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Antioquía, Epistula ad Smyrnaeos 1-2). (C.I.C 500) A esto se objeta a veces que<br />
la Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jesús (cf. Mc 3, 31-55; 6, 3;<br />
1Co 9, 5; Ga 1, 19). La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no<br />
referidos a otros hijos de la Virgen María; en efecto, Santiago y José "hermanos<br />
de Jesús" (Mt 13, 55) son los hijos de una María discípula de Cristo (cf. Mt 27,<br />
56) que se designa de manera significativa como "la otra María" (Mt 28, 1). Se<br />
trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo<br />
Testamento (cf. Gn 13, 8; 14, 16;29, 15; etc.).<br />
(Mc 3, 34-35) El que hace la voluntad de Dios es mi madre<br />
[34] Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados<br />
alrededor de él, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. [35] Porque el<br />
que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi<br />
madre».<br />
(C.I.C 498) A veces ha desconcertado el silencio del <strong>Evangelio</strong> de S.<br />
<strong>Marcos</strong> y de las cartas del Nuevo Testamento sobre la concepción virginal de<br />
María. También se ha podido plantear si no se trataría en este caso de leyendas o<br />
de construcciones teológicas sin pretensiones históricas. A lo cual hay que<br />
responder: La fe en la concepción virginal de Jesús ha encontrado viva oposición,<br />
burlas o incomprensión por parte de los no creyentes, judíos y paganos (cf. San<br />
Justino, Dialogus cum Triphone Iudaeo 66-67: PG 6, 628-629; Orígenes, Contra<br />
Celsum, 1, 32: PG 8, 720-724; Ibid. 1, 69: PG 8, 788-789; y otros); no ha tenido<br />
su origen en la mitología pagana ni en una adaptación de las ideas de su tiempo.<br />
El sentido de este misterio no es accesible más que a la fe que lo ve en ese "nexo<br />
que reúne entre sí los misterios" (Dei Filius: DS 3016), dentro del conjunto de los<br />
Misterios de Cristo, desde su Encarnación hasta su Pascua. S. Ignacio de<br />
Antioquía da ya testimonio de este vínculo: "El príncipe de este mundo ignoró la<br />
virginidad de María y su parto, así como la muerte del Señor: tres misterios<br />
resonantes que se realizaron en el silencio de Dios" (Epistula ad Ephesios 19, 1;<br />
cf. 1Co 2, 8).<br />
<strong>Marcos</strong> 4<br />
(Mc 4, 1-9) ¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar<br />
[1] Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran<br />
multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca<br />
dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la<br />
orilla. [2] Él les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto<br />
era lo que les enseñaba: [3] «¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar.<br />
[4] Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y<br />
vinieron los pájaros y se la comieron. [5] Otra parte cayó en terreno<br />
rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra<br />
era poco profunda; [6] pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de<br />
raíz, se secó. [7] Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la<br />
sofocaron, y no dio fruto. [8] Otros granos cayeron en buena tierra y<br />
dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta,<br />
ya el sesenta, ya el ciento por uno». [9] Y decía: «¡El que tenga oídos<br />
para oír, que oiga!».<br />
(C.I.C 546) Jesús llama a entrar en el Reino a través de las parábolas, rasgo<br />
típico de su enseñanza (cf. Mc 4, 33-34). Por medio de ellas invita al banquete del