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Sudacas-Gabriel Fernández Chapo - Iberescena

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<strong>Sudacas</strong>.<br />

Errantes del nuevo milenio<br />

Por <strong>Gabriel</strong> Fernández <strong>Chapo</strong><br />

fernandezchapo@yahoo.com.ar<br />

Acto I<br />

1- Residencia en la tierra<br />

Una playa casi atorada por los grandes hoteles de Cancún (Quintana Roo-<br />

México); o una calle adoquinada y sucia de San Telmo (Buenos Aires-<br />

Argentina); o un barcito de La Candelaria (Bogotá- Colombia) decorado a<br />

fuerza de posters de estrellas de rock de los años ´80; o quizás una feria<br />

callejera de La Paz (Bolivia) que se obstina en serpentear pendientes; o un<br />

puestito callejero que vende empanadas de pino frente a la Casa de la<br />

Moneda de Santiago (Chile); o en la puerta de un restaurant típico de la<br />

calle La Ronda (Quito- Ecuador); o ningún lugar.<br />

CARLOS: En mi tierra, güey, yo tenía mi propio changarro, un lindo restorán<br />

en Cancún, cerca de la playa, donde cansarme cada día y cada noche, una<br />

casita humilde, mis primos y amigos que trabajaban conmigo. Aparece de la<br />

nada, una noche, un pinche gringo. Había cenado un par de veces en la<br />

mesa junto a la ventana pero nada más. Comía, pagaba y se iba. ¿Te<br />

compro el restaurant?, me dice. No mames, contesto. ¡Que tires un número,<br />

cabrón!, arremete. Y ni lo pienso. Le duplico el valor del bisne para no<br />

venderle y que el gringo no me venga a chingar con su prepotencia. Chale,<br />

güey, el muy hijo de la chingada me llenó todita la mesa de dólares. Ahora<br />

tengo lana y nada qué hacer.


LALI: En mi tierra, tenía un título universitario en Artes Plásticas, un ex<br />

novio viviendo en el departamento de enfrente al mío, al que le iba mucho<br />

mejor que a mí y al que le veía todas sus supuestas amigas ahora<br />

convertidas en amantes; un contrato de alquiler por renovar que me duplicó<br />

su valor; un trabajo como profesora de Dibujo en una escuela de las afueras<br />

de Buenos Aires que se caía a pedazos, unas rastas recién estrenadas, y<br />

un cosquilleo dentro mío que me pedía mundo, que me pedía aire y que me<br />

hacía buscar todas las becas que me escupiera Google. Ahhh…y una<br />

familia con olor italiano que no entiende el por qué de la partida.<br />

LENIN: En mi tierra, tenía unas arepas riquísimas cada mañana para<br />

desayunar solito desde el balcón, y unos manes con los que nos gustaba<br />

rumbear todos los fines de semana o prendernos unos traguitos en La<br />

Candelaria; y muchas tardes de gimnasio, y un trabajo en la Policía que me<br />

gustaba mucho, trabajo que dejó de ser trabajo cuando al comandante no le<br />

gustó unas foticos mías del Facebook con mis amigos gays. “Lenin, que ya<br />

te estás amariconando mucho. No es imagen para la institución”, murmuró<br />

el jefe. Esa es mi vaina.<br />

LIDIA: En mi tierra, tenía un corazón enamoradizo, muchas cartas de amor,<br />

gran pasión por la lectura, muy buenas notas en el colegio y varios profes<br />

que me decían que tenía que seguir la universidad. También tenía un vecino<br />

con una lengua muy dulce para conquistar, que me cambió la universidad<br />

por un casamiento a los 20, por un embarazo a los 21, por una hija a los 22<br />

y por una nueva soltería a los 23. Ahora tengo una hijita hermosa que quiero<br />

que sí pueda estudiar, una madre que me ayuda y un ex marido borracho<br />

que solo sabe caer a las tres de la mañana cuando se queda sin dinero para<br />

seguir machado.<br />

BENJAMIN: En mi tierra, tenía un padre pinochetista por más que no lo<br />

dijera públicamente salvo que el pisco le largara la lengua; la imposibilidad<br />

de estudiar en la universidad la carrera de Psicología que tanto me gustaba;<br />

un empleo aburrido en una oficina que hacía trámites de comercio exterior;<br />

unos weones amigos que se fueron a probar suerte por el mundo y que me<br />

dejaron rogando encontrar a alguien que me haga la segunda los sábados a


la noche, y unas ganas terribles de no parecerme a mi viejo que sólo piensa<br />

en hacer dinero y más dinero. Por supuesto que el Máster que me fui hacer<br />

a España lo paga mi padre, cachai.<br />

LUIS: En mi tierra, tenía una esposa muy bonita y compañera, un hijo<br />

pequeño, una familia que ocupaba toda la cuadra y media de la vuelta, un<br />

trabajo, que después ya no lo tenía, que después tenía otro; y que ya<br />

después tampoco tenía ese otro; unas deudas pequeñas; unas deudas más<br />

grandes, la vergüenza de pedir plata a mis ñañas y a mis cuchos, dos veces<br />

que me robaron en la casa; y un cansancio que empezaba a hacerme<br />

arrastrar los pies.<br />

2- El Aleph<br />

Parados dentro de una gran valija abierta. Sus pies chapotean en el interior<br />

como si fuera una fuente de agua cristalina. Pero no. Solo hay algunas<br />

prendas de ropa. Sus cuerpos desplazan la ropa. La tiran salvajemente. O<br />

dulcemente. O no la tiran. Las valijas se cierran. Ellos dentro.<br />

CARLOS: ¡Qué pendejada! Intentar que quepa tu pasado, tu presente y tu<br />

posible futuro en 23 kilos. Gracias aerolínea por obligarme a andar liviano<br />

por el mundo. “Señorita: ¿si me paso los 23 kilos cuánto cuesta? ¡Cómo! No<br />

mames. Ni que llevara oro, o la blanquita de la buena. “¿Qué te pesa más,<br />

compadre, las dos maletas o los adioses, las despedidas, y las caras que ya<br />

no verás?”, me preguntó el hijo de puta de mi cuñado. Me subo al avión.<br />

Calentito aún, en el bolsillo interno de mi saco, laten unos pinches taquitos<br />

de suadero; unas quesadillas de chicharrón y un poco de salsa. A toda<br />

madre, pa’ no extrañar. Y porque como los de mi tierra seguro que en<br />

ningún lado del mundo habrá. Prefiero que mi garganta hierva por esas<br />

pinches salsitas mexicanas que por las preguntas que este viaje me escupe<br />

y no tengo aún nada para responderles.


LIDIA: ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Es para siempre? ¿Y has de volver algún<br />

día? ¿Te has peleado con tu familia? ¿Te vas porque no tienes trabajo?<br />

¿Te vas porque no consigues empleo de lo que gusta? ¿Te cansaste de los<br />

políticos, de la corrupción y de la mierda de la inseguridad? ¿Te vas porque<br />

no tienes un amor? ¿Te vas porque te peleaste con tu amor? ¿Te vas a<br />

estudiar? ¿Te vas a trabajar? ¿Vas con papeles o sin papeles? ¿Tienes<br />

alguien allá? ¿Qué por la crisis? ¿Qué por la violencia?<br />

CARLOS: Todo que sí. O todo que no. O un poco sí. O un poco no. O<br />

Nada. O todo. Harto interrogatorio, ¿no ves que me llevo más miedos que<br />

certezas?<br />

LIDIA: Que yo lo primero que me dije es: 23 kilos es mucho. A que me<br />

sobran. Si uno está lleno de chucherías que más que para juntar polvo, no<br />

sirven pa´ nadita. Y ahí empiezas…a revisar papeles viejos, fotos, adornos,<br />

ropa, libros, regalos. Es más fácil en el ordenador. Cuando tiras todo a la<br />

Papelera de Reciclaje ni lo sientes. Pero aquí, tienes que ser el verdugo,<br />

portar el hacha asesina. Cortar el pescuezo a esos recuerdos que posee<br />

cada cosita. “Y tú también, mi niña, a poner sus juguetes en una caja que se<br />

va a lo de la Abu hasta que la mami la pueda llevar con ella”. Todo un día.<br />

La cara llena de polvo y que más que una décima parte no logré<br />

deshacerme. Ni que los tuviera pegados. Sacudo y sacudo pero el último<br />

regalo de mi tata no lo puedo tirar. Ni hablar del portarretrato con mi<br />

hermana. O el florero donde la tía Melba llenaba de olores el cuarto. O esa<br />

lámpara que me iluminó tantas noches para leer cartas de amor en mi<br />

adolescencia. Mierda. Y las cajas se achican y mis cosas se agrandan. No<br />

hay maleta suficientemente grande para meter 30 años de vida. Y<br />

finalmente fracaso. Renuncio. “Qué mami te deja sus cosas, mi niña. Con su<br />

abuelita que me las cuidan hasta que me las lleve conmigo.” ¿Y qué objeto<br />

reemplaza a una hija a la distancia? ¿Qué objeto?<br />

3- Terra Nostra


Se tiran violentamente libros que se abren y rompen y llenan de hojas<br />

escritas todo el espacio y caen pesadamente y son pisados y son pateados<br />

y son vueltos a tomar con cariño por las mismas manos que los arrojaron.<br />

Son libros.<br />

BENJAMIN: ¿Inmigrante?<br />

LENIN: Dícese del natural de un país que llega a otro para establecerse en<br />

él, con idea de domiciliarse.<br />

BENJAMIN: ¿Emigrante?<br />

LENIN: Dícese de la persona que deja o abandona su propio país con<br />

ánimo de establecerse en otro extranjero.<br />

BENJAMIN: Bien, sabelotodo, ¿y qué me dices del natural de un país en el<br />

que se siente ajeno o expulsado, y que se establece en otro país pero sin<br />

abandonar el propio, que nunca termina de saber si es de aquí o si es de<br />

allá, que no sabe si su patria y su país son la misma cosa; ni dónde queda<br />

el lugar al que podrá llamar su hogar?<br />

LENIN: Me jodiste.<br />

4- Una sombra ya pronto serás.<br />

LUIS: Y qué mijo me pregunta: “Papi, ¿que nos vayamos de Ecuador es<br />

una bendición o un castigo?” Y yo no supe qué mierda contestarle: “Que tu<br />

Taita podrá camellar, y que se vive con menos miedo” Ensayé contestarle.<br />

Pero el muy cabrón se leyó algún filósofo de la Liberación o una mierda por<br />

el estilo: “Tú sabes, cuchito, que la migración es un asunto tan antiguo como<br />

la cultura sedentaria”. Recordé que en el liceo siempre invertía “nómades” y<br />

“sedentarios”, y todavía estaba tratando de discernir cuál es cuál, cuando se


despachó con: “En la Antigua Grecia era la pena capital el destierro. Piensa<br />

en Edipo, después de matar a su taita y tirarse a su mama, lo desterraron.<br />

¿Tú qué hiciste en Quito, pa?”. Le traté de explicar que la migración es<br />

parte de la naturaleza, del equilibrio, que las aves migran constantemente y<br />

las ballenas… “¿Para eso no se inventó la cultura? ¿Para no tener que vivir<br />

como los animales?”, me dijo el majadero antes de que le diera vuelta la<br />

cara de un puñetazo.<br />

LALI: Me voy, papi. No, no llorés por favor. No, cómo va a ser tu culpa. Las<br />

cosas son así y listo. No me voy con odio ni resentimiento. Me voy por amor.<br />

Sí, por amor, papi. No, no estoy loca. A veces amás mucho a alguien, lo<br />

amás hasta los huesos pero no podés dejar de pelearte. Lo que antes no te<br />

molestaba tanto, ahora ya no lo aguantás más. Y te enojás, te sentís que ya<br />

no podés tolerar ciertas cosas, pero sabés, en lo más profundo tuyo, que no<br />

podés dejar de amarlo. ¿Entonces que te queda? La distancia. Es como tu<br />

tango, pa. “Primero hay que saber sufrir, después amar y al fin partir”.<br />

Bueno, ya sufrí y amé lo suficiente para tener la sangre y el espíritu bien<br />

nuestro. Ahora me toca partir, escapar un poco de nuestro fatalismo tan<br />

seductor. ¿Sabés, viejito? Por momentos, creo que hasta nos gusta algo de<br />

la estafa, la corrupción, la inseguridad, las crisis. Nos da letra para nuestro<br />

goce en el dolor. Pero ya tengo ganas de conjugar otros verbos,<br />

¿entendés?. Quizás conjugar: volver a empezar, disfrutar, aprender,<br />

compartir, o soñar. No sé. Sé que necesito otra cosa.<br />

LUIS: La cosa es que el guambra no se quedó así conforme con la<br />

conversación del otro día. Y cuando le estábamos entrando a un pollo<br />

broaster con papas, hizo que me atragantara el alita en el cogote: “cuchito,<br />

hoy en día el mundo es tan chiquito. Cualquiera compra un pasaje de avión.<br />

Haces click en la computadora y estás con un vuelo a la conchinchina. Y no<br />

te pongas mal por lo que hayas hecho en Quito, si eres igual a Edipo o no.<br />

No importa si es por hambre, amor, trabajo, cultura o curiosidad, emigrar es<br />

uno de los síntomas de la Posmodernidad”.<br />

LALI: Y que mi viejo me dice: “Nena, allá vas a ser una inmigrante más. Es<br />

como ir a una casa donde no te invitaron, sino que caés de sorpresa y ni te


conocen, ¿entendés, no?”. Creo que había ensayado antes una respuesta<br />

para eso, pero me quedé en silencio. Así que contragolpeó: “este es tu<br />

hogar, este es tu olor, estas son tus calles, aquí está tu mate y tus<br />

medialunas, el dulce de leche y el Página 12 de los domingos”. La realidad<br />

es que no hay demasiadas explicaciones. No me voy por la dictadura de los<br />

´70 ni por la falta de laburo del 2000. Es porque sí. Porque lo siento así. Hay<br />

cosas que no me gustan y otras que me faltan que ayudan en la decisión.<br />

Pero es algo más interno. Necesito extrañar, sumar otros paisajes a mis<br />

ojos y otras miradas a mis ideas. Aunque sea un error, será un error mío,<br />

papi. “Que yo lo vi a tu abuelo. Toda su vida fue añorar su Calabria que casi<br />

lo mata de hambre. No hubo un solo día que no le encontrara la mirada<br />

perdida unos minutos recorriendo las calles de su infancia. No quiero eso<br />

para vos, hija”, me dijo. Ahí lo tenés, papá, es el abuelo el que me regala<br />

parte de su sangre y por el que yo ahora puedo probar. Tan sólo eso. Tener<br />

los papeles y probar.<br />

5- La fiesta del Chivo<br />

LUIS: La mía fue una despedida alegre. Todos, y cuando digo todos es<br />

todos, están convencidos de que soy el primero de los hermanos en venir, y<br />

que luego se va a ir sumando el resto, y que toda la familia va a terminar<br />

finalmente unida. A miles de kilómetros de nuestro lugar, en paisajes<br />

extraños, con palabras desconocidas poniéndole nuevos nombres a cosas<br />

conocidas, pero unida. Entonces la sensación es la de alguien que va<br />

primero a un lugar a acomodar las cosas para que el resto llegue con<br />

mayores comodidades. Y hubo muchas risas, y mucho alcohol en el Parque<br />

El Ejido donde decidimos decir “Chao Ecuador”. Jugamos fútbol, y cuando<br />

nadie me miraba, me arrodillé, besé la tierra e hice unas promesas que no<br />

pienso contar. No sé porque lo hice. Lo sentí. Quizás fue un poco


melodramático. Pero en estos momentos es cuando se piensa a encontrar<br />

con partes de uno mismo que desconocía.<br />

LALI: No es broma. En mi familia todo gira en torno a los fideos. Los fideos<br />

son una especie de altar profano alrededor del cual hacemos los ritos de<br />

festejo, y/o conmemoración de nuestra familia. Para ser justos, cualquier<br />

excusa se vuelve válida para reunirse frente a los fideos de la abuela, los<br />

cuales ocupan el centro de la escena, o mejor dicho de esa mesa larga en<br />

la que me senté cada domingo al mediodía desde que tengo memoria. Esta<br />

vez no fue distinta, aunque nadie sabía bien si la reunión era para festejar o<br />

para llorar. Por lo pronto yo creía que al menos mi abuelo no iba a llorar. La<br />

Gran Guerra lo había vuelto tan sensible que justamente anulaba cualquier<br />

chance de que algo lo venciera con lágrimas. Mi despedida lo pudo. No lloró<br />

en toda la guerra y se largó a un llanto de niño cuando su nieta le anuncia<br />

su partida. Todos me miraron como diciendo: “Mirá lo que hiciste, nena” y<br />

hacían fila para pasar por la silla eterna del abuelo y palmearlo en la<br />

espalda. Y yo clavándome las uñas en los brazos para no ir corriendo a<br />

devolver el pasaje de avión mientras mi Tía Chola me daba una cadenita de<br />

una santa con grandes contactos e influencias, aparentemente, en el Viejo<br />

Continente.<br />

CARLOS: Mi madre le pidió al cura del barrio que la misa del domingo fuera<br />

pa’ rezar por mi futuro. Y así fue: a las diez de la mañana estábamos todos,<br />

mi madre, mi hermana, mis sobrinos, mi cuñado, unos primos, y alguna que<br />

otra ex noviecilla de la juventud conmovida, vestidos como para un<br />

casamiento, pero a puertas de la Parroquia de San Martín de Porres y bajo<br />

un solazo que nos hacía sudar de a madres. Y que el cura me dedica su<br />

sermón, y que dice que todos van a rezar para que pueda terminar mi<br />

master en España. Y la miro a mi madre. ¿Por qué mintió? Irse para<br />

estudiar no estaba mal visto, me dijo. ¿Qué buscar trabajo es pecado? Le<br />

quise decir. Me callé. Esa era mi despedida. No la quería cagar. Ahhh… y<br />

después almorzamos en un pinche bufet chino donde el pendejo de mi<br />

cuñado se intoxicó con unos pescados; y unos de mis sobrinos hacía<br />

dibujitos con unas barras de surimi que confundió con crayones.


LIDIA: No quería abusar. Yo no se lo pedí. Pensaba incluso irme en voz<br />

baja, casi sin saludar. Pero mi madre, Dios la cuide, se le dio por<br />

organizarme una fiesta sorpresa de despedida. Le pidió el salón a su amiga<br />

que está en la comisión del centro cívico. Invitó a todos. Eso me consta.<br />

Pero hubo muchos más invitados que presentes. Mis amigas, mis<br />

compañeras de escuela, mis vecinas, la mayoría no fue. Nadie me lo decía.<br />

Yo me daba cuenta porque sobraban muchos lugares, comida y bebida. Y si<br />

hay algo que mi madre sabe hacer es calcular bien. No sé si lo hacían para<br />

castigarme porque hacía lo que ellas deseaban y no se animaban, o si me<br />

sentían una traidora por irme. La nota de color no podía ser otra que el<br />

padre de mi nena entrando machado queriendo darme un beso en la boca y<br />

sacando a bailar a los pocos presentes, incluso cuando no había música.<br />

BENJAMIN: No quiero quebrar el clima. Pero de despedidas yo no puedo<br />

hablar mucho. Lo cierto es que le tengo terror a eso de los llantos, los<br />

abrazos que no sabes si son de optimismo o de pésame. Y lo corté por lo<br />

sano. No dejé que nadie me hiciera una despedida. Ni que tuviera que<br />

saludar a nadie en el aeropuerto como si me estuviera yendo a una guerra<br />

donde no volvería si no es en un cajón y en pedacitos. Les dije, amigos y<br />

familia, sólo me puedo ir si lo siento como unas vacaciones, si siento que es<br />

momentáneo, si sé que voy a volver. Así que no quiero despedidas ni nada.<br />

Una partida más, un hasta luego, que no amerita otro evento que un<br />

llamado telefónico.<br />

LENIN: Que yo no tengo mis padres. Los he perdido. Uno de muy joven y<br />

otra ya entrado a los veinte. No quiero hablar de ellos. Nada de<br />

sentimentalismos. ¿Y la despedida es como el duelo? ¿Necesita un ritual<br />

para que uno pueda seguir adelante? Eso me pregunté cuando veía que los<br />

días para mi partida iban reduciendo cifras. Y decidí que sí. Que iba a<br />

festejar mi partida. Pero con mi estilo, con mucha alegría, con mucho baile y<br />

jarana. Bien chévere. Casi que fue como todos mis fines de semana, pero<br />

sabiendo que era el último, al menos en un tiempo. Y eso le daba un sabor<br />

especial. Llamé a todos mis amigos, a mis ex parejas y nos fuimos a la<br />

disco gay donde pasamos tantas noches. Y bailamos. Y nos besamos. Y


nos cogimos. Y me pregunté: “¿Cómo será ser sudaca y homosexual en<br />

Europa?”. Confieso que me dio un poco de miedo.


Acto II:<br />

1- Tierra de nadie.<br />

LALI: Doce horas de vuelo.<br />

BENJAMIN: Catorce.<br />

LENIN: Diez.<br />

LALI: Buenos Aires- Barcelona.<br />

LENIN: Bogotá-Frankfurt.<br />

BENJAMIN: Santiago de Chile- Madrid.<br />

LALI: Piernas entumecidas…<br />

LENIN: …el cansancio de un cuerpo que tuvo que intentar dormir en los<br />

escasos centímetros de generosidad de la butaca…<br />

BENJAMIN: …apenas declinable, apenas amena.<br />

LALI: Y las dudas. Los miedos.<br />

LENIN: ¿Podré entrar al Primer Mundo?<br />

LALI: ¿Podré dejar atrás las carencias de mi tierra y tener el publicitado<br />

confort del Viejo Continente?<br />

LENIN: Yo vengo con papeles.<br />

BENJAMIN: Yo vengo sin papeles.<br />

LALI: Yo vengo como turista para ver qué onda…<br />

LENIN: Yo vengo para cursar un Máster…


BENJAMIN: Yo vengo con una beca.<br />

LALI: Los pasos empiezan a serpentear pasillos blancos, o color acero, o<br />

paisajes vidriosos<br />

BENJAMIN: …hasta ser escupido a una serie de filas donde comienza una<br />

distinción abrumadora:<br />

LENIN: “Ciudadanos de la Comunidad Europea/EEUU/Chinos”<br />

LALI: u “Otros pasaportes”.<br />

(Todos arman una fila, menos Lenin que se pondrá de frente a la fila)<br />

LENIN/ OFICIAL DE MIGRACIONES: ¿A qué vienes? ¿Cuánto dinero traes<br />

en efectivo? ¿Quién te invita? ¿Por cuánto tiempo? ¿Conocéis a alguien<br />

aquí? ¿Tenéis familiares aquí? ¿Conocidos? ¿Amigos? ¿Cuánto dinero<br />

traes? ¿Quién te invita?<br />

BENJAMIN: (Asomando su cabeza de la fila) Las preguntas del oficial de<br />

Migraciones van, como carrousel desbocado, más rápido de lo que tu boca<br />

puede responder.<br />

LENIN/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Comienza a girar la ruleta migratoria<br />

de “Tú entras/ Tú no”- “Tú entras/ Tú no”- “Tú entras/ Tú no”.<br />

LALI: Pero yo he traído todos los papeles. Aquí los tienes.<br />

LENIN/ OFICIAL DE MIGRACIONES: No importan tus papeles. Yo, aquí,<br />

encerradito en esta cabina de cristal, con un arma bien cargada en mi<br />

montura, soy el que decide.<br />

(Se disuelve la fila y todos le hablan al público)<br />

LALI/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Yo decido si hay algo en tu cara que<br />

me despierta desconfianza.<br />

BENJAMIN/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Que me hace pensar que te<br />

vienes de ilegal.


LENIN/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Que te vienes a quedar con nuestros<br />

trabajos y a vivir de nuestras ayudas.<br />

LALI/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Que esto se acabó, coño. Que<br />

tenemos lugar en nuestro “Centro de Inadmitidos” para todos los<br />

sospechosos.<br />

LENIN: (Ahora se pone nuevamente enfrente de los otros) Pero aquí tengo<br />

la reserva del hotel.<br />

BENJAMIN/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Pero no está paga.<br />

LENIN: Pero aquí tengo la tarjeta de crédito.<br />

LALI/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Billetes. Que los cuentes. Aquí.<br />

Cuéntame tus monedas.<br />

LENIN Pero vengo por un congreso.<br />

LALI/ OFICIAL DE MIGRACIONES: No.<br />

LENIN: A visitar a mi hijo.<br />

BENJAMIN/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Sí.<br />

LENIN: A una beca de la Universidad.<br />

LALI/ OFICIAL DE MIGRACIONES: No.<br />

BENJAMIN: A pasear por Europa.<br />

LALI/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Sí.<br />

BENJAMIN: Yo estoy sólo de escala. Tengo vuelo a Amsterdam.<br />

LENIN: Praga<br />

LALI: Berlín.<br />

LENIN Pero vengo por un congreso.


LALI/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Sí.<br />

LENIN: A visitar a mi hijo.<br />

BENJAMIN/ OFICIAL DE MIGRACIONES: No.<br />

LENIN: A una beca de la Universidad.<br />

LALI/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Sí.<br />

BENJAMIN: A pasear por Europa.<br />

LALI/ OFICIAL DE MIGRACIONES: No.<br />

BENJAMIN: Yo estoy sólo de escala. Tengo vuelo a Amsterdam.<br />

LENIN: Praga<br />

LALI: Berlín.<br />

BENJAMIN/ OFICIAL DE MIGRACIONES: (Pasa al frente el resto) ¿Pero<br />

qué parte no entiendes? Tú pasas y tú te quedás aquí. Porque lo digo yo, y<br />

lo dice mi arma bien cargada con balas pagadas por los ciudadanos de<br />

estas tierras, mi escudo de policía y mi racismo feroz. ¿Quieres más<br />

razones?<br />

LALI: Creo que son suficientes.<br />

BENJAMIN/ OFICIAL DE MIGRACIONES: Y tú te vas antes que me<br />

arrepienta. Te tomas el metro y te vas al Lavapiés a ahogarte con todas las<br />

cañas y chipirones que te encuentres y et gastas todos esos euros. Y tú te<br />

quedas. Y tu pasaporte ahora es mío. Y tu equipaje ahora es mío. Y tu<br />

desilusión, tus esperanzas y tus deseos de conocer el Viejo Continente<br />

también. Sólo te quedas tú, y tu cuerpecito con sangre latinoamericana aquí<br />

encerrado. Tú y un teléfono público. Es todo lo que tenemos para los<br />

ilegales.<br />

LENIN: Y ahora el carroussel se vuelve lento. Son oficinas de policías.


LALI: Que copulan entre sí sin sacarse sus uniformes, dando nuevos<br />

policías y nuevas oficinas.<br />

LENIN: Con nuevos interrogatorios donde las preguntas son más veloces<br />

que las respuestas.<br />

BENJAMIN: Donde tu suerte está echada.<br />

LALI: Nada cambiará tu destino.<br />

BENJAMIN: Ya te tocó. La ruleta te cantó “cero” y tú te vuelves.<br />

LENIN: En el próximo avión.<br />

2- Hijo de hombre<br />

LUIS: Que te lo aprendes, guambrito, le digo a mi hijo. Estas palabras ya no<br />

existen más para ti. Y le lanzo la lista que me armé cuando volvía una<br />

tardecita de trabajar en la construcción de una nave donde unos pseudo<br />

artistas alemanes que solo saben fumar y tomar biela van a hacer un centro<br />

cultural: Agachaditos/ Alhaja/ Bacano/ Bacilar/ Barajarse/ Biela/ Cachero/<br />

Camello/ Camote/ Chiro/ Choro/ Encachinar/ Guambra/ Longo/ Ñaño/ Pana/<br />

Pelado. Y el guambra que está en la edad del burro y debe leer a ocultas<br />

libros que le pasan los marxistas, me interrumpe: “No lo voy a hacer”. “Que<br />

la lengua es la Patria”, me dice el cojudo. “Que esta es nuestra nueva<br />

Patria, pendejo. Así que te lo aprendes”. Y no se queda callado, esos genes<br />

son de su mama y que me llena las huevas, y me pide que le diferencie<br />

“Adaptación” de “Integración”. “Y yo que chuchas sé”, le contesto. ¿Y los<br />

Latin Kings y los borrachos de nuestra tierra que sólo se inflan de cervezas<br />

en las calles y plazas y luego se desinflan en los pórticos de los vecinos, se<br />

adaptaron, se integraron o están del orto?”. De tanta cháchara, a veces, es<br />

mejor imponer con la autoridad: “ve, guambra mudo, o me haces caso o te<br />

ganas un golpe que nunca olvidarás. Más fuerte que el que te puede dar en<br />

el metro algún blanquito falange”.


3- Adán Buenosayres<br />

LALI: ¿Y vos que mirás? Sí, soy argentina ¿Y? Y estoy acá. ¿Y? Bien, que<br />

cuando creyeron descubrir América, se vinieron en propel a llenar nuestras<br />

tierras de gente blanca, porque los de nuestra piel no contaban. ¿Y en las<br />

Guerras Grandes? ¿Cuándo medio planeta mataba al otro medio planeta?<br />

¿Dónde puta mierda se mandaron a mudar? ¿Dónde vinieron los gallegos y<br />

tanos muertos de hambre a empezar de cero? Hasta a los nazis más<br />

asesinos y sangrientos los recibimos en nuestras pampas. Porque el<br />

argento no discrimina, siempre da la bienvenida. Bue…salvo que seas<br />

boliviano, peruano o coreano. Pero si sos blanquito y europeo te abrimos las<br />

puertas, follón. “Qué me hablás de la dictadura y de que se exiliaron miles<br />

de argentinos”. Sí, eran de las mentes más brillantes que teníamos. Te<br />

iluminamos un poco el continente, bastante ennegrecido por Franco y sus<br />

secuaces. No te olvides que nuestros dictadores matazurdos los pusieron<br />

ustedes, las grandes potencias, los yanquis que, con la excusa de combatir<br />

el comunismo, nos violaban y encima se llevaban toda la guita. Les<br />

llenamos los bancos suizos con nuestro sudor. ¿Quién les pagaba los<br />

bigotes a esos generales? Está bien. La crisis del 2001 no te la voy a<br />

discutir. Esa es bien nuestra. No soy tan ciega. La del 2001 fue una crisis<br />

que la armamos nosotros solitos, con ese ímpetu de creernos durante una<br />

década el Primer Mundo cuando todavía nos limpiábamos el culo con las<br />

hojas de parra. Pero bien…si muchos argentos, la mayoría clase media, se<br />

vinieron para acá, fue para hacerles un favor también: ¿qué pulmones les<br />

inflaron la burbuja inmobiliaria? ¿Ustedes se metían entre ladrillos y<br />

cemento a trabajar de sol a sol? Ustedes también se creyeron Alemania.<br />

4- Lo demás es silencio


BENJAMIN: Esa sensación, Madre Santa. Es indescriptible. Aquello que<br />

durante toda tu vida escuchaste o viste en libros o películas, ahora lo tienes<br />

frente a tus ojos. Que la Puerta del Sol, que la Plaza Mayor; que la Sagrada<br />

Familia, que la Rambla, que la Puerta de Alcalá. Que no te alcanzan los<br />

ojos. Que te gustaría telefonear a cada pariente para describírselo. Porque<br />

así son estas ciudades: hermosas, atrapantes, deslumbrantes. Parece que<br />

te abren los brazos y te invitan a enamorarte. Todo es tan bonito que hasta<br />

tienes miedo de desentonar entre sus calles y sus gentes. Y por ello te<br />

gastas unos buenos euros en ropa, en parecer que puedes ser uno más. Y<br />

la nueva ciudad te hechiza hasta el punto que te maravillas del metro, de las<br />

plazas, de los bebederos, de lo más pequeño e insignificante de la ciudad.<br />

Los grandes monumentos están de más. Con lo pequeño ya te rindes a sus<br />

pies, y crees vivir en el mundo de la perfección. Y esa adrenalina, el misterio<br />

de lo desconocido. Estás acostumbrado a otra cosa. A que todo lo bello<br />

tiene su contracara. Así que sospechas. Crees que la ciudad no puede ser<br />

tan segura como parece. Que no puede ser tan tranquila ni previsible. Algo<br />

debe esconder. Desconfías. Sigues cerrando tus puertas con muchas llaves<br />

y candados. Sigues apretando tu mochila contra tu cuerpo en los buses, y<br />

cada tres minutos compruebas que nadie haya hurgado en tus bolsillos.<br />

Pero tus previsiones fracasan. Lo que ves es. Nadie se mete a tu casa a<br />

robarte, ni te quitan las zapatillas cuando vuelves de un partido, ni te<br />

arrebatan la cadenita de oro del cuello en una estación de metro. Ahí<br />

suspiras. Piensas: está bueno esto. Ya estás enamorado. No caben dudas.<br />

Pero como todo enamoramiento en un instante ya no será lo mismo. Porque<br />

esa maravillosa ciudad también puede y sabe poner trabas, cerrar puertas,<br />

y darte vuelta la cara si se le da la gana. Lentamente, de a poco.<br />

Escucharás alguna frase hiriente en tu contra. Quizás alguna mirada<br />

insidiosa que no se quita de ti; o un comerciante que te atiende mal. De<br />

golpe sentirás que quizás esa ciudad no habla tu mismo idioma, aunque las<br />

palabras sean las mismas. Porque ella es tan bella, tan fascinante, que no<br />

te necesita; que puede ser autosuficiente y bien independiente. Y ahí,<br />

mierda, es donde te enfrentas a la primera gran decisión de tu viaje: si te


quedas a su lado a pasearte con la belleza mediterránea bajo sus<br />

condiciones, o tu orgullo es más fuerte y le pegas el portazo.<br />

5- Claro enigma<br />

BENJAMIN: Santiago de Chile tiene 7 millones de habitantes. Barcelona<br />

solo 1 millón 600 mil.<br />

LENIN: Bogotá ronda los 7 millones 300 mil ciudadanos. Madrid unos 3<br />

millones 200 mil.<br />

LUIS: Quito posee unos 2 millones 300 mil habitantes. Pero Valencia no<br />

llega ni a los 800 mil.<br />

CARLOS: ¿Quién me explica porque ellos son tan pocos y nosotros somos<br />

tantos?<br />

LUIS: “Que a los latinoamericanos les gusta el sexo más que el trabajo, y<br />

que tienen hijos a lo pavote, y que si nos lo quieren, los tienen igual porque<br />

están siempre borrachos y no saben cómo ni cuándo meten sus<br />

empuñadoras”, me grita el cabronazo de mi hijo. Que te calles, niño.<br />

6- Del amor y otros demonios<br />

LALI: Me llevó unos días no reírme cada vez que escuchaba la palabra<br />

“coger” en algún negocio. Y tantos otros aprender a decir “¿te puedes<br />

mover?” en vez del fatídico “¿te puedes correr?”. Pero tarde o temprano el<br />

momento llegaría y llegó. Tendría mi primera cogida/follada en la nueva<br />

ciudad. ¿Y que cómo mierda se cogerá aquí? ¿Serán los mismos códigos?


¿El misionero será el misionero, y el perrito perrito? ¿Quedaré cómo paleto,<br />

capullo o puta de acuerdo a las salidas que interponga entre el “hola,<br />

guapa” y ¿Eso es tu polla?”? Ya ni puedo decir “pija” con cierto gusto a lo<br />

prohibido porque aquí significa otra cosa. ¿Y qué termina haciendo la muy<br />

pelotuda que soy? Se encama con un argento en Barcelona. Pero mirá que<br />

sos boluda, o miedosa, ¿o te creías que en su pito te traería algo de la<br />

argentinidad que temés perder? La cosa es que ya busco lo fácil. Y con el<br />

argento era así: conocía sus pasos casi de memoria, como si los muy<br />

boludos se hubieran leído todos el mismo manual de autoayuda sobre cómo<br />

tener sexo, y ahora distingo que hay un “gen” culeador nativo de nuestras<br />

pampas y, algo de esa familiaridad, de recordar con esos movimientos<br />

propios de nuestras tierras mis primeros novios, mis primeras polleras<br />

levantadas en paredones oscuros, y los primeros telos con su olor a<br />

desodorante de ambiente drogando tu deseo. Hice el amor con él o con<br />

Buenos Aires. No lo sé. ¿Me dejé llevar por sus caricias o por sus calles, por<br />

sus palabras dulces o por su rock de los ´80, por su belleza masculina o por<br />

sus teatros, cines y librerías? “Mirá que viajamos mucho para encontrarnos”,<br />

me susurró en algún momento con cierta suavidad. Pero que te callés, fue<br />

mi respuesta. Eso quiero, y quiero que tu respiración me suene a Piazzolla;<br />

y tus poros huelan a Palermo; y que tu pubis me maree como el subte en<br />

hora pico. No me digas soeces de cama, lanzame las mejores puteadas de<br />

los tacheros porteños pasados de merca. No me desnudés con delicadeza,<br />

quiero la violencia contenida de los que protestan con cacerolas por la<br />

avenida Santa Fe. Y así fue que Villa Pueyrredón hizo el amor con Parque<br />

Patricios al otro lado del océano, que los dedos fueron esquinas conocidas,<br />

y los besos aquellas pizzerías porteñas imposibles de olvidar. Después de<br />

esa noche no siguió el amor. Era de esperar. Ya no podíamos mentirnos: su<br />

pija ahora era una polla y mi concha un coño. Y si no nos gustaba ese<br />

cambio que nos dejáramos de joder, que aceptáramos que estábamos lejos,<br />

o que directamente nos volviéramos a casa y se acabó (o se corrió). No le<br />

pusimos palabras: Villa Pueyrredón lentamente se convirtió en Gracia; y<br />

Parque Patricios en El Raval. Ya no éramos lo que éramos. Ya no teníamos<br />

lo que el otro necesitaba. Ya no.


7- Los oficios terrestres<br />

LALI: Un euro. Cerveza. Beer. Un euro. Cerveza. Beer.<br />

BENJAMIN: No, nena, eso es para los pakistaníes. No te metas en su<br />

terreno.<br />

LENIN: Mantita. Unos bolsos de mujer falsificados.<br />

LALI: Unos adornitos chinos.<br />

LENIN: O unos abanicos de plástico con colores bien estridentes.<br />

BENJAMIN: No, man, eso es de los africanos o de los árabes. Y tienes que<br />

saber correr. Y tener escondites secretos en la ciudad: en los cestos de<br />

residuos, en las alcantarillas. Y tener veinte ojos para los polis. Y trabajar de<br />

diez de la mañana a nueve de la noche. No es para ti.<br />

LALI: Qué mala onda.<br />

LENIN: Podemos poner un barcito…<br />

LALI: ...o un bazar…<br />

LENIN: …o un supermercadito pequeño.<br />

BENJAMIN: ¿Pero qué tienen en la cabeza? ¿Tú piensas trabajar de lunes<br />

a lunes de amanecer hasta medianoche sin descansar? No. Los orientales<br />

sí. Así que déjalos con sus curros.<br />

LENIN: ¿Y qué mierda vamos a hacer aquí?<br />

LALI: ¿Vivir de la ayuda social primermundista?<br />

BENJAMIN: No. Podés trabajar en la construcción.


LENIN: No se me da muy bien el cemento, la cal.<br />

LALI: La verdad es que a mí tampoco.<br />

BENJAMIN: Bueno, los oficios podrían ser útiles: electricista,<br />

calefaccionista, colocador de aire acondicionado. O hasta si te haces un<br />

cursillo, puedes entrar de camarero en algún hotel o restaurant.<br />

LENIN: Ummm…soy medio inútil para las manualidades.<br />

LALI: Pero tengo el secundario completo, y un diploma de inglés y otro de<br />

manejo de Word.<br />

BENJAMIN: Estáis jodidos, cachái.<br />

LALI: ¿Y una beca?.<br />

LENIN: Síííííí.<br />

BENJAMIN: Hay muchos latinoamericanos con becas, pero de doctorado,<br />

máster, posdoctorados. Son genios de Biología, o Física, o Ingeniería.<br />

LALI: Ahhh….<br />

LENIN: ¿Entonces un trabajo de oficina, que me deje tiempo para ir a la<br />

playa, ni hablar?<br />

BENJAMIN: Está complicadito.<br />

LALI: Ummmm….podemos poner un chiringuito y hacer empanadas<br />

argentinas o una buena parrillonga argentina con una vaca en la puerta.<br />

LENIN: O arepas.<br />

BENJAMIN: Si tienes pasta, ¿por qué no? O pueden empezar de ayudante<br />

de cocina.<br />

LALI: o vendedor en una tienda.


LENIN: o personal de limpieza.<br />

LALI: o recolector de residuos.<br />

LENIN: Ummmm….<br />

LALI: No estoy seguro, che. No creo que así nos vayamos a hacer la<br />

Europa.<br />

BENJAMIN: Que os den por culo, capullos.<br />

8- Todos los fuegos el fuego<br />

Carlos comienza a cocinar. Huele, toca y corta con una sensualidad casi<br />

salvaje. El olor de los ingredientes y su preparación inundan de aromas todo el<br />

lugar.<br />

CARLOS: Yo hago burritos mexicanos. Empecé sólo cortando cebollas y<br />

lavando los platos en la cocina de un hotel internacional. Después me pasé<br />

al resto “El chile picante”, y después a “La Chilindrina hambrienta”, hasta<br />

que llegué a “Frida y sus bigotes” donde fui el chef principal…algunos eran<br />

más pequeños y otros más grandes…Pero la receta es la misma: la harina<br />

que usaban nuestros aztecas, la sal, el polvo de hornear, la grasa y a<br />

revolver vigorosamente, hasta que la masa esté tersa, elástica y de tono<br />

amarillo. Ya tenemos las tortillas. Ahora falta el relleno: necesitamos carne<br />

de vaca, que comenzó a ser domesticada hace miles de años por las<br />

poblaciones de Oriente Medio y la India; un poco de tomate, de origen bien<br />

americano; unos chiles y papas, bien mexicanotes; unas zanahorias<br />

cocidas, que vienen con pasaporte europeo y asiático; y no olvidar el ajo y<br />

la cebolla, que es el aporte de Asia central a nuestra receta tan típica. La<br />

cosa es que los sabores y los ingredientes también migran. Y todos vienen y


me dicen: “Oye, mexicanote, te salen realmente buenos”. Con esta mano<br />

para la cocina que ni El Chavo ni Cantinflas se hubieran muerto de hambre.<br />

9- Crónica de un iniciado<br />

Lidia comienza a cocinar al lado de Carlos. Se miran. Se susurran frases y<br />

juegan con los alimentos.<br />

LIDIA: Canguro. Así le llaman aquí a mi trabajo. Cuido niños. De otras<br />

mujeres. De mujeres españolas. Yo cuido a los changuitos de otras<br />

mientras mi madre cuida a mi wawa en La Paz. Estas cosas tiene la<br />

migración. Allá ni loca haría este trabajo, justo yo que era la más inteligente<br />

de la escuela. Pero acá es diferente. Me conozco casi todos los parques y<br />

las plazas de la ciudad. Son muy bonitos y tranquilos. Ahí las nenas pueden<br />

jugar y tomar un poco de sol y aire. Se ve que es una costumbre por acá.<br />

Todo el que tiene un rato libre se tira en alguno de los parques o se sienta a<br />

tomarse una cervecita al aire libre. Y yo me la paso pensando cómo me<br />

gustaría que fuera mi hija la que estuviera acá mismo conmigo. Y en algún<br />

momento cierro los ojos, así con fuerza, y trato de imaginarla. Y juro por mi<br />

taita que por un segundo la veo acá, con su vestidito que le trajo Papá Noel,<br />

y las sandalias de Barbie. Pero es solo un segundo, no más que eso.<br />

“Martita, hemos pillado un pajarito. ¿Podemos llevarlo al piso?”. Escucho. Y<br />

ahí vuelvo a la realidad. Yo pensaba traer a mi niña y a mi madre para fin de<br />

año. Pero no sé…la cosa se puso dura aquí. Ya no hay tanto curro de<br />

canguro, porque las españolas no tienen hijos, o si los tienen, como están<br />

paradas, los cuidan ellas mismas. No creo que me den las cuentas para<br />

bancarnos a las tres con lo que puedo ganar: dos cuartos, la comida, ir<br />

haciendo los papeles. Sin trabajo fijo se complica. Me dicen que cuide<br />

abuelos, que ahí están tomando inmigrantes. Pero creo que tengo que<br />

hacer un cursillo. Voy averiguar bien. Quizás eso me salve. Y para que mi<br />

wawa no se ponga mal cuando le tenga que decir que no voy a poder<br />

cumplir mi promesa de que estas fiestas la vamos a pasar juntitas; en


persona, no por skype, le voy a comprar un gran regalo. Un regalo que sea<br />

la envidia de todo el barrio. Sí, para que sepan mis vecinas, que me va bien,<br />

que no es de mala madre que estoy lejos de mi niña, que todo este sacrificio<br />

servirá para algo. ¡Qué increíble! Acá me dicen que no me entienden, que<br />

hablo bajito y cruzado: y en mi casa me dicen que me hago la linda<br />

hablando como zarzuela. Así es mi vida. Y entonces mi niña tendrá el<br />

juguete más grande de todas las compañeras del colegio, el juguete que su<br />

mami que vive lejos le regaló. Y tratará de no llorar y yo lloraré por las dos.<br />

No quiero amargarlos. Hay que aprender a sobrevivir. Yo, por eso, todos los<br />

viernes a la noche, por más cansada que esté, me voy a la cocina y me<br />

pongo a preparar un Pique Macho. Es una forma de estar allí y aquí a la<br />

vez. No sé, quizás es una estupidez, pero es una forma de viajar sin viajar.<br />

10- El juguete rabioso.<br />

LUIS: Debes ser un padre presente, me dijo un psicólogo español al que le<br />

pregunté qué podía hacer para que mijo se adaptara mejor al país. ¿Sólo<br />

eso? Sí, contestó y siguió viendo un partido del Barça en la televisión. El<br />

muy cojudo no puede haber comprado el título, algo debió estudiar. Así que<br />

cada tarde que vuelvo del camello, me pongo con la criatura a repasar las<br />

tareas de la escuela y tratar de enseñarles cosas nuevas. Así que lo siento<br />

derechito en una silla. Y le pongo a repetir las conjugaciones del "Tú" y el<br />

"Vosotros". Yo todavía no me las sé bien, y es probable que no las termine<br />

de aprender. Pero quiero que él sí, que a él le vaya mejor. También le digo<br />

que recuerde que para pronunciar la "s" hay que hacer "sh", la "c" y la "z"<br />

sacando un poquitito la lengua como zi fueran zezeozoz y ze hubieran<br />

mordido la lengua, y la "d" no existe. Tú sabes mi niño que a "Madrid" lo<br />

pronuncian "Madrí" o a lo sumo "Madríz", "tuneado" lo pronuncian "tuneao".<br />

Y el muy maleducado, me dice: ¿Y las puteadas? Eso quiero aprender. Si<br />

hablamos de sonoridad, de la lengua como poesía, como música, que a mí<br />

me parece que las puteadas es la mejor música que tienen aquí. Me quedo


helado. No sé si me habla mi hijo o si fue poseído por un demonio<br />

anarquista catalán. “Capullo, Gilipollas, Que os den por culo, Cabronazo,<br />

Coñazo, Zorra, Bujarrón. ¿Te das cuenta, no? Son una delicia para los<br />

oídos”. Y me quedo en silencio uno segundos. “María, ven acá, ya no sé<br />

qué hacer con tu hijo. Y me voy a descansar a la cama. Joder”. Sí, esa<br />

también está buena: joder.<br />

10- Tierra bajo los pies<br />

LALI: Receta del migrante. Paso a paso.<br />

LIDIA: En primer lugar, poner una buena cantidad de encantamiento.<br />

BENJAMIN: Bien sazonada con toda la idealización posible.<br />

LENIN: Pero no olvidar que antes de estos ingredientes, debimos introducir<br />

en la preparación una buena sensación de cansancio, enojo y desilusión<br />

con el país de origen.<br />

LALI: Sí, importantísimo para que tenga ese sabor tan particular.<br />

LENIN: Con fuego moderado, ir agregando los ingredientes de la receta.<br />

BENJAMIN: Un poco de “aquí hay orden y respeto”.<br />

LALI: Unos gramos de “no hay tanta corrupción ni burocracia”.<br />

LENIN: …y el toque característico que le da “los servicios públicos<br />

funcionan”…<br />

BENJAMIN: Y amasar con un poco de “acá hay poca delincuencia y mucha<br />

seguridad”.


LALI: Eso sí, para mantener la tradición de este plato, hay que quitarle a<br />

todos los ingredientes los posibles enriquecimientos ilícitos, políticos<br />

corruptos, altas tasas de desocupación, aumento de villas miseria, y<br />

represión.<br />

BENJAMIN: Y lo dejamos allí, a fuego lento durante uno, dos o a lo sumo<br />

tres meses.<br />

LENIN: El olorcito durante la cocción te mantendrá en un éxtasis total.<br />

LALI: Hasta que llegue el momento de destapar la olla y mirar dentro.<br />

LENIN: Y darte cuenta que no reconoces la preparación.<br />

BENJAMIN: ¿Qué es esto? ¿Machas, choritos u ostras?<br />

LENIN: ¿Y el sabor? No sé a qué me sabe esto. ¿Es pargo, trucha o<br />

bocachico?<br />

LALI: Y ahí extrañás los colores, los olores y los sabores de otras épocas. Y<br />

pensás: ¡Qué lástima que no se consiguen estos ingredientes en mi tierra!<br />

Allí sí sabrían muy sabrosos.<br />

LIDIA: ¿Y qué hacemos?<br />

LENIN: ¿Lo tiramos o lo comemos?<br />

11- Nocturno de Chile<br />

BENJAMIN: Mi madre me preguntó el otro día si me había hecho amigos<br />

acá. “Que por supuesto, mujer, tengo a patadas amigos aquí”, le contesté<br />

orgulloso de que mi teléfono móvil tuviera una agenda nutrida. ¿Nutrida?<br />

Qué cojones. Ahí caí en cuenta. La mayoría de mis contactos ya no están<br />

en la ciudad. Estuvieron y se fueron. Los conocí, nos tomamos unas cañas


y nos reímos un rato, pero ya no están, ya no estamos. Sólo me queda de<br />

ellos alguna foto, un contacto en Facebook y un número en mi agenda del<br />

móvil que ya no uso. Y con dolor, los fui borrando: Alex, el bailador<br />

argentino de flamenco; Fabienne, la suiza que hace rubberstamps; Rosa, la<br />

mexicana que vivía en Bruselas; Julie, la australiana que estudiaba<br />

castellano. Gente que sé que no volveré a ver. Personas que pasaron por<br />

mi cuerpo, mente, y corazón. Quince personas menos en la memoria de mi<br />

teléfono. Cada vez que mi pulgar los eliminaba sentía que yo iba<br />

cambiando. Que a cada nueva persona que llegaba a mi vida le daba un<br />

poquito menos de mí. Ya no tenía amigos. Caí en la cuenta. Ahora tengo<br />

compañeros de cañas y bares. Joder.<br />

12- Este domingo<br />

LIDIA: (Tratando de hablar por Skype con su hija) Te veo, mi niñita, pero no<br />

te escucho. ¿Tú me escuchas? (Tratando de adivinar) ¿Sólo me ves, nada<br />

más también? Ya le he dicho a la abu que hablara con la empresa de<br />

Internet para que mejoren el servicio, pero no hay caso, mi hijita. Te<br />

amooooooo….Mirá qué grande que estás. Ya cumples siete añitos. Parece<br />

mentira, mi cielo. A ver muéstrame el lindo vestidito que te has puesto. Mira<br />

que eres bonita. Y buena, niña. Muéstrame quiénes están ahí. (Haciendo el<br />

gesto con la cámara) Así….Sí….Uyyyy…está la tía. Hola, Chechi. Y están<br />

los primos. Hola, chicuelos. Un beso enorme para todos ustedes.<br />

¿Ahhh…eso te han regalado? Qué bonito. Ahí trae la torta la abuela. Sí, mi<br />

niña, a cantar el feliz cumple. Espera. Un minuto porque no me escuchan.<br />

Un minuto. No soples las velitas todavía. (Toma unas hojas y comienza a<br />

escribirlas. Al terminar, haciendo los gestos para que la entiendan) Ahora sí,<br />

mi niña. A cantar.<br />

Comienza a cantar el feliz cumpleaños haciendo bien marcada las sílabas<br />

para que su hija pueda verla. Ante cada frase, saca una de las hojas que


acaba de escribir que contienen los versos del feliz cumpleaños y los<br />

muestra frente a la cámara de la computadora portátil:<br />

“Que los cumplas feliz”<br />

“Que los cumplas, Danielita”<br />

Al terminar, grita “Bravo”.<br />

A pedir tres deseos mi niña. A pedir los tres. (Comienza a llorar)<br />

13- Nada que perder<br />

LUIS: Mi guagua estaba enfermo. Una gripe y un poco de fiebre. Mi mujer<br />

tenía que limpiar un apartamento, así que me quedé a cuidarlo yo. Ya no<br />

quiero hablarle porque me da miedo. Yo no sé de dónde saca sus ideas.<br />

Prefiero que mire la tele o que juegue unos partidos en la compu. Lo que<br />

todo niño ama. Menos el mío. Que sólo disfruta preguntando. ¿Y por qué?<br />

¿Y cómo? La buena nueva fue: “Papi, ¿por qué los españoles usan tantos<br />

animales para hablar?”. Puta madre. De qué me hablas, mocoso. Y me<br />

largó: “Escucha esta listilla me la armé en uno de los recreos de la escuela:<br />

Ser canguro; Ser camello; Comprar caballo; Mono; Salir rana; Montar<br />

el pollo; Estar al loro; Estar como una cabra; Estar perro; Quedarse pajarillo;<br />

Ser chinche; Ser un merluzo; Ser un pulpo. ¿Y qué me cuentas? Me encogí<br />

de hombros y subí el volumen de la tele.<br />

14- Vagamundo<br />

LENIN: A prestar atención, sudacas. ¿O quieren exportar sus vicios y<br />

miserias por el mundo?<br />

BENJAMIN: Dale, colombiano, no te hagas el fino.


LALI: Dejalo que siga.<br />

LENIN: Gracias. Lección 1: A saludar con dos besos.<br />

BENJAMIN: Fácil.<br />

LENIN: Lección 2: tirar papeles y desechos en los cestos de residuos.<br />

LALI: Se me complica un poco, pero trato.<br />

LENIN: Lección 3: No entrar corriendo al metro y dar el asiento cuando<br />

corresponda.<br />

LALI: Ummm…ya pensar en tener que tocar un botón o palanquita para que<br />

se abran las puertas, tener que decir metro en vez de subte, y encima<br />

querés que entre despacio y sin tirarme de cabeza para sentarme.<br />

LENIN: Sí.<br />

LALI: Me lo voy a pensar.<br />

LENIN: Última lección del día: Estar más pendientes de las noticias de aquí<br />

que de allá.<br />

BENJAMIN: No, colombiano, ahí ya me pides demasiado.<br />

15- La traducción<br />

LALI: Latinoamericano, -na: (Del lat. latinoamericanus). Mamífero bípedo<br />

(mientras no beba demasiado) del orden de los Homo Sapiens, que habita<br />

el vasto continente americano, se comunica mediante una lengua latina,<br />

posee una cultura indoamericana, y una raza poliétnica.<br />

CARLOS: Suele unir rasgos opuestos: es solidario y egoísta; es alegre y<br />

melancólico; defiende sus raíces y se fascina por todo lo extranjero; es<br />

soberbio y amigable; es agresivo y amable. Tiene la capacidad de opinar


sobre todo sin necesidad de saber de nada; y sus opiniones pueden mutar<br />

con la misma rapidez con las que las enuncia.<br />

LALI: Es frecuente que odie a los políticos en general por corruptos, pero<br />

también puede adorar a los mesías de turno. Le gusta proponer nuevos<br />

términos y palabras que les permitan sentir que el idioma también es de<br />

ellos. Le gusta la sobremesa, las charlas, valorar la amistad; protestar; tener<br />

remedios caseros para toda afección. Canta, escribe, lee, reza, crea,<br />

inventa, trabaja, lucha, guerrea a veces, y a veces hace la paz; apoyándose<br />

en el orgullo de ser independientes.<br />

CARLOS: Tiene por virtudes la creatividad, la ocurrencia, la inteligencia, la<br />

calidez, el compañerismo, el sentido del humor, la sensibilidad, la jocosidad,<br />

la espontaneidad, y la plasticidad o capacidad de adaptación. Se suele decir<br />

que son de sangre caliente (pasión, baile, etc...), que pueden poseer<br />

culturas (originarias, europeas, africanas) e ideologías, colores y sabores<br />

(comida) muy diferentes, con una fauna y flora excepcional.<br />

LALI: Tiene por defecto que encuentra placer viviendo al límite de las<br />

normas establecidas, e inclusive al límite de sus propias normas. Que la<br />

indisciplina se aplaude y que la previsión, la capacidad de organizarse, de<br />

proyectar termina aniquilada por la improvisación y la confianza en la<br />

creatividad o la suerte.


ACTO III<br />

1- Nadie nada nunca<br />

Navidad. Suenan a modo de eco los fuegos artificiales. En una terraza techada,<br />

con guirnaldas de colores, con adornos navideños. Todos se encuentran<br />

tratando de bailar.<br />

LENIN: Me siguen todos. Dos pasitos para adelante y dos para atrás. Y con<br />

la cintura se hace así.<br />

BENJAMIN: Me parece que no nací para la salsa.<br />

CARLOS: Y yo tampoco.<br />

LENIN: A las chicas sí que les sale. Vamos…a rumbear…que no se corte el<br />

ritmo.<br />

Lenin comienza a cantar la canción “La magia de tus besos” del Grupo<br />

Niche y todos tratan de seguirle los pasos que propone. Luis es el primero<br />

que abandona y se sienta.<br />

LUIS: Yo mejor me siento porque cuando lleguen mis hermanos no voy a<br />

poder ni saludarlos.<br />

CARLOS: Yo tengo que seguir preparando la cena.<br />

BENJAMIN: Yo tengo sed, cachai.<br />

LIDIA: Yo estoy empezando a extrañar. Me pasa todas las navidades.<br />

LALI: Yo voy a prender la compu para saludar a mi familia.


Lenin no se detiene y sigue bailando aunque el resto haya abandonado.<br />

LUIS: ¿Quién tiene el billete de lotería?<br />

CARLOS: Yo. Lo dejé en el bolsillo de la chaqueta.<br />

Lenin se detiene repentinamente y los mira a Luis y a Carlos.<br />

LENIN: Menudo problema si nos ganamos la lotería.<br />

LUIS: ¿Por qué?<br />

LENIN: Claro. ¿Qué harías con toda esa plata? ¿Te quedas o te vas?<br />

BENJAMIN: Me quedo.<br />

LIDIA: Me voy.<br />

LUIS: Me quedo.<br />

CARLOS: Me voy<br />

LENIN: Yo no sé.<br />

BENJAMIN: (A Lali que no está en escena) Lali: ¿tú te quedas o te vas?<br />

LALI: (En off) Cocinó el mexicano. Ni loca me voy. Me voy a quedar a<br />

emborracharme con ustedes hasta el amanecer.<br />

2- Viva la música.


Lali intenta enseñarle a bailar tango a Lidia y Lenin. Ella los observa y<br />

bailan con el tipo de danza de tango que muestran las películas<br />

norteamericanas donde juntan las mejillas y caminan agarrados hacia un<br />

lado y hacia otro.<br />

LALI: ¿Qué están haciendo?<br />

LENIN: ¿Y a ti qué te parece?<br />

LIDIA: Bailando tango.<br />

LALI: Lamento decirles que eso no es tango. Bueno…es el tango que<br />

hacen que bailan en las pelis yanquis pero que en realidad no existe…en mi<br />

casa no se baila así. Nada que ver.<br />

LENIN: ¿Tu casa?<br />

LALI: Sí, mi casa.<br />

LIDIA: ¿Y cuál es tu casa?<br />

LALI: ¿Cómo?<br />

LIDIA: Sí, ahora estamos en tu casa. Que yo sepa tú vives aquí, tú pagas el<br />

alquiler de este apartamento, pagas los impuestos de este lugar, aquí traes<br />

a tus amores…<br />

LENIN: A tus amigos…<br />

LALI: Esta no es mi casa. Mi casa es mi casa.<br />

LIDIA: A ver si entiendo: ¿tu casa es tu casa de Buenos Aires?<br />

LALI: Sí.<br />

LENIN: La casa que dejaste cuándo te viniste.


LALI: Ummmm…no. Esa es mi segunda casa. La de soltera. Mi casa es la<br />

de mis padres.<br />

LIDIA: Si es de tus padres, no es tuya.<br />

LALI: Es donde me crié, donde aprendí a ser quién soy. Allí era alguien, me<br />

conocían, sabían mi nombre.<br />

LENIN: Pero ahora vives aquí. Esta es tu casa. Aquella “era” tu casa.<br />

LIDIA: Lali, ya hace tres años que estás en Barcelona. Ya tienes que<br />

cambiar el “acá” y el “allá”. Tu “acá” es este, aunque te cueste aceptarlo.<br />

LALI: No te hagas la superada, Lidia. ¿Cuál es tu casa? ¿La habitación de<br />

dos metros cuadrados que compartes con cinco inmigrantes acá o la casa<br />

donde están tu hija y tu mamá esperándote, dónde conoces a tus vecinos, a<br />

quién puedes pedirle un favor, un poco de leche, o que te preste el<br />

teléfono?<br />

A Lidia le afecta la pregunta. Se queda en silencio, pensativa.<br />

LENIN: Yo ya me siento cómodo en la ciudad. Me aceptan cómo soy. No<br />

me juzgan por ser gay. Puedo caminar libremente por la calle, tengo mis<br />

playas. Y tengo amigos, y tengo vecinos que me saludan.<br />

LIDIA: Mi casa es donde yo pueda darle una buena vida a mi wawa. Y<br />

hasta ahora no estoy segura donde puedo lograrlo. Quizás me equivoque.<br />

No lo sé. Pero esa es mi casa y mi patria, la que me deje criar a mi hija en<br />

paz y con una vida digna.<br />

3- Metamorfosis de lo mismo


LUIS: Mijo ya pertenece. Debe ser el colegio. En unos meses los chiquitos<br />

ya se conectan como si se conocieran de toda la vida. La cuestión es que<br />

ya me habla como español. A veces cuando estoy distraído haciendo<br />

alguna cosita en el apartamento y escucho los gritos de mi guambra<br />

jugando, me doy vuelta para comprobar que sea realmente él quién está<br />

conmigo. Hasta que no veo su carita morocha con oyuelos blancos, me<br />

pienso que me lo sacaron. El me quiere enseñar ahora a mí. Me sienta en el<br />

sillón y me hace repetir palabras como un loro: “vale”, “tío”, “gilipollas”, “¡qué<br />

guay!”, “muy”, “flipante”, “mogollón”, “qué guapo”, “qué chungo”, “qué chulo”.<br />

Pero no hay caso las palabras no se quedan en mí.<br />

4- Tierras del sin fin<br />

CARLOS: Lo mejor de irte a otro lugar es que tienes la posibilidad de<br />

reinventarte, me dijo mi mejor amiga cuando me fui de México.<br />

BENJAMIN: Lo mejor de irte a otro lugar es que puedes ser otro, que nadie<br />

sabe quién eres y quién puedes ser, me dijo un weón amigo cuando me fui<br />

de Chile.<br />

CARLOS: Y yo la miraba y pensaba.<br />

BENJAMIN: Y yo lo miraba y pensaba.<br />

CARLOS: Uauuu…puedo ser cualquier otro.<br />

BENJAMIN: Puedo convertirme a esta edad en quien yo quiera ser.<br />

CARLOS: Nacer de nuevo.<br />

BENJAMIN: Diez segundos de plenitud me invadieron con esa idea.<br />

CARLOS: Tiempo suficiente para imaginar todas mis posibles nuevas vidas.<br />

BENJAMIN: Ahora sería mucho más seguro.


CARLOS: Me haría menos problema de todo.<br />

BENJAMIN: Sería mucho más gracioso.<br />

CARLOS: Dejaría de fumar.<br />

BENJAMIN: Haría ejercicio.<br />

CARLOS: Ya no me prometería cosas que no iría a cumplir.<br />

BENJAMIN: No mentiría para ocultar mis miedos.<br />

CARLOS: Dejaría de putear por putear.<br />

BENJAMIN: De no poder decir que no.<br />

CARLOS: De no poder decir que sí.<br />

BENJAMIN: Dejaría de gastarme hasta la última moneda apenas a mitad de<br />

mes.<br />

CARLOS: De soñar con imposibles.<br />

BENJAMIN: Pero diez segundos es poco.<br />

CARLOS: Bahh…es suficiente para darte cuenta que el océano no es un<br />

vientre.<br />

BENJAMIN: Y que cambiar de continente no es ser parido de nuevo.<br />

CARLOS: Y que en una hora, un mes o un año vas a empezar a repetir<br />

cada una de esas cosas que ya no querías contigo.<br />

BENJAMIN: Y que te das cuenta que son tuyas, que es tu equipaje<br />

invisible.<br />

CARLOS: Que eres lo que eres.<br />

BENJAMIN: Estés donde estés.<br />

CARLOS: Y el sueño de ser Superman…


BENJAMIN: …de entrar a una cabina telefónica para salir volando es solo<br />

un deseo incumplido más.<br />

CARLOS: Porque queramos o no. Somos el Chapulín Colorado.<br />

BENJAMIN: Con poderes sobrenaturales nulos.<br />

CARLOS: Pero más queribles.<br />

5- El discurso vacío<br />

Todos entran con comidas y bebidas típicas. Brindan y convidan. Hablan al<br />

frente levantando sus copas.<br />

LENIN: Que mejor te apagas la televisión.<br />

BENJAMIN: Y no te lees los diarios.<br />

LIDIA: Y no te escuchas la radio.<br />

CARLOS: Y no te dejas llenar el tiempo con noticias que no son noticias.<br />

LUIS: Si lo que tú quieres es conocer realmente de dónde vengo.<br />

LALI: Si tenés ganas de conocerme.<br />

CARLOS: Porque yo no soy asesinatos de narcotraficantes.<br />

LENIN: Ni los secuestros de las F.A.R.C.<br />

BENJAMIN: O un dictador multimillonario.<br />

LIDIA: Porque yo no soy un cultivo de coca.<br />

LUIS: Ni una canasta de plátanos.<br />

LALI: O los campeones mundiales en tener crisis.


CARLOS: Porque yo no soy unas espaldas sudadas queriendo cruzar la<br />

frontera.<br />

LENIN: Niños desnutridos.<br />

BENJAMIN: Carabineros dando golpazos a todos.<br />

LIDIA: Aborígenes sin derechos.<br />

LUIS: Viviendas sin agua ni luz.<br />

LALI: Políticos populistas.<br />

CARLOS: Que te enteras que esas son tus noticias…<br />

LENIN: Tu negocio.<br />

BENJAMIN: Tu imagen.<br />

LIDIA: No, la realidad.<br />

LUIS: Sírvete.<br />

LALI: Prueba el sabor…<br />

CARLOS: …los aromas…<br />

LENIN: …las texturas.<br />

BENJAMIN: Decime sinceramente:<br />

LIDIA: Hola, Bolivia.<br />

LUIS: Hola, Ecuador.<br />

LALI: Hola, Argentina.<br />

CARLOS: Hola, México.<br />

LENIN: Hola, Colombia.<br />

BENJAMIN: Hola, Chile.


LIDIA: Vamos a conocernos, a compartir la mesa.<br />

6- El canto errante<br />

Pasaron unos cuantos minutos. Los brindis se acumularon. Desbordaron.<br />

Cayeron. Las copas vaciadas a fuerza de bocas americanas sedientas trajeron<br />

un poco de nostalgia, de melancolía. La reflexión desplaza lentamente a la<br />

alegría impostada de la Navidad.<br />

LUIS: Aunque volviera mañana mismo…<br />

LALI: Aunque tratara de olvidar cada recuerdo de los últimos años…<br />

CARLOS: Aunque metiera mi orgullo en el bolsillo…<br />

LENIN: …y sacara un billete de avión con destino a mi tierra.<br />

BENJAMIN: Ya no sería el mismo.<br />

LIDIA: Ya no seríamos los mismos.<br />

CARLOS: No importa que vuelva a la misma dirección…<br />

BENJAMIN: …al mismo teléfono, al mismo barrio…<br />

LIDIA: …a tener los mismos vecinos…<br />

LUIS: …y los mismos posters pegados en la pared.<br />

LENIN: No importa que el borracho siga adornando la esquina de siempre..<br />

LIDIA: …o que no hayan borrado el grafitti que una vez escribí con fibrón en<br />

el paredón de la vuelta.<br />

LUIS: Lo cierto…


LALI: …ineludible…<br />

CARLOS: …inevitable…<br />

LENIN: …es que ya no sería nada igual.<br />

BENJAMIN: El lugar.<br />

LIDIA: Ni las personas.<br />

LUIS: Ni mi forma de amar y ser amado.<br />

LALI: Cuando hicimos nuestras valijas y dejamos nuestros hogares…<br />

CARLOS: …quizás todavía no lo sabíamos.<br />

LENIN: Que emigrar es un viaje sin retorno.<br />

BENJAMIN: Donde hasta volver no es volver.<br />

LIDIA: Sino empezar de nuevo.<br />

7- No me esperen en abril<br />

Juntando los restos del festejo mientras de fondo se escuchan algunos<br />

gritos y canciones. Platos descartables, copas, guirnaldas de colores son<br />

levantadas por todos hasta que Lali se detiene, los mira a todos.<br />

LALI: Yo siento ya, acá, en mis entrañas las ganas de volver. Y como fue<br />

una sensación, un impulso, un latido desde mis adentros los que me<br />

empujaron a partir, a dejar todo y atravesar el océano, ahora son esas<br />

mismas partes, ese mismo sentimiento inexplicable el que me dicta la orden<br />

de volver. Ya sé: me dirán, ahora que la crisis llegó a Europa, te rajás para<br />

Argentina. Pero no es eso. Ya sé me dirán: te vas porque no tenés el trabajo<br />

que ansiabas, o porque no tenés una pareja formada. Pero no. Quizás esas<br />

hubieran sido excusas para posponer la decisión, pero tal como me fui


porque lo sentí, por esa misma causa es mi vuelta. Queridos compañeros,<br />

esta será mi última Navidad con ustedes, por lo menos en esta ciudad. Me<br />

llevo conmigo haber conocido lugares y personas fascinantes, haber<br />

ensanchado mi mente y haber vivido una experiencia tan intensa que tendré<br />

que aprender a volar, a refrescar esa intensidad en la rutina de mi nueva<br />

vida en Buenos Aires. Ya no me sucederán todos los días hechos<br />

conmovedores, dignos de ser recordados y contados, no tendré la<br />

posibilidad de conocer diariamente a personas de todo el mundo, y sentirme<br />

feliz de descubrir un nuevo guiño de una cultura que me es ajena. Pero el<br />

viaje es una etapa. Y yo la cumplí. Ahora tendré que aprender a quedarme,<br />

a disfrutar lo cotidiano, lo que siento mío. Si no lo hiciera, lo que estaría<br />

haciendo es huir. Y ya me siento fuerte como para dejar de lado esas<br />

cobardías. Estuve mucho tiempo en otra ciudad pensando constantemente<br />

qué pasaba en Buenos Aires. Es cierto que desde el primer día estuve<br />

enamorada de Barcelona pero también siempre supe que no sería para<br />

siempre. Ya me empieza a doler no poder compartir anécdotas de mi país,<br />

de sentirme una extraña, una turista, una visitante; que ahora lo malo pesa<br />

más, y lo lindo ya no brilla como antes. Que quiero estar en casa, joder. Que<br />

sólo quiero estar en casa.<br />

CARLOS: Yo también tengo una noticia. ¿Se acuerdan el pasaje que saqué<br />

para volver? Bueno…lo devolví. Me arrepentí. Yo no me puedo volver. Ya<br />

no soportaría la inseguridad, las payasadas de nuestros políticos; el<br />

machismo; la violencia que profesamos cada día; la indigencia que se nos<br />

acostumbra en el paisaje. No quiero perder esta sana sensación de poder<br />

volver caminando luego de una noche de borrachera a mi casa sin el temor<br />

de que alguien me mate en una esquina, o me secuestre o me pegue solo<br />

por placer. Aunque sea un error, será un error mío. Y siento que volver es<br />

retroceder, porque el tiempo siempre avanza y el camino es hacia delante.<br />

Y mi horizonte ya está en estas tierras, donde no tengo que estar<br />

preocupado de que las leyes dicen una cosa y la realidad es otra, donde me<br />

acostumbré a conductas y costumbres que ya no puedo ni quiero ceder. Me<br />

gustan las calles de Barcelona. Me gusta la playa. Sus comodidades. El<br />

movimiento progresista de la ciudad. Me gusta. Me gusta todo. Y lo vivo y lo


disfruto a más no poder. Día a día. Con una gratitud indescriptible. Y yo sé<br />

que nada de esto es mío. Nada. Que en la calle solo veo caras extrañas.<br />

Lenguas y acentos diferentes. Pero no me caben dudas que nací para irme,<br />

para viajar, para probar países y culturas. Y sé que en algún momento esta<br />

fiesta que es Barcelona para mí se va a terminar. Que me quedaré solo<br />

juntando los pitillos y las latas de cervezas. Pero quién me quita lo vivido.<br />

Seguramente partiré para Singapur o para Israel donde siempre están<br />

buscando cocineros como yo. Quién sabe. No dejaré de desearle a mi país<br />

que pueda lentamente adquirir las cosas que me fascinan del “Primer<br />

mundo”. Pero yo ahora no los puedo acompañar. Quizás llegue ese día<br />

donde deje de comparar, donde mi espíritu deje de pedirme seguir<br />

buscando nuevas rutas y ahí pueda darme la vuelta. Quizás llegue.<br />

8- El reino de este mundo<br />

LENIN: (Señalando a Luis) Luis fue el primero de los hermanos en venir a<br />

España y el único que decidió no volver. Son cuatro, los hermanos, todos<br />

varones, y uno a uno, primero ellos, y luego sus mujeres e hijos, toditos<br />

fueron llegando. Llegaron todos a Llobregat, con la misma frase en los<br />

labios: “Nos vinimos porque allá no hay futuro”. Un año y cinco meses<br />

estuvieron juntos los cuatro hermanos en el lugar donde sospechaban que<br />

sí tenían su futuro. Fue una buena época. Pero de a uno, en el orden<br />

inverso en el que arribaron, angustiados por la distancia abismal entre los<br />

sueños de lo que les esperaba en estas tierras y la sincera realidad, se<br />

acogieron a un plan oficial de retorno a Ecuador. “Si la voy a sufrir, Luis, lo<br />

quiero hacer en mi verdadero hogar”, le iban diciendo sus hermanos a<br />

medida que se subían al avión. No sintió que lo traicionaron. Pero casi. Luis<br />

fue el primero en venir y el que les consiguió el alquiler de apartamentos, los<br />

primeros trabajos, los trámites para los papeles, todo para que se fueran<br />

instalando con cierta tranquilidad. La maldita crisis. Ahora en España, los<br />

vuelve a separar. Sí, Luis tampoco consigue trabajo estable. Hace<br />

pequeñas refacciones para los vecinos y poco más. Pero no se arrepiente


de su decisión de quedarse. Su hijito ya tiene 6 años y casi que es español,<br />

tiene sus amigos acá, y en la escuela recién ahora le está yendo bien otra<br />

vez. “Puede sufrir el Síndrome de Ulises si tiene que atravesar nuevamente<br />

el estrés de la migración”, le dijo el psicólogo al que le volvió a reparar la<br />

persiana del comedor. No lo entendió del todo, pero sentía que algo de<br />

razón tenía.<br />

LIDIA: (Señalando a Benjamín) Benjamín volvió a Chile. En este caso, no<br />

es fácil determinar si fue por decisión propia o por necesidad. Lo cierto es<br />

que después de dos años su padre ya no quiso seguir pagando el Máster en<br />

Comercio Internacional que Benjamín solo usaba como excusa para<br />

alejarse del destino que su familia se esforzaba en construirle en su<br />

Santiago natal. Se había sentido a gusto al colgar su traje diario, sus<br />

camisas de cuello bien duro y las corbatas lisas y dar lugar a los jeans,<br />

zapatillas y polos. Durante su primer año en Barcelona, Benjamín se dedicó<br />

a ser un turista eterno, se pasaba de fiesta en fiesta, de chiringuito en<br />

chiringuito, recorriendo los pueblos y playas de las cercanías, y contando<br />

las faltas del Máster para no perder la regularidad. Ya en el segundo año<br />

aprendió a disfrutar de los pequeños placeres de la vida y también a<br />

extrañar. Todas sus amistades en Barcelona llegaban y se iban en un<br />

vaivén que con el correr de los meses le empezó a pesar. La noticia de que<br />

el padre no le seguiría pagando sus estudios de posgrado ni enviándole la<br />

mensualidad correspondiente, sumado a la imposibilidad de obtener un<br />

empleo, le facilitaron la disyuntiva sobre retornar o quedarse. Cuando dejó<br />

Barcelona, lloró, con timidez pero con fuerza; lloró como un niño. Por irse<br />

queriendo, pero sin querer a la vez. Ahora ha vuelto a su departamento<br />

frente al Cerro San Cristóbal en Santiago. Se asoma a la ventana y no<br />

escucha a decenas de familias hablando y gritando en idiomas distintos<br />

como sucedía en su piso de Barcelona. Tampoco le llegan esa variedad de<br />

músicas y olores que se colaban cada noche por todas las aberturas.<br />

Todavía no le ha atendido el teléfono a su padre. Sabe que tiene que tomar<br />

una decisión. Las horas que se aproximan serán para definir quién quiere<br />

ser y qué quiere hacer.


LUIS: (Señalando a Lenin) Lenin se quedó en España. Dejó Barcelona pero<br />

viajó a Bilbao para seguir a un nuevo amor y para probar suerte por<br />

aquellas tierras. Siempre fue un hombre muy sensible, pero desde pequeño<br />

aprendió a esconder esa sensibilidad para no sufrir. El que no lo conocía a<br />

Lenin solo veía a una persona segura y hasta un poco egoísta: “esto es mío<br />

y sólo mío”. Puro instinto de supervivencia. Tuvo que luchar mucho siempre<br />

por todo lo que ha deseado, y eso le desarrolló una tendencia a ser duro.<br />

Solo se conmueve cuando habla con sus padres por teléfono y les cuentan<br />

anécdotas de sus sobrinos. Piensa que se fue cuando eran muy pequeños y<br />

que ya no lo recordarán. Si bien mantiene contacto con alguno de sus ex<br />

compañeros de la Policía, Lenin siente que esa etapa de su vida es parte de<br />

otra vida. Le parece mentira que hace pocos años estaba patrullando las<br />

calles de su Bogotá natal, y ahora se dedica a realizar tatuajes. Es bueno.<br />

Siempre le había gustado dibujar, pero nunca imaginó que se volvería su<br />

oficio y su modo de vida. Todos los amores que ha tenido desde que llegó,<br />

que no son pocos, tienen un pequeño o gran tatuaje realizado por él.<br />

“Llevan mi marca de por vida”, se ufana cuando le preguntan. Su actual<br />

pareja tiene piel oscura, quizás por su descendencia árabe, todavía virgen<br />

de las garras tatuadoras de Lenin. Pero es solo cuestión de tiempo. Está<br />

feliz de haber viajado a Bilbao. Lenin descubrió que es tan intenso que en<br />

pocos meses se deglute una ciudad entera, se conoce cada rincón, cada<br />

museo, cada bar, y que apenas siente esa sensación de conocer a plena<br />

esa ciudad, que apenas empieza a sentirse cómodo, es cuando siente el<br />

momento de partir, de volver a empezar en un nuevo lugar.<br />

BENJAMIN: (Señalando a Lidia) Lidia volvió a Bolivia. Después de tres<br />

años, se reencontró con su hija y con su propia madre. Lidia sabía que<br />

debía tener un proyecto y agarrarse de eso para poder soportar la distancia<br />

y la separación familiar. Sabía que no deseaba limpiar pisos toda su vida y<br />

que en tres años debía ahorrar el dinero suficiente para poder llevar a vivir<br />

con ella a su familia a España. No lo logró. Su proyecto no se concretó.<br />

Pese al esfuerzo y a las privaciones, no alcanzó a juntar el dinero suficiente<br />

para cumplirlo. Se prometió no deprimirse. Nunca renunció a ponerse<br />

maquillaje, a verse bonita. “Aquí ni siquiera te importa cómo te vistes. ¿Por


qué te debe importar si todo lo que haces es limpiar pisos?”, es la sensación<br />

a la que no quiso ceder. Lloró lo suficiente su proyecto trunco para llegar a<br />

Bolivia con la mayor sonrisa que cabía en su rostro y ninguna culpa por el<br />

tiempo perdido. Es apasionada y aprendió a ser fuerte. Ya no busca, desea,<br />

ni sueña; solo actúa. Apenas llegada a La Paz, con los pocos euros que se<br />

trajo como ahorro, montó en apenas una semana una tienda de ropa<br />

femenina. Es cierto que las primeras semanas se sintió una extranjera en su<br />

propia ciudad, en el propio barrio donde nació, creció y se hizo adulta.<br />

Durante algunas noches soñó con Barcelona y en algunas ocasiones hasta<br />

se levantaba confusa de que las puertas de su habitación estaban en<br />

diferentes lugares. Todo sigue desacomodado. Todo sigue raro. Su hija<br />

trata más como madre a su abuela que a ella misma. Pero Lidia no<br />

desespera. Sabe que es cuestión de tiempo. Los golpes contra la pared le<br />

enseñaron a tener el temple y la paciencia para superar sus miedos, para<br />

no olvidar en ningún momento quién es y que sólo aquí siente que<br />

realmente puede ser ella misma. Mientras vuelve a acomodar cada uno de<br />

las cosas que hace tres años había dejado en unas cajas, siente que su<br />

vida también tendrá nuevas oportunidades, como esos portarretratos a los<br />

que les quita el polvo a fuerza de soplidos y vuelve a colocar en los muebles<br />

de su habitación.<br />

FIN

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