1 - Aves Argentinas
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tmiamente a h situacidn normal para el<br />
verano, cuando su caudal baja lo suñciente<br />
como paia llegar caminarado hasta el<br />
banco,<br />
Una espesa y silb selva con numerosas<br />
iiams cubre el albard6n costero al rlo, contjnuándose<br />
en angostas hnjas sobre las<br />
márgenes del amoyo Carabailo. De a poco<br />
se muestran las aves selvaticas: la figura típica<br />
del tia fSy&tila r@omp;ercilliata)<br />
dibuja inquieta, adosada sobre un<br />
mm, el hgazú (Piaya cqana) se mueve<br />
enm las ramas, y varios parúlidos<br />
se dejan ofr y ver de vez en cuando entre el<br />
foiiaje, como el arañero silbador (Basileuterus<br />
leucublephams), el arañero común<br />
(~mikuterw culicivor~) y una de las aves<br />
más comunes de los ambientes hrímedos<br />
del lugar, el arañero cara negra (Geothiypis<br />
aequinoctialis); alre los picidos se destaca<br />
el earphterito barrado (Veniliornis spiloguster].<br />
Bordeando esta franja selv Atica se extiende<br />
paralelo un pajonai alto de gramfne-<br />
. as con varias Iagunitsis, ahora inundado en<br />
L los bajos por la crecida del rio. Ocupando<br />
3<br />
estos ambientes selv~ticos y de bañado podemos<br />
hallar algunos grandes marniferos,<br />
k<br />
como el perseguido carpincho (Hydmhu-<br />
Ci erus hy&~hrW,<br />
y siempre oculto en la<br />
I noche y Ia espesura, d manopelada o agua-<br />
I rá pope (Prmyon cancrivom) nos deja<br />
Constancia de su pRsencia en sus típicas<br />
huella sobre el barro. Más despreocupado<br />
que las especies anteriores, el taai (Dcuypus<br />
sp.) se mostd indiferente. muy atareado<br />
en hurgar 10s bdes del pastizai.<br />
En d pajod las aves m& comunes fueron<br />
los verdones (Embernagraplatensis) y<br />
los sietevestidos (Poospiza nigrurufa),<br />
siempre llamando nuestra atención por la<br />
variedad de plumajes que presentaban sus<br />
juveniles. No menos atrayente fue poder<br />
admirar el W o lento del sangual (Pm-<br />
&A haliaetus), una rara rapaz-rnigratoria.<br />
Finalmente, el relieve ascendente nos<br />
lleva a un bosque semixerbfilo, transformado<br />
en pastizal. al ser talado en los potrems<br />
vecinos.<br />
En el campamento<br />
Aqui tuvimos nuestro campamento. cerca<br />
de un g m tala blanco (Celtis tala). Ue-<br />
-?o de frutos maduros, resultando una continua<br />
invi~i6n para el juan chiviro (Saltator<br />
mrar~tirostris) y el celestino (Thraupis<br />
sayaca): qambibn grupitos de chingolos<br />
(Zotrotr9chia cnpens~) parcicipm de la<br />
comida tomando $ni.tos wdlén caldos. Y<br />
hasta eI carpintero mc-a roja (Colapbe's melanolaimus)<br />
se detd a-para comer estos<br />
dulces anaranjados.<br />
Pero de día, fue.el crespin (%era mevial<br />
uno de los más k11mepctáculos. Se<br />
lo oía frecuentemente cerca delas carpas,<br />
y con poco buscar siempre lo halídbamos<br />
posado en lo alto de u; árbol. dejandonos<br />
ver por lo menos la mitad de su cuerpo:<br />
bastante estático, intentaba decir su nombre,<br />
para luego erizar rítmicamente su m-<br />
pete genexalmente dos veces, despuds de<br />
Io cual volvfa a apetir su canto.<br />
Atardece sobre el monte. S610 basta sentarse<br />
en el pastizal para observarlos dormi-<br />
]lones (Podager nacunda) revolotear bajo;<br />
o acomodar la mirada para distinguir la silueta<br />
del atajacarnbs (Hydropsallis brmiliana)<br />
sobre el cielo, ahora de tintes azules<br />
y rnjims con finas nuks horizontales.<br />
El alicucu o lechuza de los huecos (Otus<br />
cheliba) bastante confiada cerca del campamento<br />
empieza .a practicar su canto,<br />
mientras el zonino (Conepatscs chingu) comienza<br />
su reconida, y el mrm se vuelve<br />
esquivo, S610 dejándonos sus huellas en los<br />
lodaales.