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Discrimen por Razón de Sexo - Departamento del Trabajo y ...

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se concentran en ocupaciones y puestos i<strong>de</strong>ntificados como femeninos, que ofrecen<br />

salarios inferiores a los consi<strong>de</strong>rados masculinos. En Puerto Rico, <strong>de</strong> hecho, las<br />

<strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s en ingreso <strong>por</strong> género más acentuadas se encuentran precisamente en<br />

los niveles ocupacionales y educativos superiores. Pero, a<strong>de</strong>más, la paga es inferior a<br />

las ocupaciones en que hay una mayor pro<strong>por</strong>ción <strong>de</strong> hombres, incluso en trabajos que<br />

pue<strong>de</strong>n consi<strong>de</strong>rarse comparables en términos <strong>de</strong> calificación, responsabilidad, riesgo o<br />

complejidad, aunque no sean exactamente iguales.<br />

A pesar <strong>de</strong> dicha <strong>de</strong>sigualdad, la incor<strong>por</strong>ación laboral creciente <strong>de</strong> las mujeres<br />

apuntan a su papel clave en la instauración <strong>de</strong> las estrategias <strong>de</strong> <strong>de</strong>sarrollo económico<br />

<strong>de</strong>l País a través <strong>de</strong>l siglo veinte. En los periodos más recientes, <strong>de</strong> hecho, la <strong>de</strong>manda<br />

<strong>por</strong> fuerza laboral <strong>de</strong> escolaridad más elevada se ha nutrido sobre todo <strong>de</strong> los avances<br />

educativos <strong>de</strong> las mujeres en nuestra sociedad. Es preciso <strong>de</strong>stacar que a través <strong>de</strong><br />

estas estrategias económicas, el mercado laboral ha incor<strong>por</strong>ado cada vez más mujeres<br />

con responsabilida<strong>de</strong>s familiares. Los datos censales indican que las mujeres casadas y<br />

las madres representan una pro<strong>por</strong>ción creciente <strong>de</strong> la fuerza laboral. Para 1990, <strong>por</strong><br />

ejemplo, a pesar <strong>de</strong> las restricciones que impone la crianza <strong>de</strong> niños/as pequeños/as,<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l cuarenta <strong>por</strong>ciento <strong>de</strong> las mujeres casadas y <strong>de</strong> las madres solas con<br />

hijos menores <strong>de</strong> 6 años también se encontraban activas en el mercado <strong>de</strong> empleo. Las<br />

jefas <strong>de</strong> hogar, <strong>por</strong> su parte, con tasas <strong>de</strong> actividad económica históricamente<br />

superiores, han aumentado hasta encabezar más <strong>de</strong> una cuarta parte <strong>de</strong> nuestra<br />

familias.<br />

De esta manera, las mujeres a<strong>por</strong>tan alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l 40% <strong>de</strong>l ingreso familiar en<br />

los hogares con ambos cónyuges presentes, y <strong>por</strong> supuesto un <strong>por</strong>centaje mucho<br />

mayor en las familias con jefas mujeres. Por consiguiente, han cambiado nuestras<br />

<strong>de</strong>finiciones <strong>de</strong> los roles <strong>de</strong> género que prescribían la <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia económica <strong>de</strong> las<br />

mujeres, y el empleo <strong>de</strong> los hombres como únicos proveedores. Contrario a lo que<br />

vivíamos hacia mediados <strong>de</strong> siglo veinte, el empleo <strong>de</strong> las mujeres no se consi<strong>de</strong>ra ya<br />

una anomalía, una excepción, sino algo aceptado y hasta esperado como una<br />

contribución imprescindible al ingreso <strong>de</strong>l hogar. La falta <strong>de</strong> un segundo ingreso o el<br />

ingreso limitado <strong>de</strong> las mujeres condiciona la probabilidad <strong>de</strong> pobreza entre las familias<br />

en pareja y aún más entre las familias con jefa mujer, incluyendo a muchas<br />

envejecientes, <strong>de</strong>sprovistas <strong>de</strong> sistemas <strong>de</strong> apoyo y retiro.<br />

A pesar <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong>l empleo <strong>de</strong> las mujere, la responsabilidad femenina<br />

en la crianza y el mantenimiento familiar continúa casi inalterada. Se reproduce una<br />

distribución no equitativa <strong>de</strong>l trabajo entre los hombres y las mujeres y se impone como<br />

responsabilidad exclusivamente privada, en particular femenina, lo que es una<br />

necesidad social. La participación creciente <strong>de</strong> las mujeres en el mercado laboral nos<br />

obliga así a mirar a esa otra economía, a ese otro trabajo realizado en el hogar, como a<br />

las condiciones <strong>de</strong> vida familiar y personal que permiten a las personas participar en las<br />

activida<strong>de</strong>s económicas y ciudadanas fuera <strong>de</strong>l hogar.<br />

Las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> compra, confección, organización o aseo, <strong>por</strong> ejemplo,<br />

culminan el trabajo necesario para el consumo y permiten la reconstitución <strong>de</strong> la fuerza<br />

laboral y <strong>de</strong> la población en general. La crianza supone <strong>de</strong>sarrollar las generaciones<br />

que nos seguirán, no sólo en términos físicos, sino educativos, emocionales, sociales y<br />

morales. Con el cuido <strong>de</strong> la población envejeciente, <strong>por</strong> su parte, se posibilita el retiro <strong>de</strong><br />

las personas asalariadas y el aumento general en la expectativa <strong>de</strong> vida en la sociedad.<br />

Esta reconstitución requiere, a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>l tiempo para el <strong>de</strong>scanso, para la recreación y

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