Maquetación 1 - CLUB BERLIN (Buenos Aires)
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do, desde ya, todo el arsenal de recursos de la empresa para auxiliar a los pasajeros que por una<br />
razón u otra hubieran podido perjudicarse por causa de aquel minuto de retraso.<br />
En los increíbles vagones de primera clase de los trenes alemanes hay folletos que anuncian milimétricamente<br />
la llegada a los destinos intermedios. Si dice “17.52, Fürth”, a las 17.52 estaremos en<br />
Fürth. Por cierto, hay también baños limpios, butacas reclinables y enchufes para la computadora personal.<br />
Y hay también, por supuesto, inspectores corteses pero muy profesionales. La posibilidad de viajar<br />
colado es una en doscientos cincuenta millones, aproximadamente.<br />
Otro tópico positivo en la visión, sobre todo, porteña de la patria de Goethe es que estamos seguros<br />
de que los alemanes son frontales. Pensamos que no engañan, que por muy terrible que sea lo que<br />
se disponen a decirnos o a hacernos lo harán de frente, sin disimulos o ambages, cosas que -siempre<br />
según los lugares comunes imperantes- podríamos esperar de un francés, de un portugués, hasta de un<br />
italiano que nos haya caído, en principio, simpático.<br />
Viajando uno ve que también esta figura de la transparencia y la honestidad tiene sustancias reales.<br />
En las granjas del sur alemán hay carteles que invitan a los interesados en comprar flores, frutas<br />
y huevos a pasar y servirse cuantos quieran, dejando luego el importe correspondiente en unas alcancías<br />
que se han colocado allí al efecto. Lo mismo pasa en muchas iglesias y museos con los catálogos,<br />
postales, libros, discos y objetos a la venta. No hay vendedor, pero si el libro elegido cuesta diez euros<br />
a nadie se le ocurre que el que lo elige deje en la alcancía un centavo menos que diez euros.<br />
Eso sí: cuando dicen que no, es no. El grado de adaptación a las excepciones es parecido a cero.<br />
Insistir para que el empleado, el funcionario, el portero o el acomodador del teatro hagan una excepción<br />
en nuestro caso, aún detallándoles razones atendibles para que dejen de aferrarse por una vez a<br />
la regla pelada, es la mejor manera de convertir la amabilidad con que hasta ese fatal momento<br />
hemos sido tratados en sequedad un tanto áspera y cortante.<br />
Esta característica, más que el fantasma de una guerra ya lejana, da pie para que se diga, para<br />
que los argentinos digamos, como si fuera una verdad revelada, que los alemanes son nuestra contracara,<br />
que es verdad que aquí no respetamos mucho las leyes y las normas, lo que puede ser condenable,<br />
pero que a cambio de eso somos más elásticos y creativos, que sabemos improvisar y que contemplamos<br />
cada caso según sus condiciones particulares. Esta opinión puede ser justa... sólo de a ratos,<br />
puesto que en contra de la supuesta falta de creatividad y de inventiva alemana hay demasiados ejemplos<br />
capaces de dejarnos mal parados.<br />
De la rigidez que señalamos surge otra crítica, además de la asociación de lo alemán con la disciplina<br />
de los militares y con los nazis.Tiene que ver con la presunta carencia en materia de humor y de<br />
ternura. Este tipo de percepciones generales se reflejaban a la perfección en la sátira contra los chistes<br />
demasiado blancos de Fritz y Franz que hacían los actores Iván Grey y Atilio Pozzobón en<br />
Telecómicos, clásico de la televisión argentina de los años 60. Para probar la dureza en el trato con<br />
los niños, se mencionan los cuentos alemanes clásicos. Por ejemplo, los de Der Struwwelpeter,de<br />
Heinrich Hoffmann, en los que una niñita queda reducida a cenizas por jugar con fósforos, un duende<br />
le corta los dedos a un pequeñín por chuparse el dedo y otro chico adelgaza hasta morir como castigo<br />
por no tomar la sopa.<br />
En estas etiquetas argentinas sobre el carácter alemán, ¿no hay, sin embargo, algo contradictorio?<br />
Por un lado, se insinúa que les hacen gracia chistes demasiado infantiles. Por el otro, que asustan<br />
a los chicos con moralejas crueles para imponerles lecciones sobrehumanas. Estas pifias las cometemos<br />
por estar demasiado lejos de Alemania. Sabemos cómo se divierte la gente en París y en Nueva<br />
York. De las romerías madrileñas, el Trastevere y las góndolas de los canales venecianos no ignoramos<br />
nada. Pero ¿quién que no haya estado allí o no venga de una familia de inmigrantes alemanes puede<br />
decir lo que es la fiesta de una mañana soleada de julio en el Viktualienmarkt de Munich? ¿Quién<br />
nos habla de los bares de Leipzig? ¿Quién nos lleva por los senderos infinitos del berlinés Tiergarten?<br />
Aunque estuvimos siempre cerca, de algún modo, hay todavía una gran distancia por acortar y se<br />
abren tiempos propicios para hacerlo. Mientras tanto, nos seguimos manejando con intuiciones, a<br />
veces ciertas, a veces erróneas, y muchas veces... exageradas.<br />
Después de todo, nadie mejor que un alemán para aplicar el bisturí sobre la propia esencia, nadie<br />
más riguroso, más lúcido y más fértil en opiniones originales e inesperadas. Escuchemos al gran historiador<br />
judeo-alemán Erich von Kahler (1885-1970): “Los alemanes son uno de los pueblos más<br />
importantes de la historia humana, un pueblo sin cuyas contribuciones sería inconcebible el desenvolvimiento<br />
del hombre occidental, y sus contribuciones son resultado directo de su tendencia a pasar por<br />
encima de las limitaciones humanas. Los alemanes son dados a extremos, tanto para el bien como<br />
para el mal. Son capaces de totales sacrificios por causas u objetos, porque no tienen un soporte en sí<br />
mismos. Es el objetivo externo -ideal o material- el que los sostiene y les da seguridad. En su desdén<br />
por la realidad han sido engañados una y otra vez, no por los hombres, sino por las circunstancias”.<br />
En sus filósofos, en sus intelectuales y artistas, quienes no tenemos ascendencia alemana encontramos<br />
otra razón, tal vez la principal, para seguir creyendo que jamás fallan.<br />
Hugo Caligaris<br />
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