Plan de Gobierno 2013-2019 se construirá con la opinión de ...

La artillería del pensamiento
Miguel Ángel Pérez Pirela
Se me dio la oportunidad de
presentar en la Feria Internacional
de Libro de Quito
(Ecuador) la obra Cuentos del
arañero de Hugo Chávez. Se trata
de una compilación realizada
por los compañeros cubanos
Orlando Oramas León y Jorge
Legañoa Alonso, con quienes,
por cierto, el pueblo venezolano
estará infinitamente agradecido
por habernos transcrito a
“ese” Chávez.
Presentar dicha obra me
obligó a ir más allá del punto
de vista del mero lector, y adentrarme
en las esquinas, pasadizos
secretos y aguas turbias de
este libro. No fue fácil el trabajo
de compilación que hicieron
los periodistas cubanos de más
de 300 Aló, Presidente, para
extraer aquellas anécdotas íntimas
de un Chávez “humano,
demasiado humano”, como diría
Nietzsche. Pero el resultado
fue un “capo lavoro” del realismo
mágico. Sí, leyeron bien:
realismo mágico.
No exagero yo al tildar este libro
de realista mágico. Es más,
hablaría de un realismo mágico
del siglo XXI, en el cual ya
el autor no escribe sobre lo má-
Como lumpen acomodado ha
cambiado de nombre con
una frecuencia que indica la
cercanía de su muerte histórica.
Dos cambios de nombre en
las etapas más largas del orden
oligárquico hoy se acortan.
Desde el triunfo de la Cosiata
hasta la apoplejía de Raimundo
Andueza Palacios, los federales,
o liberales –en los dos siglos
que corrieron desde que comenzaron
a mimetizarse de patriotas–
asumieron el poder como
bandos de la moda.
Sus diferencias son opiniones
de prensa en las que los
renovadores denostaban de
los paecistas para proteger sus
bártulos de las amenazas del
mismo negraje que hoy encarnamos
los chavistas.
El siglo de los mantuanos comerciantes
exterminó las propuestas
de Ezequiel Zamora
con el Tratado de Coche. Una
vez cumplida la tarea, el “federalismo”
hipotecó las rentas
de un país desangrado por te-
gico de la realidad, sino que se
transcribe lo mágico de la oralidad
de un pueblo, a través, en
este caso, de los cuentos de un
niño arañero.
No fue pues desde el silencio
de un escritorio que surgió
esta obra literaria, sino más
bien desde el bullicio de muchos
Aló, Presidente. Desde la
conversación de un líder con
su pueblo, al lado de un río,
frente al mar Caribe o, acaso,
al calor de una obra de infraestructura
en cualquier rincón
de la patria.
Este libro no es otra cosa que
la radiografía sentimental de
Hugo. Un venezolano que, en sí
mismo, refleja la identidad de
todos nosotros: nuestras vicisitudes,
frustraciones, anhelos,
amores, chistes y contradicciones.
He aquí acaso el aspecto
más bello de esta obra: nos hace
entender a los venezolanos, y a
los latinoamericanos en general,
que ahora nuestros líderes
se parecen a nuestros pueblos.
Muchas de nuestras repúblicas
ya no tienen solo jefes de
estados, sino líderes populares
cuya identidad, sentimientos y
sueños se confunden con los de
rratenientes con la ayuda de
un periodismo venal que, igual
que hoy, solo publica chismes y
diatribas.
La hipoteca de rentas y aduanas
del agro “modernizó” la fachada
a Caracas para celebrar
el primer centenario del natalicio
del Libertador traicionado.
El Guzmanato afrancesó al
país con arcos de triunfo, jardines
de El Calvario y trenes
entre Valencia, Caracas y hasta
La Guaira. Caudillos en armas
intentaron sin éxito combatir al
régimen entreguista hasta que
los gringos le dieron metralla y
aviones al Bagre de La Mulera.
El fin del largo siglo del Pacto
de Coche se asocia con la primera
manifestación popular
que vivió un país famélico con
Carlos Gardel entrando por
tren a Caracas por miedo a los
voladeros de la trasandina gomecista.
Los saqueos y vidrios
rotos vinieron en diciembre del
mismo año con la muerte del
Bagre. Recuerdos de utilería
“Este libro no es otra
cosa que la radiografía
sentimental de Hugo.
Un venezolano
que, en sí mismo, refleja
la identidad de todos
nosotros: nuestras
vicisitudes, frustraciones,
anhelos, amores, chistes
y contradicciones. He aquí
acaso el aspecto
más bello de esta obra:
nos hace entender
a los venezolanos,
y a los latinoamericanos
en general, que ahora
nuestros líderes
se parecen a nuestros
pueblos”
sus pueblos. Chávez, Evo, Lula,
Correa, no son otra cosa que
personajes populares que bien
Carlos Polanco
“Los cambios traídos
por la Revolución
Bolivariana en Abya Yala
han acelerado la debacle
capitalista mundial
y la agonía de la oposición
pitiyanqui criolla. Se
confirma la simultaneidad
de Antonio Gramsci:
el viejo orden debe morir
para que el Poder Popular
nazca y se consolide”
para esbozar un anticipo de El
Caracazo de 1989.
Diez años tardó la nueva
versión del amarillismo guz-
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hubieran podido estar reflejados
en Cien años de soledad,
La casa verde o algún cuento
de Cortázar. Evidentemente,
no en cuanto presidentes, sino
en cuanto líderes campesinos,
obreros, estudiantiles y soldados
de la patria.
Si alguien quiere saber
las razones politológicas del
triunfo de Chávez el 7-O, yo
le contestaría, más bien, con
razones sentimentales, del
corazón: hay que leer Cuentos
del arañero para entender
las razones íntimas que hacen
de Chávez un venezolano
modélico, que tiene décadas
conversando, haciéndole “el
cebo” a todo un pueblo: reflejándose
en un pueblo que,
a su vez, se refleja también
en el Huguito que vendía arañas,
que se fue a la Academia
para ser grandeliga, que salió
de los cuarteles a golpear
la oligarquía el 4-F y que, incluso,
prometió luchar hasta
contra la muerte misma para
seguir bregando con todo un
pueblo.
Como decía Pascal: “El corazón
tiene razones que la
razón misma no entiende”. La
fría razón nórdica, cartesiana,
cuadriculada, difícilmente
entenderá al arañero de Sabaneta
y su relación amorosa
con un pueblo que, después de
14 años de gobierno, lo hace
mancista para fraguar el golpe
a Isaías Medina Angarita.
El desmadre de un novelista
metido a político trajo de nuevo
un río revuelto, con una
OPEP barruntada, que fue
cegada por la bala de Rafael
Simón Urbina. Diez años más
y el excomunista Rómulo Betancourt,
tutorado por Nelson
Rockefeller, reúne a Jóvito
Villalba y a Rafael Caldera
para una segunda versión del
Pacto de Coche que se firmó
en la Quinta Puntofijo del
doctor yaracuyano.
Dos cambios de nombre en
dos siglos, Coche y Puntofijo,
contrastan con dos cambios de
nombre en los últimos 10 años:
de la Coordinadora Democrática
a la MUD.
Como régimen parasitario
el proyecto burgués solo sobrevive
cuando chupa completo
del erario público. Las
chequeras de cuatro gobernaciones
y otras alcaldías
no alcanzan para obtener el
aval imperial con que hipotecaron
el país de Antonio
Guzmán Blanco –en el XIX–
y el de Carlos Andrés Pérez I
y II en los años 70 y 90 del XX.
Las enormes rentas desde el
Zumaque 1 hasta 1999 no solo
engrosaron las arcas de las
ganar democráticamente por
12 puntos.
Como Chávez mismo expresa
en su libro, citando al Gabo:
“La escritura revela lo real”.
Vaya si en este libro se revela
lo real de Hugo Chávez y su
pueblo. Con El principito digo
pues: “Lo real es invisible a
los ojos”. Si se lee este libro, no
con la mente, sino con el corazón
venezolano, entenderemos
mucho más del huracán que
nos ha traído hasta aquí.
Fidel dice de Chávez que
él “rellena” cuando echa sus
cuentos, que exagera. Estoy
seguro de que Fidel sabe bien
que, no solo Chávez exagera,
sino, con él, todos los latinoamericanos.
No fue acaso una
exageración el asalto al Cuartel
Moncada, la lucha guerrillera
boliviana del Che, la
resistencia en el Palacio de la
Moneda de Allende, o la quijotada
de Chávez el 4-F.
Sin la exageración de un
pueblo que con Chávez habla
de un caimán de casi 50 metros
o de una tragavenado “gruesa
como un caucho de carro”, quizás
no hubiesen surgido revoluciones
reales-mágicas como
las que en este momento resisten
a los gigantes cocodrilos
y culebras del neoliberalismo
mundial.
@maperezpirela
Caracas
transnacionales del Norte.
A través del ñemeo del libre
cambio los europeos importados
por Marcos Pérez Jiménez
transfirieron mucha
riqueza nuestra a sus países.
Las pacificaciones agresivas
con desapariciones y
muertes –violentas y por la
mengua del hambre– en un
país de alta renta (como dirían
los banqueros) no ocurre
por designios divinos.
Los cambios traídos por la
Revolución Bolivariana en
Abya Yala han acelerado la
debacle capitalista mundial
y la agonía de la oposición pitiyanqui
criolla. Se confirma
la simultaneidad de Antonio
Gramsci: el viejo orden debe
morir para que el Poder Popular
nazca y se consolide.
La frecuencia del cambio
de ropaje de esta derecha indica
la cercanía de su estertor
final y el nacimiento del
Poder Popular. Comienza la
batalla por una nueva superestructura:
el parto difícil de
una ética social en un país
amenazado desde fuera y penetrado
por una institucionalidad
fosilizada.
carpolan3943@cantv.net
Caracas