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Adiós E50 - Esade

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un sikh bautizado en el sentido estricto,<br />

y a pesar de que no suelo llevar turbante,<br />

quería parecerme a un sikh tradicional<br />

el día de mi boda: majestuoso. El<br />

turbante estaba decorado, además, con<br />

una diadema brillante, llamada sehra,<br />

que mi hermana me puso en torno a<br />

la cabeza. Finalmente, mi tío me entregó<br />

una espada ceremonial. Me sentía<br />

como un maharajá (aunque fuese sólo<br />

por un día).<br />

El séquito nupcial, de unas 70 personas,<br />

salió de mi ciudad natal de Kapurthala a<br />

las 8h30 hacia Amritsar, situada a unos<br />

de 80 kilómetros de distancia, en una caravana<br />

de coches. Llegamos puntuales<br />

al lugar fijado en Amritsar. Cuando salí<br />

del coche, vi un caballo perfectamente<br />

decorado y la banda nupcial esperándome<br />

a un lado de la carretera. Según la<br />

tradición, se supone que el novio ha de<br />

llegar a casa de la novia montado a caballo<br />

–una costumbre que todavía sigue<br />

viva. Yo estaba emocionado y asustado<br />

al mismo tiempo, ya que era la primera<br />

vez en toda mi vida que montaba a caballo.<br />

Al llegar, la familia de Shelly estaba preparada<br />

para darnos la bienvenida en la<br />

entrada del hotel. Tras una breve oración<br />

pronunciada por el sacerdote local,<br />

ambas familias se reunieron formalmente<br />

(la ceremonia se denomina milni, que<br />

significa “reunión”) y todos entramos<br />

en el salón de banquetes. Después de<br />

los habituales aperitivos y el desayuno,<br />

nos dirigimos hacia Gurudwara para la<br />

ceremonia nupcial real, que es conocida<br />

como el Anand Karaj, que significa<br />

“unión feliz”.<br />

Fue en Gurudwara donde vi por primera<br />

vez aquel día a la que se convertiría en<br />

mi esposa, que llegó acompañada por<br />

sus hermanas y amigos, una vez el resto<br />

de personas ya se habían sentado. No<br />

podía dejar de mirarla: estaba absolutamente<br />

preciosa con su vestido de novia<br />

rojo y aquellas joyas tan elaboradas.<br />

Estábamos los dos sentados en el suelo,<br />

uno al lado del otro, ante el libro sagrado,<br />

con un largo pañuelo rojo que nos unía:<br />

Shelly cogía una punta y yo otra. Tras leer<br />

algunos versos, el sacerdote nos hizo levantar<br />

para empezar a andar en torno al<br />

libro muy lentamente, en el sentido de<br />

las agujas del reloj. Otro sacerdote cantaba<br />

un himno mientras andábamos.<br />

Tras haber hecho una vuelta entera en<br />

torno al libro sagrado, nos inclinamos<br />

ante él y nos volvimos a sentar. Ese proceso<br />

se repitió otras tres veces. La finalización<br />

del último círculo en torno al libro<br />

sagrado marcaba el fin de la boda, y la<br />

gente de ambos bandos empezó a felicitar<br />

a nuestros respectivos padres. Tras<br />

una oración final, salimos de Gurudwara<br />

para dirigirnos hacia el hotel, pero esta<br />

vez mi mujer estaba a mi lado, cogiéndome<br />

de la mano.<br />

“<br />

Tras haber hecho una<br />

vuelta entera en torno<br />

al libro sagrado, nos<br />

inclinamos ante él<br />

y nos volvimos a sentar.<br />

Ese proceso se repitió<br />

otras tres veces.<br />

“<br />

Cuando llegamos al hotel, nos sentamos<br />

el uno al lado del otro en dos sillas situadas<br />

en una plataforma elevada, y los<br />

parientes y amigos de ambas partes se<br />

acercaron para felicitarnos. Realizamos<br />

una breve sesión de fotos y, a continuación,<br />

llegó la hora del baile. No era lo<br />

que se conoce como el baile nupcial,<br />

sino una danza en grupo en la que participa<br />

toda la familia. Después del baile,<br />

se sirvió la comida.<br />

Cuando eran casi las 4 de la tarde, ya<br />

estábamos listos para irnos. Entonces<br />

llegó la parte más triste del día –la<br />

ceremonia de despedida, llamada<br />

doli. Había llegado el momento de que<br />

Shelly dejara atrás a su familia, sus padres<br />

y la ciudad donde había crecido<br />

para empezar una nueva vida conmigo.<br />

Mientras decía adiós a su madre, a su<br />

padre y a los demás familiares, no podía<br />

dejar de llorar, ni ella ni su familia.<br />

Al salir por la puerta principal, el coche<br />

nupcial, decorado con todo detalle, nos<br />

estaba esperando. Tras una ronda final<br />

de adioses, nos dirigimos hacia nuestro<br />

hogar.<br />

Un mes después de la boda<br />

Vuelvo a estar en Barcelona, escribiendo<br />

este artículo en mi piso, solo. Todavía<br />

no hemos terminado de completar<br />

todo el papeleo para que mi mujer pueda<br />

reunirse conmigo aquí, en España.<br />

Podría tardar un año, incluso más. Es<br />

una situación muy frustrante para ambos,<br />

pero sabemos que el amor que<br />

sentimos el uno hacia el otro nos ayudará<br />

a afrontar esta separación, y esta<br />

separación hará que nuestro amor sea<br />

todavía mayor...<br />

Jatinder Jit Singh<br />

E-Noticias 5<br />

<br />

Llegó la hora del baile. No<br />

era lo que se conoce como<br />

el baile nupcial, sino una<br />

danza en grupo en la que<br />

participa toda la familia.<br />

““

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