Nota completa - Revista Palermo
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EL TURF EN LA HISTORIA ARGENTINA<br />
“ENTRE BURREROS,<br />
NO…”<br />
El turf no es una isla apartada de la vida<br />
del país. Tampoco con respecto a lo que<br />
ocurre en materia política. El 16 de setiembre<br />
de 1955 se produjo un levantamiento<br />
militar encabezado por el general Eduardo Lonardi<br />
que lograría cumplir su objetivo esencial:<br />
derrocar al segundo gobierno de Juan Domingo<br />
Perón, elegido por el pueblo. La acción<br />
armada se prolongó varios días sin que la actividad<br />
hípica sintiera el eco del violento cambio<br />
en el manejo del poder.<br />
UN NACIONAL DISTINTO<br />
Sin embargo, al poco tiempo los enfrentamientos<br />
llegarían al hipódromo.<br />
Se estaba en vísperas de una nueva<br />
edición del Gran Premio nacional, que<br />
tenía a Tatán, hijo de The Yuvaraj del<br />
stud Los Cerros, como figura excluyente.<br />
Tocó una tarde gris con las tribunas<br />
atestadas de aficionados. Para medir el<br />
nivel de concurrencia de la época cabe<br />
señalar que apenas 4 años antes se<br />
había registrado el duelo Yatasto-Branding,<br />
que originó un récord de espectadores<br />
en San Isidro – más de 100.000<br />
– y lanzó a la fama al descendiente del<br />
modesto Burudun.<br />
Se realizó el paseo de acuerdo con la<br />
usanza de entonces, los caballos retornaron<br />
a los boxes y luego de casi una<br />
hora volvieron a la arena, rumbeando<br />
hacia las cintas, en el palo de los 2500.<br />
Fue cuando un grupo de manifestantes<br />
peronistas pasaron de la popular a la<br />
especial, comenzaron a arrancar baldosas<br />
y a tirarlas en dirección a la oficial,<br />
sector al que se consideraba representativo<br />
del espíritu de lo que Perón llamaba “la<br />
oligarquía”. Se intensificó el ataque sin que hubiera<br />
intervención policial. Los efectivos de<br />
uniforme azul eran escasos y sólo se dedicaban<br />
a detener a algún levantador de apuestas<br />
– créase o no, los “arbolitos” recibían paradas<br />
hasta cuando los caballos pisaban el codo de<br />
Olleros -, algún menor de edad, algún encurdelado<br />
por un par de NP.<br />
TATAN LESIONADO<br />
Clima agresivo, falta de puntería, propósito de
conseguir que se suspendiera la reunión, uno<br />
de estos elementos hizo que una baldosa se<br />
estrellara en el anca de Tatán. Desmontó su<br />
jockey, el extraordinario “Pelusa” Artigas, se<br />
acercó un veterinario, hablaron con el cuidador,<br />
Pedro González, y todos coincidieron en<br />
que el aspirante a crack podía correr.<br />
La novedad – apreciada cuando Artigas<br />
montó otra vez a Tatán –llevó a los manifestantes<br />
a arreciar la pedrea. La situación se<br />
tornaba difícil. Los boletos se ponían a<br />
mano, con chapas, y anunciaron que el sport<br />
del abrumador favorito sería de $ 2,60 por<br />
cada 2. La impresión dominante era que iba<br />
a resultar riesgoso largar la carrera. Riesgoso<br />
para jinetes y animales.<br />
LA HORA DEL “PROFESOR”<br />
En ese momento descendió los escalones de<br />
la especial, centro geográfico de la batahola,<br />
un personaje muy singular de la época: “El<br />
Profesor”, del que sólo se sabía su nombre de<br />
pila, Rafael. Hombre de origen eslavo, pronunciaba<br />
la “r” como “g”: en lugar de Torterolo<br />
decía Togggtegggolo. Era habitué firme con su<br />
traje negro, sombrero orión, un habano entre<br />
los labios y un bagayo de ejemplares de La<br />
Rosa debajo del brazo. Vale aclarar que todavía<br />
no se publicaban las actuales tabuladas, o<br />
sea que para reunir antecedentes había que<br />
cargar con un montón de revistas anteriores.<br />
Medio hipódromo consultaba al “Profesor”.<br />
“¿Qué hizo Flor Silvestre en <strong>Palermo</strong>?”. El tipo<br />
buscaba performances y decía: “en la aggguena<br />
no levanta las patas, espeggala en el<br />
pasto”. Para cerrar la semblanza digamos que<br />
a menudo fichaba boletos grandes a placé y<br />
explicaba que así “se cuida el cuogggue y el<br />
sistema negggvioso”.<br />
Plantado entre la popular y la oficial cuando<br />
aún volaban baldosas, de repente “El Profesor”<br />
se arrodilló, alzó las manos, como si invocara<br />
a algún dios, o a todos, y empezó a<br />
clamar: “no, muchachos, entre buggguegos<br />
no…”. Su actitud, valiente y temeraria, logró<br />
que aflojara levemente la violencia. Ante esa<br />
conquista Rafael continuó repitiendo su grito<br />
fundamental: “entre buggguegos no…”. Al rato<br />
se detuvo totalmente la pedrea y un aplauso<br />
de la gente consagró el gesto de “El Profesor”<br />
y la posibilidad de que se disputara el Nacional.<br />
Rafael, que estaba jugado a mano de<br />
Tatán, subió al piso superior de la especial y<br />
se convirtió en un aficionado más.<br />
UNA ODISEA<br />
Largaron y Tatán quedó de los últimos. La lesión<br />
no parecía grave, pero se ignoraba cuál<br />
podía ser el shock vivido por el caballo al recibir<br />
el baldosazo. Artigas lo fue acomodando y<br />
al girar el codo final estaba encajonado y no<br />
mostraba acción convidadora.<br />
Junto a Rafael estaba el actor Iván Grondona<br />
y ambos sentenciaron a coro: “no gana más”.<br />
Ya en el derecho lucharon varios rivales y se<br />
cortó adelante Canyengue, que pagaba “tarifa”,<br />
piloteado por el chileno José Ortiz Tapia.<br />
A todo esto Tatán cargaba abierto, pero se<br />
tenía la sensación de que no podría alcanzar<br />
al puntero. Hasta que a 150 metros de la raya<br />
asomó una esperanza. Canyengue no quería<br />
más y “Pelusa” le pedía el alma a Tatán. La<br />
entregó, nomás, el de chaquetilla turquesa y<br />
cereza, emparejó en los 80 y sacó medio<br />
cuerpo. “El Profesor” y Grondona lagrimeaban<br />
abrazados.<br />
Se había vivido una jornada inusual en un hipódromo,<br />
sólo agitados por ciertos “asaltos”<br />
consumados con caballos que venían de fracasar<br />
estrepitosamente. Tal el caso de Hotel, pupilo<br />
de otro “profe”, el inolvidable Alfonso<br />
Salvati, que provocó que unos cuantos enardecidos<br />
– solía suceder en verano, por eso se<br />
acusaba a los hinchas de fútbol – intentaran<br />
poco menos que linchar a Salvati y al jockey<br />
venezolano Justo Torres Benitez.<br />
La imagen de “El Profesor” arrodillado y en posición<br />
de rezo es imborrable para quienes estuvimos<br />
en <strong>Palermo</strong>. Y sirve para confirmar<br />
que la pasión turfística va mucho más allá de<br />
boletos, pesajes, famas pasajeras y el sueño<br />
de la Salvación Fugaz. “Entre buggguegos<br />
no…” es un símbolo digno de ser recordado y<br />
valorado por los devotos de las carreras. ¿A<br />
nadie se le habrá ocurrido proponer que lo canonizaran<br />
a “El Profesor?”.<br />
Edgardo Freijo