el-mundo-como-voluntad-y-representacic3b3n
el-mundo-como-voluntad-y-representacic3b3n
el-mundo-como-voluntad-y-representacic3b3n
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
una r<strong>el</strong>ación de razón y consecuencia entre objeto y sujeto, permaneció después igual que antes, por lo que <strong>el</strong><br />
principio de razón mantuvo, exactamente igual que antes, una validez incondicionada y la cosa en sí, en lugar de<br />
colocarse en <strong>el</strong> objeto <strong>como</strong> se había hecho hasta entonces, se ubicó en <strong>el</strong> sujeto d<strong>el</strong> conocer; pero después <strong>como</strong><br />
antes siguió sin reconocerse la r<strong>el</strong>atividad de ambos, indicativa de que la cosa en sí o la esencia interna d<strong>el</strong> <strong>mundo</strong> no<br />
se ha de buscar en <strong>el</strong>los sino fuera de <strong>el</strong>los, <strong>como</strong> también fuera de cualquier otro ser que exista sólo de forma<br />
r<strong>el</strong>ativa. Igual que si Kant no hubiera existido, <strong>el</strong> principio de razón sigue siendo en Fichte lo que era en todos los<br />
escolásticos, una aeterna veritas. En efecto, igual que sobre los dioses de los antiguos dominaba aún <strong>el</strong> destino<br />
eterno, sobre <strong>el</strong> Dios de los escolásticos imperaban aqu<strong>el</strong>las aeternae veritates, es decir, las verdades metafísicas,<br />
matemáticas y metalógicas, y para algunos incluso la validez de la ley moral. Solamente esas verdades no dependían<br />
de nada: pero por su necesidad existían tanto Dios <strong>como</strong> <strong>el</strong> <strong>mundo</strong>. Así pues, conforme al principio de razón en<br />
cuanto tal veritas aeterna, <strong>el</strong> yo es en Fichte la razón d<strong>el</strong> <strong>mundo</strong> o d<strong>el</strong> no-yo, d<strong>el</strong> objeto, que es justamente su<br />
consecuencia, su chapuza. De ahí que se haya guardado bien de probar o controlar <strong>el</strong> principio de razón. Si yo tuviera<br />
que indicar la<br />
40<br />
forma de dicho principio al hilo de la cual Fichte hace surgir <strong>el</strong> no-yo d<strong>el</strong> yo, <strong>como</strong> de la araña su t<strong>el</strong>a, pienso<br />
que se trata d<strong>el</strong> principio de razón d<strong>el</strong> ser en <strong>el</strong> espacio: pues solo referidas a él reciben alguna clase de sentido y<br />
significación aqu<strong>el</strong>las angustiosas deducciones de la forma y manera en que <strong>el</strong> yo produce y fabrica <strong>el</strong> no-yo desde sí<br />
mismo, deducciones que constituyen <strong>el</strong> contenido d<strong>el</strong> libro más absurdo y solo por eso más aburrido que jamás se ha<br />
escrito. -Esa filosofía fichteana, que en otro caso no merecería siquiera ser mencionada, nos resulta de interés solo en<br />
cuanto tardía oposición al materialismo antiguo, que era <strong>el</strong> más consecuente punto de partida objetivo, <strong>como</strong> aqu<strong>el</strong>la<br />
<strong>el</strong> subjetivo. Así <strong>como</strong> <strong>el</strong> materialismo no se dio cuenta de que con <strong>el</strong> más simple objeto había puesto ya<br />
inmediatamente <strong>el</strong> sujeto, Fichte no solo pasó por alto que con <strong>el</strong> sujeto (llamáralo <strong>como</strong> quisiera) había puesto ya <strong>el</strong><br />
objeto, puesto que ningún sujeto es pensable sin él, sino también que toda deducción a priori, incluso toda<br />
demostración en general, se basa en una necesidad, pero toda necesidad se basa exclusivamente en <strong>el</strong> principio de<br />
razón; porque ser necesario y seguirse de una razón dada son conceptos intercambiables 15 . Pero <strong>el</strong><br />
------------------<br />
15. Véase al respecto La cuádruple raíz d<strong>el</strong> principio de razón, 2ª ed., § 49.<br />
------------------<br />
principio de razón no es más que la forma general d<strong>el</strong> objeto en cuanto tal, así que supone ya <strong>el</strong> objeto y no<br />
puede producirlo ni hacerlo surgir conforme a su ley asumiendo una validez anterior y al margen de él. Así pues, <strong>el</strong><br />
partir d<strong>el</strong> sujeto adolece en general d<strong>el</strong> mismo defecto que <strong>el</strong> punto de partida objetivo antes expuesto: <strong>el</strong> suponer de<br />
antemano lo que se propone deducir, a saber, <strong>el</strong> corr<strong>el</strong>ato necesario de su punto de partida.<br />
Nuestro método se diferencia toto genere de esos dos equívocos opuestos, ya que nosotros no partimos d<strong>el</strong><br />
objeto ni d<strong>el</strong> sujeto sino de la representación <strong>como</strong> primer hecho de la conciencia; la primera forma esencial de la<br />
misma es la división en objeto y sujeto, y la forma d<strong>el</strong> objeto es a su vez <strong>el</strong> principio<br />
41<br />
de razón en su diversas formas, cada una de las cuales impera en su propia clase de representaciones hasta tal<br />
punto que, <strong>como</strong> se mostró, con <strong>el</strong> conocimiento de aqu<strong>el</strong>la forma se conoce también la esencia de la clase entera, ya<br />
que esta (en cuanto representación) no es más que aqu<strong>el</strong>la forma misma: así <strong>el</strong> tiempo mismo no es nada más que la<br />
razón d<strong>el</strong> ser en él, es decir, sucesión; <strong>el</strong> espacio, nada más que <strong>el</strong> principio de razón en él, o sea, posición; la materia,<br />
nada más que causalidad; <strong>el</strong> concepto (<strong>como</strong> se mostrará enseguida), nada más que r<strong>el</strong>ación con la razón d<strong>el</strong><br />
conocimiento. Esa total y permanente r<strong>el</strong>atividad d<strong>el</strong> <strong>mundo</strong> <strong>como</strong> representación, tanto en su forma más general<br />
(sujeto y objeto) <strong>como</strong> en las subordinadas a <strong>el</strong>la (principio de razón) nos indica, <strong>como</strong> se dijo, que la esencia íntima<br />
d<strong>el</strong> <strong>mundo</strong> se ha de buscar en otro lado d<strong>el</strong> mismo totalmente distinto de la representación que, según demostrará <strong>el</strong><br />
próximo libro, se encuentra en un hecho de igual certeza inmediata para todo ser viviente.<br />
No obstante, hay que examinar antes aqu<strong>el</strong>la clase de representaciones pertenecientes en exclusiva al<br />
hombre, que tienen por materia <strong>el</strong> concepto y por corr<strong>el</strong>ato subjetivo la razón, al igual que las representaciones<br />
consideradas hasta ahora tenían <strong>el</strong> entendimiento y la sensibilidad, que han de atribuirse también a todo animal 16 .<br />
-----------------<br />
16. A estos primeros siete parágrafos corresponden los cuatro primeros capítulos d<strong>el</strong> primer libro de los Complementos.<br />
--------------------<br />
Como de la luz inmediata d<strong>el</strong> sol al reflejo prestado de la luna, pasamos de la representación intuitiva,<br />
inmediata, que se sustenta y se acredita a sí misma, a la reflexión, a los conceptos discursivos y abstractos de la razón<br />
38<br />
§ 8<br />
http://Reb<strong>el</strong>iones.4shared.com