Los totalitarismos gemelos.pdf - Archipielago Libertad
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NAZISMO Y COMUNISMO<br />
<strong>Los</strong> <strong>totalitarismos</strong> <strong>gemelos</strong><br />
Por Eduardo Goligorsky<br />
Hemos dejado que pasara inadvertido un aniversario que,<br />
por su carácter aleccionador, debería figurar en un lugar<br />
privilegiado en los libros de historia de la infamia: el 24<br />
de agosto de 1939 se firmó el pacto Ribbentrop-Molotov.<br />
Durante una década los sóviets habían afirmado que eran los líderes de la<br />
resistencia antifascista. "Stalin –escribe Richard Gid Powers– eliminó de un<br />
plumazo la coraza que había ocultado la verdad a los comunistas y<br />
compañeros de viaje".<br />
La profecía de Marx<br />
La asociación teórica entre el comunismo y el nazismo se trasladó al plano<br />
práctico mucho antes de que Ribbentrop y Molotov firmaran el pacto. Nació<br />
incluso antes de que el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores<br />
Alemanes, o Partido Nazi, entrara en escena. Alemania había estado en el<br />
punto de mira de los bolcheviques desde que éstos tomaron el poder en<br />
Rusia. En verdad, Alemania era uno de los países altamente<br />
industrializados donde, según el marxismo clásico, se debería haber<br />
iniciado la revolución proletaria mundial. La profecía de Marx se frustró tras<br />
el asesinato de los dos cabecillas potenciales de esa revolución, Karl<br />
Liebknecht y Rosa Luxemburgo, asesinato que, dicho sea de paso, tampoco<br />
debió de afligir mucho a Lenin, que había chocado frontalmente con los<br />
dos.<br />
Una vez descartado el proyecto revolucionario, quedaban en Alemania un<br />
gobierno socialdemócrata, una extrema derecha hostil al régimen<br />
republicano y un ejército y una opinión pública tanto más nacionalistas<br />
1
cuanto que la Francia de Poincaré había ocupado el Ruhr. La<br />
socialdemocracia era, y seguiría siendo, la bestia negra de los comunistas;<br />
en cuanto a éstos, atendamos al análisis de François Furet (El pasado de<br />
una ilusión, Fondo de Cultura Económica, 1995):<br />
<strong>Los</strong> comunistas pueden aprovechar los elementos más reaccionarios del<br />
ejército y las fuerzas conservadoras para debilitar a la vez a la república de<br />
Weimar y al imperialismo francés; porque en el contexto de 1923, la<br />
convergencia de intereses, la probable alianza entre la Rusia comunista y la<br />
Alemania nacionalista –la gran humillada de Versalles– están siempre<br />
presentes entre las preocupaciones de los líderes del Komintern.<br />
El soldado de la contrarrevolución<br />
Karl Radek, el veterano bolchevique de origen judío que sería liquidado<br />
durante las purgas de 1938, era el enviado especial del Komintern a<br />
Alemania. Su misión consistía en promover la entente entre Rusia y<br />
Alemania a cualquier precio. La revolución obrera había sido aplastada en<br />
las calles de Hamburgo, y el Estado soviético dedicaba todos sus afanes a<br />
seducir a los vencedores. Además, la Rusia de los sóviets ya había<br />
establecido en 1922 una relación privilegiada con la Alemania de Weimar<br />
mediante el tratado de Rapallo. Éste convirtió a Alemania en el más<br />
importante socio comercial de la Unión Soviética, y dio origen a una<br />
colaboración militar clandestina entre ambos países, por la cual Berlín pudo<br />
empezar a rearmarse, burlando las prohibiciones impuestas por el tratado<br />
de Versalles.<br />
El 9 de mayo de 1923, un tribunal francés condenó a muerte al teniente<br />
Leo Schlageter, veterano de las tropas irregulares y jefe de un comando de<br />
combate contra la ocupación francesa. Karl Radek saludó el "heroísmo" del<br />
militar nacionalista fusilado por "sabotaje" el 26 de mayo. En junio de<br />
1923, Radek hizo el elogio de Schlageter en el Tercer Pleno del Comité<br />
Ejecutivo del Komintern:<br />
El destino de este mártir del nacionalismo alemán no debe pasar en silencio<br />
ni tratarse con desprecio (...) Ese valeroso soldado de la contrarrevolución<br />
merece ser honrado por nosotros, soldados de la revolución (...) Haremos<br />
todo para que hombres como Schlageter, que estaba dispuesto a morir por<br />
una gran causa no se vuelvan viajeros a la nada, sino viajeros hacia un<br />
porvenir mejor de la humanidad entera. (François Furet, ob. cit.).<br />
El morbo de la matanza<br />
2
Esta cadena de pactos y complicidades con la ultraderecha nacionalista, y<br />
de denigraciones contra la socialdemocracia, calificada de "socialfascista" y<br />
acosada mediante una política de provocaciones, traiciones y rupturas,<br />
desembocó en el ascenso de Hitler al poder, ascenso que los comunistas<br />
consideraban un paso preliminar para su propio putsch revolucionario. Esta<br />
estrategia quedó reducida a cenizas cuando Hitler fue nombrado canciller,<br />
el 30 de enero de 1933, y cuando –el 27 de febrero– un deficiente mental<br />
holandés, Marinus van der Lubbe, prendió fuego al edificio del Reichstag.<br />
Aunque la policía comprobó inmediatamente que Van der Lubbe había sido<br />
el único responsable de lo ocurrido, Hitler tuvo un ataque de histeria y<br />
aprovechó la oportunidad para promulgar el Decreto de Emergencia para la<br />
Protección del Pueblo y el Estado y ordenar detenciones masivas de<br />
comunistas y socialistas.<br />
Sin embargo, las principales víctimas de la<br />
venganza no fueron los comunistas. <strong>Los</strong> acusados<br />
–los dirigentes comunistas búlgaros Georgi<br />
Dimitrov, Simon Popov y Vassili Tenev– fueron<br />
absueltos, a pesar de que el sistema judicial<br />
alemán estaba totalmente subordinado al poder<br />
político nazi, y esta absolución despertó las<br />
sospechas de tres observadores: Franz Borkenau,<br />
Arthur Koestler y André Malraux. En cambio,<br />
Hitler aprovechó la conmoción creada por el<br />
incendio, y el 30 de junio ordenó una purga que culminó con la ejecución<br />
sumaria de la cúpula de las SA, las tropas de asalto nazis comandadas por<br />
Ernst Röhm. Aquel episodio, conocido como La Noche de los Cuchillos<br />
Largos, decapitó al ala más radical del partido nazi, y el hecho de que<br />
Röhm y muchos de sus secuaces fueran notorios homosexuales, a los que<br />
sorprendieron en compañía de sus amantes durante la redada, contribuyó a<br />
dar más morbo a la matanza.<br />
Stephen Koch cita numerosas fuentes en El fin de la inocencia(Tusquets,<br />
1996) para apuntalar la hipótesis de que existió un compromiso entre Hitler<br />
y Stalin para que los comunistas acusados por el incendio del Reichstag<br />
quedaran en libertad, y para que al mismo tiempo el aparato de<br />
propaganda del Komintern creara un clima favorable a la limpieza de<br />
elementos radicales del partido nazi. Al fin y al cabo, Stalin ya estaba<br />
preparando sus propias purgas. Hitler era sensible a estas afinidades entre<br />
los <strong>totalitarismos</strong> <strong>gemelos</strong>. François Furet cita una conversación reveladora<br />
entre Hitler y Hermann Rauschning sobre esta cuestión:<br />
3
No es Alemania la que se volverá bolchevique, vaticina Hitler ante<br />
Rauschning en la primavera de 1934, sino el bolchevismo el que se<br />
transformará en una especie de nacionalsocialismo. Además hay más nexos<br />
que nos unen al bolchevismo que elementos que nos separan de él. Hay,<br />
por encima de todo, un verdadero sentimiento revolucionario vivo por<br />
doquier en Rusia, salvo donde hay judíos marxistas. Siempre he sabido<br />
darle un lugar a cada cosa y siempre he ordenado que los antiguos<br />
comunistas sean admitidos sin demora en el partido.<br />
Una serie de artículos demoledores<br />
El que denunció las tratativas secretas entre Stalin y Hitler antes de que el<br />
pacto Ribbentrop-Molotov las sacara a la luz del día fue el general Walter<br />
Krivitski. Este abandonó los servicios de inteligencia del Komintern en 1937<br />
y se refugió en Estados Unidos, donde dictó una serie de artículos<br />
demoledores al periodista Isaac Levine, quien los publicó en el Saturday<br />
Evening Post. En uno de ellos Krivitski vaticinaba la reconciliación entre<br />
Hitler y Stalin antes de que se firmara el pacto intertotalitario. Explicaba<br />
que si Hitler garantizaba la paz a Stalin, éste daría a los nazis lo que le<br />
pidieran. Incluso les entregó a comunistas alemanes que estaban<br />
refugiados –y prisioneros– en la Unión Soviética.<br />
Simultáneamente, en su libro In Stalin's Secret Service, el exagente<br />
soviético reveló que Stalin tenía información privilegiada sobre los planes<br />
de Hitler para deshacerse de Röhm y sus secuaces:<br />
Stalin siempre fue partidario de entenderse con un enemigo fuerte. La<br />
Noche de los Cuchillos Largos lo convenció de la fortaleza de Hitler. Stalin<br />
dictaba la política soviética hacia Alemania nazi, y el Politburó resolvió<br />
hacer cualquier cosa para conseguir un acuerdo con el gobierno alemán.<br />
Lógicamente, estas revelaciones indignaron a la quinta columna intelectual<br />
norteamericana, cuya vanguardia estaba compuesta por un sólido frente de<br />
artistas y escritores comunistas y compañeros de viaje con base en<br />
Hollywood. La quinta columna intelectual presionó al Servicio de<br />
Inmigración para que expulsara a Krivitski de Estados Unidos como<br />
"extranjero indeseable" (la misma categoría que consideraban deleznable<br />
cuando se aplicaba a un comunista), y publicó una carta abierta, cuyos<br />
principales firmantes eran Dashiell Hamett y el dramaturgo Clifford Odets,<br />
en la que lanzaban contra Krivitski y contra quienes daban crédito a sus<br />
informaciones las diatribas habituales en el léxico comunista: los "fascistas<br />
y sus aliados" trataban de destruir la unidad de la izquierda progresista. Al<br />
4
"sembrar sospechas sobre la Unión Soviética y las otras naciones<br />
interesadas en mantener la paz" y al "pervertir el sentimiento antifascista<br />
norteamericano para sus propios fines, han promovido la fantástica falacia<br />
de que la URSS y los estados totalitarios son básicamente iguales". La carta<br />
abierta se publicó en diarios de todo el territorio de Estados Unidos, con<br />
cuatrocientas firmas. Cometieron un error de cálculo. Ese mismo día, en<br />
esos mismos diarios, apareció la noticia del pacto nazi-soviético.<br />
Material incriminatorio falso<br />
Krivitsky también reveló los pormenores de la<br />
conspiración tramada por Stalin para<br />
descabezar la cúpula del Ejército Rojo.<br />
Stephen Koch relata en El fin de la<br />
inocenciaque en 1936 el jefe de la NKVD en<br />
Europa, Abram Slutsky, se entrevistó con<br />
Krivitsky en París y le comunicó que el<br />
Kremlin "se encaminaba hacia un<br />
entendimiento temprano con Hitler". Se habían iniciado negociaciones "que<br />
progresaban favorablemente". En cuanto al antifascismo, "no hay nada que<br />
nos interese en este cuerpo putrefacto de Francia, con su Front Populaire".<br />
Slutsky ordenó a Krivitsky que seleccionara a dos agentes capaces de<br />
hacerse pasar por oficiales alemanes. Y así empezó a urdirse una compleja<br />
trama que pasó por el asesinato de un dirigente de la emigración rusa; por<br />
la entrega al jerarca nazi Reinhard Heydrich de material incriminatorio falso<br />
contra el mariscal Tujachevsky, brillante jefe del Estado Mayor del Ejército<br />
Rojo; por la puesta en circulación de ese material entre los jefes de Estado<br />
de los países democráticos y por la elaboración de una imagen de<br />
Tujachevsky como cabecilla de confabulaciones contra Hitler y Stalin, para<br />
terminar con su detención y fusilamiento por traición al Estado soviético. A<br />
continuación fueron ejecutados los mariscales Blücher y Yegorov, tras lo<br />
cual la Unión Soviética quedó a merced de la primera embestida de la<br />
Wehrmacht, en la Operación Barbarroja. La connivencia de Stalin con Hitler<br />
daba su primer fruto ensangrentado.<br />
Poco después de iniciar su ciclo de revelaciones, Krivitsky apareció muerto<br />
en su habitación, en un hotel de Washington, con una bala de su propia<br />
pistola en la cabeza. "Quizá fue un suicidio –escribe Richard Gid Powers<br />
en Not Without Honour–, pero se sospechó que pudo ser uno de los muchos<br />
asesinatos políticos que perpetraron en los años 30 y 40 los equipos de<br />
sicarios de Stalin que operaban a larga distancia".<br />
5
Las metástasis demagógicas<br />
Hoy vuelve a fermentar el argumentario maniqueísta que alimentó el<br />
desarrollo de los <strong>gemelos</strong> totalitarios. Lo identifica con su habitual rigor<br />
François Furet en el debate modélico que entabló con Ernst Nolte<br />
en Fascismo y comunismo (Fondo de Cultura Económica, 1998):<br />
El punto que relaciona en profundidad comunismo y fascismo es el déficit<br />
político constitutivo de la democracia moderna. <strong>Los</strong> diferentes tipos de<br />
regímenes totalitarios que se establecieron en su nombre tienen como<br />
punto común la voluntad de poner fin a ese déficit (...) El hecho de que las<br />
dos ideologías se proclamen en situación de conflicto radical entre ellas no<br />
les impide reforzarse una a la otra por esta misma hostilidad: el comunista<br />
nutre su fe del antifascismo, y el fascista del anticomunismo. Y por otra<br />
parte ambos combaten el mismo enemigo: la democracia burguesa. El<br />
comunista la ve como el terreno propicio para el fascismo, el fascista como<br />
la antesala del bolchevismo, pero tanto uno como otro luchan para<br />
destruirla.<br />
Esta es la empresa clave del conglomerado liberal: salvaguardar la<br />
democracia burguesa, abominada por los <strong>gemelos</strong> totalitarios y barrera<br />
indispensable contra ambos y contra sus metástasis demagógicas de nuevo<br />
cuño.<br />
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Tomado de:<br />
http://historia.libertaddigital.com/los-<strong>totalitarismos</strong>-<strong>gemelos</strong>-1276239508.html<br />
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