Link a la Revista RCH de Septiembre 2011 – N 93 - Rugby ...

S los pumas
Por Eugenio Astesiano
(Enviado especial a Nueva Zelanda)
mundial nz 2011
EL PARADIGMA DEL
RUGBY ARGENTINO
Todo es picar y picar. Trabajo de preso. Remangarse la camisa, transpirar, sudar mucho, agotar los recursos,
lastimarse mucho y dejar los hombros rojos de tanto defender. Eso es ser Puma hoy. Hay lugar
para la magia y debería haber más, porque ejecutantes que se sienten cómodos en ese papel, sobran.
Pero así son, así fueron y así seguramente
serán siempre, por más aditamentos que
les querramos poner, buscar y agregar.
Los Pumas han hecho de la defensa encarnizada
-del territorio, del in-goal propio y del resultado-
y también de la presión con el tackle ofen-
sivo una nueva marca registrada en su historia,
amenazando y hasta acaso relegando al scrum
para los libros de historia.
No se puede explicar así, sencillamente y en
algunas líneas lo que se ve y se vio. Es conmovedora
la entrega, obvio. Eso es indiscutible. Pero
lo más interesante para analizar desde el punto
de vista táctico -si se quiere llamar así, o simplemente
rugbístico-, es que el orden defensivo, la
línea para no desordenarse, la mantención del
espacio a defender de cada uno, la velocidad
para ponerse en posición de tackle… todo eso,
durante ya tres partido en esta Copa del Mundo,
es lo más admirable de todo.
Contra Inglaterra, en el primer partido argentino
de esta Rugby World Cup que se jugó
en el hermoso Otago Stadium de Dunedin, este
planteo Made in Argentina funcionó bien, más
allá del resultado final que culminó en derrota.
No se puede minimizar una actuación soberbia
desde el punto de vista de la defensa y el orden
por una distracción que terminó con un try inglés
cuando hasta ese momento no habían hecho
nada en ataque, por virtudes Pumas para
impedírselo.
No nos debemos engañar. Ese partido fue
una muestra cabal de las potencialidades argentinas
para jugar este deporte. Ante un rival
más fuerte, más poderoso, la clave fue no dejarlo
pensar, que no tome ritmo el ataque, que no
se logren meter entre la defensa para jugar cómodos
dentro de ella. Y atacar cuando hubiera
oportunidad. Y atacarlos jugando la pelota, sin
ir al choque, buscando el espacio, la sorpresa, el
pase a un compañero, la pelota viva. Eso se hizo
con gran calidad.
Sí, se perdió dirán aquellos que sólo hacen
lecturas por resultados como resultados en sí.
Claro, nadie viene a una Copa del Mundo a perder.
Pero sí se viene a jugar. Si se puede ganar,
mejor, mucho mejor, pero lo primero, lo básico,
es jugar.
En una Copa del Mundo nunca se ve buen
rugby a granel, tan sólo a cuentagotas. Y decir
que Los Pumas mostraron gotas de buen rugby
no es una falacia ni mucho menos. Ante Inglaterra
y Rumania el equipo hizo gala de muy buen
rugby por momentos. No estábamos viendo a
los All blacks, eso está claro y sólo ellos pueden
hoy, hacer eso. Pero a su forma, con su receta,
con su fórmula, con su nueva marca registrada,
Los Pumas hicieron bien lo que hicieron.
El partido con Inglaterra fue el inicio de una
performance diametralmente opuesta a la vista
hasta ahora en todo el proceso Phelan. Que generó
ilusión de un cambio de juego, de actitud,
de puesta en el pasto de lo que se declamaba en
las pizarras, en las conferencias de prensa y en
las entrevistas.
Contra Rumania, el equipo se floreó. Daba
el rival, el momento, la situación, el planteo y
la formación de los backs para hacer lo que se
hizo. Porque no nos engañemos: una cosa son
los backs con Felipe y otra muy distinta sin él en
cancha.
Con el capitán jugando (de 10 o 12, da igual)
hay poco volumen de juego abierto, de despliegue
de pelota, de buscar el espacio para perforar.
Con él en cancha es todo menos lírico y más
físico, más ímpetu que magia, aunque él pueda
y sepa a veces frotar la lámpara, el equipo tiene
más velocidad en ofensiva. Y la pelota, es innegable,
muchas veces (las más) no pasa de él.
Como será esto de tajante que ante Escocia,
en un partido muy áspero para los delanteros,
fueron dominados en el juego suelto y en buena
parte de las formaciones fijas, con pocas pelotas
disponibles para atacar, un clima adverso
(lluvia y viento imposibles) y con los backs casi
siempre dispuestos a defender y olvidándose de
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