ROCÍO - Hermandad del Rocío de Gines

ocieros del año
Tiene puntales…
Raúl Ramírez Cano
Lo sabe el viento que todos sus hermanos
son los cimientos. Dicen que es de bien
nacido el ser agradecido. Una Hermandad
se sostiene y se hace grande gracias a
la pequeña y constante aportación que cada
uno de sus miembros va haciendo a lo largo
de la historia. Unos más, otros menos, pero lo
que está claro es que esa obra es patrimonio
de todos, y es el fruto de muchos esfuerzos y
de muchas manos. No hay tiempo ni espacio
para agradecer a todas estas personas su labor
callada e incondicional fruto del más fervoroso
amor a la Santísima Virgen del Rocío. Por eso
la Junta intenta distinguir anualmente a cuatro
hermanos en una cena homenaje en la Feria de
San Ginés. Hermanos que durante muchos años
han aportado lo mucho y lo poco que tenían,
siempre desviviéndose por la Hermandad. Estando
ahí siempre que se llamaba a su perta,
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ROCÍO
DE GINES
o era necesaria su aportación. Grano a grano
se hacen las montañas, y la montaña que es la
Hermandad hoy es el resulto de muchos granos
que han puesto hermanos anónimos, que como
estos cuatro homenajeados, han depositado a
lo largo de la historia de la Hermandad.
El Rocío de Gines es grande, porque los rocieros
de Gines lo son, porque las personas que nos
han precedido han puesto las bases para que así
fuera y porque se ha logrado ilusionar a un pueblo
entero con ese sueño rociero. Un sueño rociero
que han vivido, viven y siempre vivirán estos cuatro
rocieros que han hecho historia: Manuel, Trini,
Antonio y Lolita. Dos hombres y dos mujeres, que
merecen todo nuestro reconocimiento, nuestro homenaje,
respeto y sobre todo admiración, porque
están cargados de la sabiduría que otorgan los
años y son verdaderas páginas vivas de la historia
de nuestra Hermandad.