Medio siglo anillando aves para la ciencia - SEO/BirdLife

Entrevista
mienta para estudiar las migraciones, y
esa fue su misión principal hasta los años
ochenta. Claro que, mucho antes de que
hubiera programas nacionales en parte
alguna del mundo, hubo pioneros que habían
anillado pájaros de cara a estudiar
el comportamiento de aves individuales.
Varias personas, tanto aficionados como
profesionales, habían estado usado el
anillamiento con este objetivo desde al
menos los años treinta. Además, David
Lack fue en los años cuarenta el pionero
en el uso de los datos resultantes de
esta actividad para medir tasas de supervivencia.
Sin embargo, no fue hasta mucho
más tarde cuando la gente reconoció
que si los anilladores concentraban sus
esfuerzos en programas estables de anillamiento
en lugares determinados -estaciones
de esfuerzo constante- esos datos
podrían usarse para obtener estimaciones
nacionales tanto de tasas de supervivencia
como de productividad. Este se
ha convertido en el objetivo fundamental
actualmente en gran parte de Europa y
Norteamérica.
¿Tenemos que continuar anillando aves
como siempre lo hemos hecho? Mucha
gente opina que ya no tiene mucho sentido
invertir tanto esfuerzo en ello. ¿Qué
argumentos cree usted que deberían tenerse
en cuenta de cara al futuro?
Es seguro que tenemos que impulsar programas
que den como fruto información
demográfica. Pero, tal como muestran todos
los análisis de patrones de migración,
los datos que hay siempre sacan a la luz
preguntas que requieren aún más datos
para poder ser contestadas. Así que el
objetivo tradicional de los anillamientos
aún es pertinente. Creo, asimismo, que
los anilladores deberían tener la opción
de llevar a cabo sus propios estudios: tanto
los aficionados como los profesionales
siguen haciendo importantes descubrimientos
sobre las poblaciones y el comportamiento
de las aves gracias a proyectos
propios. También es importante que
puedan dedicarse a anillamiento general,
que no esté ligado a ningún proyecto en
particular. Esto no sólo brinda datos que
se pueden usar en estudios demográficos
y migratorios sino que además consigue
que los anilladores generen nuevas ideas
y descubran aspectos novedosos prácticamente
por casualidad. El anillamiento
de esfuerzo constante, que ahora es tan
importante en muchos programas, tuvo
su origen en las actividades de grupos de
aficionados que pensaron que sería interesante
anillar pájaros sistemáticamente
en el mismo lugar año tras año.
¿Piensa que el cambio climático es un
nuevo argumento a favor de la idea de que
hay que continuar con los anillamientos?
Sí. Es seguro que el cambio climático
afectará a las poblaciones, distribución y
migración de las aves. De hecho, ya está
pasando. No debemos olvidar que el ser
humano, sin darse cuenta, ha afectado a
las aves de muchas otras formas: a través
de la intensificación de la agricultura en
la Europa occidental, por ejemplo. El anillamiento
ha sido uno de los instrumentos
que ha permitido a los ornitólogos estudiar
esos efectos. Y será aún más importante
en el futuro, posiblemente, a medida que el
cambio climático se intensifique y se sume
a todas las demás presiones que el ser humano
ejerce sobre el medio ambiente.
¿Qué futuro prevé para la conservación
de las especies en Europa?
Me gustaría poder decir que preveo que la
conservación se basará cada vez más en
pruebas científicas fiables, probablemente
facilitadas por un contingente cada
vez mayor de voluntarios (anilladores,
censadores, los que hacen los atlas, etc.).
Esa ha sido la tendencia en los últimos
setenta años y espero que continúe. Sin
embargo, el mundo está lleno de gente
que centra su fe a ciegas en lo irracional y
en los dogmas, en especial los políticos y
los economistas. Si no corrigen el rumbo,
¿estarán justificadas mis esperanzas?
“Desde Europa podríamos hacer mucho
para ayudar a desarrollar la ornitología
en los países tropicales”
¿Cómo se ve desde el Reino Unido el progreso
de la ornitología en España?
¡Sólo puedo hablar por mí mismo! El avance
de la ornitología en España ha sido radical,
tanto en calidad como en cantidad.
Los estudiosos españoles en ornitología
están al mismo nivel que los de cualquier
otro lugar de Europa. Aún anima más el
establecimiento del programa de seguimiento
de poblaciones de aves comunes,
que espero que lleve a una gran expansión
de la red de ornitólogos aficionados
de España.
¿Considera aconsejable y factible extender
la investigación y los programas de
conservación de aves a países con una
gran biodiversidad pero con niveles bajos
de desarrollo económico como los de
África y Sudamérica?
Claro que sí. Por supuesto, la forma de
realizarlo quizá tenga que ser distinta a
cómo lo hemos hecho en Europa debido
a las diferencias culturales y de desarrollo
económico. Desde Europa podríamos
hacer mucho para ayudar a desarrollar
la ornitología en los países tropicales,
colaborando en la formación de ornitólogos
autóctonos y compartiendo con ellos
nuestra experiencias al desarrollar la ornitología
en Europa durante los últimos
cien años. Ellos, al crear enfoques propios
adecuados a las circunstancias de
sus países, pueden aprender de nuestros
errores y aciertos.
¿Qué es lo que hace que en el Reino Unido
haya decenas de miles de voluntarios
y más de un millón de personas implicadas
en el activismo ornitológico?
Se podrían escribir libros enteros sobre el
asunto... De hecho, algunos se han escrito.
Pero no creo que las respuestas que se
han dado a esa pregunta sean mucho más
que simples elucubraciones. Mi propia teoría,
sin embargo, es que en Gran Bretaña
nos hemos beneficiado de no haber tenido
instituciones oficiales de conservación
ni programas nacionales de investigación
hasta mucho después de que los aficionados
hubieran empezado su labor. ¡Una vez
que los aficionados se habían hecho con
el liderazgo no iban a ceder el mando a un
montón de funcionarios!
¿Qué sería imposible de conseguir sin
todos esos entusiastas voluntarios a los
que tanto aprecia?
“Saber casi todo lo que sabemos” podría
ser una respuesta un tanto exagerada.
Pero no tendríamos atlas de aves,
ni seguimiento nacional de niveles de
población, de éxito reproductor y de supervivencia
de nuestras aves comunes, ni
tanto conocimiento de las razones de los
cambios en las poblaciones y de cómo las
pérdidas se podrían revertir. Sabríamos
poco sobre los patrones de migración.
Y, por supuesto, los cambios en políticas
dirigidas a conservar la naturaleza hubieran
sido mucho más lentos: éstos se han
dado porque hay tantos aficionados a la
observación de aves bien informados que
se crean oleadas de opinión a las que los
políticos han de prestar atención.
Entusiasmo: esa es la palabra clave que
usa usted en su editorial de despedida de
la última edición de la revista BTOnews.
¿Qué es lo que más le estimula a día de
hoy en el mundo de la ornitología?
Lo que más me estimula es todavía el
hecho de que unos ciudadanos comunes,
con capacidad y dedicación, trabajando
“codo con codo” con los profesionales
(y no sólo como sus ayudantes de campo),
puedan hacer una contribución tan
grande a la ornitología y proveernos de
pruebas que ayudan a cambiar la opinión
pública y la política del gobierno.
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