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PAPELES DE JAZZ_Edicion_N3

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<strong>JAZZ</strong>ODUCTOS<br />

LO PURO<br />

Metalurgia del jazz en Chile<br />

Por Miguel Vera<br />

Director y conductor de Holojazz<br />

Radio U. de Chile<br />

¿De dónde arranca el deseo de compartir<br />

el jazz? A partir de colecciones se ha hecho<br />

buena parte de la difusión del jazz en Chile.<br />

Todos sabemos de la mítica discoteca de José<br />

Hosiasson o de los discos descolgados de la<br />

colección de Mario Escobar, Paco Deza o<br />

Tuco Tapia. Para los coleccionistas, la unidad<br />

de cada pieza es exclusiva, pura y trascendente.<br />

Pero más allá de cualquier aséptica y<br />

perfumada cápsula elitista, unificadora y purista,<br />

estas colecciones han estado también<br />

en contacto con el borde sucio de la copia y<br />

el disco de segunda mano, la maloliente periferia<br />

de los aficionados otrora sin acceso,<br />

los pirquineros de la veta inesperada desde<br />

donde podemos ingresar a esta nota sobre la<br />

extensión, difusión y mediación de esta música,<br />

problematizando lo puro del jazzimiento,<br />

profundo y aún poco explorado, de la metalurgia<br />

del jazz en Chile.<br />

Pureza e impureza, como luz y sombra, yin<br />

y yang, son opuestos complementarios que<br />

se abrazan para formar una unidad. Sea que<br />

se busque la inmediatez de presentar la pieza<br />

de jazz reduciendo el habla en pro de la<br />

pureza “directa” o inmediata (como hace Roberto<br />

Barahona en su programa radial Puro<br />

Jazz), o bien se privilegie ampliamente el comentario<br />

o la conversación distendida (como<br />

hacemos Arturo Pozo, Nancy Betancourt,<br />

Alberto Reyes y yo en Holojazz), se trata de<br />

la misma ideología, con diferente rostro: lo<br />

puro como exclusivo y directo, inmediato; lo<br />

impuro como mediato e híbrido, categorías<br />

funcionales a una dicotomía (inefable/efable)<br />

atravesada por un filtro patriarcal, moderno<br />

y postcolonial, de acuerdo al cual las élites y<br />

el poder suelen arrogarse la prerrogativa de<br />

lo puro, segregando a la plebe a lo espurio<br />

y degradado. La difusión suele ser aquí una<br />

triste ceremonia re-distributiva que, pese a<br />

los esfuerzos prometeicos del divulgador,<br />

finalmente termina por reproducir la misma<br />

exclusión y hegemonía cultural que pretende<br />

reparar.<br />

Joachim Berendt escribió en 1959: “el jazz<br />

por naturaleza es una música ecléctica, y así<br />

lo ha sido desde el principio. […] la diferencia<br />

entre ‘pureza’ y ‘eclecticismo’ es el simple<br />

hecho de que la pureza existió tan atrás en<br />

el pasado que solemos olvidar cuán ecléctica<br />

fue en su día”. Se trata, en la práctica, de un<br />

olvido que invisibiliza lo impuro y mitifica lo<br />

puro. Según Barthes, el mito vuelve eternidad<br />

lo que antes fue contingencia y “las cosas<br />

pierden en él el recuerdo de su construcción”.<br />

El mito sustrae al jazz de su erosión histórica,<br />

mientras lo puro parece volver inoficiosa<br />

cualquier etiqueta, siguiendo lo que Barthes<br />

denomina la “ex - nominación” burguesa, entendiendo<br />

por ésta una habla despolitizada,<br />

exenta de toda arista local y coyuntural, que<br />

repite cómodamente la inercia de la falacia<br />

tautológica: “El jazz es jazz”.<br />

Hasta donde he podido rastrear, cuando se<br />

emplea la expresión “jazz puro” se quiere<br />

significar o demarcar, alternativa y/o conjuntamente:<br />

a) Jazz originario, primigenio, racialmente<br />

negro.<br />

b) Jazz norteamericano por oposición al jazz<br />

de otras latitudes.<br />

c) Jazz esencialmente jazz, sin aditivos ni<br />

mezclas; jazz absoluto.<br />

Del Jazz racialmente negro, “indemne a toda<br />

influencia impura […] de los blancos”( Panassié,1952),<br />

podemos decir que se trata de<br />

una visión, arcaizante y edénica, que muchas<br />

veces termina por cegar o empalagar al más<br />

acérrimo. ¿Sería acaso lo que condujo al chileno,<br />

escritor de jazz, José Francisco Riesco<br />

a tomar la drástica decisión de no asistir al<br />

concierto que diera Louis Armstrong en Santiago<br />

de Chile en 1957? Años después, el escritor<br />

arguyó: “No quise tomar el riesgo de<br />

perder esa idea tan pura que siempre tuve de<br />

él. Por una presentación pública en el nuevo<br />

estilo” (no el verdadero, el clásico de los años<br />

20, de acuerdo a Riesco).<br />

Del jazz puro = Jazz norteamericano, por oposición<br />

al jazz de otras latitudes, vale la pena<br />

recordar las palabras de Jean-Paul Sartre,<br />

cuando afirmó en 1947 que el jazz, al igual<br />

que las bananas, era mejor consumirlo allí de<br />

donde es oriundo, es decir, en New Orleans y<br />

por extensión, EE.UU. La frase, que abre el<br />

texto de Sergio Pujol, “Jazz al Sur. Historia de<br />

la música negra en Argentina” apunta claramente<br />

al vector norte-sur, con preeminencia<br />

del primero de los términos. Para algunos, en<br />

esta acepción no podría hablarse con propiedad<br />

de un jazz argentino, chileno o peruano,<br />

<strong>PAPELES</strong><br />

42<br />

<strong>DE</strong> <strong>JAZZ</strong>

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