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Violencia_contra_el_sindicalismo-Controversia198_1

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34<br />

Controversia 198<br />

al EPL surgió <strong>el</strong> movimiento Frente Popular (1987). Igualmente, tras<br />

interrupciones de las negociaciones y mientras mantenía su influencia<br />

sobre movimientos cívicos y regionales, <strong>el</strong> M-19 pasaría a la vida legal<br />

a través d<strong>el</strong> partido Alianza Democrática M-19 (1990).<br />

En estos años se iniciaron asimismo reformas destinadas a<br />

descentralizar la administración d<strong>el</strong> Estado, en especial a través de la<br />

<strong>el</strong>ección popular de alcaldes (1988), que además debía permitir que<br />

miembros de los nuevos frentes políticos entraran a ocupar cargos<br />

de <strong>el</strong>ección popular. Al amparo de estas ventanas democráticas que<br />

se abrían, y como consecuencia de persistentes niv<strong>el</strong>es de inequidad<br />

social, Colombia experimentó a mediados de los años ochenta una<br />

fuerte oleada de movimientos reivindicativos (Giraldo, 1987). Por tal<br />

razón esa época ha sido caracterizada como la de las más grandes<br />

movilizaciones sociales colombianas de la segunda parte d<strong>el</strong> siglo<br />

XX. Tales despliegues de opinión se expresaron principalmente en<br />

acciones colectivas ad<strong>el</strong>antadas por organizaciones cívicas regionales,<br />

campesinas, estudiantiles y sindicales, que en su conjunto ponían<br />

de presente una amplia gama de demandas ciudadanas que iban<br />

desde asuntos tan básicos como la defensa d<strong>el</strong> derecho a la vida y<br />

las libertades sindicales hasta exigencias que hablaban de una nueva<br />

Constitución política (Archila, 2003, 149-174). Frente a tan recurrentes<br />

intentos en pro de convergencias democráticas, vemos a un Estado que<br />

continúa valiéndose de la combinación de prácticas constitucionales<br />

y autoritarias que ponen <strong>contra</strong> la pared a sectores que ejercen <strong>el</strong><br />

activismo reivindicativo, como los sindicatos. El indicador más<br />

contundente sobre esta ambivalencia d<strong>el</strong> Estado se observa en su<br />

incapacidad de garantizar la vida de los sindicalistas y de otras fuerzas<br />

disidentes, evidente en las altas tasas de homicidios ocasionados por<br />

motivos políticos (Pnud, 2011, 70-102; cfr. Botero, 2011, 259-288).<br />

De acuerdo con la ENS, entre los años de 1986 y 2011 fueron asesinados<br />

2.917 sindicalistas, de los cuales 2.643 eran hombres y 274 mujeres.<br />

El 26,4% de tales d<strong>el</strong>itos fueron cometidos en las personas de 772

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