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Editorial
Los otros pequeños rumiantes
Aunque el ámbito de competencia inicial de la SEOC, como su propio nombre indica,
sean las especies ovina y caprina, lo cierto es que existen unos parientes muy próximos de
ovejas y cabras, pequeños rumiantes también, que desde tiempos inmemoriales han existido
en la Península Ibérica en estado silvestre, practicándose con ellos diferentes modalidades
de caza. Nos referimos naturalmente al rebeco, cabra montés, corzo, gamo y ciervo, que
junto a las especies introducidas, muflón y arrui, constituyen las especies cinegéticas de caza
mayor en España.
¿Cuál sería la razón por la que la SEOC debería empezar a considerar en el futuro el
estudio de algunas de estas especies, muy particularmente el ciervo, que es con mucha
diferencia la más importante en censo de todas ellas A nuestro modo de ver son varias
las razones.
En primer lugar la enorme importancia económica que el sector cinegético ha adquirido
en los últimos años. Aunque poco conocida, la actividad cinegética genera unos recursos
en forma de renta, empleo y turismo cinegético que han sido evaluados recientemente
por la Federación Española de Caza en unos 2.700 millones de euros y 15.000 puestos de
trabajo directos, de los que una parte importante corresponde a la caza mayor.
Sin embargo, y esta sería una segunda razón, no es en su dimensión económica donde
se deben encontrar los principales argumentos para interesarnos por esta actividad. En
muchas regiones la caza, en este caso mayor, constituye un factor más de desarrollo
rural, que puede verse muy reforzado en los próximos años por las orientaciones menos
productivistas y de protección del medio ambiente procedentes de la UE. Muchos técnicos
y científicos reconocen que bien orientada, la creación y mantenimiento de zonas de
caza puede ser, no sólo una alternativa a la explotación de tierras agrícolas poco productivas,
sino también una posibilidad para mejorar su valor ecológico y extender la protección
de la naturaleza.
La tercera razón, o mejor conjunto de razones, por las que las especies cinegéticas mayores
van a tener una importancia cada vez mayor tiene que ver con la última reforma de la
PAC, que comienza a aplicarse a partir del 2006. En el reglamento de dicha reforma aparecen
nuevos conceptos como conservación del medio ambiente, modelo agrícola sostenible,
desarrollo rural, buenas prácticas agrícolas, ganaderas y medio ambientales, desacoplamiento,
etc., que van a modificar en los próximos años la agricultura y la ganadería,
favoreciendo claramente el desarrollo de la caza. Actualmente, cerca del 20% de las explotaciones
agrícolas en territorios de la UE están sometidas a algún tipo de medidas agroambientales.
Los costes asociados representan alrededor de un 4% (1.700 millones de euros)
del gasto total de la PAC y se espera que alcancen el 10% en los próximos años. España
se encuentra en una posición privilegiada para aprovechar este giro, tanto por el mejor
grado de conservación relativa de los agrosistemas, como por la superficie relativamente
amplia (14 millones de hectáreas) incluidas en la red Natura 2000.
Por último, señalar que algunas de estas especies se explotan ya en otros países como
especies ganaderas alternativas, en muchos casos orientadas a la producción de animales
para repoblación. Aunque resulte aventurado predecir cuáles van a ser las consecuencias
finales de todo este proceso de reformas que se inicia, son ya numerosas las
voces que coinciden en señalar que el desacoplamiento en los cultivos herbáceos puede
suponer que se dejen sin cultivar muchas hectáreas actualmente poco productivas o
situadas en tierras marginales próximas a zonas de montaña y montes, donde actualmente
se practica la caza, por lo que ésta y las explotaciones a ella vinculadas se verían
notablemente beneficiadas.
Laureano Gallego (Vicepresidente de la SEOC)
A. García
T. Landete
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