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Nº 26-27 (ago.-set. 1968) - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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42<br />

MANUEL DIEGUES JUNIOR<br />

En Maceió, según estudios alli realizados sobre<br />

su situación alimenticia, se comprueba que aun<br />

en las clases pudientes se encuentra déficit en<br />

calcio, fósforo, vitamina A, niacina y vitamina C; la<br />

clase obrera o proletaria, además <strong>del</strong> déficit en<br />

esos alimentos, también lo tiene en vitamina 81,<br />

vitamina 82 y vitamina D. Es decir que el panorama,<br />

según el simple ejemplo de una capital, no es de<br />

los más alentadores.<br />

De modo general puede decirse que en la región<br />

azucarera <strong>del</strong> Nordeste se observan carencias alimentarias<br />

en cuanto a calorías, proteínas, calcio,<br />

vitaminas A, C, 82 y niacina; la región mediterránea<br />

se encuentra mejor alimentada, por ser donde<br />

el consumo de carne de buey fresca, de leche y<br />

queso es más frecuente.<br />

Nadie ignora lo baja que es la renta per capita<br />

en el Nordeste; por lo tanto ¿qué recursos tendría<br />

la población para mejorar su alimentación, higiénizar<br />

su habitación, modificar sus hábitos de vestir<br />

y de vivir? En 1960 la renta per capita en el Nordeste<br />

era de 12.996 cruceiros. En Pernambuco, Rio<br />

Grande do Norte, Paraíbas y Al<strong>ago</strong>as, el promedio<br />

era superior al global de la región, pero no así en<br />

Ceará, Maranháo y Piauí, donde resultaba inferior,<br />

y en estos dos últimos Estados, acentuadamente<br />

inferior.<br />

Por lo tanto, no le faltaba razón al presidente<br />

Castello 8ranco cuando, retratando el drama de la<br />

vida <strong>del</strong> nordestino, preguntaba en su discurso de<br />

1964 en Recife: ,,¿Cómo podrá vivir y sobrevivir<br />

una población cuya renta per capita era en 1960<br />

de 12.000 cruceiros por año?» Esta es la misma<br />

pregunta que muchos vienen haciéndose, sorprendidos<br />

ante el espectáculo nordestino. Y a este<br />

hombre <strong>del</strong> Nordeste, que tuvo en sus manos las<br />

altas responsabilidades de organizar y de ejecutar<br />

los medios que modifiquen ese paisaje, respondia<br />

ya hace algunos años otro grande <strong>del</strong> Nordeste, el<br />

escritor José América de Almeida al escribir en el<br />

comienzo de su célebre novela Abagaceira, que<br />

"mayor miseria que morir de hambre en el desierto,<br />

es no tener qué comer en la tierra de Canaa».<br />

En verdad, el Nordeste es un mundo de problemas.<br />

En tres de ellos algunos autores han resumido<br />

este mundo: sequía, hambre y miseria. Todos ellos<br />

pueden sufrir cambio y desaparición si fuera posible<br />

una enérgica política de realizaciones, sin dirigirse<br />

a intereses momentáneos o transitorios. En<br />

cuanto a la sequía, el especialista norteamericano<br />

Stefan H. Robock (7) señalaba: las sequías han ido<br />

convirtiéndose no en un período de sufrimiento<br />

humano, sino en un fenómeno politico. No en vano<br />

nuestro compatriota Antonio Callado, uno de los<br />

más ilustres periodistas y ensayistas brasileños, se<br />

refería hace ya algunos años atrás a los "industriales<br />

de la sequía».<br />

No debe silenciarse el progreso en la zona nordestina<br />

en los años más recientes. Este hecho, por<br />

otra parte, es reconocido por dicho economista<br />

norteamericano, cuando señala que en el período<br />

de 1955 a 1960 el Nordeste y el Norte progresaron<br />

mucho más rápidamente que el Sur y el Centro­<br />

Oeste, donde las vicisitudes en los sectores <strong>del</strong><br />

café se compensaron con las ganancias de la industrialización.<br />

Nadie podrá negar que el Nordeste vive en este<br />

momento un instante decisivo en su progreso histórico.<br />

Urge encaminarse hacia el cambio de las<br />

estructuras existentes. La primera de ellas es la de<br />

la estructura agraria. A ese respecto, la observación<br />

inicial que se puede registrar es el crecimiento<br />

<strong>del</strong> minifundio, de un lado, y la aparente desaparición<br />

<strong>del</strong> latifundio, por otro. Entre 1950 y 1960, el número<br />

de establecimientos con menos de 10 hectáreas<br />

aumentó de 308.623 a 636.055, esto es, <strong>del</strong> 56,8 por<br />

ciento <strong>del</strong> total de establecimientos de la región<br />

al 65,9 por ciento. Mientras tanto, el área ocupada<br />

por esos mismos establecimientos aumentó de<br />

1.070.123 a 1.845.337, lo que corresponde a un crecimiento<br />

<strong>del</strong> 2,6 al 4 por ciento.<br />

Por otra parte, el número de establecimientos<br />

con más de 1.000 hectáreas disminuyó de 6.170 a<br />

6.033 en 1960, o sea <strong>del</strong> 1,2 por ciento a menos <strong>del</strong><br />

1 por ciento. En cuanto al área ocupada por esos<br />

establecimientos, que era superior a 17.500.000 Has.,<br />

descendió a 16.400.000 Has. En números relativos<br />

esto quiere decir que <strong>del</strong> 42,4 por ciento cayó al<br />

35,8 por ciento. Sin embargo, el área ocupada por<br />

las grandes propiedades representa aún en 1960<br />

más de un tercio <strong>del</strong> total <strong>del</strong> área de los establecimientos<br />

rurales <strong>del</strong> Nordeste.<br />

A decir verdad, algunos estudiosos <strong>del</strong> problema<br />

agrario destacan que la subdivisión <strong>del</strong> área nada<br />

(7) Stefan H. Robock: Brazil's Deve/oping Northeast:<br />

A Study 01 Regional Planning and Foreign Aid. The<br />

Brookings Institution. Washington D.C., s/f. (1963).

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