Las virtudes cristianas - P. Benjamín Martín Sánchez
Las virtudes cristianas - P. Benjamín Martín Sánchez
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tristeza..., al contrario, el alma disoluta y manchada<br />
por el pecado. (M. <strong>Martín</strong> S.)<br />
121<br />
La pureza es virtud de almas privilegiadas, de las<br />
que más se santifican por las demás. ¿A quiénes confía<br />
la Iglesia los niños abandonados, los ancianos, los<br />
dolientes? A las vírgenes castas. Sólo la pureza es<br />
capaz de tantos desvelos. La pureza nos habla de paz,<br />
de belleza, de armonía. “Bienaventurados los limpios<br />
de corazón porque ellos verán a Dios.” (Mt. 5, 8)<br />
122<br />
<strong>Las</strong> almas grandes han sido muy amantes de la<br />
castidad, virtud delicada que se opone a toda clase de<br />
impurezas, y es preciso que las almas jóvenes la conozcan<br />
para no perderlas, y por ser la más tentada<br />
sepan defenderla. La castidad se llama también “continencia”<br />
porque nos indica que hay que hacerse violencia<br />
para reprimir las tentaciones o malas inclinaciones<br />
de la carne.<br />
123<br />
¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu<br />
Santo, que está en vosotros...? Glorificad, pues, a<br />
Dios en vuestro cuerpo. (1 Cor. 6, 19-20) El contacto<br />
con el mundo perjudica a la pureza, vacía el espíritu<br />
de los pensamientos de Dios y los llena del amor a las<br />
criaturas. (S. Vicente Paúl)