Formato PDF - Casa de la Danza

ENTREVISTA
CRISTINA CASIMIRO
CON PASOS SILENCIOSOS HASTA HOY
Por Bàrbara Raubert
Desde su pequeña tienda-taller
del Raval,
camuflada detrás de
unos cristales oscuros entre
bares y tiendas de ultramarinos,
nos encontramos para
charlar de la danza, las zapatillas
y la psicología de los
bailarines. Cristina Casimiro,
la nieta del fundador de la
tienda más veterana de zapatillas
de Barcelona, y una de
las tres únicas fabricantes de
zapatillas de baile en España.
¿Cómo empezó vuestra empresa?
La familia de mi abuelo Casimiro pertenecía
a la farándula, iban en carromato
por los pueblos, sus padres eran
actores y, por la razón que fuera, un
día empezó haciendo zapatillas y pelucas.
No sabemos quién le enseñó, pero
eran zapatillas muy precarias, hechas
con un molde de yeso o algo parecido.
Años más tarde, fue mi padre quien le
acompañaría en sus desplazamientos
para repartir sus manufacturas entre la
gente rica que los sábados y domingos
hacía representaciones de ópera y
danza en su casa, como los Godó, que
eran mecenas. Con mi padre, que sólo
tenía ocho o diez años, iban a sus
casas y les ayudaban a vestirse, peinarse
y calzarse.
Entonces se trataba de un arte muy
minoritario y elitista, muy poca gente
bailaba y mi abuelo era el único que
producía los zapatos que necesitaban.
Por eso, cuando se fundó el Teatro del
Liceo, a mediados del mil ochocientos,
mi abuelo pasó a ser el zapatero del
Liceo. Había una habitación llena de
zapatillas de Casimiro que estaban allí
durante toda la temporada, a cada
artista se le hacía un par nuevo junto
con el vestuario, y al finalizar se recogían
y volvían a la tienda que entonces
estaba en la calle Aroles, delante del
teatro, hasta la siguiente temporada.
¿Hasta cuándo fue Casimiro el zapatero
del Liceo?
Esto siguió siendo así hasta que se
quemó el Teatro, y con él un montón de
nuestras zapatillas, media vida nuestra
se quemó con él, porque teníamos de
todo allí: zapatos, vestidos... piensa
que estábamos acabando la ópera
Tourandot. Pero ahora es distinto porque
las óperas vienen con todo, aquí
no se produce ninguna, así que no salimos
ganando en nada. Los figurinistas
sólo aparecen por la tienda cuando tienen
problemas que hay que solucionar
y a menudo demostrando una falta de
conocimiento sobre lo que piden... °hay
mucho esnobismo! Pero aquí les arreglamos
lo que haga falta, porque a mi
me interesa trabajar, aunque no me sé
promocionar, ni voy a los estrenos... Yo
estoy en mi espacio, vivo en mi
mundo... porque me gusta intento
adaptarme a lo que los artistas y bailarines
necesitan.
El otro día, por ejemplo, vino una bailarina
de un musical que se está
haciendo en Barcelona y necesitaba
unos zapatos que parecieran de calle
pero que le permitieran bailar. Le daba
apuro no tener empeine, a lo que la
productora que la acompañaba no
daba ninguna importancia. Yo sí la
entendí y me fui al taller a dar una serie
26 Danza en Escena
nº28_2010