Labores en la obra de Dios - Believers Chapel

BOLETÍN
DEL CREYENTE
DE LA BIBLIA
Believers Chapel * 6420 Churchill Way * Dallas, Texas 75230
ELEVANGELIO DE JUAN
Lección 27
Mayo 30, 1982
Juan 6:22-33
Labores en la obra de Dios
S. Lewis Johnson, Jr.
Introducción
Preguntas comunes entre los cristianos y el mundo encuentran algunas
respuestas en esta sección del discurso de nuestro Señor sobre el pan
de vida. Por ejemplo, uno escucha frecuentemente la interrogante:
“¿Qué es un verdadero cristiano”
Algunas responden la pregunta de una manera muy amplia y generosa,
en efecto dan la impresión de que cualquiera que viva de acuerdo con
las costumbres y tradiciones de las sociedades americanas y europeas
es un genuino cristiano: “Uno, digamos, que cuece sus alimentos y no
los desgarra crudo del hueso”, sugiere Robert Munger, “uno que usa
las ropas de acuerdo con la costumbre aceptada, y tiene solo una
esposa a la vez. Pero las opiniones parecen que se están ampliando. El
término “cristiano” se aplica frecuentemente de manera relajada a
cualquiera que tiene el enchapado y el lustre de nuestra civilización
occidental moderna 1 ”.
Munger continua diciendo: “por otra parte, otros no son tan liberales
en su clasificación. Ellos sienten que un verdadero cristiano es un
1

individuo muy santo y raro. Para pasar el examen debe ser un paragón
de virtudes sin mancha con una disposición angelical. Tiene que vivir
en algún lugar lejos del comportamiento común, suspendido entre el
cielo y la tierra, sin relacionarse con la vida real e inapropiado para el
mundo del trabajo diario que conocemos. Estos individuos insisten que
‘…muchos son los llamados pero pocos los escogidos’. Como el niño
pequeño al regresar de la Escuela Dominical dijo: ‘Madre, hoy hablaron
acerca de los cristianos fríos’. ‘Cristianos fríos’ exclamó la madre. ‘¿Qué
dijeron’ ‘Bueno’ respondió el niño, hablaron acerca del versículo:
“Muchos están fríos y unos pocos congelados’”. En este punto de vista
el cristianismo está limitado a sólo unos pocos, muy pocos—a mí ‘y a
ti, y no estoy muy seguro de ti 2 ’”.
Por supuesto, la verdad está en estos dos extremos. De hecho, la
respuesta a la pregunta no es difícil. El verdadero creyente cristiano
es un creyente en Jesucristo como el salvador de los pecadores. Es eso
lo que le lleva la vida de Dios al alma del hombre. Judas Iscariote pudo
haber pasado la prueba anterior.
Otra pregunta frecuentemente planteada a los hombres religiosos es la
siguiente: “¿Cuál es la obra que Dios aprueba” Las obras de Jesús en
Juan seis, versículo veintinueve provee una respuesta suficiente: “Esta
es la obra de Dios: que creáis en el que El ha enviado”.
Hay una diferencia interesante entre los capítulos cinco y seis, que
debemos notar. “En la cura del hombre paralítico”, Godet mostró: “Es
Jesús el que actúa; el enfermo es meramente receptivo. En la
alimentación de la multitud (cap. 6), Jesús sencillamente ofrece el
alimento; pero si es para que se convierta en su nutrición, el hombre
tiene que tener una parte activa en su asimilación.
Consecuentemente, mientras que en el discurso en el capítulo cinco, la
persona de Jesús es prominente, los del capítulo seis, al contrario, la
idea imperante es la de la fe por la cual el alimento celestial debe ser
2

apropiado 3 ”. Quizás es correcto decir que Juan pone los capítulos uno
al lado del otro a propósito, para lanzar en un relieve audaz la
diferencia entre las agencias humanas y divinas en la obra de la
salvación. La comunicación de la vida es la arremetida del capítulo
cinco, mientras que la asimilación de la vida es, entonces, la propulsión
del capítulo seis.
Lo que sigue a las señales es realmente un diálogo entre nuestro Señor
y los judíos y otros. Hay una introducción al mismo en el 6:22-24.
Entonteces le siguen las conversaciones en 6:25-65. Finalmente le
sigue la conclusión en 6:66-71. Hay cuatro fases en las
conversaciones, la primera fase se encuentra en 6:25-40, ocasionada
por la pregunta del versículo veinticinco. Le siguen otras fases (vv. 41-
51, 52-59, 60-65).
La primera fase en los versículos veintiséis al cuarenta se puede dividir
en cuatro partes (vv. 25-27, 28-29, 30-33, 34-40), pero en este estudio
solamente trataremos con las tres primeras partes, reservando los
versículos treinta y cuatro al cuarenta para una consideración
posterior.
I. EL PRIMER DIÁLOGO: DOS MÉTODOS DE BÚSQUEDA
La introducción (Jn 6:22-24)
La perplejidad de la multitud es comprensible. Si hubiera caminado
alrededor del Lago a Capernaúm, ¿No lo hubieran visto hacer eso Por
otra parte, sus discípulos habían tomado el barco solos y, mientras
otros barcos habían venido a llevarse a muchos que habían estado en
la alimentación de los cinco mil, Él no se hubiera visto en ellos. ¡Está
claro que nunca por un momento sospecharon que había caminado
sobre el agua al otro lado! Sabiendo que Capernaúm era algo como el
hogar de Él ahora, decidieron ir allá para encontrarlo.
3

La pregunta (Jn 6:25).
Cuando la multitud encontró al Señor en Capernaúm, le preguntaron:
“Rabí, ¿cuándo llegaste acá”
La respuesta del Señor (Jn 6:26-27).
La respuesta no se dirige a la pregunta, pudiera parecer a primera
vista, porque se dirige a los sentimientos internos que conducían a la
pregunta.
Por supuesto, no debemos ser demasiado críticos de la pregunta y lo
que la provocó. Las personas estaban deleitadas al encontrar a alguien
capaz de darles bienes materiales, o alimentos, acompañados por
milagros. Como dice Maclaren: “Si dos hombres tuvieran que venir a
Manchester mañana por la mañana, y uno de ellos tuviera que ofrecer
bienes materiales, y el otro sabiduría y paz en el corazón, ¿cuál de
ellos tendría la mayoría de seguidores No necesitamos lanzar una
piedra a la admiración desvergonzada y franca que estos hombres
tenían por un profeta que los pudo alimentar, porque ese es
exactamente la mejor clase de profeta que a un gran número de
nosotros nos gustaría si ellos hablaran explícitamente 4 ”.
Cuando reflejamos sobre la suprema importancia que nuestra sociedad
sitúa en la solución de los problemas económicos de nuestras vidas,
entonces las preguntas y el interés de las multitudes en el día de
nuestro Señor se convierten en comprensibles. Sin embargo, la
respuesta de nuestro Señor va al corazón de sus sentimientos, y Él es
apropiadamente crítico de sus extraviadas prioridades (Ver 1:47; 4:18-
19). Ellos lo buscaban, Él dice, porque recibieron pan de Él. Como lo
dijo alguien concerniente a esto: “En lugar de ver el pan en la señal,
¡en la señal solo vieron el pan!
Nuestro Señor continúa: “Trabajad, no por el alimento que perece, sino
por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del
4

Hombre os dará, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado
con su sello” (v. 27). Por sus palabras se nos recuerda las cosas que
Él le dijo a la mujer samaritana (Ver 4:10-13). Él ve más allá de las
cosas materiales a las últimas realidades, más allá del agua a la vida
eterna que Él sugería, y más allá del alimento que perece al alimento
que permanece para la vida eterna. Esa vida eterna, Él, el hijo del
hombre, dice que nos “dará”. La palabra “dar”, por supuesto, es una
palabra de gracia. La alimentación de los cinco mil duró un día, pero la
alimentación con el pan de vida dura para siempre.
Si uno dijera que nuestro Señor sí usa la palabra “trabajo”, y eso
indicara que el alimento es el producto de nuestra labor, sería
suficiente enfatizar de nuevo que él dice: “que el hijo del hombre os
DA”. El “trabajo” es una palabra de propiciación, que se refiere a la
actividad de confianza en el dador de la vida, el Señor Jesús (Ver He
4:10-11).
La cláusula final del versículo veintisiete: “a éste es a quien el Padre,
Dios, ha marcado con su sello”, es una referencia a la declaración del
padre de la autoridad y de la verdad del Señor y de su mensaje. La
palabra tiene el mismo sentido en su única otra incidencia en el libro
(Ver 3:33) 5 .
¿Cuándo ocurrió el sello Muchos comentaristas apuntan al bautismo
del Señor en vista del tiempo del verbo aquí, o quizás, ya que Juan no
describe el bautismo, al descenso del Espíritu Santo sobre Él (cf. 1:33-
34). Es posible que esa referencia sea la señal de la alimentación de
los cinco mil. Ese milagro mesiánico atestó la autoridad del Hijo.
II. EL SEGUNDO DIÁLOGO: LAS DOS FORMAS DE LA OBRA
La pregunta (Jn 6:28).
Si en el primer diálogo el Señor distingue dos métodos de búsqueda,
uno material y el otro espiritual, aquí Él distingue dos formas de obrar,
5

una de las obras es la de hacer algo para agradar a Dios y la otra
actividad es la de confianza. Es, en un sentido, una explicación ulterior
de la búsqueda del Señor a la que los hombres se deben comprometer.
La pregunta de la gente indica que aún no han llegado a comprender lo
que nuestro Señor está hablando. Ellos dicen: “¿Qué debemos hacer
para poner en práctica las obras (el verbo es el mismo que el Señor
usó en el versículo veintisiete, cuando dijo que los hombres no deben
“trabajar” por la comida que perece, sino la que permanece) de Dios
Los verbos de su respuesta están en el tiempo presente, e indican que
aprecian la obra de Dios como algo continuo. Es como si dijeran:
“¿Cuál es el curso regular de acción, para que nosotros podamos
obtener la vida eterna 6 ” Ellos piensan que la vida eterna es el premio
de Dios por sus buenas obras. “Las obras de Dios” es una expresión
que significa las obras que complacen a Dios.
La respuesta de la gente es característica de todos los hombres en su
estado pecaminoso. Siempre quieren hacer algo para ser salvados, ya
que aún no se han dado cuenta de que no pueden complacer a Dios en
su estado natural (Ver Ro 8:7-8). Hay algunos pasajes en el Nuevo
Testamento que se vuelven a este punto (Ver Lc 18:18, "haré"; 15:19,
"hazme"; Hch 2:37, "haremos"; 16:30, "debo hacer").
Las respuestas de los hombres a la pregunta varían. Los sacerdotes
responden: “Desempeñen rituales y ceremonias”, palabras que
significan tales cosas como: “bautícense y observen la Cena del Señor”,
o “vengan a Dios a través del sistema sacramental de la iglesia o
“Asóciense a una iglesia cristiana, o aun a cualquier iglesia, la iglesia
de su elección”. El razonador, el filósofo responde: “La cultura y la
educación lo llevará a uno al cielo”. Y el moralista, al expresar el
principio del legalismo encarnado en las respuestas de los otros, dicen:
“Hagan buenas obras”.
6

La respuesta del Señor (Jn 6:29).
La respuesta del Señor es contundente: “Esta es la obra de Dios: que
creáis en el que Él ha enviado”. Uno nota, primeramente, que Jesús
contrapone sus “obras”, plural, con “obra” en singular. Solo una cosa
es necesaria, y está claro que esa es la fe. El juego de palabras,
específicamente en la palabra obra no tiene la intención de sugerir que
la fe es una obra que obtiene mérito ante Dios y se gana por su vida
sometida a otro. Lo único común entre “obras” y “obra” es el hecho
que ambas son la actividad de los hombres. Más allá de eso la similitud
cesa.
Jesús, en efecto, ha dicho que algo se tiene que hacer para recibir la
salvación. Ningún hombre puede esperar ir al cielo por inacción. Pero
las palabras de nuestro Señor significan además que ninguna obra del
tipo que la gente tiene en mente, ninguna obediencia a la ley de
Moisés, ninguna actividad ceremonial o esfuerzo moral, puede traer al
hombre a la relación correcta con Dios. Esto solamente es la obra de
Dios, a saber, que usted crea en Él que ha sido enviado para la
propiciación de los pecados. Él no convoca a los hombres a obras de
mérito, sino a la única actividad de confiar en Él, el Redentor.
Uno pudiera preguntar: “¿Por qué se invita al hombre a tener fe en
otro en lugar de en sí mismo” Dicho de forma sencilla, es así: Es
demasiado tarde para que el hombre trate de salvarse por obras. ¡Ya
es culpable!
Shedd lo dice de esta manera ilustrativa: “Un súbdito del gobierno no
puede desobedecer un estatuto civil por cinco o seis años, y entonces
colocarse en ello en la relación correcta de nuevo, obedeciéndola por el
resto de su vida. ¿Puede un hombre que ha sido un adúltero y un
ladrón por veinte años, y entonces practicar la honestidad y la pureza
por los siguientes treinta años, pararse ante el sexto y el séptimo
mandamientos y ser declarado inocente por ellos Es demasiado tarde
7

para cualquier ser que ha violado una ley aun, en una única instancia,
tratar de ser justificado por esa ley. Porque la ley exige y supone que
la obediencia comience en el mismo principio de su existencia, y que
continúe ininterrumpidamente hasta el final de ella. Ningún hombre
puede entrar en el medio del proceso de obediencia, no más que el
que entra al final de ella, si se propone ser aceptado sobre la base de
la obediencia. ‘Testifico, dice Pablo, ‘a todo hombre que se circuncida,
que está obligado a cumplir toda la ley’ (Gá 5:3)." 7 Ver. Salmo 58:3.
Ahora nuestro Señor dice que la fe es una “obra” aquí, pero está claro
que no quiere decir que es una obra en el sentido de que la obediencia
a la ley es el trabajo. Pablo no habla de la “obra de fe” (Ver 1 Ts 1:3),
sino que ahí se refiere a lo que la obra que una fe viva, vital hace,
como lo hace evidente las siguientes fases. En el sentido de una obra
hecha para merecer la vida, la fe no es una obra. El apóstol lo deja
claro en Romanos 4:5: “Mas al que no TRABAJA, pero CREE en aquel
que justifica al impío, su fe se le cuenta por justicia”. Ahí Pablo
contrasta la fe con la obra, diciendo que el hombre que es justificado
al creer no trabaja, o sea, en el sentido de hacer algo meritorio para
ganarse la vida.
Pero la fe es una obra en el sentido que es una actividad interna de la
mente y de la voluntad (singular), como en contra una multitud de
actos externos (plural; ver v. 28). Como lo dice Shedd de nuevo: “Se
observará que la fe se denomina aquí una ‘obra’. Y lo es ciertamente.
Es un hecho mental, y un acto mental de las especies más
comprensivas y energéticas La fe es un principio activo que lleva al
hombre completo con ella, y en ella—la cabeza y el corazón, la
voluntad y los afectos, cuerpo, alma y espíritu. No hay un acto de fe
tan abarcador en su alcance, y tan total en su dinamismo, como el acto
de la fe en el Señor Jesucristo. En este sentido, es una ‘obra’. No es
algo indolente ni torpe; sino la actividad más vital y vigorosa que se
haya concebido. Cuando el pecador, movido por el Espíritu Santo la
8

misma fuente de la vida y energía espiritual, se lanza en completo
desamparo, y con todo su peso, sobre el Redentor para salvación,
nunca es Él más activo, y nunca hace él una obra mayor 8 . Y sin
embargo en el sentido común del término no es una obra (cf. Ro 3:27-
28; Gá 2:16; 3:2).
La obra de la fe, entonces, es descansar en el Dios-hombre y su
sacrificio expiatorio, no sobre las buenas obras de uno, sino sobre la
obra de otro y el sufrimiento de otro como la que se levanta de forma
efectiva entre uno y la venganza judicial del Dios altísimo. Ver Lucas
23:42-43.
Esta fe, por supuesto, es el regalo de Dios. Hoskyns escribe: “Y, sin
embargo seria malinterpretar lo que el evangelista aquí dice, si se
supusiera que el hecho de la fe fuera un acto basado en una decisión
independiente, individual para creer. El hecho de la fe es en sí mismo
la obra de Dios (v. 44, ver Ro 12:3). Ni el cuarto Evangelio ni San
Pablo son llevados finalmente a una concepción de fe pelagiana o aun
semi- pelagiana 9 ”.
Lo que tenemos aquí, entonces, es el germen del paulinismo, como lo
admite Bernardo: “La respuesta de Jesús contiene, en una pequeña
brújula, la esencia de la enseñanza paulina acerca de la fe 10 ”. Y es
además la esencia del pensamiento juanino también (Ver 1 Jn 3:22-
23).
Entonces, es la fe lo que agrada a Dios, no las obras (Ver He 11:6), y
esto no se puede hacer por el hombre en la carne (Ver Ro 8:8). Una
obra anterior debe llevarse a cabo, la obra de la gracia eficaz, o la
regeneración.
Al acentuar el hecho de que esta obra es un regalo, Hendriksen ilustra
el asunto de esta manera: “Las raíces de un cedro alto casi
9

desempeñan una increíble cantidad de trabajo al extraer agua y
minerales del suelo que le sirven de nutrición al árbol. No obstante,
estas mismas raíces no producen estas necesidades sino que las
reciben como un regalo 11 ”.
La fe es el padre de las obras (Ver 2 P 1:5-7). “Me gustaría insistir”,
afirma Maclaren, “que, antes de que usted hable mucho acerca del
cristianismo aplicado, debería estar seguro de que en los hombres hay
un cristianismo que aplicar 12 ”.
Finalmente, la fe asegura la vida (Ver vv. 27, 29, 32-33). ¡Trabajamos
por el regalo de la vida con una obra que no es una obra! ¡Oh, bendita
paradoja! Ver Isaías 55:1 (¡El profeta entendería!).
III. EL TERCER DIÁLOGO: DOS CLASES DEPAN
La pregunta (Jn 6:30-31).
La multitud parece percibir correctamente que Él está demandando de
ellos fe en Él mismo. Le responden: “Le dijeron entonces: ¿Qué, pues,
haces tú como señal para que veamos y te creamos ¿Qué obra haces
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “LES
DIO A COMER PAN DEL CIELO.” Esta sección del discurso”, Apunta Morris, “se
debe entender opuesta al trasfondo de la expectativa judía que, cuando el
Mesías viniera, Él renovaría el milagro del maná. A gusto llena con los
panes que Jesús les ha provisto, la multitud lo reta a darle un suministro
permanente de pan 13 ”. ¡Esta es la gente que ha acabado de ver alimentar
a los quince mil!
La respuesta del Señor (Jn 6:32-33).
En su respuesta el Señor se vuelve a la naturaleza del regalo por el
que tenemos que trabajar. La respuesta está en una manera de
corrección (v. 32) y una de elaboración (v. 33).
10

Entonces, primeramente, Él disipa su ilusión acerca de Moisés. El
regalo del maná sería mayor que el regalo del pan del Señor, si,
ciertamente, había venido de Moisés, o aun del cielo. De hecho, no
vino de Moisés; vino del padre celestial, y vino como un regalo. Y, más
aún, Él todavía lo está dando (Note el tiempo presente, “da”) el pan
del cielo. Pero ellos se han perdido el significado de la señal
autenticando el milagro de moisés. Por lo menos hay dos puntos. No
fue Moisés quien dio el pan, y no fue el genuino pan espiritual, sino
meramente el pan físico, que dio Moisés. Y el tiempo presente en “dar”
apunta al hecho de que Dios está dando ahora lo que el maná
solamente tipificó, o vislumbró.
Entonces en el versículo treinta y tres Él elabora, apuntando que el
genuino pan de Dios es el que desciende del cielo. El presente
participio, “baja”, es apropiado, al ser descriptivo del proceso de la
encarnación 14 ”. El aoristo se usa también en los versículos cuarenta y
uno, cincuenta y uno y cincuenta y seis (Ver 3:13), y este tiempo
indefinido en este contexto sencillamente acentúa el pasado hecho
histórico.
La cláusula final es propensa a malinterpretarse. El “da vida al mundo”
no significa que la expiación fue designada para todo individuo en el
mundo. Si ese fuere el caso, entonces de nuevo se nos debe confrontar
con una deidad frustrada, un soberano que no puede que realmente no
es soberano. ¡El Dios de Juan es un Soberano soberano! La palabra se
refiere al hecho de que la vida no es sencillamente para la nación
escogida, sino también para los gentiles como lo aclarará el capítulo
doce. Westcott está en lo cierto: “Este nuevo maná se distinguió del
antiguo en que no estaba confinado a un pueblo, sino al mundo…Él
efectúa la bendición, que fue nacional, universal 15 ”.
Conclusiones
11

Permítanme cerrar sugiriendo estas cosas. En primer lugar, la voluntad
de Dios es que busquemos el alimento espiritual genuino, más que el
material. (Ver vv. 27, 33; Mt 6:33).
Segundo, la manera en la que uno debe buscarla es el camino de la fe
(Ver 6:29, 35, "viene… cree"). Esta es la obra que Dios aprueba. La fe
es descansar en la persona, el Señor Jesucristo, que ha bajado del
cielo como el pan de Dios a través de su obra expiatoria al abogar por
la expiación de nuestra salvación eterna.
Y, por último, ¿qué encontramos al final de este camino El “pan” de
Dios” que “permanece para vida eterna” (Ver vv. 33, 27), la vida que
provee todas las alegrías que un hombre o una mujer pudiera desear, y
que sobrevive a todos los golpes que la vida pueda traer, y que nos
lleva a la respuesta
"Ninguna condenación ahora temo,
Jesús, ¡y todo en Él es mío!
Vivo en Él, mi viviente cabeza,
Y revestido en la justicia divina,
¡Osado me acerco al trono eterno,
Y clamo la corona, a través de m propio Cristo.
¡Amor asombroso! Cómo puede ser
Que tú, mi Dios debas morir por mí."
Notas
1 Munger, p. 136.
2 Ibid., pp. 136-37.
3 Godet, II, 219.
4 Maclaren, p. 280.
5 Barrett, p. 287. The word "God" is in an emphatic position in the Greek text, evidently in
further explanation of the word, "Father." It is God the Father who validates the mission
of the Son. Let there be no misunderstanding of that. [La palabra “Dios” está en una
12

posición enfática en el texto griego, evidentemente en una explicación de la palabra,
“padre”. Es Dios padre quien valida la misión del hijo. Que no haya malos entendidos en
eso.
6 Cf. Morris, p. 360.
7 William G. T. Shedd, Sermons to the Natural Man (New York: Charles Scribner's Sons,
1871), pp. 405-6.
8 Ibid., p. 410.
9 Hoskyns, p. 293.
10 Bernard, I, 192.
11 Hendriksen, I, 232.
12 Maclaren, p. 287.
13 Morris, p. 361.
14 Barrett, pp. 290-91 (note: all references in Barrett from this study on are from the new
edition of his commentary). [Todas las referencias en Barrett de este estudio son de la
nueva edición de su comentario]
15 Westcott, p. 102.
13