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REVISTA AGITPROP Nº4

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un pequeño auto de juguete que tiene, los dos intercambian<br />

sus maltrechos artefactos y juegan por un momento. Luego el<br />

niño harto del juego toma su auto más el juguete de la niña<br />

y sale corriendo, la niña se pone a llorar como nunca lo había<br />

hecho, sus músculos se tensan y empujando con sus piernas<br />

la espalda de su madre inclina con fuerza la cabeza hacia atrás<br />

logrado que la mitad de su cuerpo salga del aguayo colgando<br />

peligrosamente. Su madre sorprendida gira bruscamente logrando<br />

tomar a la niña antes de que caiga al suelo y después<br />

de una reprimenda la vuelve a meter en el multicolor aguayo<br />

que cuelga de su espalda. La niña conteniendo el llanto en<br />

la medida de sus fuerzas, sin entender lo que había pasado<br />

miraba a su madre y se pegunta porque estaba de parte de<br />

ese niño que le había robado su juguete, mientras la mujer<br />

la miraba también sin entender por qué su hija se comporta<br />

de esa manera. La pequeña molesta esta otra vez metida en<br />

el colorido aguayo que cuelga de la espalda de su madre, su<br />

seño fruncido va cediendo paso a una mueca de desaliento<br />

cuando sus ojos canela se posan otra vez sobre el puesto de<br />

enfrente donde los juguetes parecen más hermosos y luminosos<br />

que nunca.<br />

La niña siente cada vez más asfixiante el estar encarcelada<br />

en el aguayo con sus multicolores barrotes, ya no le molesta<br />

el sol, ni el sobre abrigo de sus ropas, tampoco el hecho<br />

de que perdió su juguete, lo que le molesta es el no poder<br />

liberarse de la espalda de su madre, ella quiere aterrizar y<br />

correr como los niños mayores. En ocasiones su madre la ponía<br />

al suelo y desataba el aguayo para que ella pueda gatear<br />

libremente por el lugar pero desde que había empezado a caminar<br />

esto se hacía muy peligroso porque muchas veces se<br />

acercaba peligrosamente a los automóviles que pasaban por<br />

la calle, por esta razón su madre había decidido no sacarla<br />

muy a menudo del entintado aguayo que colgaba de su espalda.<br />

La niña mientras más crecía más aprisionada se sentía<br />

en aquella pintoresca cárcel, y también la mujer sentía cada<br />

vez más pesada la carga de tener que llevarla a cuestas. Ella<br />

era muy pequeña para comprender que su madre también<br />

era una prisionera, unida por cadenas invisibles a su puesto<br />

de venta, a sus mercancía a las cuales debía cuidar con tanto<br />

recelo por que eran su única garantía para sobrevivir pero al<br />

mismo tiempo eran la razón para que no pueda vivir plenamente,<br />

lo mismo que la niña la mujer deseaba estar en otro<br />

lugar haciendo otras cosas, pero no podía hacerlo, esa era la<br />

vida que le toco vivir y aunque de tanto en tanto se lamente<br />

de su prisión y se sienta asfixiada por la incertidumbre de la<br />

falta de venta o de los robos, la costumbre y la rutina ahogan<br />

sus pensamientos y asesinan a su esperanzas, es mejor no<br />

pensar en que hay otra vida mejor se dice así misma, aunque<br />

esa otra vida mejor constantemente pase ante sus ojos y le<br />

haga consciente de su miseria.<br />

La niña ya no soporta más el encierro entre la espalda de<br />

su madre y el aguayo, pero parece que no puede hacer nada<br />

para librase, no quiere recibir otra tunda así que se resigna y<br />

se acomoda lo mejor que puede para pasar el rato, aunque<br />

no ve ningún reloj ya sabe que se acerca la hora de volver a<br />

casa donde podrá salir del aguayo multicolor que cuelga de<br />

la espalda de su madre. Pero su renuncia se ve interrumpida<br />

por que sus ojos han captado al niño que aún tiene su juguete<br />

en la mano, otra vez el sentimiento de frustración la invade<br />

y comienza a llorar desesperadamente, su madre la regaña<br />

girando su cuello para poder ver lo que le ocurre. La niña desesperada<br />

se sacude violentamente cuando siente unos brazos<br />

que la sostienen y la sacan de su encierro en el colorido<br />

aguayo se queda un momento anonadada pero luego escucha<br />

una dulce voz; es su abuela que la besa y la abraza y le<br />

habla cariñosamente, ella en vez de tranquilizarse, llora más<br />

profusamente quejándose en un lenguaje ininteligible por el<br />

robo que sufrió, aunque en el fondo se siente feliz de estar<br />

en los brazos de la voluminosa mujer y haber salido de su<br />

encierro. Su abuela sin prestarle mucha atención a sus gestos<br />

le da una golosina y la pone en el piso mientras regaña a su<br />

hija por hacer llorar a su nieta, la niña escucha los argumentos<br />

de su madre se tranquiliza y olvida la causa de su pena,<br />

se entrega de lleno a devorar la golosina que tiene en manos<br />

y tan pronto como la engulle vuelve a recordar su juguete, el<br />

pequeño pilluelo ha desaparecido otra vez, en vano lo busca<br />

con la mirada por todas partes, no está, pero ella al fin se<br />

libró del aguayo colorido que cuelga de la espalda de su madre<br />

y está libre de caminar y explorar el mundo. Su llanto a<br />

quedado atrás sólo quedan algunos suspiros entrecortados e<br />

involuntarios, que constantemente emergen de sus entrañas,<br />

la niña se pone de pie y comienza a caminar entre caída y caída;<br />

su madre y su abuela se encuentran distraídas contando<br />

un dinero que la abuela le trajo a su hija para aumentar su<br />

mercadería, la niña avanza hacia la calle mientras observa de<br />

reojo a su madre como sabiendo que hace algo prohibido y<br />

cuidándose de no ser descubierta. Su madre tiene una cara<br />

de alegría que pocas veces ha visto, ella tiene una sonrisa<br />

y abraza y besa a su abuela, la niña entonces siente deseos<br />

de unirse a aquella muestra de cariño pero de repente ve el<br />

aguayo colorido que todavía cuelga de de la espalda de su<br />

madre, se detiene y vuelve a su camino. La pequeña cruza<br />

la calle y se dirige al puesto de juguetes que está en frente,<br />

los automóviles pasan por la calle sin percibir siquiera a la<br />

menor, en el ajetreo de aquel gran mercado que es el mundo<br />

nadie se da cuenta de que la niña se encuentra en medio de<br />

la calle, ella camina como hipnotizada sin percibir el mundo a<br />

su alrededor sólo ve aquellas llamativas mercancías que están<br />

desparramadas por el suelo en el puesto de enfrente.<br />

Un automóvil frena se escuchan gritos y la gente se amontona,<br />

la abuela, fuera de sí, llora desconsoladamente, el cuerpo<br />

de su hija yace inmóvil en medio de la calle.<br />

La niña encantada admira los juguetes que a sus ojos son<br />

lo más hermoso que ha visto se agacha y toma uno de ellos<br />

¿es un cocodrilo?¿un dragón?¿un dinosaurio? a quien le importa,<br />

apresuradamente vuelve sobre sus pasos con un aire<br />

triunfal, llega al puesto de su madre y no la encuentra entonces<br />

la busca entre la gente, logra atravesar la muralla que habían<br />

formado los curiosos y ve a su madre tendida en el suelo,<br />

atropellada cuando intentaba atrapar al ladrón que le había<br />

arrebatado su dinero momentos antes, la niña ante la mirada<br />

atónita de todos los presentes, que no atinan a detenerla, se<br />

acerca alegremente a su madre que está recostada de lado y<br />

delicadamente le coloca el juguete que había tomado en una<br />

de sus manos y luego se recuesta a sus espaldas y se mete en<br />

el colorido aguayo que aún cuelga en la espalda de su madre<br />

para emprender el retorno a casa.<br />

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