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Tiempo de excepción es el que vivimos y viviremos<br />
con relativa frecuencia, en tanto el sistema vigente encuentre<br />
en su crisis estructural, como bien decía Benjamín<br />
no “la excepción” sino la “regla”. La industria cultural,<br />
a través de la cual se incorpora a millones de mujeres y<br />
hombres al ámbito del arte, va expresar tendencialmente<br />
esta situación.<br />
El cine de Hollywood<br />
es un buen<br />
ejemplo que grafica lo<br />
dicho. La otrora obra de<br />
exaltación del “héroe”<br />
de Vietnam ha sido una<br />
constante del cine de finales<br />
del setenta y mediados<br />
de los ochenta.<br />
Mostrar las bombas de<br />
napalm contra los niños<br />
vietnamitas, fabrican el<br />
estereotipo del “buen”<br />
ciudadano americano<br />
configurando el parangón<br />
fascista de la estetización de la política. Es que no<br />
sólo la vida tiene una estética, sino que también lo tiene<br />
la muerte. La asociación entre muerte e impulso estético<br />
puede desarrollarse a nivel colectivo y formar parte intrínseca<br />
de vastos movimientos de masas y de una concepción<br />
monumental de la política como espectáculo.<br />
Esta regimentación espectacular del arte se agudiza en<br />
adelante. History Channel y sus pares se dan a la tarea de<br />
abandonar la investigación<br />
y dar paso al misticismo,<br />
a la especulación<br />
irracional en todos sus<br />
programas. Los enigmas<br />
históricos y científicos,<br />
absolutamente<br />
obvios en tanto las limitaciones<br />
intrínsecas<br />
del conocimiento humano,<br />
son ahora obra<br />
de extraterrestre u otros<br />
sucesos para-normales.<br />
El control ideológico<br />
intenta hacernos creer<br />
que el ser humano como ser histórico no ha construido su<br />
historia. Es la traslación de la tesis “del fin de la historia y<br />
el último hombre” a la sociedad del espectáculo. En momentos<br />
en los que el mundo se entrega a la irracionalidad<br />
y el hombre camina la cornisa del abismo, no queda lugar<br />
para la esperanza y la lucha por construir un futuro que<br />
sobrepase el “no-future” de la tragedia circense que corre<br />
por los pasillos de la cultura dominante.<br />
Así también, convertir a Pablo Escobar en el ícono<br />
del momento supone normalizar, vía televisión y cine, las<br />
desbordantes y barbáricas escenas que forman parte del<br />
cotidiano en ciudades como Juárez, San Pablo o Rosario.<br />
La degradación humana que supone el totalitarismo del<br />
narco, no es objeto de crítica alguna. El cine y la tele se<br />
burlan de la subjetividad humana, pues la entretienen con<br />
algo que igual puede encontrar al salir del hogar.<br />
¿Qué hacer? Entre<br />
otras batallas, librar<br />
la batalla en el campo<br />
ideológico, en el campo<br />
de la superestructura,<br />
involucrando al arte,<br />
tal como el enemigo lo<br />
hace.<br />
Día a día, el capital<br />
asimila las expresiones<br />
más libres del arte y las<br />
vulgariza. Las convierte<br />
en objetos de consumo<br />
inofensivas e incluso<br />
ofende para aquietar<br />
y domesticar. Así castró de todo potencial transformador<br />
al folklore en Latinoamérica. En su momento, uno de los<br />
más reconocidos representantes del folklore renovador,<br />
Alfredo Domínguez, dijo: “El folklore se presenta autóctono<br />
o popular o culto. El popular ha crecido descomunalmente<br />
sin ningún contenido. Por ello es necesario conjugar<br />
–difícil conjugación lo culto y lo autóctono- a fin de<br />
buscar la adecuada y nueva expresión popular.” Pensar en<br />
este proceso entre los<br />
años 40 a los 60 del siglo<br />
pasado, que impulsados<br />
por la lucha social<br />
adquiere una dinámica<br />
que nos presenta ricas<br />
experiencias, perfilaba<br />
un movimiento folklórico<br />
de vanguardia. El<br />
panorama actual contradiciendo<br />
todo ese<br />
proceso nos muestra<br />
un folklore adocenado,<br />
vulgarizado, que no refleja<br />
el trabajo de tantos<br />
artistas en aquellos años. La derrota política de la clase<br />
obrera se ve reflejada también en el arte, no en una relación<br />
directa pero las consecuencias fundamentales pueden<br />
encontrarse por ahí. El capitalismo ha asimilado al<br />
folklore convirtiéndolo en herramienta propia de alienación,<br />
se puede decir que ha ganado la batalla en ese ámbito.<br />
Lo ha blanqueado y despolitizado (en el peor de los<br />
sentidos).<br />
LOS VAGONES<br />
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