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Sainetes y elucubraciones de Federico F.<br />
Acto 11.<br />
Federico baló sorprendido<br />
del truco.<br />
- Va, descarga.<br />
Ay Dios mío llévame pronto, que yo<br />
na más que quiero de morirme.<br />
- Venga hombre, descarga ya.<br />
¿Mamá? No quiero levantarme aún,<br />
mamá. Es temprano, déjame dormir.<br />
Un ratito más por favor, un<br />
ratito más.<br />
- ¡¡Eso es, descarga ahora, descarga!!<br />
¡¡OH DIOS, SI!!<br />
¿Scarlett? ¿Sigues ahí, Scarlett?<br />
Mira que lo nuestro no lleva a ningún<br />
lado, querida. Kirsten, yo soy<br />
más de Kirsten, adorada Scarlett.<br />
Pero, tú y yo, amigos para siempre.<br />
- Uf, joder, sí. Ha sido rápida de cojones,<br />
¿eh?<br />
- Precoz, las llaman precoces.<br />
- Nunca me había pasado, qué sensación<br />
de súbito placer, qué desahogo.<br />
- ¿Guapo, eh?<br />
- Tope de guapo.<br />
- El tope de gama colega.<br />
Federico abre los ojos con una rapidez<br />
similar a la que podemos observar<br />
en el descenso de la tasa de<br />
paro en Andalucía. Los gritos que<br />
ha estado escuchando, dignos de la<br />
señora obesa que se monta por primera<br />
vez en la famosa atracción de<br />
feria conocida como El Ratón Vacilón,<br />
consiguen despertar en Federico<br />
un sentimiento, aún soterrado y/u<br />
oculto, de odio y futura crucifixión.<br />
Decimos soterrado porque el intenso<br />
dolor de cabeza y las consiguientes<br />
ganas de arrancarse el cuero cabelludo<br />
a mordiscos campan con soltura y<br />
a sus anchas por la yerma llanura de<br />
su actividad neuronal.<br />
- Quiero más, ¿sabes? Quiero volver<br />
a hacerlo.<br />
- Mejor tomemos algo antes, así recuperamos<br />
fuerzas.<br />
Las voces se apagan. Federico vuelve<br />
a cerrar los ojos, hace acopio de<br />
fuerzas, se incorpora sobre su brazo<br />
izquierdo y se apoya contra una estructura<br />
mullida. En un momento,<br />
La Nausea sube por su garganta y<br />
provoca un vómito sobre el suelo que<br />
deja a Biescas bajo la calificación de<br />
“Cayó un poco de barro sobre los coches”.<br />
Vuelve a la posición original y<br />
suspira hondo, seguido de una frase<br />
similar a Con una cantidad menor<br />
habría sido mucho mejor totalmente<br />
inconsciente y sin embargo sincera.<br />
Se oye un sibilino murmullo que<br />
proviene de lejos o en derredor, no lo<br />
sabe, acompañado de ruido de cristales<br />
chocando y risotadas que denotan<br />
el carácter malsano de quien las<br />
perpetra.<br />
Acierta a comprender, no sin dificultad,<br />
que está recostado en un sofá.<br />
La estancia está completamente a<br />
oscuras. No le duele el coxis, y eso<br />
en estas situaciones de Desubicación<br />
Matinal Transitoria es una buena<br />
noticia. Al menos, piensa, no estoy<br />
en La Modelo a merced de cualquier<br />
violador con la mirada traviesa.<br />
Tampoco estoy en casa de Arnaldo,<br />
razona acto seguido, ya que lo más<br />
blando que tiene este para dormir<br />
es un colchón hecho con el pelo de<br />
Steven Seagal después de peinarse<br />
con barniz Titanlux. Un olor que<br />
le recuerda al de las palomitas con<br />
mantequilla de microondas recién<br />
hechas le sobreviene momentáneamente<br />
a la nariz. Posiblemente se<br />
trate del olor a sexo practicado en<br />
ambientes excesivamente caldeados,<br />
como aquella vez en la cabaña de<br />
techo de uralita que tiene su primo<br />
Little John en el desierto de Arizona,<br />
y este aroma puede ser una buena<br />
noticia o una muy mala, dependiendo<br />
del tonelaje.<br />
Las voces, repentinamente, vuelven<br />
a estar presentes en un primer plano<br />
auditivo.<br />
- Cucha, ¿estás preparado? Que digo<br />
yo que habrá que ponerse otra de<br />
nuevo.<br />
Esa voz nasal con acento andaluz le<br />
es familiar.<br />
- Vamos para adelante entonces con<br />
el pollo este, que insaciable eres joder.<br />
Y esa voz de chulo de mierda, también.<br />
Federico se vuelve a sentar medianamente<br />
erguido en el sofá, resopla,<br />
evita una arcada, se estremece, busca<br />
a tientas su Nokia 3210, se echa<br />
una mano a la cabeza y entorna los<br />
ojos, recelando. Parémonos aquí<br />
un momento y procedamos a analizar<br />
la situación de nuestro querido<br />
amigo, observemos detenidamente<br />
los síntomas de los que adolece e intentemos<br />
llegar a alguna conclusión<br />
definitiva. Federico, ahora mismo,<br />
siente:<br />
a. Un agudo dolor de cabeza.<br />
b. Cómo destila un mal olor totalmente<br />
personal e intransferible.<br />
c. Un incipiente malestar estomacal.<br />
d. Una punzante y creciente necesidad<br />
de acudir al mingitorio.<br />
e. Una habitual falta de estabilidad<br />
psicomotriz.<br />
f. Una sequedad de paladar digna de<br />
Fidel Castro tras 17 horas de discurso<br />
arengando a las masas.<br />
g. Unas abruptas, pero no novedosas,<br />
ganas de asaltar la fábrica de<br />
Solán de Cabras.<br />
h. Una falta de riego sanguíneo en<br />
ciertas partes del cuerpo, por ejemplo<br />
los brazos.<br />
i. Que dicho riego sanguíneo faltante<br />
se encuentra actualmente trasvasado<br />
hacia Hola que tal venía a verte. Es<br />
decir, que la barrera del parking se<br />
encuentra levantada. Hay alguien<br />
dentro del pantalón que lucha por<br />
salir a la superficie.<br />
j. Un síntoma clave: el pensamiento<br />
que cruza su cabeza ahora mismo es<br />
algo similar a Qué guapamente que<br />
me lo tuve que pasar anoche…<br />
Conclusión empírica: con un 98% de<br />
probabilidades de acierto podemos<br />
afirmar que Federico F. rezuma resaca<br />
por todos los poros de su cuerpo.<br />
Una absoluta y total Resaca Como<br />
Un Borrico.<br />
Sumándolo todo, y agitándolo con<br />
el mismo esfuerzo que caracteriza a<br />
Ronaldinho entrenándose, tenemos<br />
que el calor, la humedad, la resaca,<br />
los gritos y el olor a animales muertos<br />
han generado un cocktail que,<br />
sinceramente, es algo habitual en<br />
las mañanas de Federico. Todo le es<br />
borroso: las voces, el tacto, su visión<br />
panorámica, el dinero que se gastó<br />
ayer. Tiene la brumosa falta de concreción<br />
de no saber dónde está, ni<br />
con quien ni cómo ha llegado hasta<br />
allí.<br />
El dinero que me gasté ayer.<br />
Las ganas de tumbarse de nuevo en<br />
el sofá dominan claramente a la necesidad<br />
de levantarse e ir a orinar.<br />
El dinero que me tuve que gastar<br />
ayer.<br />
Pero, sobre todo, hay un presentimiento<br />
que lo asalta, hay una voz que<br />
martillea su conciencia a medida que<br />
va recordando con cuentagotas qué<br />
es lo que hizo la noche anterior.<br />
Mierda, anoche salí con la VISA.<br />
Ergo Federico se encuentra ahora<br />
mismo sumido en un mar de dudas,<br />
en un desconcierto similar al del Festimad<br />
2005, ese en el que muchos<br />
vieron cumplido su sueño de asaltar<br />
la barra de un bar sin que posteriormente<br />
le cayeran dos ostias bien dadas.<br />
Por un lado, tener más resaca<br />
que Charlie Sheen tras el cumpleaños<br />
de Juan Carlos I, Rey de España,<br />
significa que, por experiencia propia<br />
y tras muchos años de hablar solo<br />
volviendo a casa a horas intempestivas,<br />
seguramente se lo pasó bien la<br />
noche anterior. Por otro lado, palpar<br />
el sofá en el que estás tumbado intentando<br />
dar con tu móvil y, en su<br />
lugar, encontrarte un pendrive con<br />
forma de polla a escala real no es,<br />
precisamente, algo tranquilizador.<br />
- ¡¡DIOS!! ¡¡OTRA, OTRA DESCAR-<br />
GA MÁS!!<br />
- Ya lo tengo todo partido, el corazón,<br />
el alma, los sentimientos… ay<br />
mamasita…<br />
- Pon otra joder, ponte otra sí señor.<br />
Esas voces de nuevo tan asquerosamente<br />
familiares.<br />
Las nauseas comienzan a mitigar<br />
levemente, una vez que Federico ha<br />
soltado el pendrive con forma de polla<br />
y ha podido dar con su flamante<br />
Nokia 3210. Qué sería yo sin poder<br />
jugar a la serpiente, reflexiona sabiamente.<br />
Las voces provienen de<br />
una estancia lateral que se comunica<br />
con la suya por una puerta de cuyo<br />
marco cuelgan, o eso cree ver el, pájaros<br />
muertos con fotos de personas<br />
agarradas del pico.<br />
Federico hace un escaneado visual<br />
del lugar de izquierda a derecha: luz<br />
tenue que se filtra por una pared hecha<br />
con caña, un olor perfectamente<br />
masticable, varios marcos con fotografías<br />
de alguien con pelo blanco<br />
que viste como una divinidad griega<br />
pero con una cara que le resulta familiar,<br />
posters motivacionales con<br />
los logo de Megaupload o uTorrent<br />
cuyo mensaje no alcanza a leer, un<br />
bote de Betadyne abierto, vaselina,<br />
preservativos usados por el suelo, un<br />
fórceps, unas pinzas para cortar los<br />
pelos de la nariz, un sujetador talla<br />
65, un bote de cloroformo, un pañuelo<br />
blanco con restos de sangre y otro<br />
sofá simétricamente colocado en paralelo<br />
al suyo.<br />
El shock.<br />
Federico ve a su querido amigo Arnaldo,<br />
hasta ahora invisible para el<br />
debido a la falta de luz, en el sofá de<br />
enfrente. Pero, por desgracia, contemplar<br />
en este momento a su amigo<br />
no es algo que, en la situación que<br />
acabamos de explicar, sea excesivamente<br />
tranquilizador.<br />
La escena es aterradora.<br />
Arnaldo, erguido y sentado en el<br />
borde del sofá, mira fijamente a<br />
Federico con la misma cara de pavor<br />
que debió de poner la primera<br />
novia virgen de Mandingo cuando<br />
este se bajó los pantalones y le dijo<br />
“Todo esto tiene que entrar ahí”. A<br />
su lado, con el brazo por encima de<br />
sus piernas, duerme una mata infecta<br />
de pelo, raída y asquerosamente<br />
rizada, de la que asoma una huesuda<br />
nariz que respira con dificultad. La<br />
Mata de Pelo Raída no lleva puesto<br />
más que un tanga de hilo, donde el<br />
grosor del hilo es similar al que usa<br />
tu tía Paquita para cogerte el bajo de<br />
los pantalones, dejando a la vista dos<br />
bronceados cachetes que acumulan<br />
un % de carne similar al que encontramos<br />
en una hamburguesa del<br />
McDonald. El resto es hueso, vello,<br />
mala sangre y duende.<br />
Arnaldo, vestido únicamente con un<br />
albornoz blanco con el logo de Telefónica<br />
bordado, mira fijamente a Federico<br />
con rictus inamovible.<br />
La mata infecta, repentinamente,<br />
emite una serie de sonidos roncos<br />
y guturales que Federico identifica<br />
como “… gato hace ay ay ay ay… gato<br />
hace uy uy uy…”<br />
Al loro, pavo.<br />
Federico mira a Arnaldo.<br />
Mira a La Mata de Pelo Raída.<br />
Mira los preservativos anudados que<br />
descansan en el suelo.<br />
Mira a Arnaldo.<br />
Aspira profundamente y nota como<br />
el olor a palomita de mantequilla se<br />
le clava en el cortex neuronal.<br />
Mira a La Mata de Pelo Raída.<br />
La Mata de Pelo Raída ronca fuertemente,<br />
aparta tres trenzas de pelo y<br />
deja ver su rostro.<br />
Se percata de quién es.<br />
Mira a Arnaldo.<br />
4 Enterrar el hueso Meterla hasta en la funda de las gafas<br />
5<br />
Grita.<br />
- o -