revista del seminario revista - Seminario Conciliar de Madrid

Espiritualidad
por Jaime Lima
ECUMENISMO, COMUNIÓN Y VIDA COMUNITARIA
La acción salvífica de Dios se realiza en
la historia, y es ahí en donde Dios ha
fijado su “morada”. Quiso, sin embargo,
el Señor santificar y salvar a los
hombres no individualmente y aislados
entre sí, sino constituir un pueblo
que lo conociera en la verdad y le sirviera
santamente. La Iglesia es comunión,
es decir, unidad del hombre con
Dios. La Iglesia desde los primeros instantes
de su nacimiento ha velado para
proteger la unidad de todos los hombres
redimidos por Cristo manteniéndolos
constantes en la enseñanza de
los apóstoles, en la comunión, en la
fracción del pan y en la oración.
Nuestro Seminario, acogiendo la
enseñanza de la doctrina de la
Iglesia en el marco de la semana
de oración por la unidad de los cristianos,
ha celebrado a lo largo de los
últimos años encuentros ecuménicos
con representantes de distintas confesiones
cristianas. La tarde que celebramos
las vísperas ecuménicas en la
capilla del seminario nos predicó el
presbítero anglicano Niger Thomas,
quien, partiendo de la parábola de “El
Buen Samaritano” nos hizo reflexionar
con la pregunta “¿qué exige el Señor de
nosotros?”. Y nos dijo: “según el profeta
Miqueas lo que el Señor quiere de ti es
que cumplas con la justicia…, caminar
con Dios. Parece sencillo pero es una
tarea de años o de toda una vida.
Nuestras vocaciones no tienen valor si
no se basan en estas tres palabras: justicia,
caridad y humildad”. También
manifestaba que “la fe se ve atacada
por todas partes” y que “nuestra experiencia
no es única ni exclusiva, sino
que forma parte de la totalidad de la
experiencia cristiana”. Resumiendo, si
el cristiano en medio del mundo y
junto a sus hermanos cumple con la
justicia, vive en la caridad y en la
comunión con Dios podrá ser realmente
uno como lo son el Padre y el
Hijo.
Pero, ¿cómo vive un seminarista esta
unidad en la caridad? Para nosotros el
Seminario es la cuna donde nos forjamos
para configurarnos cada vez más
con Cristo, único y sumo Sacerdote. De
tal forma que después de Nazaret, el
tiempo de la vida oculta de Cristo,
también podamos ser enviados como
mensajeros de paz y de fraternidad a
los hombres. La vida en el Seminario
intenta ser la comunidad apostólica,
en donde los discípulos se reúnen con
el maestro para conocerlo y amarlo. El
conocimiento de Dios no es algo abstracto
e independiente de las demás
personas. A Dios se le conoce por
medio de la oración, que no es otra
cosa que entablar un diálogo de amor
con Aquel que sabemos nos ama. El
seminario es una oportunidad privilegiada
para tener este encuentro, de tal
forma que la vida del seminarista no se
vea atacada por las falsas esperanzas y
complacencias del mundo.
Por otra parte, esta oración entendida
como encuentro no solo tiene lugar en
el momento de estar ante el sagrario,
sino que también intentamos prolongarla
a lo largo de la jornada, en el tú a
tú con los demás seminaristas, con los
compañeros de la universidad, en el
compartir las alegrías, penas y preocupaciones,
en el ejercicio de nuestras
responsabilidades pastorales, de tal
forma que hablándonos, corrigiéndonos,
aconsejándonos y apoyándonos,
podamos ver a Cristo en cada momento.
De este modo, unidos en la oración,
compartiendo la vida, caminamos juntos
al encuentro del Señor, que ya
viene y está viniendo.
Finalmente, el centro de toda la vida
cristiana es siempre la Eucaristía, en
donde Dios hecho Hombre se ofrece
por la unidad y por la salvación de
todos los hombres. El seminarista, después
de su jornada, se acerca al altar de
Dios para recibir la prenda de la salvación,
el Cuerpo y la Sangre de Cristo,
manifestando así también la unidad
con el único Cuerpo de Jesús.
Rvdo. Nigel Thomas
de la Parroquia Anglicana
de Saint George.
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SEMINARIO