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345 PRESIDENTES DE LA IGLESIA.pdf - Cumorah.org

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ocupa . . . que cuando un hombre<br />

no ha sido puesto a prueba, y no<br />

ha demostrado ante Dios y Su<br />

pueblo y ante los Consejos del<br />

Altísimo que es digno, nunca dirigirá<br />

la Iglesia ni al pueblo de<br />

Dios. Jamás ha sido así, sino que<br />

desde el principio, el hombre que<br />

dirige la Iglesia es aquel que conoce<br />

al Espíritu y recibe el consejo<br />

del Todopoderoso, que conoce a<br />

la Iglesia y es conocido por ella.'<br />

(Journal of Discourses, tomo 1, pág.<br />

123).<br />

A medida que he conocido las<br />

vidas de los que me han precedido,<br />

me he dado cuenta de que<br />

cada uno pareció tener su misión<br />

especial para su tiempo y época.<br />

Entonces con profunda introspección<br />

pensé en mí mismo y en experiencias<br />

que me han llevado a<br />

una condición como la que menciona<br />

Orson Hyde. Entonces recordé<br />

las palabras del profeta José<br />

en las que se caracterizaba a sí<br />

mismo, y me pareció que eran<br />

análogas en mi caso. Esto fue lo<br />

que dijo:<br />

'Soy como una enorme piedra áspera<br />

que viene rodando desde lo<br />

alto de la montaña; y la única<br />

manera en que puedo pulirme es<br />

cuando una de las orillas de la<br />

piedra se alisa al frotarse con otra<br />

cosa, como cuando pega fuertemente<br />

contra la intolerancia religiosa,<br />

se topa con la superchería<br />

de los sacerdotes, abogados, doctores,<br />

editores mentirosos, jueces<br />

y jurados sobornados, y choca<br />

contra la autoridad de oficiales<br />

perjuros, respaldados por los populachos,<br />

por los blasfemos, y por<br />

hombres y mujeres licenciosos y<br />

corruptos; todo este corro infernal<br />

le allana esta aspereza acá y esta<br />

otra más allá. Y así llegaré a ser<br />

dardo pulido y terso en la aljaba<br />

del Todopoderoso' (Enseñanzas del<br />

Profeta José Smith, pág. 370).<br />

Estos pensamientos que ahora invaden<br />

mi mente empiezan a dar<br />

significado a algunas de las experiencias<br />

en mi vida, cosas que han<br />

sucedido y que han sido difíciles<br />

de entender. A veces parecía que<br />

yo también era como una piedra<br />

áspera que viene rodando por el<br />

costado de la montaña, recibiendo<br />

golpes, y puliéndose, supongo<br />

yo, con las experiencias, a fin de<br />

que yo también pudiera llegar a<br />

ser dardo pulido y terso en la<br />

aljaba del Todopoderoso.<br />

Quizás fuera necesario que yo<br />

también aprendiera obediencia<br />

por las cosas que he sufrido, a fin<br />

de darme experiencia, y que fueron<br />

para mi beneficio, y para ver<br />

si yo podía sobrellevar algunas de<br />

las varias pruebas del estado terrenal."<br />

(Véase Liahona, mayo de<br />

1973, págs. 11-12.)<br />

HAROLD B. LEE SABIA QUE<br />

<strong>LA</strong> C<strong>LA</strong>VE PARA LLEGAR AL<br />

CORAZÓN <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> GENTE ERA<br />

SINTIENDO AMOR POR EL<strong>LA</strong><br />

(24-16) Fue participante del más<br />

grande de los milagros<br />

"El gran llamado nos ha llegado<br />

mediante los v sermones de los hermanos<br />

para ayudar a aquellos que<br />

necesitan ayuda, no sólo temporal<br />

sino espiritual. Los milagros más<br />

grandes que yo veo ahora, no son<br />

necesariamente la curación de<br />

cuerpos enfermos, sino la de las<br />

almas enfermas, de los enfermos<br />

del alma y espíritu, y los que están<br />

decaídos y desconcertados, al<br />

borde de la locura. Estamos ante<br />

la vista del Señor, y no queremos<br />

que ninguno piense que le hemos<br />

olvidado." (Harold B. Lee, en<br />

Conference Report, abril de 1973,<br />

pág. 178. Véase también la Guía<br />

de estudio para los quórumes del<br />

Sacerdocio de Melquisedec, 1974-<br />

75, Cuando te hayas convertido, pág.<br />

116.)<br />

(24-17) El Señor enseñó<br />

personalmente al presidente Lee<br />

que debía amar a todos<br />

Durante estos años difíciles para<br />

la Iglesia debido al crecimiento y a<br />

las asechanzas del adversario, el<br />

Señor había estado preparando a<br />

Harold B. Lee para la tarea de<br />

hacer llegar el amor y el interés de<br />

la Iglesia por cada Santo de los<br />

Últimos Días. El aprendió esta lección<br />

como apóstol y como Presidente<br />

de la Iglesia.<br />

"Yo sé que hay poderes que se<br />

acercan a una persona, cuando<br />

ésta llena su corazón de . . .<br />

amor ... Yo desperté una noche,<br />

hace algunos años, y comprendí<br />

que antes de ser digno del alto<br />

llamamiento que había recibido,<br />

debía amar y perdonar a toda<br />

alma que caminara sobre la faz de<br />

la tierra, y en esa ocasión llegué a<br />

saber y recibí paz, dirección, consuelo<br />

e inspiración, que me dijeron<br />

de cosas venideras y me hicieron<br />

sentir que yo sabía que eran<br />

de origen divino." (Harold B. Lee,<br />

en Conference Report, octubre de<br />

1946, pág. 146.)<br />

(24-18) Una experiencia que tuvo<br />

momentos antes de la dedicación<br />

de un templo causó un profundo<br />

efecto en su vida<br />

"Al hablaros en los momentos finales<br />

de esta conferencia, me gustaría<br />

hacer referencia a un incidente,<br />

del cual lamento poder contaros<br />

parte solamente como<br />

consecuencia de las limitaciones<br />

que imponen algunas de sus partes<br />

componentes.<br />

Fue poco antes de la dedicación<br />

del Templo de Los Angeles.<br />

Todos estábamos preparándonos<br />

para la gran ocasión. Se trataba de<br />

algo nuevo en mi vida, cuando<br />

más o menos a eso de las tres o<br />

cuatro de la mañana tuve una experiencia<br />

que no creo que fuera<br />

un sueño sino que tiene que haber<br />

sido una visión. Me encontré<br />

presenciando una gran congregación<br />

espiritual donde tanto los<br />

hombres como las mujeres se paraban<br />

de a dos o tres al mismo<br />

tiempo, y hablaban en lenguas. El<br />

Espíritu era tan extraordinario que<br />

me pareció oír la voz del presidente<br />

David O. McKay diciendo: 'Si<br />

deseáis amar a Dios, debéis aprender<br />

a amar y servir al prójimo. Esa<br />

es la forma en que podéis demostrar<br />

vuestro amor por Dios.' Y<br />

hubo otras cosas más que vi y oí<br />

en esa oportunidad." (Harold B.<br />

Lee, en Conference Report, abril<br />

de 1973, pág. 180. Véase también<br />

Discursos de conferencias generales,<br />

1973-75, pág. 24.)<br />

(24-19) Harold B. Lee prodigó su<br />

amor hacia cada Santo de los<br />

Últimos Días<br />

"Ahora deseo relataros una pequeña<br />

experiencia sagrada que<br />

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