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Sólido Invencible, CAMPEÓN!
mín Madero cuando a los 6 de iniciado el test
puso los primeros 3 puntos para los de San Isidro,
a través de un penal. Posteriormente, sería
el autor de 12 tantos más a lo largo del encuentro.
Cosa de no creer era lo que pasaba de la vereda
de enfrente, La Plata no conseguía cruzar la
mitad de la cancha y se desesperó al encontrarse
superado en todas las facetas del juego. Recién
en la mitad de la primera etapa los Canarios
llegaron al terreno del SIC por primera vez, gracias
al arranque de sus forwards obtuvo un penal
que Dimas Suffern Quirno transformó en 3
puntos para achicar distancias y ponerse 6 a 3.
La supremacía en las formaciones fijas y móviles
del SIC abrumó a su rival desde el comienzo de
la final y los encerró en sus 25 yardas.
Tras una jugada de seis fases, el debutante
Javier Ortega logró lo que los de mayor experiencia
no podían todavía, entró profundo lanzado
en velocidad y, de esa manera, rompió la
última línea defensiva de los Amarillos logrando
apoyar bajo los palos. El SIC monopolizó el dominio
de la pelota y dispuso de ataques de calidad
sometiendo una y otra vez a un desconcertado
La Plata que no salía de su asombro y cuando tibiamente
cruzó por segunda vez la mitad de la
cancha un error de handling posibilitó que el SIC
recuperara la pelota en defensa y saliera de contraataque
a través de su centro Agustín Vago,
que tras correr 30 metros pateó la ovalada a las
espaldas de Augusto Ramos y Dimas Suffern
Quirno, para que José López Mañán aprovechara
el pique y nuevamente
concretara un try
bajo los palos que Benjamín
Madero convirtió estirando
la ventaja a 23-3.
Mientras los Zanjeros
sumaban de a 7, los
Canarios intentaron de a
poco recobrar la memoria
de aquella primera etapa
que siete días atrás fue
clave para derrotar al ese
entonces tetracampeón
Hindú y se decidieron a ir
por el descuento a través
de la patada de Esteban Durante (reemplazante
del capitán platense en este rubro), sin embargo,
la suerte no estaba teñida de color amarillo
y el remate se fue desviado, dejando pasar una
gran chance que el SIC agradeció antes de retirarse
a descansar 10 minutos.
Ya en el segundo tiempo la historia fue distinta.
La Plata salió a quemar las naves y realizó dos
cambios que le dieron mayor movilidad y explosión
en ataque: salieron el lesionado Dimas Suffern
Quirno y el Jaguar Guillermo Roán e ingresaron
Antonio Mazzoni que le dio un nuevo
y refrescante aire al equipo y el experimentado
Rondinelli para darle más fuerza al scrum que
se convirtió en la formación dominante del juego.
Pero el SIC como un asesino serial estaba decidido
a facturar cada error platense y, al minuto
de juego el pilar Piccinini capitalizó una acción
combinada y se zambulló bajo los palos para
que otra vez Benjamín Madero convirtiera, y
pusiera el score con un lapidario 30 a 3.
Con la suerte echada los Amarillos salieron
a quemar los últimos cartuchos y empezó otro
partido. A partir de esa decisión, los canarios
atacaron con determinación y consiguieron llegar
por primera vez al ingoal rival de la mano de
Pedro Mercerat. Pero no se conformarían sólo
con esto y minutos más tarde el tryman del certamen,
Augusto Ramos, convirtió el primero
de su cosecha personal y encendió la esperanza
platense y la alarma en los de Boulogne al poner
el marcador 30 a 17. El partido cambió rotunda-
mente, el SIC pasó a limitarse a su tarea de férrea
defensa e impuso un muro humano ante el alu-
vión canario que se le venía encima. Los minutos
pasaban y el torbellino amarillo era imparable.
Para colmo, el irascible Artese se fue amonestado
en el momento más álgido del partido y obli-
gó al SIC a jugar hasta el final con uno menos.
La defensa de los dirigidos por Rolando
Martin fue apoteótica y La Plata empujado por
la multitud que lo acompañó soñaba con la hazaña.
Pero el tiempo les jugaba en contra de los
sueños. Sin embargo, los locales estaban completamente
decididos a vender muy cara su derrota,
pero ya fue irremediable la brecha que se
había dado en los primeros 40 minutos y, como
dice una frase muy popular, “tarde piaste pajarito”.
Sonó la chicharra que indicaba la finalización
del partido y, junto al pitazo de Cristian Sánchez
Ruiz se desató la locura zanjera y el desconsuelo
platense. En un partido jugado como
una verdadera final, el SIC fue un justo ganador,
se coronó como el mejor equipo de la
temporada y obtuvo el 24º campeonato de su
rica historia.
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