HISTORIA Y DESASTRES EN AMERICA LATINA - La RED
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<strong>HISTORIA</strong> Y <strong>DESASTRES</strong> <strong>EN</strong> AMÉRICA <strong>LATINA</strong> VOL. II<br />
Virginia Garcia Acosta<br />
sinónimos, aunque en ocasiones también se hablaba de "seca extremosa", "seca<br />
prolongada" o de un periodo "extremadamente seco", dando la idea de que las sequías<br />
se presentaban cuando las precipitaciones y los escurrimientos se reducían o se<br />
ampliaban más allá de lo que los hombres decimonónicos consideraban "normal".<br />
En un intento por aclarar la confusión que brinda la documentación y las definiciones<br />
actuales, en este ensayo entenderemos por seca aquel periodo normal (febrero-mayo,<br />
julio-octubre) que existe entre temporadas de lluvias (mayo-junio, noviembre-enero), el<br />
cual se puede extender un tiempo razonable (uno o dos meses) después de que los<br />
agricultores consideraban que debía llover. Si la seca se prolongaba más allá del<br />
periodo de "gracia", y existía una "nula" precipitación pluvial, podemos hablar de una<br />
sequía, cuando amenazaba una pérdida de cosechas. <strong>La</strong>s canículas o sequías<br />
intraestivales, bien conocidas en la cotidianidad de las sociedades urbanas y rurales del<br />
México del siglo XIX, las consideraremos como aquéllas en las que la temporada de<br />
lluvias se interrumpía, dañando el crecimiento de las plantas, mas no ocasionando su<br />
total ruina.<br />
Este hecho dependerá de la región en que se presentaba la escasez de lluvia, ya que<br />
los periodos de siembra y cosecha pueden variar del centro al sur del país, pero no en<br />
el norte. Es entonces importante considerar la regionalización del fenómeno y sus<br />
efectos. México se caracteriza por tener, de norte a sur y de este a oeste, diferentes<br />
tipos de clima, hidrología y orografía, por lo cual no se deben generalizar los tiempos<br />
agrícolas ni los impactos de un determinado fenómeno hidrológico potencialmente<br />
peligroso.<br />
SECU<strong>EN</strong>CIA DE SECAS Y SEQUÍAS DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO<br />
XIX<br />
Al asomarse la segunda mitad del siglo XIX, los mexicanos esperaban superar las<br />
guerras internas y externas; los constantes cambios de gobierno; los déficit<br />
presupuestales del gobierno, aunados a fuertes crisis económicas; las periódicas<br />
pérdidas de ganado y cosechas por falta de lluvias y la presencia de plagas, así como<br />
las constantes irrupciones de los denominados "indios bárbaros" del norte. Los<br />
mexicanos continuaron sufriendo, durante varias decenas de años, la inestabilidad<br />
política de los años precedentes.<br />
No sólo se enfrentaban a luchas políticas y problemas económicos, sino también a las<br />
fuerzas de la naturaleza, que en ocasiones eran más devastadoras que las guerras que<br />
sostenían los diversos grupos políticos. <strong>La</strong> esperanza de una relativa paz no se lograría<br />
plasmar en la realidad sino hasta la década de los ochenta, cuando Porfirio Díaz logró<br />
centralizar la administración pública, fomentar la economía gracias a las crecientes<br />
inversiones extranjeras, controlar los intereses regionales de las oligarquías y, con todo<br />
ello, consolidar un Estado fuerte.<br />
Durante los años cincuenta la población parecía preocuparse solamente por las guerras<br />
civiles, aunque en ocasiones los periódicos difundían otro tipo de información; tal es el<br />
caso de una noticia proveniente de Sinaloa sobre la muerte diaria de 500 cabezas de<br />
Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América <strong>La</strong>tina<br />
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