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espacios-peligrosos

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en la esfera privada, como un asunto cultural o ideológico. Abordamos<br />

el capitalismo y el patriarcado como un sistema intrínsecamente interconectado.<br />

No pedimos derechos, exigimos algo más completo.<br />

Una mujer en la calle es detenida y abordada bajo la pregunta: “¿Por<br />

qué estás haciendo esto?” Una rápida respuesta: “Porque nos hemos<br />

hartado del abuso sexual y el maquillaje”. Otra mujer responde: “Sólo<br />

emborracharnos y echar un polvo – únete”. Pero esto a la larga no es<br />

suficiente para nosotras. No estamos pidiendo derechos por las calles,<br />

estamos hablando de ellos; no estamos pidiendo anuncios que no nos<br />

conviertan en mujeres-objeto, estamos destruyendo los mecanismos<br />

comerciales que nos deshumanizan como mujeres; no estamos apelando<br />

al poder masculino para que termine con las violaciones, sino que le<br />

amenazamos: “Si me tocas, te aniquilaré”.<br />

Por una vez, los mecanismos que crean y mantienen las identidades de<br />

la feminidad fueron rechazados, y nuestros deseos fueron los nuestros<br />

propios, nuestros cuerpos fueron los nuestros propios, y nuestra violencia<br />

fue la nuestra propia.<br />

Ya veréis<br />

putas<br />

locas<br />

II<br />

Jacob Onto es un pedazo de violador de mierda.<br />

Estamos hartas de los procesos de responsabilización<br />

que empujan a la superviviente a revivir, una y otra<br />

vez, el trauma de la agresión, que fuerzan a la superviviente<br />

a colocar su reputación sobre la mesa como<br />

“prueba” de su sinceridad, que acaban siendo una<br />

ineficaz recreación del proceso judicial que deja al<br />

agresor libre de culpa, mientras que lx superviviente<br />

tiene que vivir con el recuerdo de la agresión por el<br />

resto de su vida.<br />

Como poco, el agresor debería sentir algo, alguna<br />

marca duradera por su comportamiento, algo que<br />

recuerde toda su vida cada vez que tenga relaciones<br />

sexuales – en el caso de que vuelva a tenerlas. Así<br />

que decidimos asegurarnos de que Jacob no olvidaría<br />

jamás esta jodida agresión.<br />

Le dimos con un bate de baseball, cayendo al suelo.<br />

Le tiramos los libros de sus estanterías: él lo admitió,<br />

ni una sola vez le dieron consentimiento. Le hicimos

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