esta toma no pasará por la danza de las ratas. La toma del castillo es la toma<br />
de los ojos del espectador. Es no dejarlo escapar a través de sus imág<strong>en</strong>es, a<br />
través de lo que reclama con sus palmas: que se alc<strong>en</strong> los cuerpos muertos, a<br />
través incluso de lo que se atreve a hacer, rompi<strong>en</strong>do todas las conv<strong>en</strong>ciones<br />
escénicas, a tocar, a mover y a sacudir los cuerpos que estaban allí cubiertos y<br />
t<strong>en</strong>didos delante de sus ojos. La estructura se manti<strong>en</strong>e es<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te igual<br />
hasta la segunda <strong>en</strong>trada de la máquina. Se cancela su tercera <strong>en</strong>trada.<br />
Luego de que <strong>Hamlet</strong> viste de ropas reales y guerreras también a la niña que<br />
hasta hace un minuto atrás corría con él por el esc<strong>en</strong>ario, t<strong>en</strong>dremos dos<br />
esc<strong>en</strong>as jugadas <strong>en</strong> paralelo con distinta profundidad de campo: Pia subida<br />
sobre el c<strong>en</strong>tro danza Baris y por la <strong>en</strong>trada c<strong>en</strong>tro frontal <strong>en</strong>tran los dos<br />
hermanos y allí <strong>en</strong> el fr<strong>en</strong>te recrean su esc<strong>en</strong>a como si fueran Caín y Abel. El<br />
esposo sigue acarreando a su esposa. Las dos danzas terminan. La música se<br />
deti<strong>en</strong>e. Pia queda inmóvil <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro. Saxo avanza dos pasos hacia ella y<br />
dice su frase: “Mañana <strong>en</strong> vez de pájaros nos despertarán los perros”. Se gira<br />
para volver a la línea de la corte. En ese mismo mom<strong>en</strong>to, <strong>en</strong> ese mismo<br />
sil<strong>en</strong>cio, por la puerta c<strong>en</strong>tral fr<strong>en</strong>te ingresa el último grupo: la rumana y los<br />
dos mejicanos, con las bolsas <strong>en</strong> la mano y con el carrito de bebé. Se deti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />
de fr<strong>en</strong>te al campo inundado de cuerpos. Todo parece surreal, recorr<strong>en</strong> el<br />
espacio con su mirada <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que van avanzando hacia el c<strong>en</strong>tro.<br />
Ninguna reacción fr<strong>en</strong>te a lo que v<strong>en</strong>, sólo miran, a los muertos y al castillo,<br />
sin opinión. Buscan un lugar para dejar sus cosas y s<strong>en</strong>tarse. Sólo eso. Lo<br />
<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran. En el mismo c<strong>en</strong>tro del patio del palacio.<br />
Y aún otra vuelta de tuerca: la máxima ruptura de espacio y de tiempo es dada<br />
por una acción que realiza la participante rumana. Pareciera ser la última burla<br />
de Barba. Corina avanza decidida hacia el lugar <strong>en</strong> donde esta aún Pia, deja allí<br />
las bolsas (una de ellas reconocible porque es la de uno de los supermercados<br />
daneses Netto!) sobre el c<strong>en</strong>tro elevado <strong>en</strong> donde dos segundos antes d<strong>en</strong>tro<br />
25
de la historia de la corte de <strong>Hamlet</strong>, Pia, vestida de ropas reales, danzaba para<br />
nosotros. Las bolsas del supermercado tocan casi sus pies. Como si no<br />
existiera. La acción es casi una blasfemia. Y aún más: se si<strong>en</strong>tan, comi<strong>en</strong>zan a<br />
intercambiar historias y a compartir un sandwich. Rí<strong>en</strong>. La corte detrás,<br />
inmóvil, <strong>en</strong> cuadro fijo. Entran por la <strong>en</strong>trada fr<strong>en</strong>te c<strong>en</strong>tral los 4 Pulcinellas, se<br />
deti<strong>en</strong><strong>en</strong> a la altura de los hermanos muertos. Estos se alzan <strong>en</strong> perfecta<br />
coordinación rítmica y los 6 van a unirse al cuadro de corte. La corte da dos<br />
pasos <strong>en</strong> línea hacia el c<strong>en</strong>tro. Se inclinan juntos <strong>en</strong> saludo final. Comi<strong>en</strong>zan a<br />
salir ord<strong>en</strong>adam<strong>en</strong>te, de a dos, detrás de ellos también vi<strong>en</strong>e la orquesta. La<br />
g<strong>en</strong>te aplaude, a veces <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to de la inclinación, a veces unos<br />
segundos después. Pasan al lado del grupo que hace el picnic como si éstos no<br />
existieran. Sal<strong>en</strong> por detrás. A casi 1 hora y 10 minutos de haber com<strong>en</strong>zado<br />
el espectáculo y sobre los aplausos finales las luces del esc<strong>en</strong>ario se apagan,<br />
quedando sólo la iluminación de las antorchas y dos faroles <strong>en</strong> la fachada del<br />
Castillo que se <strong>en</strong>ci<strong>en</strong>d<strong>en</strong> permitiéndole cobrar vida rep<strong>en</strong>tinam<strong>en</strong>te.<br />
30 segundos más tarde las luces de los espectadores comi<strong>en</strong>zan a<br />
re<strong>en</strong>c<strong>en</strong>derse l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te. Ellos sigu<strong>en</strong> aplaudi<strong>en</strong>do. Ellos sigu<strong>en</strong> esperando el<br />
otro final que Barba no les concederá. Un minuto más tarde comi<strong>en</strong>zan a<br />
mirarse, algunos se pon<strong>en</strong> sus sacos, otros se giran <strong>en</strong> sus asi<strong>en</strong>tos, como<br />
buscando una complicidad que los ayude a compr<strong>en</strong>der si es o no el final, si<br />
esos cuerpos van o no a levantarse. Pasan aún varios minutos más antes de<br />
que algunos espectadores se decidan a aceptar la idea final, antes de que los<br />
espectadores acept<strong>en</strong> llevarse del castillo a sus castillos, esa última visión<br />
descorazonada del mundo.<br />
El mismo campo de batalla es ahora un parque de domingo. Debajo de su<br />
verde césped se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran los cuerpos insepultos o volvemos al principio: los<br />
huesos de un esqueleto no id<strong>en</strong>tificado cuya historia debemos reconstruir.<br />
Y el círculo barbiano se cierra aquí.<br />
Y la tercera historia se cierra aquí.<br />
Aunque los espectadores lo niegu<strong>en</strong>. Aunque trat<strong>en</strong> febrilm<strong>en</strong>te de develar la<br />
ficción, de forzar el traerla a la realidad suya quebrando definitivam<strong>en</strong>te las<br />
leyes de espacio escénico. Muchos de ellos, cada noche, al final de la<br />
repres<strong>en</strong>tación, se acercarán a alguno de los cuerpos que quedaron t<strong>en</strong>didos<br />
<strong>en</strong>tre el semicírculo delimitado por las antorchas y las tarimas (el corredor por<br />
el cual ingresa el espectador) se agacharán y tratarán de descorrer la sábana,<br />
otros sacudirán los cuerpos con sus manos, otros más agresivos aún<br />
int<strong>en</strong>tarán moverlos con sus pies, otros les hablarán... No obt<strong>en</strong>drán ninguna<br />
reacción. Sólo el sil<strong>en</strong>cio de esa imag<strong>en</strong>, de ese cuerpo t<strong>en</strong>dido delante de sus<br />
ojos. Este es el verdadero fantasma. Esta es la peste de la cual int<strong>en</strong>tarán<br />
vanam<strong>en</strong>te liberarse.<br />
Este es también el triste final barbiano: la historia del tercer círculo, la historia<br />
de los desprotegidos y desterrados, de los inmigrantes y de los sin tierra, de<br />
los que buscan una nueva tierra y atraviesan una y otra frontera, hoy, <strong>en</strong> estos<br />
tiempos que corr<strong>en</strong>, no ti<strong>en</strong>e final feliz. No hay revolución posible. Ya no más.<br />
Algunos espectadores no se liberarán del fantasma de la imag<strong>en</strong> final de Barba<br />
y sus ratas. Tampoco el teatro se liberará de su propio límite, de su propia<br />
impot<strong>en</strong>cia: es al final y al inicio siempre Teatro. No podrá nunca matar a ese<br />
26
último fantasma, a esa última imag<strong>en</strong> de la peste: la indifer<strong>en</strong>cia de la g<strong>en</strong>te. Y<br />
contra esto no hay antídoto posible.<br />
Mi primer final<br />
Poco a poco las tribunas se van vaciando. Toman sus canastas, las frazadas, se<br />
re<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran con los conocidos. Yo estoy cuidando que nadie lastime a dos<br />
participantes que aún yac<strong>en</strong> t<strong>en</strong>didas, inmóviles, <strong>en</strong> el piso húmedo. Se acerca<br />
un matrimonio y me dice:<br />
- ¿Qué extraña manera de terminar no? ¿Conocés al director?<br />
- No, no mucho – le digo, ¿por qué?<br />
- Qué extraña manera de terminar, ¿Qué quiere decir?<br />
- No sé.<br />
- ¿La historia de <strong>Hamlet</strong> no es así, no?<br />
- Bu<strong>en</strong>o, dep<strong>en</strong>de, la esc<strong>en</strong>a final <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral ¿es la masacre no? En el<br />
castillo quedan todos los cuerpos allí t<strong>en</strong>didos...<br />
- Sí, sí, pero ¿qué quiere decir? ¿Qué ti<strong>en</strong>e que ver…?<br />
- No sé ¿tal vez el director quiso dar un toque de actualidad, no? Hay<br />
tantos inmigrantes ahora que int<strong>en</strong>tan cruzar fronteras... qué sé yo...<br />
uno agarra el diario y se le<strong>en</strong> noticias de todos lados casi, <strong>en</strong> donde se<br />
dice que se <strong>en</strong>contraron huesos y restos humanos no id<strong>en</strong>tificados, <strong>en</strong><br />
Afganistán, <strong>en</strong> Yugoslavia, <strong>en</strong> Kosovo, <strong>en</strong> mi país Arg<strong>en</strong>tina... no sé...<br />
Interrumpiéndome casi viol<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te pero ret<strong>en</strong>iéndose a la vez porque su<br />
educación no le permite decirme lo que sus ojos me rebelan, su rostro se<br />
contrae, <strong>en</strong>saya una sonrisa y me dice <strong>en</strong> el mismo mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que parte:<br />
- Yes, yes... but what a strange way of <strong>en</strong>ding....<br />
Exit.<br />
Mi segundo final<br />
Hay otra historia que a Barba le gusta contar. Es la historia de los dos tipos de<br />
verdades según el físico danés Niels<strong>en</strong> Bohr: existe una verdad superficial y<br />
una verdad profunda. La verdad superficial: hoy es domingo; y la verdad<br />
profunda: es aquella cuyo opuesto también es la verdad: lo contrario de día es<br />
noche. Uno de los participantes preguntó a Barba ¿cuál es la pregunta que él<br />
mismo se haría? Y Barba responde: ¿Es posible pres<strong>en</strong>tar <strong>en</strong> un espectáculo<br />
las dos caras de la luna? ¿Es posible hacer un espectáculo que plazca y<br />
disturbe al abuelo y al nieto?<br />
Yo me pregunto: ¿Es posible hacer un espectáculo que toque todas las<br />
dim<strong>en</strong>siones de verdad?<br />
Y aún un paso más: ¿cuál es la verdad? Soy arg<strong>en</strong>tina, de Bu<strong>en</strong>os Aires. Estoy<br />
<strong>en</strong> un castillo r<strong>en</strong>ac<strong>en</strong>tista, <strong>en</strong> una pequeña ciudad danesa desde donde veo<br />
27
las costas suecas. Llueve. Incesantem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el Castillo. Pero yo t<strong>en</strong>go un<br />
secador <strong>en</strong> la mano y seco el agua que cayó y la que aún va a caer y la que<br />
está aún cay<strong>en</strong>do. Llueve, pero ¿llueve?<br />
Entre la adaptación a las circunstancias y ser leal a lo que se cree está Ur-<br />
<strong>Hamlet</strong> y el camino del actor que se crea <strong>en</strong> la contradicción, <strong>en</strong> las fuerzas<br />
que se opon<strong>en</strong> perman<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te. En la negación. Llueve pero me digo no<br />
llueve. ¿Qué hago? Me adapto y <strong>en</strong>tro <strong>en</strong> el camarín y espero a que las fuerzas<br />
de la natura se calm<strong>en</strong> o comi<strong>en</strong>zo a secar empecinadam<strong>en</strong>te el piso del<br />
esc<strong>en</strong>ario, negando las circunstancias de una manera tal que se devi<strong>en</strong>e más<br />
fuerte que la circunstancia misma. De una manera tal que la NATURA, v<strong>en</strong>cida,<br />
conmovida, por la visión y acción de nosotros, los pocos obstinados, los pocos<br />
felices, (como dijo Netta Plotzki), cede paso a la repres<strong>en</strong>tación.<br />
Es el 13 de agosto de 2006. Es el último día de repres<strong>en</strong>tación de Ur-<strong>Hamlet</strong><br />
<strong>en</strong> el castillo de Kronborg. El espectáculo empezaría a las 21hs. Son las 21.45<br />
y aún sigue llovi<strong>en</strong>do. Preguntamos a los actores si están dispuestos a seguir<br />
adelante. Todos dic<strong>en</strong> que sí. Terminamos de secar las sillas de las tribunas de<br />
los espectadores. 4 amigos del <strong>Odin</strong> se colocan con paraguas cerca de la<br />
orquesta para cubrir <strong>en</strong> caso de necesidad a las cantantes y a los músicos. Son<br />
las 22.05hs el público comi<strong>en</strong>za a <strong>en</strong>trar bajo una leve llovizna. Son daneses,<br />
están preparados y acostumbrados. Es parte de su vida cotidiana. Ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />
paraguas, capas de lluvia y deseos de ver el espectáculo. Son las 22.21hs,<br />
escucho: “Vamos que v<strong>en</strong>imos” y allá fuimos.<br />
El final<br />
Llegaron ll<strong>en</strong>os de ilusiones y esperanzas. De sueños, de mitos y mitificaciones<br />
<strong>en</strong> la cabeza acerca de un grupo llamado <strong>Odin</strong> <strong>Teatret</strong>. Llegaron algunos<br />
empeñándose económicam<strong>en</strong>te durante años para pagar esta av<strong>en</strong>tura.<br />
Empr<strong>en</strong>dieron un viaje para “tomar un seminario con un montaje sobre la<br />
historia de <strong>Hamlet</strong>”. Llegaron para empr<strong>en</strong>der otro viaje hacia una tierra<br />
desconocida con un desconocido o conocido hasta ese mom<strong>en</strong>to sólo a través<br />
de sus escritos. No t<strong>en</strong>ían nada. Sólo su fuerza emocional y su fe <strong>en</strong> las<br />
circunstancias y <strong>en</strong> qui<strong>en</strong> los guiaba. Partimos del desierto. De la nada. Pero el<br />
desierto ti<strong>en</strong>e esa posibilidad infinita de ser poblado por todas las alucinaciones<br />
posibles. Luego de <strong>40</strong> <strong>días</strong> de caminar y alucinar, de “pasión, trinchera,<br />
confianza, oficio, amor, trayecto, <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro, foco, integridad, honestidad,<br />
escritura y re-escritura, tejer sueños, buscar s<strong>en</strong>tidos y significados,<br />
transmición, orig<strong>en</strong>, revuelta, ver de dónde v<strong>en</strong>go, desconfianza, expectativas,<br />
nacimi<strong>en</strong>to, aceptación, conflicto y confirmación, conexión, alquimia, libertad y<br />
estructura, resist<strong>en</strong>cia, redefinición, ética de trabajo, vitalidad, comunión,<br />
atracción y repulsión, caja de Pandora, fe <strong>en</strong> el teatro que es la vida,<br />
intercambio, <strong>en</strong>trega, cansancio y continuidad, privilegio, sorpresa,atravesar<br />
límites, fidelidad, familia, armados y desarmados, poder, coraje, tolerancia,<br />
riesgo, necesidad, miedo y liberación, miedo y deseo, humildad y audacia,<br />
hambre, dolor, arritmia y meditación, dudas, infernal y divino, recom<strong>en</strong>zar y<br />
organizar, esfuerzo, totalidad, egoísmo y amor, espontaneidad, cre<strong>en</strong>cia” (25)<br />
28
arrastrando su piedra una y otra vez hacia lo alto, puedo imaginarme a “Sísifo<br />
feliz”.<br />
Y felices también a cada uno de los que lo acompañaron para realizar este<br />
peregrinaje de <strong>40</strong> <strong>días</strong> <strong>en</strong> las aguas desconocidas y seductoras del desierto<br />
barbiano.<br />
Les pert<strong>en</strong>eció la acción y también al m<strong>en</strong>os, <strong>en</strong> este caso, su resultado.<br />
Notas:<br />
1. Para más detalle ver el artículo de Eug<strong>en</strong>io Barba La paradoja del mar,<br />
traducido al español por <strong>Ana</strong> Z. <strong>Woolf</strong>, in Eug<strong>en</strong>io Barba, La conquista de<br />
la difer<strong>en</strong>cia, Lima, Editorial San Marcos, 2008, pp.214-224.<br />
2. Entrando <strong>en</strong> el terr<strong>en</strong>o de la Antropología Teatral: no hablan una misma<br />
l<strong>en</strong>gua <strong>en</strong> un nivel expresivo, sí <strong>en</strong> el nivel pre-expresivo, el instante<br />
anterior a volverse conv<strong>en</strong>ción: antes de volverse danés, japonés,<br />
balinés, portugués, francés, inglés.<br />
3. Estos <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros con Barba por la tarde <strong>en</strong> el castillo se transformaron<br />
<strong>en</strong> un verdadero ritual: un ritual que com<strong>en</strong>zaba siempre con el pedido<br />
por parte de los participantes de una historia. Todas las tardes a las 18<br />
hs los que nos reuníamos y agrupábamos <strong>en</strong> bancos, <strong>en</strong> sillas, <strong>en</strong> el<br />
mismo piso de la pequeña sala del castillo sabíamos que gozaríamos del<br />
relato de una nueva historia que no t<strong>en</strong>ía que ver con el teatro, o sí, no<br />
importaba. Importaba que todas las tardes v<strong>en</strong>ía ese señor de pelo<br />
blanco, con un ritmo particular <strong>en</strong> su hablar, con un tono que cambia el<br />
volum<strong>en</strong> de acuerdo a las t<strong>en</strong>siones y emociones que desea despertar <strong>en</strong><br />
su espectador, con una gestualización extrema, teatral y por eso<br />
atractiva, con un inglés de musicalidad italiana, v<strong>en</strong>ía puntualm<strong>en</strong>te a<br />
contarnos una historia. Los dos primeros <strong>días</strong> Barba contó – por<br />
casualidad (?) – una historia que t<strong>en</strong>ía como protagonista a un ciego. La<br />
historia obligada y la historia que pedíamos desde <strong>en</strong>tonces fue siempre<br />
una historia que t<strong>en</strong>ía a un ciego como protagonista.<br />
4. El minuto 36 es para mí, el mom<strong>en</strong>to c<strong>en</strong>tral del espectáculo. Es el<br />
instante de la obra <strong>en</strong> donde todos los símbolos estallan. En donde la<br />
confortabilidad a la cual nos habíamos ya acostumbrado y acomodado<br />
comi<strong>en</strong>za a darnos escozor <strong>en</strong> las espaldas. El minuto 36 <strong>en</strong> la pieza de<br />
Barba, es el instante <strong>en</strong> donde aparecerá el fantasma y todo el juego de<br />
relaciones creadas y establecidas hasta ese mom<strong>en</strong>to comi<strong>en</strong>zan a<br />
develar su secreto: el castillo, pequeño microcosmos social se transforma<br />
<strong>en</strong> lo que, a veces, es nuestro mundo: un campo de cuerpos<br />
moribundos. Esto sucederá <strong>en</strong> Rav<strong>en</strong>na, <strong>en</strong> Holstebro y <strong>en</strong> Kronborg. El<br />
minuto 36 será el mom<strong>en</strong>to del “deus ex machina”.<br />
5. Saxo <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido jugará el rol de espejo de los Pulcinella, introducirá<br />
a cada personaje que <strong>en</strong>tra señalando quién es y qué es lo que va a<br />
hacer <strong>en</strong> el espacio escénico.<br />
6. Sigue posteriorm<strong>en</strong>te un primer signo de invasión, de desord<strong>en</strong> de<br />
espacio –físico y sonoro- también desde el inicio: el Kecak al que<br />
29
dejaremos pasar porque para el espectador “occid<strong>en</strong>tal” aún sigue si<strong>en</strong>do<br />
“exótico” un grupo de balineses sobre el esc<strong>en</strong>ario, vestidos con ropas<br />
tradicionales de su país, y “haci<strong>en</strong>do caras y gestos extraños” (sic de un<br />
espectador). Habrá también un primer asesinato pero siempre<br />
<strong>en</strong>cuadrado <strong>en</strong> una estética: la del Gambuh, que protege y cubre la<br />
salida de otros s<strong>en</strong>tidos: un rey mata al otro y termina apropiándose del<br />
poder. Una reina pacta <strong>en</strong> seguida con el asesino de su esposo y el<br />
mismo lecho de muerte se transforma <strong>en</strong> lecho nupcial. Esta es historia<br />
conocida ya. Garuda, el rey de los pájaros (interpretado por Ni Wayan<br />
Pia, una niña balinesa de 11años), se come el cuerpo del muerto y los<br />
mismos Pulcinellas qui<strong>en</strong>es nos pres<strong>en</strong>taron por escrito <strong>en</strong> grandes<br />
carteles los fragm<strong>en</strong>tos de la historia hac<strong>en</strong> desaparecer “el cuerpo”.<br />
Pero Saxo salvará dos huesos y su cráneo. El mismo cráneo sobre el que<br />
casi caminará la reina Madre ya viuda, con el cual danzará el hijo<br />
huérfano de padre qui<strong>en</strong> provocará la segunda invasión al espacio junto<br />
con la segunda <strong>en</strong>trada del Kecak.<br />
7. En este caos simulado nada hay de improvisado. Fue Torgeir qui<strong>en</strong> pasó<br />
horas <strong>en</strong>sayando el lanzami<strong>en</strong>to de sillas de una mano a otra, el ord<strong>en</strong><br />
de ingreso y de salida de los participantes de manera tal de crear el<br />
efecto de un dinamismo de una situación que pareciera orgánicam<strong>en</strong>te<br />
improvisada. De la misma manera que durante las mañanas se<br />
<strong>en</strong>tr<strong>en</strong>aba el trabajo espacial, correr <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes direcciones, sin<br />
golpearse, sin chocarse con el otro; armar grupos de <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros,<br />
familias, etc.<br />
8. En la ficción de la historia y <strong>en</strong> la realidad del trabajo matutino <strong>en</strong> donde<br />
los 3 actores del <strong>Odin</strong> y Barba han trabajado <strong>en</strong> la construcción de las<br />
relaciones interpersonales y <strong>en</strong> las diversas situaciones que la gran<br />
situación de la boda debería seguir.<br />
9. Construida por Barba uni<strong>en</strong>do dos secu<strong>en</strong>cias físicas de los dos<br />
participantes con elem<strong>en</strong>tos que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> nada que ver <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to<br />
inicial con la temática de la esc<strong>en</strong>a.<br />
10. Podríamos leer la llegada de la Peste como el deus ex machina del<br />
teatro de los griego sólo que ellos lo ponían al final. Se des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>aban<br />
los hechos bajaba el dios y todo se precipitaba hacia el final resuelto por<br />
el mismo dios. La llegada de la Peste funcionaría como un deus exmachina<br />
<strong>en</strong> el s<strong>en</strong>tido de que es la que precipita los ev<strong>en</strong>tos hacia un<br />
final que no t<strong>en</strong>drá retorno. Pero, primera difer<strong>en</strong>cia o transformación de<br />
esta estructura <strong>en</strong> el universo barbiano: el final no arreglará las cosas de<br />
manera feliz, equitativa. NOTA: Habría que estudiar paralelam<strong>en</strong>te<br />
cuántos son los finales felices que Barba construyó a lo largo de su<br />
historia con el <strong>Odin</strong>. Pi<strong>en</strong>so por ahora <strong>en</strong> Oxy, Ode, Ball<strong>en</strong>a, Castello,<br />
Itsib, Mythos, Anders, la ciudades..., me vi<strong>en</strong><strong>en</strong> imág<strong>en</strong>es finales si bi<strong>en</strong><br />
no trágicas podríamos <strong>en</strong>unciarlos como finales de sutil ironía trágica. No<br />
existe una visión optimista de mundo <strong>en</strong> el mundo barbiano y la misma<br />
ironía que nos hará sonreir no rozará nunca lo cómico sino por el<br />
contrario será siempre una ironía dolorosa, punzante que como una sutil<br />
aguja se clava <strong>en</strong> el ojo del espectador. Y es <strong>en</strong> busca de esta imag<strong>en</strong><br />
cuchillo afilado que p<strong>en</strong>etra l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te la piel de aquel que mira, que<br />
30
ti<strong>en</strong>e la cualidad casi de una caricia hasta que nos damos cu<strong>en</strong>ta de<br />
verdad y <strong>en</strong> realidad, que estamos si<strong>en</strong>do heridos, que Barba se lanzó –<br />
con los participantes, con su coro, con esas sus ratas, sus esos “otros”-<br />
<strong>en</strong> busca del final de su Ur-<strong>Hamlet</strong>. Segunda difer<strong>en</strong>cia: ¿qué hace<br />
Barba con este deus ex-machina? Anticipa su <strong>en</strong>trada. Lo hace <strong>en</strong>trar<br />
luego de media hora de comodidad <strong>en</strong> el salón burgués. Comi<strong>en</strong>za a<br />
exhalar el aroma de lo que será el final pero no lo “derrama” <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a<br />
súbitam<strong>en</strong>te. Un ácido que <strong>en</strong>tra por goteo sin que nos demos cu<strong>en</strong>ta<br />
que estamos si<strong>en</strong>do contagiados por el virus y ya no habrá salida. Sólo la<br />
negación del hecho artístico como realidad que ti<strong>en</strong>e su paralelo <strong>en</strong> un<br />
mundo cotidiano podrá liberarnos, nos permitirá rápidam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>contrar<br />
el antídoto. Barba dilata el final. Crea situaciones escénicas que lo<br />
insinúan y a la vez lo van d<strong>en</strong>sificando. Si el tiempo total de la obra es<br />
de 1h10 minutos él sabe que aún ti<strong>en</strong>e casi 80 minutos de juego. Y los<br />
va a jugar “hasta la muerte”.<br />
11. La actriz israelí Netha Plotzki.<br />
12. En el nivel pre-expresivo: esta “manada” que <strong>en</strong>tra es el grupo de<br />
participantes con una secu<strong>en</strong>cia física bi<strong>en</strong> precisa trabajada sobre el<br />
ritmo y las acciones físicas de Oshosi, orishá guerrero, cazadora y la que<br />
abre y limpia los caminos. Cada mañana <strong>en</strong> sala se <strong>en</strong>tr<strong>en</strong>aba y<br />
trabajaba con Augusto Omolú esta secu<strong>en</strong>cia: Oshosi transformada <strong>en</strong><br />
caballo (<strong>en</strong> sus piernas) y <strong>en</strong> jinete <strong>en</strong> el torso (uno de sus brazos ti<strong>en</strong>e<br />
una cuerda con la que trata de cazar, <strong>en</strong>lazar). Los participantes se<br />
agrupaban y atravezaban el espacio con el caballo y el jinete llegaban a<br />
un punto y se abrían <strong>en</strong> dos grupos luego se volvían a agrupar, a separar<br />
y a agrupar. Barba agrega a nivel sonoro la voz de los participantes<br />
(cada uno debería decir 8 palabras reclamando algo: pan, tierra, agua...)<br />
Luego, siempre sigui<strong>en</strong>do el ritmo de la percusión de Cleber da Peixao,<br />
pasan a otro ejercicio: deb<strong>en</strong> abrirse <strong>en</strong> el espacio pero mant<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do un<br />
temblor <strong>en</strong> el cuerpo, llegar a un lugar preciso y com<strong>en</strong>zar a caer pero<br />
l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te. Al mismo tiempo Barba toma también otra parte del<br />
<strong>en</strong>tr<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to de Omolú, un mom<strong>en</strong>to de su inicio <strong>en</strong> donde antes de<br />
trabajar se realizan 3 movimi<strong>en</strong>tos con los brazos y manos unidas,<br />
llevándolas al c<strong>en</strong>tro de la cabeza, al c<strong>en</strong>tro del pecho y al c<strong>en</strong>tro del<br />
cuerpo (ombligo). Omolú no habló nunca de la significación de esta<br />
secu<strong>en</strong>cia no obstante es un ritual que repite siempre como inicio de sus<br />
clases. Barba tampoco pregunta qué significa pero toma las 3 acciones y<br />
las incorpora a la acción de temblar de los cuerpos y de bajar al piso.<br />
Este ejercicio simple, técnico, <strong>en</strong> el contexto de la histora de Ur-<strong>Hamlet</strong><br />
se ll<strong>en</strong>a de signicaficación. Los desprotegidos que irrump<strong>en</strong> <strong>en</strong> el<br />
espacio, que lo invad<strong>en</strong>, al grito de misericordia, La Peste que los mira<br />
inmóvil, y que con un solo movimi<strong>en</strong>to de su cuerpo comi<strong>en</strong>za<br />
l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te a infectarlos a ellos también, a destruirlos.<br />
13. La esc<strong>en</strong>a es breve. El guerrero <strong>en</strong>tra. Se arrodilla delante de las<br />
antorchas c<strong>en</strong>trales y espera <strong>en</strong> sil<strong>en</strong>cio, <strong>en</strong> actitud humilde. <strong>Hamlet</strong><br />
vuelve a <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>a, por las acciones que realiza pareciera<br />
perdido, como si se hubiera transformado <strong>en</strong> eso que los otros decían.<br />
Cuando ve al guerrro su actitud cambia. Se vuelve hacia él dejándonos<br />
31
ver por primera vez a través de sus acciones, su cordura. El guerrero le<br />
ofrece su espada, <strong>Hamlet</strong> la toma, compr<strong>en</strong>demos que lo nombra su<br />
caballero porque la apoya suavem<strong>en</strong>te sobre su hombro como<br />
b<strong>en</strong>diciéndolo, se la devuelve y sale del espacio con su secu<strong>en</strong>cia física<br />
que repres<strong>en</strong>ta la no cordura para los personajes del palacio. El guerrero<br />
espera a que <strong>Hamlet</strong> salga, se pone de pie y sale él también l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te<br />
por la salida c<strong>en</strong>tral fr<strong>en</strong>te.<br />
14. Respuestas de los participantes ante el pedido de Barba, que<br />
describieran <strong>en</strong> una o dos palabras la experi<strong>en</strong>cia de estos <strong>40</strong> <strong>días</strong>.<br />
32