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subsistir, sino que ha llegado a su fin. [27] Pero nadie puede entrar en la<br />
casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo<br />
así podrá saquear la casa.<br />
(C.I.C 394) La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien<br />
Jesús llama "homicida desde el principio" (Jn 8,44) y que incluso intentó<br />
apartarlo de la misión recibida del Padre (cf. Mt 4,1-11). "El Hijo de Dios se<br />
manifestó para deshacer las obras del diablo" (1Jn 3,8). La más grave en<br />
consecuencias de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al<br />
hombre a desobedecer a Dios. (C.I.C 395) Sin embargo, el poder de Satán no es<br />
infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro,<br />
pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque<br />
Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque<br />
su acción cause graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de<br />
naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la<br />
divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del<br />
mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero<br />
"nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le<br />
aman" (Rm 8,28).<br />
(Mc 3, 28-30) Es culpable de pecado para siempre<br />
[28] Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los<br />
pecados y cualquier blasfemia que profieran. [29] Pero el que blasfeme<br />
contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado<br />
para siempre». [30] Jesús dijo esto porque ellos decían: «Está poseído<br />
por un espíritu impuro».<br />
(C.I.C 1864) “Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres pero<br />
la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada” (Mt 12, 31; cf. Mc 3, 29;<br />
Lc 12, 10). No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega<br />
deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento<br />
rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (cf.<br />
Dominum et vivificantem, 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la<br />
condenación final y a la perdición eterna.<br />
(Mc 3, 31-33) ¿Quién es mi madre y mis hermanos?<br />
[31] Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose<br />
afuera, lo mandaron llamar. [32] La multitud estaba sentada alrededor de<br />
Jesús, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera». [33]<br />
Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».<br />
(C.I.C 496) Desde las primeras formulaciones de la fe (cf. DS 10-64), la<br />
Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María<br />
únicamente por el poder del Espíritu Santo, afirmando también el aspecto<br />
corporal de este suceso: Jesús fue concebido absque semine ex Spiritu Sancto<br />
(Concilio de Letrán (año 649): DS 503), esto es, sin semilla de varón, por obra del<br />
Espíritu Santo. Los Padres ven en la concepción virginal el signo de que es<br />
verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la<br />
nuestra: Así, San Ignacio de Antioquía (comienzos del siglo II): "Estáis<br />
firmemente convencidos acerca de que nuestro Señor es verdaderamente de la<br />
raza de David según la carne (cf. Rm 1, 3), Hijo de Dios según la voluntad y el<br />
poder de Dios (cf. Jn 1, 13), nacido verdaderamente de una virgen [...] Fue<br />
verdaderamente clavado por nosotros en su carne bajo Poncio Pilato [...] padeció<br />
verdaderamente, como también resucitó verdaderamente" (San Ignacio de