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Los emigrantes extremeños a Indias a través de sus cartas: 1556-1614. 

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15/03/2011 


Escrito por Rollano Hernández, Mª Rocío 

Álvaro Rubio, Joaquín 

Triguero Muñoz, Ángel 

INTRODUCCION 

En el Archivo General de Indias se encuentran 650 cartas pertenecientes a la correspondencia privada de emigrantes 

españoles a Indias durante el periodo moderno. De ellas 99 van dirigidas a personas residentes en la entonces provincia de 

Extremadura por familiares y amigos, lo que supone un 15,69% del total de las cartas. 

Pero, el número de cartas no coincide con el de remitentes, ya que algunos escriben varias, por lo que nos encontramos 

con un total de 478 remitentes de los cuales 78 son extremeños, lo que supone un 16,28% del total. Curiosamente esta 

cifra está muy próxima al porcentaje de extremeños emigrados a Indias que se sitúa en un 18,7%. 

Este intercambio epistolar se ha convertido en una fuente directa para el conocimiento de la población emigrada, 

susceptible de tratamiento histórico. La metodología seguida para extraer la información de las cartas ha sido la creación 

de un ficha con la que hemos establecido una pequeña base de datos, que nos permitió montar el trabajo. El periodo que 

permite estudiar es principalmente el siglo XVI y la localización no puede ser otra que las Indias y Extremadura. 

Así, pues, el presente trabajo es sólo una breve aproximación al tema de la emigración extremeña a Indias a través de las 

cartas que estos desplazados remitieron a parientes y amigos en el citado periodo. Por lo que pretendemos ver quién 

emigra y por qué, cómo se realiza el viaje, cuál será su nueva situación, cuánto hay de mito y cuánto de realidad en la 

colonización de las Indias, qué relación mantienen con los que se quedan en Castilla y cómo les van a influenciar; también 

pretendemos averiguar de dónde son los emigrantes, cuál su procedencia geográfica y social, y dónde se asentarán en 

América; y, por último, intentaremos ver cuáles son las preocupaciones y necesidades de estos emigrantes extremeños. 

ASPECTOS DEMOGRAFICOS 

Las cartas de los emigrantes nos permiten desarrollar un análisis de carácter demográfico sobre el contingente de 

extremeños que en el siglo XVI se trasladan a Indias. Y cuyo volumen de información podemos extrapolar, con algunas 

reservas, al total de la población emigrante extremeña para el citado periodo. En este sentido, el estudio de los 78 

remitentes nos lleva a desarrollar los siguientes puntos. 

A. Los remitentes como emigrantes 

Nuestro principal objeto de estudio en este apartado será, por tanto, el de considerar a los autores de las cartas, en primer 

lugar, como emigrantes, esto es, como desplazados de sus núcleos de origen, los pueblos extremeños; en segundo lugar, 

como pobladores ya asentados en tierras americanas, condicionados y condicionantes de su nuevo espacio geográfico, el 

americano. Se trata, pues, no sólo de ver el cambio que un cierto número de personas provocan de un lugar a otro, sino 

también de comprobar los cambios en la estructura ocupacional y de población que conlleva el fenómeno [1] . 

Los factores de la emigración. Por tanto, aún dada la situación marginal de la Extremadura del siglo XVI, esto no era 

sino el marco en el que se desarrollaron toda una serie de prácticas tendentes a propiciar una realidad marcada por las 

desigualdades sociales, económicas y jurídicas. A menudo, la pobreza, y sus manifestaciones más acusadas y 

radicalizadas, la indigencia y la carencia, adquirieron en este periodo tal grado de generalización que forzaron la salida de 

un importante contingente migratorio, mayoritariamente el de los desfavorecidos. 

Entre las causas que determinaron la salida de tal volumen poblacional cabe señalar la concentración de la propiedad, 

representada por el latifundismo; la presión fiscal, personalizada en alcabalas, tercias reales, servicios de millones y 

regalías eclesiásticas; la organización jurisdiccional, caracterizada por señoríos nobiliar, maestral y eclesiástico, basada en 

vínculos de propiedad como el mayorazgo y de lazos feudales; y, finalmente, señalaremos la relación existente entre la 

estructura demográfica y la corriente migratoria como posible desencadenante de la salida de extremeños, así lo han 

advertido M. Rodríguez Cancho y A. Rodríguez Grajera: 

“Esta corriente migratoria está en estrecha conexión con el crecimiento demográfico, pudiendo establecerse, además una 

periodización que afecta a ambos fenómenos. Por tanto, si tenemos en cuenta que la mayor parte de los emigrantes 

proceden de núcleos cuyo crecimiento se sitúa por encima de la media regional, podemos concluir que fue, en gran 

medida, la falta de adecuación entre ese crecimiento de la población y el de los recursos necesarios para sustentarla, el 

responsable de la intensidad y la evolución del flujo migratorio. Sin olvidar que, además, sobre este territorio influye de 

modo notable la propia situación geográfica fronteriza y marginal” [2] . 

Así, en general, la situación era bastante crítica como señalan los mismos emigrantes. Un número no excesivamente alto 

de remitentes especifican en sus cartas el motivo que les llevó a abandonar su lugar de origen. La causa principal es con 

mucho de orden económico, pues hemos de advertir que en muchos casos ya no se trata de mejorar de posición, sino de 

sobrevivir, más, si cabe, cuando hay de por medio toda una familia a la que mantener. De ahí que el mayor porcentaje de 

remitentes-emigrantes sean casados. Y, por ello, que el principal factor de emigración que se recoge en las cartas haga 

referencia al nivel de vida a menudo insuficiente, pero siempre precario. El resto de causas señaladas por nuestros 

remitentes se diversifican entre aspectos religiosos, profesionales y militares principalmente.




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Nivel socio-cultural. Tenemos que partir de la premisa que los emigrantes ocultan su condición social y origen, así como 

el oficio anteriormente desempeñado, aunque los que participan en la conquista se autodesignan hidalgos [3] . Podemos 

considerar que la conquista y colonización del Nuevo Mundo es una empresa eminentemente popular, y que es de entre los 

obreros no especializados de donde debió surgir la gran masa de inmigrantes a Indias -emigración que fue favorecida por 

la corona- [4] , como Gonzalo Fernández de Oviedo ha señalado: en aquellos principios si pasaba un hombre noble y de clara 

sangre, venían diez decomedidos y de otros linajes oscuros y bajos. 

Pero no es únicamente ese contingente de población el que emigra a las colonias, existe, como dice A. Rosenblat, un 

importante contingente de licenciados, bachilleres, letrados, dentro de la administración colonial y del clero así como en la 

actividad judicial, a los que hay que unir el grupo de hidalgos empobrecidos que se trasladan a América [5] . 

A estos dos grupos señalados, obreros y profesionales de la administración de la corona y del clero, hay que unir el sector 

de emigrantes que forma parte de la población “improductiva”, mujeres y niños, que están al margen del mercado laboral 

del momento. Y que si aparecen lo es en calidad de servicio doméstico -criada, sirvienta, esclava [6] . 

Emigrantes legales y emigrantes ilegales. El traslado a Indias está claramente legislado por la corona, con amplios 

controles y trabas [7] , que se canalizaba a través del Consejo de Indias o de la Casa de Contratación; realizándose con una 

petición de licencia que permitía saber quién y cuándo emigraba a América. Intentando impedir que los colectivos 

prohibidos: conversos, moriscos, sambenitados, condenados por herejes, gitanos o esclavos se instalen en el Nuevo 

Mundo. 

Pero esa legislación restrictiva no va a impedir la existencia de una inmigración ilegal al margen de la Casa de 

Contratación, a través de puertos que no son el sevillano-, o enrolándose como grumetes en una de las naos que hacían el 

viaje. Estos emigrantes ilegales no tienen por qué ser de los grupos excluidos, sino individuos que no están dispuestos a 

esperar el largo espacio de tiempo que llevaba el conseguir una licencia. Los emigrantes extremeños no van a ser una 

excepción en esta práctica, como Auke P. Jacobs [8] y Rocío Sánchez demuestran en sus trabajos. 

Centrándonos en los 78 extremeños remitentes de cartas localizados en el Archivo General de Indias podemos decir que el 

55,12% de ellos aparecen en las peticiones de licencia, y un 2,56% de éstos han sido también nombrados en las listas de 

embarque, en los asientos de pasajeros, en la contaduría, en la Inquisición de México o en los protocolos de Trujillo. El 

resto sólo aparece en las cartas o en Boyd Bowman, suponiendo un 44,8% que no aparecen en esas peticiones de 

licencias. Lo que nos hace suponer que forman parte de esos “llovidos”, emigrantes ilegales que de una u otra forma han 

conseguido arribar y asentarse en el Nuevo Mundo. 

Esta práctica que como hemos dicho fue favorecida por las excesivas trabas legales, se convirtió en un fenómeno de difícil 

solución, como muestra la legislación que del siglo XVI y XVII se recoge en la Recopilación de Leyes de los Reinos de 

Indias [9] . Pero que las dificultades, la corrupción del funcionariado indiano y lo lejano del territorio hacían prácticamente 

imposible cumplir. 

Aparte de los 78 remitentes, las cartas nos facilitan el nombre o la referencia de otros extremeños emigrados que suelen 

ser familiares, paisanos o amigos que hicieron con ellos el viaje o que se encuentran residiendo cerca de éstos, lo que 

evidencia el agrupamiento de emigrados de un mismo núcleo o provincia en una misma zona. Rocío Sánchez pone en 

relación este fenómeno con la existencia de personalidades de los núcleos de origen que actúan como factor de atracción, 

o que el viaje se realizaba en grupos con personas conocidas [10] . 

B. Composición de la población emigrada a Indias. 

Al margen de la situación general que la población emigrada deja en Extremadura, las cartas permiten un análisis 

demográfico sobre su nueva condición como pobladores americanos, aunque con múltiples deficiencias. Centrándonos en 

los setenta y ocho remitentes extremeños, que son los que nos interesan, hemos llegado a las siguientes conclusiones. 

Composición por sexo. Aspectos casi siempre considerados marginales en los estudios demográficos aquí adquieren una 

importancia capital, ya que permiten establecer cual será la estructura social por sexo dominante en las colonias y qué 

problemas puede crear en el lugar de origen. Podemos decir que los remitentes extremeños, setenta de ellos son hombres 

y los ocho restantes mujeres, es decir, un 89% de población masculina frente a un 10,3% de población femenina, [11] 

proporción extrapolable al total de los emigrados. La conclusión es que es el hombre el que principalmente emigra y que la 

mujer lo hará en condición de cónyuge en un principio, para posteriormente ser las solteras y las que no tienen ningún 

familiar en el Nuevo Mundo las que más se trasladen [12] .




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El desfase entre población masculina y femenina va a traer consigo problemas como el mestizaje, la natalidad ilegítima, 

falta de herederos legales y problemas ético-morales y religiosos. Como es el caso de Andrés Pérez, natural de 

Alburquerque, quien en carta a su hermano le dice: 

“Yo tengo cuatro hijos, dos hijos y dos hijas, y el mayor es de diez años, que se dice Francisco y el otro se llama Antonio, y 

la muchacha se llama Ana Márquez, como mi mujer, y la otra se llama Juana, como mi madre, y tengo otros tres hijos 

bastardos, dos hijas y un hijo, la hija mayor se llama Juana, como mi madre, y téngola casada, y tengo otra hixa que se 

dice Leonor, como mi tía Leonor González, dos de toda cuenta” [13] . 

Composición por edad. Aunque las fuentes no nos proporcionan información directa sobre la edad de los remitentes, 

podemos establecer una -estructura por edades con aquellos emigrantes, un 26,9% del total, que hacen algún tipo de 

referencia a su edad. Curiosamente los que hacen esta mención, ese 26,9%, se autocalifican de viejos; lo que nos hace 

suponer que el 73,1% restantes de los remitentes se consideran jóvenes o adultos; pero habrá que tener en cuenta el 

concepto, siempre complejo, que de viejo se tiene en el periodo moderno, especialmente para el siglo XVI, que no es otro 

que el definido por el remitente Antonio Martín cuando se expresa en los siguientes términos: ...ya estoy viejo, porque si 

bien se acuerda, hace hoy catorce años partí de ese lugar, y tenía cuarenta y cuatro años. Así que a esta cuenta tendré ya 

mis cincuenta y ocho años, plega a Dios que se haya servido con todo su Divina Majestad [14] . Vemos, por lo tanto, que ese 

dato nos sirve para situar a la población vieja entorno a los cincuenta años, aunque algunos más que definirse como viejo 

lo que hacen es dar una cifra, este es el caso de Antón de Arriba que dice tener, de manera imprecisa, más de setenta 

años [15] . También suele suceder, además, que el remitente utilice algún epíteto para hacer hincapié en su condición de 

hombre de avanzada edad, como Francisco Ojalvo, al decir de sí mismo que está muy viejo y tullido [16] . 

De esta población vieja el 90,4%, diecinueve remitentes, son hombres y el 9,6% restante son mujeres, es decir dos. Del 

resto de los emigrantes-remitentes no tenemos información. 

Estado civil. El estado civil es un aspecto importante a tener en cuenta ya que va a influir considerablemente en la 

estructura social. 

Hemos de tener en cuenta que sólo el 67,9% de los remitentes informan sobre su estado civil. De ellos el 86,7% son 

hombres (46 sobre 70) y el 13,3% restante mujeres (7 de las 8 mujeres totales). El estado civil de ambos sexos es el 

siguiente: 

Estado civil Total % 

Solteros 8 15,09 

Casados 36 67,9 

Viudos 9 17,01 

La conclusión lógica es que la mayoría de los emigrados van a ser casados, creándose problemas morales ya que la mayor 

parte de los hombres se trasladan solos a la Indias, iniciando muchos de ellos relaciones de concubinato, que 

escandalizarán al estamento religioso y obligará a la corona a legislar sobre el traslado de hombres solos a América [17] . 

Estructura profesional. El 33.33% de los remitentes nos dan información sobre su situación laboral, de entrada hay que 

anotar las deficiencias de información sobre todo en lo referente al sector primario y aún más al secundario del cual 

apenas hay información. 

Los emigrantes extremeños se distribuyen por sectores de la siguiente forma: 

Estos datos evidentemente distorsionan la realidad tanto de la época como del espacio geográfico, las Indias, donde se 

localizan ya que nos muestran un sector terciario hipertrofiado para el momento histórico en el que se sitúan las cartas. 

La mujer está ausente de esta estructura profesional, sólo en el sector terciario aparece una mujer ocupando un oficio, 

concretamente el de criada, de acuerdo con una concepción tradicional del papel jugado por ésta en la sociedad. 

Uno de los aspectos más interesantes que podemos observar es la nueva redistribución de la población activa, en este 

caso pechera, entre la agricultura, la industria y los servicios. Un cambio cualitativo que sirvió, diciéndolo con palabras de 

Cadalliaguet, para que el campesinado señorial extremeño del siglo XVI dejara de ser “collazo” o colono de tierras ajenas 

para convertirse en beneficiario de una encomienda de indios, con propia servidumbre, bajo impuestos y altos 

rendimientos al explotar un trabajo semiservil muy barato [18] .




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En este sentido, la conquista y colonización se convierte en una plataforma de ascenso social [19] , que posibilitará la nueva 

situación profesional del grupo emigrado. 

c. Procedencia geográfica de los remitentes. 

La metodología seguida para determinar la procedencia de los remitentes ha sido basada en el parentesco, es decir, aun 

siendo extremeños sólo han sido adscritos en sus núcleos de origen aquellas personas que escriben a su mujer, marido, 

hijos, padres, hermanos, sobrinos, etc., desechando los casos donde la falta de parentesco cercano es evidente. Esto nos 

ha permitido establecer la distribución geográfica de los remitentes en Extremadura, comprobando a su vez las áreas 

donde el fenómeno migratorio ha tenido mayor incidencia. 

En líneas generales, podemos decir que todo el espacio extremeño se ve afectado por el traslado de sus hombres y 

mujeres a América; constituyéndose como zonas principalmente migratorias las cuencas del Tajo y del Guadiana, el paso 

natural que supone la Vía de la Plata y las comarcas del sur de Badajoz; destacando con un porcentaje superior la Baja 

Extremadura sobre el territorio cacereño. Como lo demuestra el siguiente cuadro: 

Provincias Totales % 

Badajoz 40 51,2 

Cáceres 29 37,1 

sin procedencia 9 11,7 

Sin embargo, también dentro de cada provincia se producen notables diferencias. En la zona cacereña todo el norte y gran 

parte de la zona este y oeste permanecen al margen de la correspondencia de los emigrados a Indias; para el caso de 

Badajoz será toda la zona sureste la que no participará en la dicha correspondencia. Es decir, toda la zona periférica de la 

región quedará marginada del intercambio epistolar para el período estudiado. 

Las causas de este desfase habrá que buscarlas en condicionantes como la proximidad a Sevilla, puerto de embarque 

oficial a las Indias y la cercanía a la Vía de la Plata, como elemento emisor de información y de comunicación. 

El 16,6% de los núcleos reciben el 59,7% de las cartas, destacando especialmente Trujillo con el 29,89% del total de la 

correspondencia; el resto, Llerena, Alburquerque, Zafra, Puebla de Sancho Pérez, Cáceres y Fuente del Maestre, se sitúan 

en unos porcentajes que van del 8,95% al 4,47%. Los restantes núcleos, el 83,4%, varían sus porcentajes entre el 2,48% 

y el 1,49%. Valores que estarán en proporción con el total de emigrantes extremeños proporcionados por cada núcleo. 

d. El lugar de asentamiento 

Como Rocío Sánchez [20] afirma, es difícil no encontrar a algún extremeño, durante el siglo XVI, en cualquiera de los 

territorios de las colonias americanas. Los remitentes de cartas no son una excepción, las misivas vienen de núcleos y 

lugares que se sitúan a lo largo y ancho de todas las Indias. 

Teniendo en cuenta la gran disparidad de ciudades y asentamientos desde donde se remiten las cartas hemos optado por 

reunirla en los grandes territorios administrativos organizados por la corona en el Nuevo Mundo, los Virreinatos de Nueva 

España, Perú y Nueva Granada; así como los territorios de Guatemala y Chile, ya que el remitente lo especifica de ese 

modo. 

La emigración a Nueva España va a ser temprana y la más importante se inicia nada más acabada la conquista y va 

aumentar cuando se crea el virreinato, suponiendo el declive del asentamiento de emigrantes en las Antillas. Boyd- 

Bowman [21] y Rocío Sánchez [22] han demostrado que esa zona es a nivel general el entorno mas deseado por los 

emigrantes y que es, por tanto, en este virreinato en el que mayor número de desplazados se asienten. Siendo, pues, la 

zona por tanto de la que mayor porcentaje de cartas se reciben.




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El territorio de Nueva Granada es la segunda zona en importancia en la emisión de misivas, con ese 30,77%, pero en el 

cómputo total de emigrantes, tanto españoles como extremeños, ocupa el tercer lugar tras Perú y sólo adquirirá 

importancia a partir de 1550-1560 [23] . 

Perú extrañamente ocupa el tercer lugar entre los remitentes de cartas, cuando fue con Nueva España de los destinos más 

apetecibles para el emigrante ya que las noticias sobre las riquezas auríferas y de plata del imperio Inca [24] provenían de 

esa zona, Extremadura vio como muchos de sus hijos, que participaron en la conquista se enriquecieron rápidamente. Por 

lo tanto Perú va a ser una de las zonas que a más extremeños atraiga. 

Las zonas de Guatemala y Chile apenas van a tener importancia en cuanto a la emisión de cartas, puede deberse a que el 

número de extremeños en estas zonas fuese marginal. Y no podemos olvidar que Chile siempre fue una zona hostil e 

irreducible a lo que se unía la inexistencia de riqueza metálica. 

En toda la zona al norte de México no aparece ninguna carta ya que la conquista allí fue siempre marginal y todas las 

expediciones chocaron con la belicosidad de los pobladores indígenas [25] . 

ASPECTOS CUALITATIVOS 

a. Las preocupaciones de los emigrantes. 

a.1. El tirón familiar 

Las causas de que las cartas se hayan conservado se deben a que formaban parte de la documentación acreditativa, que 

los solicitantes de licencias adjuntaban para demostrar que tenían familiares y parientes en el Nuevo Mundo; y que eran 

reclamados por ellos. 

El remitente siempre solicita el traslado de familiares: mujer, hijos y otros como sobrinos, hermanos, cuñados, suegros, 

etc. E. Otte mantiene, para el total de las cartas, que el familiar preferentemente requerido es la mujer, bien para 

asegurarse la estancia en Indias -evitando la repatriación-, o bien por amor [26] . 

En cambio en las cartas de los extremeños no son las esposas las más reclamadas, son esos otros parientes, 

principalmente sobrinos y hermanos, llamados por remitentes generalmente solteros y ya viejos, que desean estar 

acompañados en sus últimos años, y tener a alguien a quién dejar los bienes conseguidos en América. Por porcentaje 

tenemos que los familiares reclamados son: 

Familia % 

Mujer 20,8 

Hijos 26,7 

Otros 52,7 

Las motivaciones que expresan los remitentes para reclamar a algún familiar, como hemos dicho, son; la necesidad de 

compañía, así lo expresa Alonso Ortiz cuando dice a su mujer. 

“... que vengas, por que si no venis perderán mucho vuestros hijos y mios, y también por que se acabe más aína mi 

soledad y pena, que es muy grande”. (Carta 50). 

Sin embargo, el factor económico, unido esencialmente a la administración de los bienes y a la transmisión de la herencia, 

es una de las principales razones para solicitar la presencia familiar. Tal es el caso de Alonso de Encinas, viejo y solo, 

natural de Trujillo, quien solicita expresivamente a su sobrino, Hernando de Encinas, le socorra en su estado con su 

compañía. 

“Por bondad de Dios, como tengo escrito, yo estoy muy viejo y sin hijo ni hija ni otra persona que me herede mis bienes, 

si no es v. m... y por tanto le torno a pedir encarecidamente, que vista esta, se venga con su mujer e hijos a esta tierra”. 

(Carta 611). 

Otro motivo para pedir la marcha de algún familiar es el de procurar casar bien a estos; la entrega de la dote es para el 

Llenerense Juan Landero el motivo del reclamo. 

“... yo quería que v.m. con su casa se viniese a esta tierra, porque, si acá viniese, yo digo que casaríamos mis sobrinas 

muy principalmente, porque cuanto yo tengo y cuanto ganase todo sería para ellas, y así tengo la una apalabrada con un 

hidalgo muy honrado y muy rico...”. (Carta 551). 

a.2. Actividades económicas: negocios




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Una de las preocupaciones que los emigrantes manifiestan en su correspondencia es lo concerniente a los negocios y 

asuntos económicos que les atañen tanto en Castilla como en las Indias. Este tipo de información está recogido en el 

20,2% de las cartas. La información va desde las pérdidas económicas hasta la venta de los bienes en España. Por lo que 

hemos creído oportuno diferenciar las operaciones que se desarrollan en España de las que tienen por escenario el 

continente americano. 

Los asuntos en España están relacionados generalmente con ventas y deudas. Ejemplo de esto es la carta de Alonso 

Durán, donde dice: 

“... y así acorde lo que ésta diré, que es que la renta que allá tengo, Juan López, mi gran señor y amigo clérigo de misa, 

me la venda. El cual lleva mi poder para venderla y empleármela en Sevilla y traérmela a esta ciudad de Cuenca”. (Carta 

417). 

De diferente matiz es la carta de Alonso Ortiz, en la que dice enviar dineros para pagar unas deudas que dejó en España: 

“Este año, si Dios quiere y quede allí, se harán pagados de lo que yo les debo, y se pagarán a los demás a quien yo debo y 

estoy obligado... para que lo reciban y sean pagados”. (Carta 51). 

Las peticiones de venta de bienes existentes en Extremadura nos pone en contacto con el fenómeno de la emigración 

definitiva. Estos remitentes van a romper con todos los lazos, incluidos los económicos, que les relacionan con sus núcleos 

de origen. 

Otro campo es el de los asuntos en Indias, donde se dan dos visiones por una parte la de los triunfadores, los que han 

conseguido riqueza y prosperidad; y por otra los que no han conseguido situarse en el Nuevo Mundo y relatan las 

dificultades que pasan. Como ejemplos tenemos a Benito Ortega y a Francisco del Barco quienes relatan sus pérdidas 

económicas: 

“De dos mil pesos que tenía no tengo hoy quinientos, y esos no sé si los podré cobrar” (Carta 358). 

“Ha sido mi desdicha y desgracia tanta que dende el año 71 hasta el 73 he perdido más de cinco mil ducados, y esto es el 

pie de la letra” (Carta 330). 

En cambio la suerte de Diego Martín de Trujillo es muy diferente como él mismo expresa: 

“... Tengo una caballería de tierra con una legua alrededor por mía, que marqué por diez mil pesos, con mucho ganado y 

ovejuno, que me renta todos los años dos mil pesos” (Carta 4). 

Otros hacen referencias directas ala forma como llevan sus negocios y a la concepción de la riqueza del período moderno, 

es el caso de Miguel de Arriba: 

“... No son tierras de pan llevar ni viñas ni olivares, sino una yerba como zumaque, tan altas como un hombre, ni más ni 

menos, se llaman chácaras de coca, y es una yerba que la comen los naturales de esta tierra, y no la tragan más que 

mascarla, y es de gran estima entre ellos, y está en poder de nosostros, que ella nos es gente que la sustente, sino muy 

poco. Ella es la mejor moneda que hay en esta tierra, porque por ella se halla cuanto estas Indias tienen, oro y plata y 

ropa y ganados... Yo cojo cada tres meses trecientos cestos, y más, y algunas veces menos, pero tienen muy gran gasto, 

que sólo un mozo que me alquile peones le doy doscientos y cincuenta ducados, y así con todas las costas. Pero bien se 

ahorran cuatrocientos ducados, y algunas veces más de setecientos y seiscientos. Y así como acude es tiempo, de manera 

que de esta manera se paga por acá... Y hágole saber como para mi intento está la tierra muy para mi disgusto, porque 

valen las cosas tan baratas que no vale una vaca más de tres ducados, y valía cuando yo vine a esta tierra cien ducados, y 

un carnero que solía valer treinta ducados no vale más de hasta tres o cuatro reales” (Carta 549). 

Esta carta nos permite conocer los ciclos agrícolas de las cosechas, así como se encuentra el mercado ganadero en las 

colonias con una pequeña muestra de la evolución de los precios. 

Otro tipo de emigrante enriquecido es el caso de Alonso Ortiz al hablar de sus negocios nos comunica: 

“Y ahora yo no me descalzo para trabajar, porque tengo ocho indios, que a la contina trabajan, y un negro de mi 

compañero, que me ayuda muy bien, y yo no hago más de solicitar a décima, y vender y comprar, y esto basta por 

trabajo, y no es poco, aunque para mí me parece poco, y al fin no quiero trabajar más de la solicitud, porque no me dé 

alguna enfermedad” (Carta 51). 

Esta carta nos pone en relación con dos fenómenos muy importantes en el desarrollo económico del Nuevo Mundo, como 

son la encomienda de indios, que como dice R. Konetzke, vino a sustituir a la esclavitud legal de los indios, y será el 

instrumento que los europeos utilizarán para enriquecerse rápidamente [27] . La encomienda, institución económica y 

política, fue el principal instrumento de colonización española en América. El desarrollo de este sistema productivo vino 

servido por la mano de obra forzosa. El otro fenómeno al que se hace referencia en esta carta es la esclavitud negra, ya 

conocida en Europa y, que desde el inicio de la conquista y colonización, va a estar presente en América. Pero va a 

aumentar considerablemente a partir de 1505, cuando se demuestre que el africano es ampliamente superior al indio en 

capacidad de trabajo, resistencia y docilidad, ya que los indios no estaban en condiciones de realizar los trabajos que se 

les imponía y morían rápidamente De ahí que el esclavo negro pase de ser utilizado en un principio en las actividades 

mineras a las agrícolas y ganaderas, donde demostrará también su gran capacidad de trabajo [28] . 

Dentro de los aspectos económicos, pero con un sentido distinto, tenemos la carta de Cristóbal Álvarez de Figueroa, en la 

que hace referencia al proceso inflacionista que las Indias van a sufrir durante todo el período colonial, consecuencia del 

excesivo metal circulante por el continente y a los ingentes gastos suntuarios que la élite socioeconómica del Nuevo Mundo 

van a mantener y que dispararán los precios:




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“Que la hacienda Dios la da a quien su Divina Majestad es servido, aunque no tan pobre cuanto yo era, que, aunque no 

hubo más de ocho mil pesos, que no es nada según los gastos son en esta tierra” (Carta 508). 

a.3. Licencias y poderes 

Un asunto que preocupa a los remitentes extremeños es la necesidad de conseguir licencias, poderes y ejecutorias para 

arreglar asuntos legales, normalmente relacionados con cuestiones como herencias, poderes para que dispongan de sus 

bienes y para solucionar problemas relacionados con el estado civil. En este sentido, las cartas reflejan buena parte del 

cuerpo jurídico y administrativo castellano. 

La herencia se constituye como el instrumento legal de transmisión de la propiedad y del reconocimiento de que los únicos 

herederos forzosos son los hijos legítimos; como es el caso de Juan Martín, al que la Caja de Difuntos niega el que tenga 

herederos forzosos, por lo que sus amigos piden los poderes a la familia en Don Benito para recuperarla: “... Venga el 

poder por la orden que está escrito, con su probanza de Diego Andújar, y de sus hermanas, y ha de venir a mi, Diego 

Alonso Cid... y en esto no haya descuido, porque, si no se envía con muy gran recado en la primera flota no se sacara de 

ello un peso” (Carta 384). 

Los problemas de la probanza del estado civil son un asunto moral y religioso donde intervienen la Iglesia y el Estado, 

consecuencia de amancebamientos y bastardías. Lo normal es que se pidan ejecutorias para demostrar la condición de 

viudos o solteros a la vez que los casados pidan licencias para no ser repatriados. 

Entre los viudos tenemos a Sebastián Gómez Altamirano: “...envió a suplicara v. m. me enviase un traslado de la 

ejecutoria que yo dejé a v. m. para que la diese a mi hijo Altamirano, el mayor, y con ella una información de seis testigos 

refrendada de dos o tres o más escribanos, si más hubiere, y la filiación de cómo son, y el contenido en lo uno y en lo otro, 

porque bien sabe v. m. que yo no tuve lugar de traer otros recaudos, porque si pudiera, no viniera sin ellos, y ni más ni 

menos me envíe v. m. información hecha con cuatro o cinco testigos de cómo no soy casado porque ha ya seis años que 

murió su hermana de v. m. ...” (Carta 365). 

Diferente es el problema de Alonso Ortiz que pide a su mujer que si no marcha a la India: “...envfame una licencia vuestra 

con Francisco, para que pueda estar en México cuatro años...” (Carta 50). 

En cambio Antonio Pérez aconseja a sus hermanos que para conseguir más fácilmente la licencia lleve un testimonio de 

“como es casado y velado con la señora su mujer, porque esto es menester para lo que toca a los señores de La 

Contratación de Sevilla” (Carta 153). 

La restante documentación que solicitan o reclaman los remitentes suelen ser cartas de poder para solucionar algún 

asunto. Así Francisco Rodríguez Zambrano pretende cobrar una vieja deuda y para ello pide que le envíen un poder: ... Y 

debe más de diez mil pesos, y paréceme que si el poder que me enviaran fuera para hacer algún concierto con él, que 

todavía se cobrará algo de él, aunque no todo,... (Carta 1). 

Parecido es el problema de Alonso González que no consigue cobrar la venta de una casa para lo que envía “la obligación 

que tengo contra Juan de Vivanco de los cuarenta y dos ducados del pedazo de casa que le vendí, que ya días que se 

cumplieron los plazos…” (Carta 76). 

Un filtro constante para los emigrantes que decidían marchar a Indias fueron las trabas. La necesidad de controlar este 

fenómeno aseguraba la supremacía castellana en lo político, social y religioso en América. Las peticiones de licencia, el no 

pertenecer a los grupos prohibidos, las fianzas, no haber estado encausado por la Inquisición, etc. representaban algunos 

de los obstáculos que debía salvar todo aquel que deseara trasladarse a Indias [29] . En este sentido tenemos el consejo de 

Francisco del Barco a un pariente para emigrar: “...será necesario que en su propio pueblo haga una probanza de que es 

cristiano viejo, y no de los prohibidos...” (Carta 331). 

Todo esto nos pone en relación con una sociedad excesivamente legalista, acostumbrada a recurrir a las certificaciones 

legales y al recurso de los tribunales. 

b. Observaciones y juicios de valor. 

b.1. La imagen de Indias y la imagen de Extremadura. 

El hombre siempre ha tenido la necesidad de crear, de fabular sobre una base empírica, crear modelos en los que poder 

desarrollar todas las posibilidades que nos proporciona la realidad y proyectar y completar con la imaginación lo mejorable. 

Desde este punto de vista, donde se confunde lo verdadero y lo irreal, se formularon desde la leyenda sobre la Atlántida, 

pasando por las utopías del Renacimiento y llegando a la América descubierta. 

El mito que convierte a las Indias en el país sinónimo de riqueza y prosperidad es recogido por los primeros conquistadores 

que desembarcan en sus costas. Sin embargo, el Nuevo Mundo, tal como fue concebido por los europeos de finales de la 

Edad Media y comienzos del Renacimiento, no fue más que una construcción mental, nos dirá Elliott, para quien el mito 

actuó como impulsor de numerosos individuos ávidos de riquezas, tierras e hidalguías. 

“Tanto los humanistas como los religiosos proyectaron en América sus sueños irrealizados... era un cuadro id1ico, y los 

humanistas fueron los que en mayor grado contribuyeron a crearlo, puesto que les permitió expresar su profundo 

descontento con la sociedad europea y, como consecuencia, criticarla. Europa y América se convirtieron en una antítesis, 

la antítesis de la inocencia y la corrupción” [30] . 

Esta imagen ha sido asociada, a menudo, al concepto de Jauja. M. Herrero lo recoge así al citar a los cronistas Francisco 

de Jerez y Pedro Cieza de León que hablan de la región peruana desde 1534. El primero nos la describe como un valle 

hermoso y rico, el segundo, añade a la descripción del anterior la de la riqueza platera y aurífera [31] .




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Esta tradición queda reflejada también en la literatura del Siglo de Oro. Lope de Rueda la recoge en uno de sus Pasos al 

trasmitirnos la imagen de un país idílico al que también denomina Jauja, sobre el que fábula y construye una visión cómica 

sobre la que monta la crítica del mito. 

“Hozingera- Mira: en la tierra de Xauxa, hay un río de miel; y junto a él otro de leche; y entre río y río, hay un puente de 

mantequilla encadenada de requesones, y caen en aquel río de la miel, que no parece sino que están diciendo: “coméme, 

coméme” [32] . 

Este nuevo edén [33] , creado por los hombres del XVI y XVII, donde las riquezas -oro, plata, piedras preciosas y productos 

exóticos- parecen no tener fin, se va a plasmar en la leyenda de El Dorado [34] iniciada ya por el propio Colón [35] tiene 

también su plasmación en las cartas de los emigrantes donde un 28,2% de las misivas de los extremeños hacen referencia 

a su imagen de las Indias, a la fortuna o desventura que en ellas les ha acompañado. 

El 78,5% de las referencias son de carácter positivo [36] , las Indias se han convertido en el nuevo Canaán prometido. Los 

desheredados de Castilla que prácticamente han huido de la miseria y la opresión van a encontrar en el Nuevo Mundo la 

oportunidad de resarcirse de las penurias pasadas, muchos de ellos se reirán de la fortuna convirtiéndose en miembros de 

la elite colonial, trasladando los esquemas sociales de la Península Ibérica a Indias, pero, cambiando su condición de 

desposeídos por la de ricos encomenderos y hacendados [37] . 

Para los emigrantes extremeños América no significa solamente el ascenso socioeconómico personal, sino que supone el 

despegue de toda la familia a través del tirón que ejercen sobre familiares y parientes y a la remesa de plata que envían a 

los que se quedan en Extremadura. 

Una visión forzada que les obliga a manifestarse favorablemente sobre aquellas tierras: 

“... os aderecéis y vengáis vos y mi hermano Benito Vázquez Serrano a esta tierra, porque cierto os holgaréis en ella, que 

es buena y rica y donde los hombres de bien valen mucho, y en esto no haya falta, si me queréis ver, porque ir yo allá 

será cosa excusada, no porque se me ha perdido el deseo mas porque tengo acá de comer y vivo, bendito sea Dios, muy 

descansado” (Carta 30). 

“... esta tierra es sana y harta y todos ganan de comer y enriquecen, si no son los necios, haraganes y perezosos” (Carta 

417). 

Pero, nada mejor que la comparación, en este caso con el lugar que han dejado, España, para establecer adecuadamente 

su nueva situación y condición de personas favorecidas por el cambio. En este sentido, se dan las manifestaciones que 

utilizan el símil para remarcar su carácter de triunfadores y el de Extremadura como tierra de escasez y necesidad. 

“... y así os mando a vos y a mis hijos y yerno, por el poder que tienen los hombres sobre sus mujeres e hijos, que, vista 

ésta, que luego os vengáis acá, porque ya os digo que con la ayuda de Dios y con lo que yo tengo viviremos bien. Pues 

sabéis que allá hay tantas miserias y necesidades de hambre y alcabala y pechos, aunque de los pechos ya yo sé qué 

segura estáis vos y mis hijos, de ambas partes, más de las hambres y de las grandes alcabalas a todos alcanzará parte. En 

esta tierra no hay pecho ni tampoco alcabala, aunque un hombre venda en cada día en cien mil ducados. Hambres no hay 

acá, porque es la tierra muy abundosa de pan y de carne y de todo lo que los hombres a menester, porque el más pobre 

mata en su casa cada semana un carnero, y no se contenta, si no que a de tener su gallina o pollo con su tocino asado, y 

si no tiene gallina, a de tener su cuartillo de cabrito o carnero. Y pan no lo escribo, porque sobra por la gracia de Dios, 

Nuestro Señor, y de esta manera pasan acá los hombres pobres que los ricos no los cuento, porque todo lo tienen 

sobrado” (Carta 370). 

Sin embargo, esta imagen idealizada, que contribuyó, en algunos casos, al falseamiento histórico sobre la realidad 

americana, se viene abajo ante factores como el desencanto, la frustración y la falta de una adecuación al sistema colonial. 

La explotación económica de aquellos territorios no supuso para algunos todo lo beneficiosa que hubiese sido de desear. Es 

el derrumbe del mito que empieza con los mismos conquistadores, el desfase entre una situación real concreta, la de los 

virreinatos americanos, y la imagen idealizada, la construcción mental y ficticia. Para decirlo con palabras de Elliot, el 

sueño era un sueño europeo, que tenía poco que ver con la realidad americana, a medida que esta realidad fue 

extendiéndose, el sueño comenzó a marchitarse [38] . 

Esta apreciación es recogida por los remitentes extremeños en sus cartas, concretamente un 21,5% de los que hacen 

referencia a las Indias van a transmitir una sensación poco o nada favorable del mundo colonial, son los que sufren el 

desengaño de la utopía. Así, algunos emigrantes hacen observaciones que podríamos denominar de carácter neutro, que 

aún no siendo excesivamente peyorativas nos advierten de las dificultades económicas: 

“No envío nada al presente porque debo mil pesos, y ándoslo pagando, y también porque acá se ganan los dineros con 

muy gran trabajo, y se llevan con gran riesgo” (Carta 544). 

Para otros, en cambio, el desengaño deviene en fracaso, uniendo al sentimiento de malestar el de un pesimismo sobre su 

situación y la de todo lo que le rodea. Su estancia en América ha devenido en toda una serie de penalidades, acrecentadas 

por situaciones críticas que en poco se diferencian de las que dejaron en sus lugares de origen, pero, si cabe, aumentadas 

por el sentimiento de extrañeza de la nueva realidad que les ha tocado vivir [39] . Los remitentes que así se expresan no 

eluden, sino que manifiestan abiertamente sus quejas recogidas en una imagen, no ya neutra de América, sino negativa. 

Proliferan entonces los juicios de valor por sobre la objetividad del comentario. 

“... porque si lo tuviera, no dejaré de enviar algo, que los vestidos que de mi camino, y prometo a v.m. que me he bajado 

para ganar un principio para ganar de comer, que no es lícito escribirlo ni que se sepan los oficios que los hombres tienen




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para ganar de comer en las Indias, que están ya las Indias de tal manera que hay más ladrones en ellas que en 

España” (Carta 365). 

Por último, tenemos las valoraciones que los remitentes hacen sobre sus lugares de origen, concretamente un 16,1% 

hablan de Extremadura, de ellos un 6,25% lo hacen favorablemente, mientras que el 93,75% aluden a las penurias que 

han dejado atrás. Como ejemplo del primer caso tenemos a Francisco Gil, natural de Llerena, que utilizando como 

referencia a América dice de esta tierra que está ya tan buena como España (Carta 551). Para el segundo aspecto, el 

negativo, las descripciones son abrumadoras, y en todas se halla presente la sensación de haber escapado de lo peor, el 

sentimiento de dolor es profundo. 

“... por estar en tierras tan miserables como esas en la que están vs. mds., porque las nuevas que vienen de ellas son 

tales que meten grima y cierto tengo creído ser más de lo que dicen, porque la tierra es tan mísera y tan lacerada que no 

se quales son las gentes que en ellas están” (Carta 4). 

b.2. El viaje 

El traslado a América suponía una auténtica odisea que se iniciaba con las peticiones de licencia [40] y embarque y 

continuaba con las peripecias del largo viaje, en navíos donde pasajeros, tripulación, víveres, equipajes y piezas de 

artillería tenían que repartirse un espacio siempre escaso e incómodo; durante un viaje que se prolongaba 

aproximadamente unos dos meses y medio [41] en los que los pasajeros tenían que vérselas con mareos, suciedad, 

enfermedades y la falta de higiene que se iban acumulando durante el transcurso del viaje. 

A esto hay que añadir, para el caso de los extremeños, las dificultades que para ellos suponía el ser gentes del interior y el 

desconocimiento lógico de todo lo relacionado con el mundo del mar. En este sentido, como ha advertido E. Otte, más 

difícil que conseguirla licencia era vencer el miedo al cambio, un miedo que frenó en muchos casos la emigración [42] . Este 

temor hacia lo desconocido no fue, en cambio, óbice para aquellos que decidieron emprender finalmente el viaje, 

quedando reflejado ese temor en las cartas en las que posteriormente relataron las penurias sufridas durante el mismo. 

Así Alonso de Castro se expresa en estos términos: “... aunque del trabajo que pasé en tan largo viaje y de unas 

calenturas que me dieron estuve algunos días en cama” (Carta 498). Sin embargo, la travesía deparaba toda suerte de 

males que se cebaban en los cuerpos de los pasajeros; Beatriz de Carvallar, natural de Fuentes de León, se queja 

amargamente cuando dice que: 

“... entrarnos con tantos trabajos en esta ciudad, digo con enfermedad, que por vida suya, y así me lo deje Dios ver de 

mis ojos, que se gastó en enfermedad más que una buena hacienda de esa tierra especialmente la mía. También envía de 

decir por su carta que tiene gastada mi muerte, así tenga v. m. entendido que tan milagrosamente me resucitó Nuestro 

Señor, como al bien bienaventurado señor San Lázaro, por que ya traje por la mar las más crueles enfermedades que en 

cuerpo de personas se dieron, no esperaran todos los que venían en la nao cuando me habían de echara la mar” 

Fue tal la situación crítica de este remitente y las malas condiciones en las que realizó su viaje que intenta hacer desistir al 

destinatario, su padre, de la marcha: 

“... envía v. m. a decir que quiere venir a esta tierra, padécese tanto por la mar que no me he atrevido enviarlo a llamar, y 

también no hay flota que no dé pestilencia que en la flota que nosotros venimos se diezmó tanto la gente, que no quedó la 

cuarta parte, y así fue en ésta, con ser Valdelomar baquiano en la tierra le dio tal mal que no entendí que quedaba con la 

vida él y sus hijos, que hasta hoy no están sanos” (Carta 56). 

La riqueza expresiva de este testimonio nos permite entender la dificultad que suponía el embarcarse hacía las Indias, 

dada la frecuencia con que buena parte del pasaje sufría en sus carnes las adversidades de la travesía, donde se producían 

auténticas mortandades. Vemos, por tanto, que la mayor parte de las descripciones que los remitentes hacen de su viaje 

están referidas a las penalidades y adversidades que sufrieron en su transcurso, dando una idea aproximada del riesgo 

que suponía enfrentarse al recorrido, pues es tan largo el camino y tantas las necesidades que por el se pasan que los 

temo... (Carta 553). Por ello, a veces, el auxilio viene solicitado encomendándose a Dios, como Sebastián Gómez que 

reitera su petición de la siguiente manera: 

“Vamos, queriendo Dios, la vía de Quito, no sabemos lo que Dios dispondrá de nosotros, sólo tenemos necesidad para 

alabar nuestro viaje, primeramente de la gracia de Dios y después de sus oraciones” (Carta 364). 

Un testimonio que además nos proporciona información sobre el viaje por el interior, una vez finalizado el de por mar. Las 

dificultades continuaban muy a pesar del emigrante para quien el destino final parecía no alcanzarse jamás. Alonso 

Morales cuenta a su primo que habiendo realizado el camino hasta las Indias, el cual, excepcionalmente, no pudo ser 

mejor, se queja en cambio de la travesía interior: 

“Más sé os decir que después que salimos a tierra pasamos algún trabajo hasta llegar a esta ciudad de Los 

Ángeles...” (Carta 170). 

Otra característica a destacar es la de la inseguridad, por lo que es frecuente que los remitentes cuando piden la marcha 

de algún familiar le aconsejen, si es posible, lo hagan con personas de confianza como dice Juan Sánchez a su mujer: 

“... y si no viniere con Francisco Márquez, mi amigo, procure de venir con otra Persona que sea segura” (Carta 582). 

El 37,21% de los remitentes nos informan sobre cómo debe realizarse el viaje a Indias. Generalmente las descripciones 

son vagas como la de Juan de Cereceda a su mujer: 

“Y saliendo vos, señora, de España para acá, llegada que seáis' a Nombre de Dios y Panamá, hallaréis socorro así mío 

como de amigos mios que van de aquí allá a mercadurías, y de esta manera no os faltarán dineros para acabar vuestros 

viaje...” (Carta 624).




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Sin embargo, no falta quien describe con detalle el procedimiento que se debe seguir para llegar a las Indias, los requisitos 

y los preparativos no faltan entre los consejos de los remitentes. De esta manera Rodrigo Álvarez, residente en 

Guamanga, dice a su hermano en Badajoz que: 

“... Señor, sepáis lo que habéis de hacer habiendo de venir: lo primero es iros a la corte y ante los señores del Consejo de 

su Majestad del Consejo de Indias meted una petición, para que os den licencia para venir donde yo estoy en Guamanga, 

que se os dará luego. Y, hecho esto, habéis de veniros a Sevilla antes un mes o dos que la flota se parta, y en un navío, el 

mejor que halláredes, que luego lo sabréis informándoos, vos fletaréis en él y toma una cámara para vuestra mujer e hijos 

y vos, y copraréis todo el bizcocho que hubiéredes menester, que antes os sobre que os falte, y conservas, para que, si 

alguno cayere enfermo y de todo, antes que os sobre, quedeis a otros que no que lo que lo pidáis. Y como llegárades al 

Nombre de Dios luego haced por alquilar bestias, y luego os partid a Panamá. En Panamá preguntaréis por Bartolomé 

Martínez de Jerez, que es un mercader rico, y decidle como sois mi hermano, y él os cara todo lo que hubiéredes menester 

sin que os falte nada, porque yo lo tendré avisado que lo haga así. De manera, señor, que no salgáis un punto de lo que os 

diga... Dineros os enviara para ayuda al camino más no sabe hombre de quién se fia. En Panama hallaréis lo que os fuera 

menester. Vuélvoos a encargar lo que os tengo mandado” (Carta 529). 

Las cartas también facilitan información sobre la tardanza del viaje, es el caso de Martín de Trujillo que advierte de la 

tardanza de la correspondencia “por que el camino es tan largo que no dejo de creer no haber llegado a ojos de v. m. ni 

tampoco he visto letras de mis hermanos...” (Carta 4). No menos largo es el viaje por el interior donde a la gravosidad 

del traslado se une el ser por tierra; así Francisco del Barco dice: “yo voy a los reinos del Perú en tanto que se ocupa por 

allá la flota, y tardaré en el camino un ano largo, porque son más de mil leguas por tierra” (Carta 330). 

Por último, aunque las dificultades a salvar eran muchas desde la petición de licencia hasta los riesgos que conllevaba la 

travesía pasando por todos los preparativos previos al embarque no faltará como quien Alonso de Elvas reclame a su 

hermano y cuñada diciéndoles que “no se les ponga por delante el peligro de la mar” (Carta 380). 

c. Religiosidad de los remitentes 

La religión aquí estudiada hará referencia al estado que dentro de la moral cristiana define al fiel extremeño asentado en 

Indias y a la organización y difusión -de la que algún remitente nos proporciona información- de la iglesia española en 

América. 

Las líneas en las que se desenvolverá la vida religiosa del fiel extremeño en América diferirá sustancialmente poco de la 

que hacía en Extremadura. Sin embargo, esto que es una característica de los primeros momentos de la colonización, se 

verá progresivamente diluida con las costumbres y actitudes de la religiosidad autóctona. Entonces, ritos cristianos y 

nativos formarán un cuerpo heterogéneo de manifestaciones propias. Esto para nuestros remitentes es aún pronto y sus 

preocupaciones espirituales son las mismas que en sus tierras. Siempre bajo la supervisión de los mismos instrumentos 

represivos: la Inquisición. 

E. Otte dice que el emigrante a Indias es de profunda religiosidad [43] , y nosotros añadimos, que la que ya tenía, ni más ni 

menos, en cualquier caso adquirirá una mayor necesidad de ella por las dificultades a las que se habrían de enfrentar y 

peligros que vencer, de encomendarse, por más razón a su Dios e intermediarios de siempre. Por ello son frecuentes las 

imprecaciones hacia la divinidad del tipo alabo a Dios, plega a Dios, Nuestro Señor, por amor de Dios, gloria a Dios... 

Estas rogativas hacia lo sagrado van a menudo acompañadas de juicios de valor sobre la existencia humana, generalmente 

referidos a la brevedad de la vida. Los remitentes recogen y acentúan así por su especial condición (lejos de sus hogares, 

sin más compañía que la de los Indios y algunos paisanos), la tradición de la época sobre la fugacidad de la vida [44] : 

“... y aunque este me dio mucha pena, considerando la brevedad de la vida, y que es camino que todos habremos de 

andar y cosa natural a los vivientes...” (Carta 611). 

A la cortedad del camino material, el remitente anterior añade el de la condición de resignación ante el destino humano. 

Por ello es inevitable que el sino del hombre se asocie a la muerte, especialmente en aquellos que por su edad y estado 

físico la ven cercana: 

“... y mira que ya estoy muy viejo y tullido, y tengo cada día los pies en la huesa...” (Carta 520). 

Otro aspecto que también suele aparecer es el relacionado con la solicitud de misas, que aquí adquieren el mismo sentido 

que tenían en Extremadura y en toda Castilla. La misa como un recurso para la salvación [45] por el ánima del solicitante o 

por la de algún pariente o amigo: también lleva poder para añadir diez misas más de las setenta, que son todos ochenta. 

La solicitud de misas permite canalizar, económica y espiritualmente, la voluntad del fiel hacia la iglesia y el más allá, 

respectivamente. 

“... Plega a Dios desde su gloria para su descanso, que yo entiendo la debe gozar, según vivió, y me avisa v. m. que 

murió. Yo le hice sus honras en el monasterio...” (Carta 530). 

La solicitud de misas por el alma de uno mismo es utilizado por los remitentes. Pero, como en el caso de Alonso de Castro, 

conocemos además de que tipo de misas se trata: 

“... a mi sobrino Juan García, el clérigo, le dirá v. m. me encomiende a Dios en sus oraciones, y me diga algunas misas en 

Nuestra Señora la Hermosa...” (Carta 498). 

Las misas son un bien que el vivo puede expresar hacia sus muertos: 

“... Recibí mucho contento y me pesó en el alma de que el señor Alvar Sánchez no fuera a España, lo uno, por dar a v.m. 

el poco dinero que llevaba, el otro porque si hiciere el bien que sabría hacer por el ánima de mis difuntos, Dios se sirva con 

todos” (Carta 613).




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La creencia en el paraíso viene determinada por las buenas obras, sólo el hombre es responsable de su salvación -que yo 

entiendo la debe gozar, según vivió y otros de los instrumentos para la misma fueron la limosna o mandas pías que, 

determinadas por los preceptos católicos, se constituyeron en los principales mecanismos para entrar en el limbo, así el 

mismo remitente anterior añadiría: 

“... y para que se dé la limosna que se ha de dar la renta que allá tengo ante todas, cosechando a juros o censo perpetuo 

para siempre jamás…” (Carta 417). 

Dios es la voluntad suprema y el motor creador y dinamizador de la vida del hombre: el providencialismo y fatalismo son 

manifestaciones propias de la época y de estos remitentes. 

La creencia en un más allá, el cielo, garantiza y recompensa la vida “trabajosa” del más acá: 

“... Que mis pecados son tantos que permite Dios que en esta vida no tenga sino trabajo, plégale a El, por quién es en la 

otra no los tenga” (Carta 544). 

Dios, no cabe duda, es el que prevé el estado de felicidad o desgracia del hombre que con sus obras se ha ganado lo uno o 

lo otro: 

“... Me ha escrito que también os desea acá para os hacer bien, que le ha dado Dios bien...”(Carta 604). 

“Que si Dios te da tanta ventura que las traiga a mis ojos...” (Carta 606). 

A esta religiosidad se une el fenómeno de la evangelización de dimensiones mayores que se afianzó, también, gracias al 

importante contingente de religiosos trasladados a América. Este proceso de conquista espiritual -voluntario frente al 

involuntario del resto de los emigrantes- fue acompañada de toda una serie de mecanismos, que puestos en marcha, 

harían más fácil la colonización real en todos los órdenes del Nuevo Mundo. La institución diocesana y su prolongación, la 

institución parroquial, contribuyeron -en España- decisivamente a ello. La diócesis y, su cabeza visible, el obispo, 

articulaban la vida religiosa en América. 

Así lo expresa Francisco Gil, clérigo, a su hermano Diego Gil cuando le dice: “Y allí fui a besar las manos al señor obispo, y 

me di a conocer con su señoría, el cual me ha hecho muchas mercedes...” (Carta 551). 

Sin embargo, la cristianización, no era un proceso fácil y las dificultades se multiplican cuando el sujeto de adoctrinamiento 

poseía una cultura y lengua diferentes. El método de catequización había de ser, por tanto, otro al empleado en España. 

La exposición doctrinal exigía, a menudo, un nivel de acercamiento entre el religioso y el nativo que pasaba por la 

asimilación de las costumbres del segundo por el primero. Por eso el remitente anterior declara la utilidad de esto cuando 

dice: 

“... porque bendito Dios, yo tengo salud y gana de comer, y hame dado aprender la lengua, en la cual he aprovechado, 

que se me da razonablemente, y esta es cosa muy necesaria para esta tierra, especialmente para los sacerdotes” (Carta 

551). 

c. Remesas monetarias 

De acuerdo con la imagen tradicional, el emigrante a Indias del siglo XVI va a suponer una importante fuente de ingresos 

para los familiares que se quedan en España. En el caso de los extremeños un 39,3% de las cartas anuncian el envío de 

dineros. La mayoría manda oro, plata u otras mercancías, y en cantidades que oscilan entre los 40 y 100 pesos, pero 

también se dan envíos mucho más importantes de 2.000 o 2.800 pesos, y otro grupo envía cantidades más medianas que 

van de 200 a 400 pesos. Generalmente estos envíos se realizan a través de personas conocidas, parientes, vecinos, socios 

o amigos de confianza que se comprometen a entregarlos a las familias. 

La mayoría de estas cantidades, dado el carácter de llamado de las cartas, son enviadas para facilitar el avituallamiento 

del viaje y los gastos extras que éste suponía; como Andrés Moreno dice a su mujer: “...enviado algún dinero a v. m. para 

con que pudiesen comenzara prestarse... y estará muy bien poner por obra luego la venida...” (Carta 115). Antonio Mateos 

expresa la misma idea: “...os avisaba como con Juan de Ocampo os envié cincuenta ducados... pensando que viniérades 

con él acá...” (Carta 149). Los hay que sólo envían dinero para el traslado a Sevilla, ya que la travesía se pagaba a la 

llegada: “...que con ella os podéis venir a Sevilla, y ahí os darán los cincuenta ducados, que comas hasta que vayan las 

naos...” (Carta 152). 

El envío de dinero también cumplía una misión esencial como era la de salvaguardar la debilitada y precaria economía 

doméstica. Esta ayuda a la familia es la que hace Alonso Herojo: “...las cincuenta y ocho coronas de oro... que lo que yo 

tengo no lo quiero si no par v. m. y mi familia...” (Carta 371). Aunque los hay que se quejan de no poder hacerlo: “… no 

le he podido enviar remedio tampoco como a vos…” (Carta 624). Y los hay que en vez de mandar oro o plata envían otras 

mercancías como Diego de Frías: “... y el principal intento de haberle yo consignado quinientos cueros para que de lo 

procedido de ello se provea a v. m. de lo necesario...” (Carta 28). 

Los emigrantes también mandan cantidades para dotar y casar a hijas y sobrinas, es el caso de Francisco González de 

Castro: Ahí os envío un pedazo de oro de ley de veinte y tres quilates y un gramo, que pesa ciento y cuarenta y cinco 

pesos, que he echado la cuenta a lo que allá valdrán serán doscientas y treinta coronas. “Estos recibirá vs. mds. para 

ayudar a casar sus hijas...” (Carta 357). Lo mismo se recoge en la carta de Juan Landero: “...querría ver o saber que mi 

sobrina Beatriz Landera se casase con mi hacienda...” (Carta 270). 

Los hay que incluso se preocupan de la educación de su familia, como Juan de Godoy pide: “...Juanico... que lo más breve 

pueda ser en sabiendo latín bastante se envíe a Salamanca, y holgaría que estudiase leyes, porque lo hará en más corto 

tiempo que estudiar medicina...” (Carta 530). 

CONCLUSIÓN




15/03/2011 

El objetivo de la presente ponencia no ha sido otro que el de extraer de una fuente histórica muy concreta, las cartas 

privadas de emigrantes a Indias en el siglo XVI, los distintos niveles de información que sus remitentes vertieron sobre 

ellas. Entendiendo esa correspondencia como un fenómeno más dentro del proceso migratorio -demasiado amplio en su 

temática y complejidad-, pero alejándonos de él para acercarnos a esos otros fenómenos que acompañan la ocupación de 

una nueva estructura espacial, la americana. Por tanto, aunque la emigración es el telón de fondo, nuestro artículo no se 

ocupa sino de las preocupaciones de sus protagonistas vertidas en las misivas que una vez instalados en América enviaban 

a Extremadura. 

El análisis del intercambio epistolar de los extremeños que marcharon durante el siglo XVI al Nuevo Mundo nos ha 

permitido conocer a un sector que formó parte de la sociedad extremeña del momento, y que de una forma u otra 

influyeron en familiares, amigos y vecinos; en unos, incitándoles al traslado a Indias, bien directamente -familiares y 

amigos- bien indirectamente al ser tomados como ejemplos de posible prosperidad -paisanos y vecinos-; y, en otros, 

facilitándoles la vida en la Extremadura de la época gracias a las remesas monetarias que desde América enviaron. 

Las cartas no sólo nos han proporcionado información de carácter familiar o personal como una correspondencia privada 

que es, sino que las múltiples alusiones sobre formas de vida, negocios, problemas legales o hereditarios, así como las 

opiniones personales de los remitentes sobre el propio viaje o la sociedad que se ha instalado en el Nuevo Mundo, nos ha 

permitido reconstruir, aunque sea a trazos y con múltiples lagunas, la estructura social, económica o demográfica de los 

remitentes extremeños, así como actitudes mentales como la religiosidad, o las inquietudes personales del emigrante. 

Pudiéndose constatar cuánto hay de mito y cuánto de realidad en la empresa colonizadora llevada a cabo por los españoles 

del periodo moderno en América. 

Así mismo, las cartas nos permiten saber cuáles eran las zonas de asentamiento en Indias preferidas por los extremeños y 

cuántos de estos trasladados lo habían hecho de forma legal o, si por el contrario, formaban parte de los “llovidos” que 

tanto preocupaba a la monarquía del XVI y XVII. 

Por tanto, hemos reconstruido, a nivel conceptual, la estructura mental, consciente e inconsciente, de los remitentes 

extremeños y hemos logrado detectar un conjunto de relaciones que se nos presentaba codificado en unidades mínimas de 

información, las palabras, que nos hablan de actitudes, comportamientos y preocupaciones más allá de lo racional. 

Por último, nuestro trabajo quiere dejar constancia del significado real, a través de las manifestaciones de sus autores, de 

la empresa colonizadora extremeña en América. La colonización fue un fenómeno humano, así se recoge en las cartas, una 

aventura llena de incertidumbre, peligros, esperanzas, triunfos y fracasos. La ilusión llevó frecuentemente unida la 

desilusión de quienes crearon una estructura mental demasiado alejada de la realidad. El imaginario español se enriqueció 

considerablemente con estos hombres que quisieron hacer su sueño realidad. 

Las cartas reflejan ese otro lado humano del encuentro entre dos culturas, las del Nuevo y Viejo Mundo. El impulso, la 

búsqueda y la ambición de una nueva situación social condujo a muchos extremeños a una salida incierta hacia un mundo 

que desconocían para producir un proceso único y plural de ocupación del espacio, asentamiento, colonización y formación 

de una cultura heterogénea, pero de personalidad y caracteres propios. 

NOTAS 

[1] Salustiano del Campo: Nuevo análisis de la población española, Ariel, Barcelona, 1987, p. 81. 

[2] M. Rodríguez. Cancho y A. Rodríguez_ Grajera: Análisis y estructura demográfica del área migratoria extremeña 

durante el suflo XVI, Alcántara, 20, Cáceres, 1990, p. 86. 

[3] J. Friede: Los estamentos sociales en España y su contribución a la emigración a América, Revista de Indias, 103-104, 

Madrid, 1966, pp. 16-17. 

[4] Ibid, p. 23. 

[5] A. Rosenblat: Bases del español de América: nivel socia/ y cultural de los conquistadores y pobladores. Revista de 

Indias, N.9 125-126, Madrid 1971, p.35. 

[6] R. Sánchez Rubio: op. cit. p. 172. 

[7] Ibid. pp. 50-65; R. Sánchez Rubio, op. cit., pp. 232-250. 

[8] A. P. Jacobs: Pasajeros y polizones. Algunas observaciones sobre la emigración española a las Indias durante el siglo 

XVI. Rev, de Indias, 172. Madrid, 1983. pp. 439-481. R. Sánchez: op. cit. pp. 263-271. 

[9] Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias. Madrid, 1973. Lib. IX, Título XXVI, Leyes I, III, XLVI. 

[10] R. Sánchez Rubio: op.cit. pp. 321-324 

[11] Este porcentaje de emigración femenina coincide prácticamente con el total facilitado por R. Konetzke para el periodo 

de 1509 a 1538, pero para la época posterior a 1540 lo eleva hasta el 23°0; en América latina II. La época colonial, Siglo 

XXI, Madrid, 1976, vol. 22, p.60. 

[12] R. Konetzke dice al respecto que es característico que en total emigraron más solteras que casadas. El número 

relativamente alto de las mujeres y muchachas que emigraron a la América española, lo muestra el hecho de que un par 

de décadas de la toma de posesión por parte de los españoles, en las diversas provincias ya no existía escasez alguna de 

mujeres blancas, sino más bien un exceso de las mismas; ibid, p. 60. 

[13] E. Otte: Cartas privadas de emigrantes a Indias, Sevilla, 1988, carta 152, p. 146. 

[14] Ibid. carta 399, p. 352. 

[15] Ibid. carta 549, p. 488.




15/03/2011 

[16] Ibid carta 520, p 462. 

[17] R. Konetzke: op cit, p 51. 

[18] Cardalliaguet: op. cit., p. 556. 

[19] J. L. Pereira: La realidad socioeconómica de Extremadura en la etapa del descubrimiento, Alcántara, 17. Cáceres, 

1989, pp. 93-124. 

[20] R. Sánchez Rubio: op. cit. p. 324. 

[21] Boyd-Bowman: Índice geobiográfico de más de cincuenta y seis mil pobladores de la América hispánica (1493-1600). 

México. 1985. p XXII. 

[22] R. Sánchez Rubio: op. cit. pp. 337-339. 

[23] Ibid. p. 341. 

[24] F. Gutiérrez Contreras: América a través de sus códices y cronistas. Salvat. Madrid, 1985. pp. 24-25. 

[25] Rocío Sánchez: op. cit., pp. 343-345. 

[26] E. Otte: op. cit, pp. 25-28. 

[27] R. Konetzke: op. cit., pp. 160-181. Este autor mantiene que los capitanes y gobernadores se vieron obligados a 

repartir indios entre los conquistadores que reclamaban una recompensa. Refiriéndose a Cortés, mantiene que se ve 

obligado a repartir indios entre sus hombres porque éstos, que habían conquistado el reino azteca mediante tantos 

sacrificios y esfuerzos, no estaban dispuestos a crearse una posición económica con el trabajo de sus manos. 

[28] Ibid. pp. 65-75 

[29] R. Konetzke: op. cit. p. 52. 

[30] J. H. Elliott: El Viejo Mundo y el Nuevo 1492-1650, Alianza. Madrid, 1984, pp. 39-41. 

[31] M. Herrero: Jauja, Rev. de Indias, 5, Sevilla, 1971, pp. 151-159. 

[32] Lope de Rueda en su obra La tierra de Jauja desarrolla esa visión humorístico-fabulesca del valle peruano: 

Panerizo - Mira: en la tierra de Xauxa, hay unos árboles que los tronco son de tocino. 

Panerizo - Y las hojas son hojuelas, y el fruto d estos árboles son buñuelos y caen en aquel río de la miel. 

Hozingera - Mira en la tierra de Xauxa, las calles están empedradas con yemas de huevos; y entre yema y yema, un pastel 

con lonjas de tocino. 

Hozingera - Y assadas, qu'ellas mismas dicen: tragadme, tragadme' En Pasos, Cátedra, Madrid, 1987, pp. 157-165. 

[33] B. Fernández Herrero: La utopía de América, Anthropos, Barcelona, 1990, pp 52-55 y 92 

[34] J. Hemming: En busca del Dorado, Serbal, Barcelona, 1984, cap. 1-10; y en El País, Madrid, 26, 5, 1987, p. 38: La 

quimera ya tenía un nombre: El Dorado, y en pos de él se lanzaron toda suerte de aventureros. 

[35] El mismo Colón nos dice al referirse a las riquezas auríferas de Santo Domingo que había pepitas de oro de tal calidad 

que era un prodigio; en Los cuatro viajes y testamento, Alianza, Madrid, 1986 pp 166-167. 

[36] Alonso Ortiz en carta a su mujer nos dirá que en aquellas tierras se vive muy bien y se gana mucho dinero, en la 

carta 52; Juan Sánchez lo expresa en los siguientes términos, es tierra muy sana y provista de todo lo que es menester, 

carta 582; Francisco Pérez dirá que en Indias se gana dinero y es buena tierra, carta 92: y Pedro de Cáceres reitera que es 

tierra donde se gana muy bien de comer y se vive sin necesidad, carta 548. En E. Otte, op. cit. 

[37] J. Friede dice refiriéndose a los encomenderos de Panamá: El 80% de los emigrantes de elite era de origen humilde, 

un 15°° de clase media y el 5% restante de clase acomodada, de la cuál solo un 2% pertenecía a la pequeña o a lo sumo 

mediana nobleza. En op.cit. pp. 29-30. 

[38] J. H. Elliot op. cit., p. 40. 

[39] Beatriz Pastor habla en este sentido del discurso narrativo del fracaso que supuso para muchos el choque entre 

percepción de la realidad americana y el modelo imaginario; en Discurso narrativo de la conquista de América, Casas de 

las Americas, La Habana, 1983, pp. 265-293. 

[40] R. Sánchez Rubio: op. cit. pp. 332-338. 

[41] Ibid. p. 310. 

[42] E Otte: op cit , p. 28 

[43] E. Otte: op. cit. p. 33. 

[44] Los remitentes son herederos y continuadores del clásico y reiterado tema sobre la fugacidad de la vida que aparece 

expresado en la mayoría de los canales de comunicación de la época como son la literatura y el arte. 

[45] A. Rodríguez: Morir en Extremadura, Norba, 1, Cáceres, 1980.

descripción - Museo Virtual de la Emigración Extremeña (Muveex)

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