tÃº - La novela corta: una biblioteca virtual

More documents

Recommendations

Info

124 lo está esperando, no, está atrás, en la espalda lo siento, me sigue ¿a qué huele Sara? <strong>La</strong>s tres de la mañana. Viene llegando Eleazar. Tranquiliza al perro y se sienta en la mecedora. Grillos, grillos, y el olor inmenso de la gobernadora. Cuatrocientos kilómetros por lado tiene el desierto, y en su sólida noche no hay un milímetro que no esté impregnado de gobernadoras. Eleazar aspira con rabia. Cuando empezaba a oscurecer olíamos el aire ¡ya está la gobernadora en el aire, ya son las ocho! Se iba al monte solo, después, cerrada la noche, a respirar, se mareaba respirando, pensaba millones de gobernadoras chiquitas verdes, yo estoy respirando millones de yerbas gobernadoras, yo solo, se lo contaba a Sara al día siguiente y Sara le decía a David: Eleazar fue a respirar él solo millones de gobernadoras. Eleazar aspira con angustia todo el aire que puede, y aquí está ese olor, ese otro, de pronto aquí estaba, ahora en el aire de la gobernadora estaba ya ese olor ¿qué
olor? Era lo que no sabía en la mañana. Es olor a algo antiguo, verde, o no, como a madera, es <strong>una</strong> mezcla. Se vuelve. Sara está recargada en la puerta, como si fuera de día. Sara, qué alta, qué delgada es, qué pálida es Sara. —Qué calor hace —dice Sara—, no se puede dormir. Y se sienta en el escaloncito del portal, un poco delante de él. Al rato él dice: —Sara... Ella vuelve apenas la cabeza. —Qué... —dice Eleazar— cómo eres... tú... qué has hecho... que... No. Se encierra irritado consigo mismo. Sara ha quedado levemente ladeada hacia él, suspendida en la oscura claridad de la noche, eternizada en el íntimo vuelo de oír, al fin: Sara, quién eres tú, cómo eres tú, qué has hecho, tú, Sara, tú estás aquí. Millones de grillos y gobernadoras, un coágulo de espera que vale por diez años. —Sara... —vuelve Eleazar. Sara no se moverá. Deja tú, deja, mantente quieta, deja que los 125
Page 2 and 3:
La novela corta. Una biblioteca vir
Page 4 and 5:
Ha recordado durante dos noches…
Page 6 and 7:
6 alguna vez alguien pidió una bot
Page 8 and 9:
8 el corazón del laberinto, la Sal
Page 10 and 11:
10 gesto languidece, se entreabren
Page 12 and 13:
12 —Ahora esto es de La Alazana
Page 14 and 15:
14 Viejo: Nooo y La Alazana le comi
Page 17 and 18:
En la tarde entran en el laberinto.
Page 19 and 20:
fantástica belleza de Eleazar pare
Page 21 and 22:
—Ií. —Eres tan hermoso... pero
Page 23 and 24:
Esa noche Eleazar conoce a La Alaza
Page 25 and 26:
y cómo y dónde venderla y comprar
Page 27:
siete años después. Lo único nue
Page 30 and 31:
30 bre”; después, empieza a sosp
Page 32 and 33:
32 Hace la pregunta como si lo amen
Page 35 and 36:
La Alazana no se da cuenta de que E
Page 37 and 38:
dormidos, su paso apanterado, los e
Page 39 and 40:
derecho a lo que venga o no lentras
Page 41:
Y eso y la droga y la bebida y las
Page 44 and 45:
44 Hombre quinto: Ái en la calle,
Page 46 and 47:
46 de lo que ve pasar por la acera,
Page 49 and 50:
Eleazar, David y Sara crecieron jun
Page 51 and 52:
viejos. Arnulfo tenía enemigos col
Page 53 and 54:
eso las personas mayores lo tentaba
Page 55 and 56:
—¿Por qué me dices eso? —preg
Page 57 and 58:
samos, te lo prometo, te lo prometo
Page 59 and 60:
centro de una gritería, asentía l
Page 61 and 62:
Eleazar viene llegando al extremo d
Page 63 and 64:
La arena sisea bajo los pies pausad
Page 65 and 66:
—¿Cuándo volví? Ella a su lado
Page 67 and 68:
samente el rostro de Sara, extraña
Page 69 and 70:
—Sí, seguro. —Dime algo, Eleaz
Page 71:
Esa tarde las mujeres van a casa de
Page 74 and 75: 74 con tanta ira vierte el café, q
Page 77 and 78: Eleazar regresa al Charco casi exac
Page 79 and 80: su voz, el desconcierto invisible c
Page 81 and 82: —David, buenos días. —Sara. Qu
Page 83: ñado de música y gritos, y su luc
Page 86 and 87: 86 tá aquí adentro? Te digo, déj
Page 88 and 89: 88 flotando en un remolino de injur
Page 90 and 91: 90 Aquella otra vez nos robamos las
Page 92 and 93: 92 a güevo si no yo miba, que desp
Page 94 and 95: 94 seme encima, onquel Napo chico t
Page 96 and 97: 96 ni vi cuándo se fue, había una
Page 99 and 100: Y así, sonriendo, ajeno a un cuent
Page 101: cuándo sucedió eso, que zumbó la
Page 104 and 105: 104 junto a la puertecilla. Sara ar
Page 106 and 107: 106 cho la frente por si acaso algo
Page 108 and 109: 108 —No, David, qué quieres que
Page 110 and 111: 110 sabía qué iba a hacer, te dij
Page 112 and 113: 112 go que, no sé, David, no sé,
Page 114 and 115: 114 debiera nada, a Napo, sólo, s
Page 116 and 117: 116 —Si es que no eras tú, Sara,
Page 118 and 119: 118 lillo, mirándola desolado, ent
Page 120 and 121: 120 —¿Qué? —Sara se le queda
Page 122 and 123: 122 Eleazar se da vuelta y se oscur
Page 126 and 127: 126 grillos y las gobernadoras trai
Page 129 and 130: —¡Sé dónde te largas, padrote
Page 131: acabarse de un momento a otro, y no
Page 134 and 135: 134 sa, sedientísima, perfume y se
Page 136 and 137: 136 los doce, un mes antes, en mayo
Page 138 and 139: 138 hacia sí misma, como agua sose
Page 141 and 142: Muere Esperia días después de hab
Page 143 and 144: Potranca, Rosemary, Guillermina Tor
Page 145: A las cortinas de la Sala Grande ar
Page 149: En la oscuridad del desierto hondí
Page 152 and 153: 152 Por la calle el tropel de gente
show all

tÃº - La novela corta: una biblioteca virtual

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

Delete template?

Save as template?