03 Noviembre de 2013

-Son mallorcitas para pasar un rato sin ti.- Tom le sonrió.
-Maddy esta enferma, señor.- Roy tosió de nuevo.- Y
Naia esta embarazada de ocho meses.
Aquello sorprendió a Tom.
-Esta bien, dejame que te cure esa pierna he iremos a
buscarlas.- Tom se agachó y tras observarla se levantó.-
Hay que ponerte unos cuantos puntos, además tu
también estas enfermo. Llamaré al doctor de la familia.
-No importa, señor.- Roy trató de ponerse los pantalones
negros que Tom le había dado.- Solo quiero ver a
mis hermanas.
-Llamame Tom.- Le volvió a insistir.- Primero te curaran
y después iremos a buscarlas, ya te lo he dicho.
Roy se dio por vencido y cedió ante Tom. El hombre lo
llevó a un despacho y tras llegar el doctor y darle unos
puntos de sutura e inyectarle algo en su cuerpo, lo condujo
de nuevo a la habitación.
-Gracias.- Le susurró Roy.
-Ahora subirá la hija de mi mejor amigo y te cortará
esos cabellos y te afeitarás.- Tom cerró la puerta del
baño dejandolo allí.
La puerta se volvió a abrir y por ella entró la muchacha
con los ojos más negros que jamás había visto. Su pelo
castaño llegaba poco más de sus hombros, y sus mejillas
sonrojadas le deban un brillo especial a su rostro.
-Hola, soy Lena.- Ella le tendió la mano y Roy la aceptó.-¿Cuantos
años tienes?
-Veinticinco.- Le susurró Roy.
-Bien, sientate, acabaré en un minuto.- Roy la obedeció.
Tras unos minutos Roy se fijó en su pelo. Ya no le llegaba
por los hombros y ahora estaba limpio y brillaba.
Sus ojos azúles brillaban en la imagen del espejo.
-Gracias.- Y observó a Lena.-¿Debo afeitarme?
-Si.- Lena rió y a él le pareció que era un ángel.- Cuando
acabes irás a buscar a tus hermanas.
Tras afeitarse frente a aquel lujoso espejo, pensó que no
era el mismo. Con aquel traje caro de chaqueta y corbata,
parecía uno de esos muchachos ricos. Bajó como
pudo las escaleras y miró a toda la gente que allí había.
Sus mejillas se sonrojaron y su corazón latió fuertemente
en su pecho.
-Vamonos.- Tom tiró de su mano y Lena les siguió hasta
el exterior.- Ella nos acompañará y hablará con tus
hermanas.
-Gracias.- Susurró de nuevo Roy al entrar en el lujoso
coche.
Mientras él le indicaba donde debían ir, los ojos de
Lena no abandonaron su rostro. Roy se estaba poniendo
nervioso. Cuando al fin sus ojos vieron la pequeña
casa casi derrumbada, sonrió.
Tom aparcó el coche y él salió olvidandose de su pierna
herida. Al apoyar el pie en el suelo, un gemido salió de
sus labios.
-No te esfuerces o sangrará.- Tom lo cogió del brazo.-Vamos.
Roy se acercó a la cochambrosa puerta y la empujó
despacio. Cuando al fin vio a sus dos hermanas tapadas
con una manta roida y sucia, corrió como pudo en
aquel pequeño espacio y las abrazó.
-¿Que te ha pasado?- Preguntó Naia.- Estas limpio y
guapo.- Roy se sonrojó.
-Pensé que no vendrías.- Maddy tosió.- Tengo hambre.
-Un coche me atropeyó.- Dijo Roy ignorando a Tom y a
Lena en la puerta de la casa.- No traigo nada de comer,
lo siento, perdí las pocas monedas.
-No importa.- Naia lo abrazó.- Si tú estas bien, lo demás
no importa, mañana será otro día
-Roy.- Tom habló desde la puerta.- Debemos irnos, nos
estan esperando.
Roy se sobresaltó al escuchar la voz de Tom, se había
olvidado de ellos dos.