VI Premio de Arquitectura Ascensores Enor

VI Premio de Arquitectura Ascensores Enor
naturaleza estéril, territorio de acciones que sólo llevaban a la inacción,
su carácter de nueva variante de espectáculo chapuceramente pretencioso
en eventos centrados en performances, happenings y una supuesta
hibridación con la alternatividad cultural, política… y neologismos siempre
antepuestos del prefijo pseudo–. Eventos (de los que la Trienal de Lisboa
de 2013 pueden considerarse paradigmáticos) no eran sino divertimentos
inocuos, insustanciales, que decían enfrentarse al poder cuando, de
hecho, no hacían sino confirmar su inutilidad, su incapacidad para actuar
como verdaderos remplazos de un sistema que parecía, en realidad, estar
utilizándolos.
No hay que pasar por alto lo que implica la sensacionalista pero interesantemente
ambigua proclamación de Peter Eisenman acerca de Rem
Koolhaas: «He is the archistar and now is the curator star».
Si la pasada Bienal de Venecia comisariada/curada por David
Chipperfield fue una especie de deslavazado cabaret donde se mezclaban,
como en el tango, la biblia y el calefón, y que culminó en el despropósito
de otorgar el León de Oro a la Torre David de Urban Think Tank, todo ello
con objeto de querer posicionarse ya no sólo él mismo sino a toda la élite
en ese falso horizonte ético y de cambio hacia una arquitectura que está
confundiendo lo social con buenismo y populismo, el planteamiento de la
actual edición de la Bienal puede interpretarse puede leerse —y queramos
entender la frase de Eisenman como un retorcido sarcasmo o como un elogio
celebrador a la figura de Koolhaas, el sentido se reforzará igualmente—
como una confirmación de lo curatorial como elemento y argumento
para la famacracia. Koolhaas curador es un clamor al ego personalista, la
necesidad de recurrir al viejo sabio para que nos ilumine con sus trucos y
trampas, la de negar a la arquitectura y, por ende, a los arquitectos para
finalmente autoproclamarse como the special one. Es un perverso canto de
cisne, pero que muchos insisten en seguir viendo como luz de esperanza o
alegoría de la inteligencia arquitectónica.
v.
Con toda seguridad, nos encontramos en el momento óptimo para intentar
poner al día los modelos que construyen la arquitectura aunque, con
igual seguridad, podemos reconocer vigente la tenaz resistencia a dejar
atrás una concepción de la profesión que, a través de sucesivas mutaciones
y camuflajes para no dejar de ser un negocio, trata de seguir viva. El
momento posee un potencial fuerte y evidente, pero sería ingenuo negar la
complejidad y energía combativa (no desde una agresividad virulenta, sino
propositiva) que conllevará debilitar por completo las estructuras de ese
sistema que ha regido a la arquitectura durante este tiempo.
31 Preámbulo