12.07.2015 Views

Parte 2 - CLUB BERLIN (Buenos Aires)

Parte 2 - CLUB BERLIN (Buenos Aires)

Parte 2 - CLUB BERLIN (Buenos Aires)

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Un motor para elcomercio bilateralLa Cámara de Industria yComercio Argentino-AlemanaPag. anterior: pasado y presentese encuentran en la sede de laCámara de Industria y ComercioArgentino-Alemana, en la AvenidaCorrientes. La Cámara se convirtióen un centro de encuentro, quehoy es sede para más de 800miembros. (Foto: AHK / CADICAA)A veces hasta el aspecto más oscuro de la naturalezahumana tiene alguna consecuencia positiva. Tal fue elcaso de la Cámara de Industria y ComercioArgentino-Alemana en la Argentina. Cuando corría el tercer año de la Primera Guerra Mundial lacomunidad de empresarios de origen alemán debió enfrentar una intensa campaña de discriminaciónde parte de la propaganda aliada. Ello incluía desde la conformación de listas negras paraboicotear a las empresas de origen alemán, hasta los actos de violencia contra sus negocios. Paradefender sus intereses ante tales agravios 122 empresarios de origen argentino-alemán se congregaronen <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> el 17 de junio de 1916. Sentaron allí las bases para una entidad, que luegose convertiría en un excelente canal para las relaciones entre la Argentina y Alemania.A cinco años de su fundación la Cámara ya formaba parte del grupo de cámaras alemanas deAmérica Latina. De esta forma se vinculó con el ente responsable para la industria y el comercio enAlemania, el Deutscher Industrie- und Handelstag (DIHT), y se estableció como interlocutora bilaterale impulsó varios acuerdos económicos entre la Argentina y el Imperio alemán. A ello se sumarían,ya desde entonces, actos de solidaridad como la colecta realizada para las víctimas del terremoto deSan Juan en 1944. Sin embargo, una vez declarada la guerra por parte de la Argentina a la Alemaniade Hitler, la Cámara no escapó a la suerte que corrió el resto de las instituciones alemanas en el país:sufrió la expropiación y luego la anulación de su personería jurídica.La llegada en 1950 del primer enviado oficial de la Alemania de posguerra, el Ministro CarlSpiecker, impulsó, un año más tarde, la fundación de una nueva cámara, que absorbería el remanentede la antigua asociación. A partir de allí la entidad se convirtió en uno de los interlocutoresprivilegiados en el proceso de recuperación del patrimonio de las empresas argentino-alemanas.Por otra parte, los años de posguerra trajeron aparejada también la apertura de nuevas áreasde trabajo. Entre ellas se destacan la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la educación. En 1979,la Cámara introdujo en el país el sistema dual de formación profesional, basado en el modelo alemán.Éste consiste en un programa para egresados del nivel secundario. Durante dos años losestudiantes alternan entre bloques teóricos, dictados en el centro de capacitación, y bloques deformación práctica en distintas empresas, entre las que se encuentran tambiéngrandes multinacionales.El sistema dual ofrece orientaciones como Técnico en AdministraciónIndustrial,Técnico en Comercio Exterior y Mayorista y Técnico en AsistenciaGerencial. Los respectivos cursos teóricos se dictan en el Instituto Ballester. Lacarrera que otorga el título de Técnico en Mecatrónica se cursa en el Colegio49


Hölters. Hasta la fecha, cerca de 1.000 profesionalesegresaron de estos cursos, de los cualeshoy muchos ocupan puestos jerárquicos engrandes compañías. Desde sus puestos de trabajofomentan un creciente interés tanto por partede estudiantes como de empresas para seguirdesarrollando y ampliando este programa.Otra área de trabajo de la Cámara estádirigida a los profesionales en actividad. Lesofrece una gama de seminarios de capacitacióncon el objetivo de acercarles las últimasinnovaciones en su especialidad a nivel mundial.A su vez, y en una renovada apuesta alfuturo, la entidad ha empezado a actuar enconjunto con los colegios alemanes: un programade pasantías, de charlas informativascon profesionales y de talleres de inserciónlaboral permite a los alumnos del último añode la escuela secundaria tomar contacto conla realidad laboral. Una función no menosambiciosa, que es estrechar el vínculo entrelas instituciones educativas y el ámbitoempresarial, cumple el concurso intercolegial,orientado a fomentar el deporte, la música yla literatura.Un área en el cual la Cámara de IndustriaArriba: el ex canciller de la República de Weimar, Hans Luther, con y Comercio Argentino-Alemana se encuentramiembros del directorio de la Cámara de Comercio Alemana, el 28 deoctubre de 1926, en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.trabajando también fuertemente es la responsabilidadsocial empresarial (RSE), un tema deAbajo: reunión de la Comisión Mixta Argentino-Alemana el 30 de agostode 1979, en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. (Fotos: AHK / CADICAA)creciente importancia en el mundo de los negocios.En este sentido, se ha asumido el compromisode difundir el concepto de manera másamplia. En conjunto con las cámaras binacionales de Alemania en Brasil, Paraguay y Uruguay se edita unapublicación, en la que se presentan los ejemplos de empresas que ya realizan labores de RSE. Su contenido secomplementa con los aportes de especialistas en la materia. El objetivo de este tipo de actividades es generarsinergias entre el mundo empresarial y las asociaciones argentino-alemanas, que llevan a cabo proyectos culturalesy sociales; y muchas de las cuales son dirigidas por voluntarios y ad honorem.Durante el año 2007 se destacaron las iniciativas dentro del sector tecnológico, más específicamenteen las especialidades nanotecnología y biomedicina. Estos esfuerzos, enmarcados en el 150˚Aniversario dela relaciones bilaterales entre Argentina y Alemania, tienen por meta la transferencia de tecnología.Para ello incluso se ha formado un Centro de Transferencia de Tecnología para el Mercosur.Si bien el mundo ha atravesado numerosos cambios desde 1916, la Cámara de Industria yComercio Argentino-Alemana ha sabido nutrirse de las experiencias vividas durante más de nuevedécadas, siempre con la mira puesta en el desarrollo y el crecimiento. La prueba más contundentede ello es que a los 122 empresarios que se reunieron en los comienzos se les han ido sumandoconstatemente nuevos socios. Tal es así, que en la actualidad son alrededor de 800 los miembrosque han construido una amplia red de contactos para la institución, y que ofrecen el ámbito idealde encuentro para la intensificación de las relaciones bilaterales entre la Argentina y Alemania.La Sociedad Alemana de Beneficencia(Deutsche Wohltätigkeits-Gesellschaft - DWG)El primer antecedente de la Sociedad Alemana de Beneficencia, DeutscheWohltätigkeits-Gesellschaft (DWG, por su sigla en alemán), se remonta al año 1825, enque se constituye como la primera entidad alemana sin fines de lucro de la Argentina,según reporta Josef Winiger en sus Historias de los Alemanes en las Provincias Unidas delRío de la Plata. En 1850, el Gobierno de Juan Manuel de Rosas le prohibió a la DWG suactividad. Fue durante la Primera Guerra Mundial, siendo notable el deterioro de la situaciónde muchos alemanes y sus descendientes que vivían en la región, debido a que muchosfueron echados de sus empleos y nuevos inmigrantes llegaban a diario desde Europa, que sehizo imperioso organizar la ayuda. El 1° de marzo de 1916 varias personalidades y organizacionesdecidieron unir sus fuerzas, constituyendo nuevamente la Sociedad Alemana deBeneficencia DWG, la cual obtuvo su personería jurídica el 23 de abril de 1917. Una de lasprincipales tareas de la DWG fue conseguir empleo para los desocupados y atender a quienesno lo obtenían, a los pobres, ancianos, enfermos y a los que habían huído de las guerras.Hoy, entre las actividades destacadas de la sociedad figuran el gerenciamiento delHogar de Mayores Los Pinos, el apoyo al Hogar de Niños María Luisa, y la cooperacióncon la Asociación Alemana de Asistencia al Enfermo de Lepra y Tuberculosis.Su objetivo escombatir dichas enfermedades en la región y asistir a los sectores más necesitados envarias provincias y en el conurbano de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.5051


La eterna lucha con elGenitiv, Dativ y AkkusativEl auge de las escuelas alemanasen la Argentina se convirtió en unpilar de las relaciones bilaterales“Mi destino es la lengua castellana. El broncede Francisco de Quevedo. Pero en la nochecaminada me exaltan otras músicas, más íntimas.Alguna me fue dada por la sangre –o vozde Shakespeare y de la Escritura–; otras por el azar, que es dadivoso. Pero a tí, dulce lengua deAlemania, te he elegido y buscado, solitario. A través de vigilias y gramáticas, de la jungla de lasdeclinaciones, del diccionario, que no acierta nunca con el matiz preciso, fui acercándome. (…) Hoy,en la linde de los años cansados, te diviso. Lejana como el álgebra y la luna”.Nada menos que Jorge Luis Borges atestiguó con estas líneas la especial relación que lo unía alidioma alemán. El gran autor argentino confirmaba así, en su obra El oro de los tigres (1972), el temorde tantos otros que intentaron emularlo: tratar de dominar el idioma de Goethe, Schiller y Brecht puedellevar toda una vida. No obstante, son hoy cerca de 19.000 los alumnos que lo hacen en alguna de lasescuelas que pertenecen a la Comunidad de Trabajo de las Asociaciones Escolares Argentino-Alemanas(Arbeitsgemeinschaft Deutscher Schulen in Argentinien).Pero, más allá del fuerte dolor de cabeza que puede causar el estudio de la lengua germana a losalumnos, el modelo educativo alemán ha tenido un papel central en las relaciones bilaterales. Se convirtióen uno de sus más importantes protagonistas, especialmente en lo que se refiere a la creación yfundación de instituciones alemanas.La primera escuela alemana en la Argentina comenzó a funcionar en 1840. Casi veinte añosantes de que se firmara el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre la ConfederaciónArgentina y el Reino de Prusia y los restantes Estados de la Unión Aduanera, Katharina Keppel fundóun colegio dominical. Su objetivo: enseñar religión y escritura en alemán.Con el tiempo, la educación con sello germano fue ganando adeptos en lasociedad argentina. Uno de los más interesados en la materia fueDomingo Faustino Sarmiento, quien en 1866, cuando eraMinistro de Educación, le confesó al enviado delrey de Prusia: “Por su modelo paraPágina anterior: alumnos del Instituto Ballester, delantedel edificio en la Calle Colón / Esq. San Martín.Derecha: el plano del primer edificio del Instituto Ballester,en la calle Lacroze 133. (Fotos: Instituto Ballester)


una educación popular, la humanidad tieneuna eterna deuda con Alemania.”La Argentina supo aprovechar esemodelo: Sarmiento impulsó la contrataciónde varios educadores alemanes, entreellos, el cuerpo de profesores de la primeraFacultad de Ciencias de la Universidad deCórdoba. Sin embargo, el impulso no fuebien percibido hasta los últimos años delsiglo XIX. Su efecto duró hasta poco antesde la Segunda Guerra Mundial y consistióen el establecimiento de gran parte de lasescuelas germano-argentinas, que aúnestán en funcionamiento.Una típica mañana escolar en la década de 1930. Para entonces, muchos colegiosargentino-alemanes ya contaban con medios de transporte propios.En 1893 se creó la EscuelaAquí, tres alumnas de lo que es hoy el Colegio Goethe. (Foto: Fam. Heinlein) Alemana de Barracas. En 1895 le siguióla Escuela para Niñas, que, junto a laBelgrano Schule, fundada en 1897, conformaría luego la Goethe-Schule de la actualidad. Sólo unaño más tarde abría sus puertas la Escuela Alemana de Quilmes.A principios de siglo el sistema alemán de educación dejaba además otra herencia que trascenderíael ámbito de la escuela primaria. El Ministro de Justicia e Instrucción Pública del gobierno deManuel Quintana, Joaquín V. González, creó en 1904 el Seminario Pedagógico, que más tarde se convertiríaen el Instituto Nacional del Profesorado Secundario. Su función: preparar a los profesores deenseñanza superior. González le confió al alemán Wilhem Keiper la dirección de los seminarios y delprograma de enseñanza. Para que lo acompañaran convocó a un grupo de expertos de Alemania. Esosdocentes alemanes trabajaron hasta 1916 en el Instituto y establecieron allí la primera base de laformación pedagógica argentina.Mientras tanto, el impulso fundacional de escuelas germano-argentinas no se detenía. En 1907 sefundaba la Deutsche Schule Bariloche, que en 2007 festeja su primer siglo de vida. En 1910 le seguíala Humboldt-Schule, y en 1912 la Escuela Alemana en Dock Sud. Su objetivo era educar a los hijosde los inmigrantes alemanes que trabajaban en la compañía de electricidad del puerto. A esos institutosse sumaban escuelas con materias en alemán en todas las grandes ciudades argentinas comoRosario, Bariloche, Córdoba y Mendoza.En los años de la Primera Guerra Mundial se interrumpió el interés por este tipo de enseñanza,pero con la fundación del Instituto Ballester en 1922 se retomó el contacto. Le siguieron el ColegioLanús Oeste (1925), la Escuela de Munro (1928) y en 1934, ya en los albores de la Segunda GuerraMundial, que dividiría también a la colonia alemana, la Asociación Cultural Pestalozzi.Según datos de 2006 relevados por la Comunidad de Trabajo de las Asociaciones Escolares Argentino-Alemanas (Arbeitsgemeinschaft Deutscher Schulen in Argentinien), actualmente funcionan cerca de 26escuelas e instituciones que integran enseñanza en alemán y español. La mayor parte de estas escuelas tambiénfue fundada por inmigrantes alemanes. Sin embargo, su público ha ido cambiando a lo largo de losaños. Si los escolares de antaño eran directa descendencia alemana dentro del alumnado de hoy en día sólouna minoría desciende de alemanes. Más que el deseo de conectarse con la cultura de los antepasados, esla calidad de la enseñanza, la que atrae a familias de apellidos italianos, españoles o suecos.El gobierno argentino les exige a todas que se ajusten a los programas de enseñanza elaboradospor el Ministerio de Educación. No obstante, les otorga -particularmente en los últimos años- unmayor espacio y margen para ofrecer contenidos en alemán. Una parte no menor de los fondos parahacer posible tal misión proviene todavía de Alemania. Cerca de 20 escuelas reciben hoy apoyo financierodirecto desde Berlín. El gobierno alemán aporta al sistema de escuelas germano-argentinascinco millones de Euros por año. Entre los centros de estudios más importantes se destacan cincoescuelas: Instituto Primo Capraro en San Carlos de Bariloche, Instituto Ballester, Colegio Goethe,Escuela Hölters y Colegio Pestalozzi.Instituto BallesterEn ocasión de su 85° aniversario el Instituto Ballester celebra el aporte brindado para el encuentro entrelas culturas alemana y argentina. Desde sus comienzos el Instituto Ballester ha crecido en sus dos sedes de VillaAdelina y Villa Ballester. En la actualidad cuenta con más de 1.700 alumnos.La escuela se define como una institución multicultural, que brinda a sus alumnos- desde el Nivel Inicialhasta el Centro de Capacitación Profesional- una educación integral bilingüe de excelente nivel académico. Enconcordancia con este espíritu, el Instituto Ballester ofrece a los alumnos del Polimodal la posibilidad de optarpor el Programa del Bachillerato Internacional para acceder al Diploma de Bachiller Internacional Bilingüe, quelos habilita para ingresar a universidades muy prestigiosas en todo el mundo.El Centro de Capacitación Profesional, reconocido tanto por las autoridades educativas argentinas como alemanas,es un programa dual que conjuga capacitación teórica en la institución con experiencia laboral en las empresas.Además cuenta con la participación y el apoyo de la Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana (CADICAA).El complejo del Instituto Ballester en San Martín 444. (Foto: Instituto Ballester)5859


Colegio GoetheEl centenario Colegio Goethe, fundado en 1897 como escuela de varones, respondió a la necesidad dela colectividad alemana, que por entonces contaba sólo con el colegio parroquial protestante en el centrode <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. Se inició con sólo ocho alumnos, pero creció rápidamente. En 1907 se fusionó con laescuela de señoritas de la Srta. Liebau y pasó a ocupar su histórico edificio en la calle Virreyes (hoy JoséHernández). Para 1922 el colegio contaba con planes de estudio alemanes y con el permiso de otorgar eltítulo de bachillerato alemán (Abitur). En 1927 se fusionó con la Germania Schule, y en 1931 adoptó elnombre Goethe Schule.Los avatares de la Segunda Guerra Mundial originaron la confiscación y el cierre del colegio. Pero en1950 volvió a funcionar al fundarse la Norte Schule en Martínez. Nueve años más tarde egresaban nuevamentebachilleres argentinos hasta que en 1960 el gobierno argentino devolvió el edificio de Belgrano. En 1962 serecibieron nuevamente bachilleres alemanes. Finalmente, y gracias a la colaboración del gobierno alemán y elesfuerzo de la comunidad de padres, el colegio se mudó en 1989 a su nueva sede en San Isidro. Allí logró unificarsu propuesta escolar y ofrece hoy educación en los niveles de Jardín de Infantes, Educación GeneralBásica (EGB) I y II y Educación Polimodal a 1414 alumnos.Escuela HöltersCreada en 1931, la Escuela Hölters fue fruto de la inquietud del inmigrante y profesor alemán HermannHölters, quién estableció un internado en la localidad de Villa Ballester, Provincia de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, y fundó enese año la escuela que hoy lleva su nombre.Son sus objetivos la formación de personas libres, capaces de elegir y actuar con responsabilidad y autonomíaen un clima de libertad, respeto y autenticidad. Esto permite a todos sus miembros crecer en la creatividad,desarrollando conductas democráticas, solidarias y respetuosas del medio ambiente, promoviendo la inserciónde la Argentina en la cultura internacional.La institución tiene una sede en la calle Libertad, donde funcionan el Jardín de Infantes y la EducaciónPrimaria Básica, y otra sede en la calle Independencia, donde desarrollan sus actividades la EducaciónSecundaria Básica y los Polimodales, cuyos alumnos egresan con los títulos de: Bachiller Polimodal enEconomía y Gestión, en Humanidades y en Ciencias Sociales, Ciencias Naturales y Bienes y Servicios conTrayectos Técnicos Preferenciales en Electrónica (TTP).En 2006 se inició junto con la Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana el programa de capacitacióndual en Mecatrónica (Mecánica y Electrónica). El curso de dos años de duración incluye módulos decapacitación teórica, que se alternan con la práctica dictada en las empresas argentino-alemanas adheridas.El nuevo edifico del Kindergarten del Colegio Goethe, en Lomas de San Isidro. (Foto: Nico Pérez)El complejo de la Escuela Hölters, en la calle Independencia. (Foto: Escuela Hölters)6061


Colegio PestalozziEl Colegio Pestalozzi es parte de la Asociación Cultural Pestalozzi, una organización sin fines de lucro, fundadaen 1934 por Ernesto Alemann, editor del diario liberal Argentinisches Tageblatt, y, entre otros, por elindustrial Alfredo Hirsch, con el objetivo de crear un lugar de educación libre y humanista en clara oposición ala ideología imperante en esa época en Alemania.A 73 años de su creación, los valores fundacionales del Colegio Pestalozzi siguen arraigados y vigentes. Suobjetivo es brindar una formación de excelencia, en la que se articulan los valores humanistas, pluralistas y solidarioscon los perfiles científico-técnicos requeridos por los desafíos de la época. Cultura, humanismo y tecnologíaconstituyen así el pivote estratégico de su misión. Bajo el lema de encuentro de culturas se propone que elalumno ponga en práctica la comprensión y aceptación de la diversidad, la tolerancia, el contacto respetuoso, lasolidaridad ante las desigualdades y la solución pacífica de los conflictos que puedan manifestarse.El Colegio Pestalozzi, situado en el barrio de Belgrano, tiene en la actualidad 995 alumnos y cuenta connivel inicial, primario y secundario. Sus alumnos egresan con el título de bachilleres bilingües en Ciencias yLetras y también pueden cursar el Bachillerato Internacional Bilingüe.El Colegio Pestalozzi, en el barrio de Belgrano, instruye hoy a 995 alumnos. (Foto: Nico Pérez)Instituto Primo Capraro (San Carlos de Bariloche)“Más tarde visité la escuela alemana, donde me esperaba una docena de inmigrantes alemanes, gente dela misma estirpe que yo había visto en mi país y que yo tanto quería. Me sorprendió ver en este pequeño establecimientoque junto al retrato del emperador Guillermo había uno de Lutero, a pesar de que un tercio de losalemanes eran católicos. Los sentimientos nacionales habían cedido frente a los religiosos y Lutero había sidoaceptado como un representante más de los grandes pensadores alemanes que querían que sus hijos recuerden.También había en esta escuela una buena biblioteca, cuyos libros eran, naturalmente, todos alemanes. Era laúnica biblioteca del pueblo.”Resulta una de las tantas ironías de la historia que fuera justo un ex presidente norteamericano el que, asólo un año de la Gran Guerra, resumiera con estas pocas palabras el tipo de enseñanza que la DeutscheSchule Bariloche (hoy Instituto Primo Capraro), intentó fomentar desde sus inicios.Claro que, para cuando Theodore Roosevelt la visitó, la escuela no era más que un galpón. Un maestro, unaula y quince alumnos con sus padres con más ambición que recursos, trataban de preservar aquí algo de lacultura alemana en un entorno que todavía tenía muy poco de urbano.Quizás fue esa ambición la que despertó la admiración de quien había sido uno de los personajes másimportantes de su época. Roosevelt –quien no fue pariente de Franklin Delano Roosevelt (FDR)– viajó a laPatagonia en 1913.Tras dejar la presidencia en 1909, pensaba disfrutar aquí de uno de sus más queridospasatiempos: la vida silvestre y las actividades al aire libre como la caza y la pesca. Pero, según delatan susmemorias, entre las experiencias que más recordaría figuró también la visita a esta institución de educaciónalemana, que en 2007 festeja su primer centenario.Fundada el 20 de enero de 1907 como Deutsche Kirchen- und Schulgemeinde, la pequeña escuela alemanadel Nahuel Huapi enriqueció desde sus comienzos la incipiente vida cultural de este, por entoncesapartado, rincón del planeta. La cantidad reducida de alumnos en las primeras décadas de su existencia esun reflejo del lento crecimiento de la aldea y la situación económica de sus habitantes, que, en palabras deuno de los hijos del maestro Lührs, muchas veces pagaban con leña, leche y queso la enseñanza de sus hijos.En 1927 la escuela tiene como director y maestro al escritor Max Tepp, cuya estadía en la región influyófuertemente en su obra posterior. Libros como Tanahuen, la indiecita del Nahuel Huapi (Die Indianerkinderin der Löwenhöhle, 1933), que relata las andanzas de dos niños indígenas en la zona del Nahuel Huapi, yÁrboles y Arbustos de la Cordillera Patagónica (Bäume und Blumen am Nahuel Huapi, 1936) pretendíanacercar a los alumnos de las escuelas germano-argentinas a su entorno americano. Todavía hoy su lecturaconmueve a niños y jóvenes.En los años 1944 y 1945 una nueva guerra mundial, que termina en lugares lejanos, arroja su sombrasobre la pequeña escuela alemana del pueblo y ésta cierra sus puertas mediante el Decreto 7032 delGobierno Nacional.6263


Pero los antiguos habitantes de habla alemana junto con una nueva inmigración, que atraída por las bellezasdel lugar y las oportunidades económicas llega a partir de la década del 30 y continúa llegando hastaentrada la década del 60, vuelven a fundar la escuela en 1953. Remontándose a los comienzos de la historiaeuropea de la región, eligen como nombre el del pionero italiano Primo Capraro, quien, casado con una alemana,Rosa Meier, fuera uno de los pilares en la dura etapa inicial de la historia de la escuela. Y como si creceral ritmo de la ciudad fuese su destino, la escuela alemana inauguró en 1980 el nivel secundario y en 1993 elnivel terciario. Los pocos alumnos de habla alemana de comienzos del siglo XX se convierten hacia fines desiglo en más de 1.000 alumnos de los más diversos orígenes, inaugurando una nueva y fascinante etapa en latransmisión de cultura alemana en este rincón del planeta.En el año 2006 el Instituto Primo Capraro abre un espacio para el aprendizaje de su propio pasado enrelación al caso Priebke, y proyecta la película-documental Pacto de Silencio con la presencia de su director,Carlos Echeverría, con el objetivo de mostrar a la opinión pública que trata el pasado en forma responsable ycon orientación al futuro. Con el legado de estos cien años de historia la escuela alemana, hoy Instituto PrimoCapraro, busca aprovechar la herencia de sus fundadores: ser un puente entre las culturas. Para ello, y a través deun constante contacto con Alemania en forma de capacitaciones docentes, intercambios estudiantiles y un amplioprograma de pasantías, los docentes han creado un entorno de aprendizaje innovador, en donde aprender es debatirideas, reflexionar críticamente, ser tolerante ante las diferencias y solidario con las necesidades de la comunidad,aprender con todos los sentidos, trabajar en equipo y ser abierto hacia otras culturas.Lejos quedó esa primera etapa de la escuela fundada por padres alemanes para mantener su cultura europea.“Con nuestra lengua desaparece o permanece nuestra identidad alemana”, decían los colonos. Hoy, conuna nueva identidad en marcha, la escuela es consciente de que cada idioma aprendido nos abre un nuevomundo, enriquece nuestras percepciones, establece nuevos vínculos hacia nuevas culturas y aumenta nuestrasposibilidades profesionales. La identidad europea del Instituto Primo Capraro cumple hoy una función no tanalejada de la de sus inicios, que es la de enriquecer una comunidad con diversidad cultural.La Deutsche Schule (Instituto Primo Capraro) en San Carlos de Bariloche. (Foto: Inst. Primo Capraro)Un año de intercambio - Nico de ProEn su año de intercambio enAlemania, Nico de Pro no sequiso perder la oportunidad derendirle homenaje a uno de losgrandes protagonistas de laamistad argentino-alemana:Juan Manuel Fangio.Su estatua se ubica enfrente delnuevo Museo Mercedes, enStuttgart. Una réplica se encuentratambién ante el edificio de laempresa en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.(Fotos: gentileza fam. de Pro)64


El mecenas intelectualFélix WeilNacido en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, Félix José Weil (1898-1975) era el heredero natural de la compañíacerealera Weil Hermanos, de considerable gravitación en el mercado internacional de granos entre 1890y 1920 junto con Bunge y Born y Louis Dreyfus. Su padre Hermann Weil (1868-1927) fundó la firmacon sus hermanos en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. Provenía del mercado triguero alemán de la ciudad Mannheim aligual que su competidor, Alfredo Hirsch, gerente general de Bunge y Born. Hermann Weil modernizó elmercado argentino de trigo, al introducir la medida del gluten, el peso de 78 kilogramos para 100 litrosde trigo y un porcentaje máximo garantizado de otros elementos. Así, el trigo argentino se integró almercado internacional. La compañía cerealera Weil Hermanos fue disuelta en la década de 1920.Antes de la Primera Guerra Mundial, Hermann Weil se trasladó a Berlín donde frecuentó alKaiser, Guillermo II, y fue Consejero del Gobierno Imperial durante la guerra. Influyó en el Kaiserpara que en el frustrado acuerdo de paz con Gran Bretaña, ésta le cediera a Alemania las IslasMalvinas, cuyo destino posterior habría sido el traspaso a la Argentina.Hermann Weil dispuso que su hijo Félix, tras pasar su niñez en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, estudiara en un colegiosecundario y en una universidad alemana. En la Universidad de Tübingen, Félix Weil se acercó a las corrientesfilosóficas del marxismo histórico. Ajeno a los negocios, convenció a su padre de que, en 1924, dotaraa su Instituto de Investigaciones Sociales en la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Frankfurt a. M.con un aporte que asegurara su funcionamiento. El Instituto atrajo a intelectuales de la misma orientaciónque Félix Weil, entre ellos a Georg Lukács, Karl Korsch, Karl August Wittfogel, Friedrich Pollock, MaxHorkheimer,Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Leo Löwenthal y Walter Benjamin.Tras el asalto del nazismo al poder, el Instituto continuó su actividad en Nueva York y sereestableció en Frankfurt en 1950. Félix Weil, residente en los Estados Unidos, mantuvo el contactocon su creación. A partir de la revuelta estudiantil de París, en 1968, la llamada Escuela deFrankfurt (Frankfurter Schule), ejerció una influencia significativa en el ideario de la época, en particularmediante Herbert Marcuse, portaestandarte del marxismo.Por su parte, Félix Weil, después de su doctorado con el profesor Adolph Weber en la Universidad deFrankfurt en 1920, regresó a <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, donde observó las condiciones del movimiento sindical argentino.Weil fue amigo personal de quienes forjaron la política económica argentina en los años 30,encabezados por Raúl Prebisch, Ernesto Malaccorto y Máximo J. Alemann. Fue consultado para laredacción del decreto reglamentario de la ley sobre el impuesto a los réditos, actualmente impuesto a lasganancias, al que contribuyó con sus conocimientos sobre los mercados de granos.Ya retirado en los Estados Unidos, Félix Weil publicó en 1944 un libro sobre laPág. anterior: Miembros del Argentina bajo el título en inglés Argentine Riddle, en el cual describe al país y susgrupo que frecuentaba Félix Weilproblemas, siempre enigmáticos para los extranjeros. En los últimos años de su(de pie, 2º de la der.). Entre ellosFriedrich Pollock (de pie, 2º de la vida, Weil fue testigo de la influencia que la escuela de pensamiento que había sidoizq.) y Georg Lukács (de pie, 4ºcreada gracias a su mecenazgo ejerció entre los intelectuales rebeldes de Europa ypor la izq.) (Foto: gentileza Institutfür Sozialforschung Frankfurt) de los Estados Unidos.6667


El Instituto Ibero-AmericanoInvestigación, información,ciencia y cultura desde BerlínPág. anterior: la Villa Siemens,ubicada en el barrio deLankwitz, Berlín, fue la segundasede –de 1942 a 1976– delInstituto Ibero-Americano, queademás es parte de laFundación Patrimonio CulturalPrusiano, desde 1962.Derecha: el primer director delInstituto, Otto Boelitz, desempacacon sus colaboradores los librosque llegaron de la Argentina, en1930. (Fotos: IAIPK)El Instituto Ibero-Americano FundaciónPatrimonio Cultural Prusiano (Ibero-Amerikanisches Institut PreussischerKulturbesitz) representa un ejemplo único de continuidad institucional al servicio del intercambiocientífico e intercultural con Iberoamérica. Estrechamente vinculado a la Argentina desde su origen,es también un importante actor en las relaciones bilaterales. Cuando en 1927 el erudito argentinoErnesto Quesada, quien a lo largo de su vida había construido sólidos vínculos académicos y personalescon Alemania, donó su biblioteca particular de más de 82.000 volúmenes a Prusia, Estado de laentonces República de Weimar, acompañó tal obsequio con una condición no menor: los libros deberíanservir como simiente de una institución encargada de cultivar las relaciones intelectuales entreAlemania y América Latina.El Instituto Ibero-Americano (IAI) fue inaugurado en Berlín, el 12 de octubre de 1930. Su primerdirector fue Otto Boelitz, ex-Ministro de Cultura y Educación de Prusia. Los planes elaboradospara la institución preveían el establecimiento de departamentos divididos por países y dirigidos porespecialistas de diferentes disciplinas, que realizarían tareas de investigación y llevarían adelante unprograma de publicaciones. Entre las actividades figuraba, además, el apoyo a los artistas y científicoslatinoamericanos residentes en Alemania.Pero, como tantas otras instituciones de la época, también los primeros pasos del IAI se vieron restringidostanto por los problemas presupuestarios derivados del derrumbe económico de esos años, comopor el terror del nacionalsocialismo. En 1934, Wilhelm Faupel, un general retirado que había actuadocomo asesor militar en la Argentina y en Perú, se hizo cargo de la conducción. Durante su gestión el IAIactuó al servicio del régimen nazi. Produjo escritospropagandísticos para el exterior y mantuvo estrechasrelaciones con grupos simpatizantes. No obstante,el trabajo científico y bibliotecario continuódesarrollándose con relativaautonomía en forma paralelaa la estrategia de Faupel.Finalizada la guerra, elInstituto pudo sobrevivircomo BibliotecaLatinoamericana, bajo laconducción de las autoridadesmunicipales de69


Berlín. Su nombre reflejaba la restricción de sus funcionesa las de una biblioteca especializada. Sin embargo,pronto comenzaron a revitalizarse las actividades científicasy el intercambio cultural, y en 1954 el IAI volvió aalcanzar resonancia pública con la exposición Argentinaen el libro y la imagen. Finalmente, al cabo de cuatroaños, el Instituto logró recobrar su nombre original cuandofue incorporado a la Fundación Patrimonio CulturalPrusiano y se transformó en el IAIPK actual.En la actualidad la institución constituye el principalcentro de información sobre América Latina,España y Portugal para los países de habla alemana.Además, cuenta con la mayor colección europea demateriales sobre la región, gracias al trabajo continuo alo largo de más de setenta y cinco años de completar yactualizar sus existencias por medio de compras, canjesy donaciones. No obstante, su característica principalsigue siendo la integración de servicios de biblioteca,actividades culturales y tareas de investigación. Losvolúmenes sobre la Argentina incluyen, por ejemplo,59.000 libros publicados en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, más deEl interior de la sede actual. El IAIPK se mudó en 1977 a estemoderno edifico ubicado en la Potsdamer Straße, en el centro 3.400 revistas en total, incluidas 563 suscripcionesde Berlín. Los usuarios cuentan allí con las más avanzadasactivas, 8.000 mapas, 2.500 grabaciones de sonido ytecnologías para su trabajo de investigación. (Foto: IAIPK)más de 220 videos y DVDs. En la biblioteca se guardancolecciones únicas como la Biblioteca Criolla, un conjunto de más de 2.000 folletos de literatura popularargentina (1880-1920), reunidos por Robert Lehmann-Nitsche, y una colección de más de 120 revistasargentinas de teatro. A ello se suman importantes legados documentales vinculados con la Argentina, entrelos que se destaca el de Roberto Arlt y los archivos del Argentinisches Tageblatt. Los materiales de labiblioteca no sólo son accesibles en Berlín, sino también en el resto de Alemania y en el extranjero a travésdel servicio de préstamos interbibliotecarios o del servicio de suministro directo de documentos SUBITO.Desde una perspectiva más general, las investigaciones llevadas a cabo en el IAIPK se centran endos temáticas: “Las relaciones entre Europa y América Latina en el pasado y en el presente” y“Construcciones de identidad en América Latina: estrategias de diferenciación y apropiación”. Parael caso argentino, los trabajos incluyen investigaciones sobre la circulación de conocimientos entreAlemania y la Argentina, sobre la construcción de la identidad de los inmigrantes de origen alemánen la Argentina y sobre las relaciones bilaterales.En el contexto de la cooperación científica el IAIPK organiza regularmente coloquios científicos,simposios y congresos internacionales. Cuenta, además, con un programa de becas, que permite apoyarde ocho a diez proyectos por año para que los investigadores del exterior puedan acceder a losvolúmenes y a las colecciones que se conservan en Berlín.Las investigaciones realizadas en el IAIPK se reflejan en una oferta de publicaciones. Entre ellasfiguran las series Biblioteca Ibero-Americana y Biblioteca Luso-Brasileira, que están dedicadas a losestudios monográficos y multidisciplinarios. Por su parte, las Ibero-Analysen, contienen informacionesde actualidad sobre la evolución política, económica, social y cultural de la región. Sin olvidar a lasIbero-Bibliographien, que ofrecen selecciones bibliográficas, y la serie Ibero-Online.de, en la que sepublican conferencias y aportes a coloquios en el IAIPK. La oferta se completa con la edición de trespublicaciones periódicas: la revista Iberoamericana. América Latina–España–Portugal (literatura,historia y ciencias sociales), el anuario Indiana (estudios sobre los pueblos, los idiomas y las culturasindígenas de América del Sur y Mesoamérica) y la Revista Internacional de LingüísticaIberoamericana (aportes sobre los idiomas ibéricos y criollos).Por su parte, el centro cultural del Instituto desarrolla un programa de eventos culturales, queincluyen veladas literarias, exposiciones, cine, simposios y conferencias. Un hito en ese sentido fue larealización del Festival Berlín-<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> en 2004, que celebró los diez años de hermanamientoentre las capitales de la Argentina y Alemania. Coordinado por el IAIPK y contando con la participaciónde numerosas instituciones y artistas de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> y Berlín, el evento presentó un abanicode actividades integradas en un programa de reflexiones cruzadas, logrando así una amplia repercusiónen ambas metrópolis simultáneamente.Es, por lo tanto, mediante esta combinación única entre centro de información, de investigación yde cultura que el Instituto se propone seguir actuando también en este nuevo siglo XXI para podercumplir con el legado de Ernesto Quesada: ser catalizador del diálogo entre la Argentina y Alemania.71


La prensa en guerraCómo el Argentinisches Tageblatt yel Deutsche La Plata Zeitungreflejaron la división de la comunidadalemana en torno al nacionalsocialismoPág. anterior: las tapas delArgentinisches Tageblatt y el LaPlata Zeitung se diferenciabandesde un principio en el tonocon el que reflejaban la actualidadalemana. (Fotos: Nico Pérez)Derecha: en Alemania, elArgentinisches Tageblatt fue prohibidopor orden del Gobierno.(Foto: gentileza IAIPK)Los medios reflejan los signos vitalesde la comunidad. En tal sentido sepuede decir que a principios del sigloXX la comunidad alemana en laArgentina gozaba de excelente salud.El Deutsche La Plata Zeitunginformaba desde 1884 sobre los acontecimientos más importantes de la Alemania imperial. Cincoaños después de su aparición le siguió otro diario con una línea más liberal, el ArgentinischesTageblatt, fundado por el inmigrante suizo Johann Alemann. No obstante, la realidad política europeano tardó en profundizar las diferencias entre ambas publicaciones.Rápidamente el La Plata Zeitung comenzó a ser percibido como el órgano por excelencia para losalemanes que residían en la Argentina y se identificaban con los ideales de la Alemania imperial deBismarck y de Guillermo II. Por su parte, el Tageblatt –como lo llaman sus lectores hasta el día dehoy– mantuvo la línea progresista de sus fundadores. No se ocupaba sólo de temas alemanes, sino quecomentaba incluso, críticamente, la actualidad política argentina. En poco tiempo los dos diarios seconvirtieron en los líderes de opinión de una comunidad que crecía.Las diferencias quedaron en suspenso con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Tanto elDeutsche La Plata Zeitung como el Argentinisches Tageblatt se volcaron a defender ante la opiniónpública argentina la posición de la alianza formada por la Alemania imperial, Austria,Hungría y –en un principio– Turquía. Para contrarrestar la influencia de la propaganda de guerraimpulsada por Gran Bretaña y Francia, los diarios alemanesde la Argentina publicaron ediciones en español. Pero con laderrota alemana aquella unión mediática se quebró.Las diferencias políticas volvieron a florecer, pero deforma más radicalizada. El debate, cada vez más pronunciado,se acentuaba con la llegada de una nueva ola deinmigrantes, provenientes de unaAlemania inmersa en la miseria de laposguerra. Los medios alemanes de laArgentina terciaron en la discusióncentral que encendía los ánimos enla República de Weimar. Esa discusiónse reducía a preguntas muysimples: ¿Monarquía o


Derecha: el Embajador alemán,Edmund Freiherr von Thermann, alingresar a la Casa Rosada para presentarsus Cartas Credenciales, en 1933.Abajo: reunión de miembros de la filialdel Partido Nacionalsocialista (NSDAP)en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, en el Luna Park.(Fotos: AGN)República? ¿Un modelo de Estado basado en los valores tradicionales o en los del cambio liberal?La depresión de 1929 y la posterior crisis económica con sus millones de desocupados definióla pregunta y la suerte del primer experimento democrático de Alemania: las elecciones de 1933llevaron al Partido Nacionalsocialista (NSDAP) al poder. Su líder, Adolf Hitler, fue nombradoJefe de Gobierno.Su asunción trajo aparejada la unificación (Gleichschaltung) de todos los medios de prensa. Laoposición intelectual se vio obligada a expresar sus opiniones en el exterior. <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> y el restode la Argentina se convirtieron en uno de los pocos lugares, en los que ambos bandos encontraronla plataforma para lo que vendría: el debate entre el diario nacional-conservador Deutsche LaPlata Zeitung y su contrapartida liberal Argentinisches Tageblatt, que desembocó en una suerte deguerra mediática.El Tageblatt se caracterizó, desde un principio, por una línea clara y directa: con notas y titularesprovocativos denunciaba a los nacionalsocialistas.Tildaba al Gobierno de Hitler de “sociedad de criminales”.Sus miembros eran considerados “piromaníacos, asesinos y corruptos”. El Ministro dePropaganda, Joseph Goebbels, era denominado germano atrofiado y patizambo (klumpfüßigerSchrumpfgermane).Tampoco el jefe se salvaba, Hitler. El Tageblatt publicaba regularmente ácidascaricaturas del máximo gobernante alemán.Las consecuencias no se hicieron esperar: por orden del Gobierno de Berlín, se prohibió la difusióndel diario germano-argentino en Alemania. En 1936, la Universidad de Heidelberg le retiró a sueditor, Ernesto Alemann, el título de doctor que le había otorgado. Además, fue llevado a juicio yobjeto de un boicot de publicidad. Sin embargo, la estrategia no tuvo éxito. La emigración a laArgentina de opositores del régimen y de cada vez más judíos alemanes le proveían al Tageblatt deuna clientela creciente. Los recién llegados se identificaron con el diario y otras publicaciones opositorascomo Das Andere Deutschland y el semanario judío Jüdische Wochenschau.A pesar de ello, el Deutsche La Plata Zeitung siguió siendo el diario alemán de mayor tirada en laregión del Río de la Plata. Aunque no llegó a convertirse en un órgano de difusión del régimen nacionalsocialista,como lo hizo el panfleto Der Trommler también publicado en la Argentina, sí en cambiose encolumnó en la promoción de la ideología del Tercer Reich. En períodos de crisis aceptó inclusoayuda financiera directa de la Embajada Alemana, cuyo titular era entonces Edmund von Thermann(1933-1942).El Deutsche La Plata Zeitung intentó por largo tiempo difundir una imagen positiva del régimenque se estaba instalando en Alemania. Destacaba como logros de los nacionalsocialistas la disminuciónde la desocupación, el crecimiento económico y la estabilidad política. A su competidor directo, elTageblatt, lo ignoraba por completo.El ambiente de animosidad se trasladó de las páginas de los diarios a la realidad de una comunidadalemana que se dividía entre socialistas y liberales, por un lado, y los que propagaban su preferencianacionalista, por el otro. Cada uno tenía su diario, su teatro, sus escuelas, sus asociaciones y sus clubes.Fue por el llamado affaire Patagonia que la opinión pública argentina tomó nota de esa profundadivisión. En marzo de 1939 el Tageblatt publicó un presunto informe secreto del Gobierno de Hitler75


Arriba: mientras que elArgentinisches Tageblatt (arriba)no dudaba en ironizar la figura deAdolf Hitler, el La Plata Zeitungpublicaba anuncios afines al régimennacionalsocialista.Página siguiente: la diferenciaentre ambos medios se reflejó,como pocas veces, en la tapaque cada uno publicó despuésde la Noche de los Cristales, el 9de noviembre de 1938 (Fotos:Nico Pérez / Diarios gentileza deBiblioteca Nacional).para colonizar la Patagonia. La prensa argentina no tardó entomar en cuenta la noticia y en exigir al Gobierno del PresidenteRoberto M. Ortiz una respuesta enérgica a semejante anhelo. Lapresión culminó con medidas contra los seguidores de los nacionalsocialistasen el país. Entre ellos, la sucursal del NSDAP, quehabía sido fundada en 1931, como una de las primeras fuera deAlemania. Esa filial del partido nazi llegó a contar con 2.000miembros y realizó actos masivos en diversos centros, entre ellosel Luna Park porteño.Al poco tiempo se descubrió, sin embargo, que el informesecreto era falso. Se descubrió que el Tageblatt se había basadoen informaciones provistas por un falsificador recurrente. El LaPlata Zeitung celebró el traspié del competidor. No obstante, ladesconfianza y el temor ante una quinta columna proveniente delTercer Reich estaban sembrados.El estallido de la Segunda Guerra Mundial –en septiembre de1939– catapultó la polarización a un nuevo nivel. <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> seconvirtió en un campo de batalla de los servicios secretos de losdos bandos beligerantes. Británicos, norteamericanos, alemanes,todos intentaron influenciar a la opinión pública local en su favora través de la prensa, la radio y el cine.El Deutsche La Plata Zeitung festejaba los éxitos del ejércitoalemán sin tapujos y llegó a calificar a la campaña enFrancia y a la ocupación de París “la mayor victoria de la historia humana”. ElArgentinisches Tageblatt, en cambio, comenzaba a describir las derrotas alemanas.Entre las primeras figuró la autodestrucción del acorazado de bolsillo GrafSpee en la desembocadura del Río de la Plata en 1939.Por su parte, el Gobierno argentino comenzó a seguir con más atención la situacióndentro de la comunidad alemana. Creó a tal fin una comisión para la investigaciónde actividades antiargentinas. A pesar de ello, la prensa alemana no sufrió efectoalguno. Esto no cambió tampoco tras el golpe de Estado en junio de 1943, protagonizadopor el general Arturo Rawson contra el Gobierno de Ramón S. Castillo.La neutralidad argentina siguió vigente hasta que en 1944 la Casa Rosada,ya entonces bajo el mando de otro militar, el General Edelmiro J. Farell, se vioobligada por presiones de Gran Bretaña y Estados Unidos a suspender las relacionesdiplomáticas con Alemania. El 27 de marzo de 1945 la Argentina ledeclaraba la guerra a un régimen nacionalsocialista, al que le quedaban sólo días.Para entonces, en la Argentina la guerra mediática ya tenía un vencedor: elArgentinisches Tageblatt. El Deutsche La Plata Zeitung había sido prohibido. Suúltimo número se editó un día de octubre de 1944, que más tarde llegaría a tener otro significadopara la Argentina: el 17 de octubre.La lucha encarnizada en el seno de la comunidad alemana en la Argentina tuvo consecuencias.La división se mantuvo. A un año de finalizar la guerra apareció el diario Freie Presse. El nuevoperiódico se convirtió en el heredero natural del desaparecido Deutsche La Plata Zeitung. Al pocotiempo ya era, según los datos de la época, el diario alemán de mayor tirada en el extranjero. Sinembargo, sufrió pronto el mismo problema que su competidor, el Argentinisches Tageblatt: la cantidadde lectores disminuyó abruptamente al comenzar a reducirse la afluencia de inmigrantes alemanes.Al no contar con una clientela fija y fiel y atravesando tiempos difíciles el Freie Presse sevio obligado a cerrar. Desde 1977 el Argentinisches Tageblatt es el único medio que se publica enidioma alemán en la Argentina. Su dirección está hoy a cargo de la cuarta generación de descendientesde Johann Alemann.Holger M. Meding76


Una visita únicaLa llegada del Graf Zeppelinmarcó el fin de una épocaPág. anterior y siguientes: el GrafZeppelín a su llegada a la capitalargentina, en 1934, sobre el centrode <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. (Fotos: gentilezaFam. Dietl)Llegar a la Argentina desde el Viejo Mundo exigía aprincipios de 1930 una travesía en barco que durabamás de dos semanas. A ellas se les sumaban las horas, y a veces los días, que demandaba accederal puerto de embarque.Por otra parte, los vuelos de larga distancia seguían siendo un reto para los aventureros. Pocosaños antes, en 1927, Charles Lindbergh había cruzado el Atlántico en su legendario avión Spirit ofSt. Louis.Tres años más tarde, una aeronave del tipo Dornier Do-15, piloteada por Wolfgang vonGronau, unía la ciudad de Warnemünde, en el Norte de Alemania, con Nueva York.A pesar de que las primeras aerolíneas comenzaban a levantar vuelo, la aviación intercontinentalde pasajeros se encontraba en sus inicios. Entre ellas, la Deutsche Lufthansa Aktiengesellschaft, fundadaen 1926, se preparaba para comercializar los destinos más alejados con vuelos regulares de serviciopostal: Asia y América Latina. Lo propio hacían los franceses Pierre-Georges Latécoère yMarcel Bouilloux-Lafont, creadores de la mítica línea Aéropostale, entre cuyos pilotos figuraban hombrescomo Antoine de Saint-Exupéry o Jean Mermoz.No obstante, para aquellos que querían cruzar el Atlántico con algo más que un equipaje demano, el barco seguía siendo la opción obligada.No es difícil imaginarse entonces el asombro y la expectativa que causó la aparición de la plateadaestructura del dirigible LZ 127 Graf Zeppelin en los cielos de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, el 30 de junio de1934, a las seis de la mañana. La “ballena voladora”, como la llamaron algunos de los que la vieronpasar, por sus 236,6 metros de largo y 30,5 metros de diámetro, venía en vuelo oficial desde la ciudadde Friedrichshafen. Representaba la esperanza de poder establecer, finalmente, un servicio regularaéreo para trasladar correo y pasajeros entre Europa y la Argentina.El Graf Zeppelin había sido fabricado en 1928 y ya había cruzado varias veces el océano. Con sunave hermana, el LZ 129 Hindenburg, había efectuado desde 1932 un servicio quincenal entreAlemania y Brasil. Sin embargo, para seguir viaje a <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> necesitaba un puesto de reabastecimientoque contara con la infraestructura necesaria para revisar los motores o reparar algún desperfecto.El problema quedó resuelto cuando los responsables del Zeppelin, entre ellos también su capitánHugo Eckener, decidieron establecer ese puesto en Río de Janeiro.El primer viaje al Río de la Plata se convirtió entonces para muchos porteños en el suceso delaño 1934. Desde sus primeras planas los diarios más importantes del país, como La Nación y LaPrensa, habían hecho lo suyo para aumentar la expectativa. Con varios días deanticipación habían publicado extensos informes sobre los datos técnicos de lanave, que era capaz de permanecer más tiempo en el aire que cualquier otra amotor gracias a su capacidad de carga de 105.000 metros cúbicos de gas. No78 79


El Convenio Comercial de 1934El Convenio Comercial y de Pagos o Acuerdo deCompensación y Clearing complementaba el Tratado deAmistad, Comercio y Navegación de 1857. Mediante el nuevoconvenio ambos países se comprometían a que sus importadorestuvieran un tipo de cambio no menos favorable que el de losimportadores de cualquier otra nación. El acuerdo argentinoalemánde 1934 permitía a cada país comprar al otro tantocomo le vendía, pero no más.También estableció la creación deuna comisión mixta argentino-alemana, con sede en <strong>Buenos</strong><strong>Aires</strong>, encargada de decidir sobre las diferencias de interpretaciónque acarrease el convenio. Su objetivo era establecer unsistema comercial mediante acuerdos de compensación que, adiferencia del comercio con los países anglosajones, equivalía aun trueque sin necesidad de contar con divisas.La razón principal para este arreglo era la falta de divisas delEstado alemán. Aunque su efecto fuera reducido para la balanzacomercial –no aumentó significativamente, a pesar de que en 1935el comercio de carnes pudo incrementarse–, el acuerdo tuvo unefecto secundario no menor. A partir de 1936 los contratos delgobierno argentino, otorgados a empresas alemanas vinculadascon la construcción, estimularon las exportaciones germanas dehierro y acero. Hacia 1938 Alemania se había convertido en elprincipal abastecedor de estos productos. Las importacionesargentinas de maquinaria, motores y vehículos provenientes deAlemania alcanzaron un porcentaje de participación en el total delas importaciones argentinas del 28,6 por ciento, cercano a lacifra de los norteamericanos, que registraban el 31,5 por ciento,mientras que los británicos estaban relegados al tercer puesto conel 16,3 por ciento.menos interés generaban las crónicas de susvuelos anteriores, los retratos de sus principalesresponsables y de sus 26 tripulantes.El Zeppelin llegó con las primeras luces dela mañana a la capital argentina. Como lugarde aterrizaje se había fijado Campo de Mayo.Pero ni la hora ni las frías temperaturas evitaronque ya desde la noche anterior el público seacercara a las instalaciones militares. Segúncuentan las crónicas, un coro de 18.000 bocinasde autos estacionados alrededor del lugarde amarre recibió al Zeppelin cuando, trassobrevolar el centro porteño y escoltado porsiete aviones militares, llegó finalmente aCampo de Mayo. Allí, a las 08.47 horas, traslargar parte de su lastre de agua, el dirigiblequedó amarrado a pocos metros del suelo.Por razones de cronograma su estadía noduró mucho más que una hora. En ese lapsose entregaron saludos y distinciones, mientrasla tripulación recargaba los depósitos. Apesar de una presencia tan breve, el esfuerzorealizado para hacer llegar la nave a laArgentina representaba más que un logro dela aeronáutica moderna. Era, para muchos,también reflejo del buen momento que atravesabanlas relaciones entre la Argentina y elpaís germano después de una etapa que habíaestado signada por las secuelas de la posguerra.La Alemania de la República de Weimarhabía superado los difíciles años de hiperinflacióny los problemas de la balanza de pagos.La vuelta a un marco de crecimiento económico y de estabilidad tapaba también los ecos de unescenario político cada vez más radicalizado. Para una gran mayoría el terror del nacionalsocialismoera todavía un fantasma demasiado absurdo como para convertirse en realidad. La reactivación económicainterna provocada por la política económica del gobierno del entonces Canciller Adolf Hitlerhabía generado un aumento en la demanda alemana de materias primas y alimentos. El efecto se sintiótambién en las exportaciones argentinas. El problema de divisas que ello causó al Estado alemánse solucionó con el Acuerdo de Compensación y Clearing, firmado en septiembre de 1934.Mientras tanto –y gracias a la reactivación del intercambio comercial–, la comunidad alemanaresidente en la Argentina crecía. La llegada del Zeppelin prometía incrementar ese bienestar.Traía laesperanza de poder ampliar el todavía limitado margen que presentaba la aviación civil. Sin embargo,el sueño no se concretó. En el mismo año, un hidroavión del Sindicato Condor, una subsidiaria de laLufthansa, rompió el récord que había establecido el Zeppelin.A pesar de tener que realizar varias escalas a lo largo de su trayecto, el avión tardó sólo seis díasen transportar su carga postal desde Berlín hasta <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. El Zeppelin había tardado siete días.Más aún: los aviones mejoraron su marca el año siguiente.Tardaron sólo tres días y medio.La majestuosidad del “cigarro”, como se llamaba al dirigible cariñosamente en su patria, había quedadoobsoleta. Lo que pocos intuían entonces en la Argentina era que su desaparición también marcaríael comienzo del fin de una época. La relación bilateral estaba entrando en una de sus etapas más difíciles.8081


La disputa por el“alma de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>”El Obelisco casi seconstruye dos vecesPág. anterior: el Obelisco, en Av.9 de Julio y Av. Corrientes, seconvierte cada noche en el corazóniluminado de la ciudad de<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.Derecha: las llaves que dan accesoa la escalera, que lleva hastala punta de este monumento, de67 metros de altura. (Foto: AGN)Su función no era menor: como monumento debía dar testimonioal mundo de los 400 años que habían pasado desde 1536,cuando Pedro de Mendoza fundó la ciudad de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.Nada menos. Quizás por ello se lo llegó a proyectar como algo realmente elevado: en un principio iba aser un monolito de 162 metros de altura, que luego se redujeron a los no menos imponentes 67,5 metrosde hoy. Pero antes de convertirse en el ícono de la capital argentina, el Obelisco fue, ni más ni menos, lamanzana de la discordia de los porteños. En el centro de la polémica se ubicó un arquitecto de ascendenciaalemana con ideas que parecían demasiado avanzadas para la época.En 1936 la zona céntrica de la capital argentina era testigo del ensanche de la calle Corrientes,la que todavía tenía doble mano de circulación. Al mismo tiempo, excavadoras y equipos de demoliciónfiniquitaban los preparativos para lo que se convertiría en la Avenida 9 de Julio, que cortaría a<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> en dos, separando su corazón financiero, el puerto y el barrio de San Telmo de la coquetaRecoleta y del barrio de Montserrat.El Intendente Mariano de Vedia y Mitre decidió que fuera en esta intersección de Corrientes y la 9 deJulio, dos de las más importantes arterias de la ciudad, donde se levantara un monumento conmemorativode dimensiones históricas. Se trataba, además, de un lugar doblemente histórico: según los archivos, aquíhabía estado empotrado el listón de madera con el cual Pedro de Mendoza había dado cimiento a la ciudaden nombre de España. Siglos más tarde se había levantado, también aquí, la Iglesia de San Nicolás.Desde su campanario había flameado por primera vez la bandera nacional, el 23 de agosto de 1812.Sin embargo, la función del Obelisco no era sólo atestiguar el pasado. Con el ensanche de la AvenidaCorrientes y la finalización de obras en la Diagonal Norte se esperaba que la ciudad creciera hacia elNorte. Desde un punto de vista urbanístico, había que crear una vía de escape que le diera nuevos aires a<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. Como un símbolo pétreo, el Obelisco signaría el proyecto modernista de unaciudad que buscaba presentarse como una de las más vanguardistas del mundo.El diseño quedó a cargo del arquitecto Alberto Prebisch. Su padre era un inmigrantellegado al país desde la ciudad de Dresden. Uno de sushijos fue otro Prebisch que alcanzaría también la celebri-83


dad: el economista Raúl. El arquitecto Prebisch, nacido en 1899, hizo en sólo dos días la maqueta, convencido de que loque se le pedía era que diseñara todo el espacio de lo que sería la Plaza de la República. El resultado fue un conjunto quese componía de fachadas de diez niveles y una rotonda en un círculo sencillo más el Obelisco.El diseño se encontró con una crítica feroz. Se lo calificaba de desolador, oscuro y vacío. Los comentarios negativoscoincidían en un punto: un monumento nacional no podía tener forma abstracta.También se decía que un monolitono podía ser hecho en partes ni estar revestido y que, además, era muy alto.No obstante, según lo recuerdan todavía hoy los especialistas (Cuaderno de Historia N° 9 del Instituto de ArteAmericano) el diseño era coherente con la tendencia urbanística del momento. Además, su forma había sido anticipadaen las discusiones que, según los registros históricos, se habían iniciado en 1905 con motivo de los preparativos para elCentenario. Allí se había propuesto la construcción de un monolito de piedra de 162 metros de altura.La discusión llegó a las primeras planas. Prebisch eligió el diario Noticias Gráficas para defender su creación. El 9de abril de 1936 publicó una carta abierta en la que presentó sus argumentos. Cerró la nota anticipando: “Mi obra, porsí sola, acabará con todas las objeciones”.La construcción quedó a cargo de la Siemens-Bauunión, filial de la empresa alemana que venía participando en la realizaciónde importantes obras de infraestructura como, por ejemplo, la ampliación de la red de subterráneos. En el caso delObelisco la empresa empleó 31 días para realizar la obra. Usó 680 metros cúbicos de cemento para levantar la estructurade base, que se cubrió con 1.360 metros cuadrados de piedra blanca calcárea, traída especialmente de San Luis. Cientocincuenta obreros trabajaron en doble turno para levantar el monumento, cuyo costo fue de 200.000 pesos de la época.El impacto favorable que causó el Obelisco cuando se inauguró el 23 de mayo de 1936 en presencia del presidentede la Nación, Agustín P. Justo, convalidó la enérgica respuesta de Prebisch a sus críticos.Sin embargo, dos años más tarde se volvía a levantar la polémica. La legislatura porteña llegó incluso a discutir lademolición del Obelisco. El motivo era el desprendimiento de varias de las placas de piedra desde sus paredes. Sólo elveto del Intendente frenó la moción. Para acallar los temores, Siemens retiró las placas y pintó la cubierta con pinturalátex, tal como todavía hoy se ve.Desde aquel momento inaugural los porteños retoman día a día con especial cariño su relación con el Obelisco, defendiéndolocuando sienten que se lo ridiculiza. La última vez fue el 1° de diciembre de 2005. Para conmemorar el DíaMundial de la Lucha contra el SIDA el Obelisco amaneció teñido de rosa. Los organizadores lo habían enfundado con unpreservativo gigante, lo que generó no pocas protestas. Unaño más tarde, para festejar sus 70 años, había recobradosu habitual sobriedad con un vestido nuevo, que demandó650 litros de pintura. Así se refrescaba el presente de unapresencia urbana insoslayable, que su impulsor, elIntendente Vedia y Mitre, había definido como “la materializacióndel alma de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.”Una vista aérea de la Plaza de la República,en 1941. (Foto: AGN)El día de inauguración del monumento, el23 de mayo de 1936, contó con la presenciadel Presidente Agustín P. Justo.(Foto: AGN)8485


“Uno era alemány se definía como tal”El éxodo de losjudíos alemanesEl escritor Roberto Schopflocher llegó a la Argentina en 1937. De ascendencia judía,emigró junto con sus padres de la Alemania nacionalsocialista. Atrás quedaban familiares,conocidos y recuerdos.También la humillación y la persecución a la que los suyos se vieron expuestosen aquel país, que aún hoy denomina patria. Agrónomo de profesión, Schopflocher (Fürth, 1923) es uno delos exponentes de una nueva generación de autores tan alemanes como argentinos. El autor de obras comoFuego Fatuo o Venus llega al pueblo recuerda aquí la historia que tuvo en común con 35.000 a 45.000judíos-alemanes, para quienes la Argentina significó el final de una pesadilla y el inicio de un nuevo futuro.-¿Cómo vivían los judíos la realidad alemana en los primeros años de la década de 1930?-Déjeme aclarar antes un punto: Uno muchas veces escucha “los judíos” o “la comunidad judía”.Pero eso no es del todo correcto. Como en toda confesión, también entre los judíos había muchas diferentescorrientes. En el caso nuestro, se trataba de una familia arraigada en lo que llamaría la burguesíaliberal judeo-alemana. Mis padres eran judíos, pero, en general, no lo tematizaban. Uno era primero alemány se identificaba como tal, por más que fuera alemán, de confesión judía.Para darle un ejemplo: en 1914, al iniciarse la Primer Guerra Mundial, mi padre se encontraba enla Argentina como tantos jóvenes alemanes en aquella época, que recorrían el mundo. Pero al estallar laguerra él no tuvo mejor idea que ir al Consulado para reportarse. Abortó su visita, se embarcó y … terminóel viaje en un campo de detención inglés, en la Isle of Man, en el Mar de Irlanda. Recién despuésde la guerra pudo volver a Alemania.-Alemania es caracterizada muchas veces como la patria de los pensadores, de los filósofos, de los“Dichter und Denker”. ¿Cómo se explica un intelectual como usted que esa cultura terminara cayendoen lo más profundo de la barbarie humana?-Hay muchas explicaciones. Pero, ninguna es convincente.Para mí, esto sólo prueba que en todos nosotros hay una fuerzadel bien y, otra, del mal, que aflora bajo las condiciones propicias.Pág. anterior: la amenaza nacionalsocialistase hizo sentir encada vez más rincones de la realidadalemana con la llegada deHitler al poder. (Foto: gentilezaHoracio Coppola).Derecha: el escritor RobertoSchopflocher durante la entrevista(Foto: Nico Pérez)-¿Cuáles fueron esas condiciones en elcaso alemán?-Hitler fue un desequilibrado mental, peromuchas grandes empresas lo apoyaron; al igualque los anticomunistas, trataron de aprovecharsede él. Luego logró hacerse de millones87


de seguidores. Eso fue contagioso.También hubo razones externas: la humillación sufrida después de laPrimera Guerra, el desempleo y la crisis económica que sobrevinieron a fines de los años 20.También hayque recordar que no todos los alemanes eran filósofos, así como no todos los alemanes de aquellos añosparticiparon de la locura. Es lo mismo que en el caso de la Argentina durante la última dictadura, cuandomuchos desviaron la mirada para no tener que ver lo obvio.-¿Qué otros recuerdos le vienen a la mente cuando piensa en esos años?-La inscripción con letras de alquitrán en un puente: “Deutschland erwache, Jude verkrache!”(¡Alemania, despierta; Judío revienta!).También me acuerdo muy bien de aquel 30 de enero de 1933,cuando en la radio transmitieron la asunción de Hitler como Canciller y Jefe del Gobierno alemán. Yotenía nueve años. Obviamente no entendía muy bien lo que pasaba. Pero sí tengo muy presente la cara demis padres durante la transmisión. Estaban preocupados, y eso se veía.A los pocos meses, el 30 de abril, hubo un boicot a los negocios judíos. Ante cada tienda afectada,había hombres vestidos con el uniforme marrón pardo. Les decían a los transeúntes: “Alemanes:no compren a judíos”. Ahí fue cuando empecé a sentir, que lo que estaba pasando, estaba dirigidodirectamente contra mí.-¿Se notaba ya entonces que el ambiente iba empeorando, que habría más violencia?-Hay un gran quiebre en lo que respecta a la persecución y a la emigración judía. Esa línea divisoriafue la así denominada “Noche de los Cristales”, la noche de los pogromos, cuando los seguidores deHitler atacaron y quemaron sinagogas en toda Alemania y condujeron a un gran número de judíos a loscampos de concentración. Hasta esa fecha muchos afectados se autoengañaban, pensaban que la situaciónse calmaría. Mi propia abuela, ingenuamente, llegó a decir: “Si Hitler supiera lo que está pasando,seguro que haría algo para parar esta locura.” Y eso era la opinión de una persona que había tenido unaeducación bastante rudimentaria. Pero, reflejaba la percepción de una gran parte de la sociedad. Los queemigraron antes de esa noche, pudieron llevarse algunas de sus pertenencias. Después de 1938, emigrarsignificaba muchas veces irse prácticamente con lo puesto.-Aún así, la pregunta se justifica: ¿Por qué el seguimiento a Hitler fue tan masivo, por qué llegó atantos en vez de a unos pocos?-El antisemitismo no era nada nuevo para esa época. Pogromos ya los había habido en Europa desde laEdad Media. Se hacía eco de ese odio en los chistes populares de los gentiles, en los proverbios, en las prédicasde la Iglesia. Incluso los cuentos para niños lo contemplaban, según lo demuestran algunos cuentos delos Hermanos Grimm. Como lo describiera alguna vez el escritor Heinrich Heine: los actos de antisemitismoeran como molestas picaduras de mosquitos en una cálida noche de verano. Formaba parte de la vida.-¿Cuáles eran las opciones? ¿Palestina?-En nuestro círculo más bien no. El sionismo todavía no era un concepto tan popular por entonces.Además, los ingleses habían restringido el ingreso de los inmigrantes judíos a la región. No, la idea eratrasladarse a algún país limítrofe con Alemania o emigrar a los Estados Unidos. De radicarse en otrocontinente, como América Latina, Nueva Zelanda o Australia todavía no se hablaba. Eso vino más tarde,cuando la mayoría de los países cerraron más y más sus fronteras.-¿Cómo se percató de ello?-Fue a principio de los años 30, cuando aparecieron los primeros carteles rojos en las paredes, en lascalles, que llamaban a los actos nacionalsocialistas y advertían: “Juden unerwünscht” (Judíos: indeseados).Eso molestaba.-¿Molestaba…?-Si, porque uno sabía que había círculos en los que los judíos no eran bienvenidos. Pero no era–todavía– nada existencial. Era como en Hamburgo, que no estaba bien visto ser católico (la ciudad deHamburgo, se caracterizaba por ser de confesión mayoritariamente luterana-protestante; nota de red.)-¿Por qué tuvo que ocurrir un progromo como el de la Noche de los Cristales para que la emigraciónse convirtiera en un éxodo?-Dejar todo atrás, todo lo que uno construyó a lo largo de una vida, no es nada fácil. Hay mucho dematerial en ello, pero también mucho de lo emocional. Dejar atrás a la propia cultura, el idioma con elque uno había crecido, la escuela, el negocio, la posición, los amigos, era y es algo muy difícil.-¿Los actos de persecución eran tan imperceptibles?-No se trataba de una persecución letal en ese entonces. Desde 1933 era más bien un tema de restricciones,de sustracción de los medios de vida, que fueron en aumento a partir del 9 de noviembre de1938. Por entonces, –nosotros ya habíamos salido del país–, se prohibió a los judíos la entrada a lugarespúblicos como los parques o los cines. Después se les negó el uso del tranvía. Ya más tarde el Estado lessacó el teléfono y les exigió también la entrega de los aparatos de radio. Finalmente, se les echó de sus8889


Ambas páginas: con miradaargentina: el fotógrafo HoracioCoppola es uno de los másreconocidos en su arte en laArgentina y en Europa. Vivió enAlemania a principios de losaños 30. Participó allí delmovimiento artístico de laBauhaus. Pero aprovechótambién su estadía paradocumentar la cara de la otraAlemania, que estaba al margende la política.(Foto: gentileza H. Coppola)“Hay que recordar, que no todoslos alemanes de aquellos añosparticiparon de la locura”,recuerda Roberto Schopflocher.


casas. Muchos se autotranquilizaban con el argumento que el resto de las naciones, “el mundocivilizado”, no iba a permitirlo. Se equivocaron: la suerte de los judíos no le interesaba en lo más mínimo.Por otro lado, tampoco era tan fácil encontrar un país dispuesto a recibir al emigrante.Por otra parte, en la casa de mi tío, donde mi hermano y yo vivimos durante el primer año, todavía serespiraba ese aire de la burguesía liberal que habíamos conocido. Mi tía era oriunda de la ciudad deHamburgo, no era judía.-¿A qué se refiere?-Como lo expresó en su momento el dirigente sionista Jaim Weizmann: el mundo se dividía entre lospaíses que se querían sacar a los judíos de encima y aquellos otros, que no los querían dejar entrar.-¿Cuando llegaron, pensaron que su estadía en la Argentina duraría un tiempo y después volveríana Alemania?-No. Estaba claro que no volveríamos a Alemania.-¿Volvamos a la diferencia de haber salido antes o después de 1938: Se nota todavía?-Hoy ya no tanto. Pero, sí existen todavía casos de aquéllos que cortaron con Alemania y no la quierenvolver a pisar nunca más. Es comprensible. Resulta muy difícil olvidar cómo, cuándo y dónde learrancaron al padre, la madre, los abuelos para llevarlos a las cámaras de gas. El caso de mi familia eradiferente. Nos salvamos a tiempo, a diferencia del tercio de alemanes judíos que fueron asesinados.-¿Qué sintió cuando su padre dijo: “Nos vamos a la Argentina.”? ¿Era como irse a la luna?-No para nada. Yo sabía dónde estaba la Argentina por unos parientes que teníamos aquí. Pero,también entre mis amigos se tenía una cierta idea de qué eran los países de la región.-¿Qué lugar ocupaba la Argentina entre los destinos de emigración de su entorno cuando ustedesse fueron de Alemania?-Para darle una idea: en su momento, la Argentina recibía más refugiados judíos per cápita que losEstados Unidos: Las estadísticas indican que, en total, emigraron a la Argentina entre 35.000 y 45.000judíos alemanes. No hay que olvidar, que a medida que el tiempo pasaba se hacía más difícil entrar.-¿Eso era común entre aquéllos que venían desde allá?-Diría que, en gran parte, sí. La norma era poder empezar de nuevo, en una nueva sociedad a la quehabía que integrarse. Enviar a los chicos a la escuela, ir a la universidad. Era algo muy común. Yo, porejemplo, estudié Agronomía en Córdoba; mi hermano se recibió de Doctor en Química.-¿Y en el caso de aquéllos que llegaron después de 1938?-Todo fue mucho más difícil. Hasta el año 1936 no era tan complicado encontrar aquí trabajo en eloficio propio, a no ser que uno fuera médico o abogado. Se encontraban puestos para contador, agente deseguro, profesor de idioma. Pero, -¡Después…!- algunos que eran abogados llegaron a cargar sus maletinescon salchichas, cigarros o corbatas que vendían de casa en casa. Eso, obviamente, no era la regla.Pero sí existía.Nosotros todavía pudimos traer libros, cuadros, muebles y artículos domésticos. Pero, los que vinierondespués del 1938 sólo tuvieron permiso para llevar consigo modestas valijas y el equivalente a diezMarcos alemanes. El intento de esconder más le podía significar a uno –en el caso de ser descubierto–ser enviado a los campos de concentración.-¿Por qué?-Si uno quería inmigrar tenía que ser “llamado” por un pariente cercano que ya viviera aquí. Esosignificaba que su hijo, hermano etc., que debía residir desde hace más de dos años en el país, debía gestionarante el Ministerio de Relaciones Exteriores un permiso, denominado, precisamente, llamada. Porsu parte, la Asociación Filantrópica Israelita (AFI) trataba de obtener permisos de desembarque paracandidatos sin parientes, procurándoles un empleo, por modesto que fuera, para demostrar su utilidadpara el país. Además, mantenía una chacra de entrenamiento en Río Negro para enseñar a jóvenes solterosel oficio de fruticultores. Estando aún en Alemania, muchos judíos trataban de aprender algún oficioútil para ganarse la vida en la nueva patria.-¿Con qué ayuda podían contar los emigrantes al llegar, más allá de sus propios medios o de familiares?-El principal centro que los recibía era, justamente, la AFI, que había sido fundada por judíos germanohablantesen 1933 para ayudar y darse apoyo mutuo.-¿Existía algún contacto entre los judíos alemanes refugiados y el resto de la comunidad alemanaresidente en la Argentina?-Hubo excelentes relaciones con aquellos alemanes no judíos, que eran de ideas liberales, que notenían prejuicios: con la gente del Colegio Pestalozzi, por ejemplo, del Argentinisches Tageblatt, con loscírculos antifascistas del Vorwärts. Pero, naturalmente, no con los nazis declarados.-¿Uno no podía ir entonces a un puerto, comprar un pasaje y embarcarse para venir?-Para nada. Usted precisaba un visado, que le otorgaba el Cónsul argentino de la ciudad desde lacual partía el barco. Y este sólo se lo daba si usted podía presentar la llamada.-¿Cómo fue la llegada? Qué impresión le causó <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>?-Lo que me impresionó fue la amplitud del entorno. Aquí, por primera vez en mi vida, vi palmeras.-¿Hubo tensión entre los dos grupos de alemanes judíos y no judíos?-Para nada. Ni los nazis tenían demasiado interés en mezclarse con los judíos, ni viceversa. Por otrolado, no se olvide que, por ejemplo, las escuelas alemanas, en su mayoría, fueron gleichgeschaltet. Eso significabaque debían enseñar y responder en base a las consignas que llegaban desde la Alemania de Hitler.Muchos alemanes que residían aquí, lejos del Reich, eran más nacionalistas que los de Alemania. La razónes obvia: la distancia no les dejó ver muchas de las cosas, que los que vivían allí sí pudieron ver.9293


El barco que prefirió hundirseEl último viaje delacorazado Graf SpeeEra una tarde de diciembre de 1939. Apenas unos meses antesAlemania había iniciado lo que se convertiría en la Segunda GuerraMundial del siglo XX. Y en la desembocadura del Río de la Plata, apocos kilómetros de Montevideo y de las costas argentinas, esa tarde, la del 19 de diciembre, ya secerraba uno de los capítulos más dramáticos de la contienda. El acorazado de bolsillo Admiral GrafSpee se hundía, mientras la mayor parte de su tripulación viajaba ilesa hacia <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. Se llamaba“de bolsillo” a los acorazados que Alemania había construido ajustándose a las severas restriccionesimpuestas por el Tratado de Versalles.El suceso no sólo traería toda la crudeza de la guerra hasta la región del Plata, sino que signaría larelación bilateral entre argentinos y alemanes, que volvía a pasar por aguas turbulentas.El comandante del Graf Spee, el capitán de navío Hans Langsdorff, había ordenado en la mañana laautodestrucción del buque de 186 metros de eslora y 21,6 metros de manga. Langsdorff entendía que notenía escapatoria ante la flotilla de navíos británicos integrada por los destructores HMS Ajax, Achilles yCumberland, que lo esperaban en la desembocadura del río para terminar la faena que habían iniciadopocos días antes en las aguas del Atlántico. Junto con otro buque, el HMS Exeter, los británicos habíanenfrentado al Graf Spee para que no siguiera adelante con su misión de búsqueda y destrucción de losbuques mercantes de bandera inglesa.En efecto: el Spee había salido el 21 de agosto del puerto alemán de Wilhelmshaven, y su misión erahostigar a la marina mercantil británica en el Atlántico Sur. Cinco meses después había hundido nuevebarcos de carga, pero no pudo finalmente con la flotilla de buques de guerra británicos, que se le enfrentaronel 13 de diciembre. La batalla había dejado al Spee con 39 muertos,59 heridos y graves daños en su sistema de dirección y –lo que era muchopeor, pero se supo sólo sesenta años después– en el sofisticado sistemade suministro de combustible. Con el fin de intentar reparar el acorazado,el comandante alemán había buscado refugioen el puerto neutral más cercano con las condicionesnecesarias: Montevideo.Las reglas de guerra de la época exigíanque cualquier parte beligerante abandonara elrefugio neutral a las 24 horas. Los uruguayosle concedieron al Spee un plazo de 72 horas.El comandante alemán aprovechó para liberara los prisioneros de guerra que le quedabande sus enfrentamientos con barcos mercanti-Pág. anterior: el acorazado GrafSpee se hunde en el Río de laPlata, el 19 de diciembre de1939. El Capitán Hans Langsdorffhabía ordenado la autodestrucciónpara que el barco no cayeraen manos británicas. (Foto:colección privada)Derecha: una muestra de agradecimientode marineros del GrafSpee hacia la población germano-argentina.(Foto: gentilezaFam. Heinlein)


El acorazado de bolsillo había partido el 21 de agostode 1939 de Wilhelmshaven hacia el Atlántico Sur. Pocodespués se inició la Segunda Guerra Mundial.(Foto: AGN)les y para enterrar a sus muertos en el cementerio de la capitaluruguaya. Queda la anécdota de Langsdorff rindiendo su homenajecon el saludo naval internacional, al tiempo que todo elresto de la tripulación lo hacía con el brazo derecho en alto, elsaludo impuesto por el régimen nacionalsocialista.Al entierro humano le siguió la destrucción del Graf Spee,decidida tras una consulta con Berlín. La razón debía buscarseen el temor de que el buque cayera en manos británicas si latripulación se internaba en Uruguay. Los uruguayos ya se inclinabanhacia el bando de los aliados en contrapunto con susvecinos argentinos, que en 1939 se mostraban más cercanos alas naciones del eje.Una vez hundido su barco, con su tripulación internada enun campo para refugiados en la Argentina y los documentos delnavío entregados en la delegación alemana en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>,Hans Langsdorff se suicidó. Fue el 19 de diciembre, en un hotelcéntrico de la capital argentina. Entre los posibles motivos delsuicidio está el deseo de cumplir con aquella ley no escrita, quedice que un comandante está atado a la suerte de su barco.Algunos entendieron, además, que Langsdorff quiso realizarcon su muerte un acto de protesta contra el régimen nazi quecomandaba a su país.Más allá de su contexto dramático, el hundimiento delGraf Spee representó para muchos de los casi mil marinosalemanes del acorazado de bolsillo la oportunidad de iniciaruna nueva vida. Aplicados y capacitados en diversos rubrosque la creciente economía argentina necesitaba, muchos seinstalaron cerca de sus centros de internación como BahíaBlanca o Villa General Belgrano. Gran parte de los 135marineros enviados a esta pequeña aldea cordobesa se asentarondefinitivamente allí.Así ha quedado escrito en la historia de Villa GeneralBelgrano, que a fines de los años 30 todavía era conocida comoVilla Calamuchita y aspiraba a convertirse en un nuevo modelode desarrollo agrícola, en base a los planes del agricultor PaulFriedrich Heintze. Éste había llegado en 1929 al pueblo con laidea de poner en práctica su ideal de cooperativas agrícolas yforestales al estilo alemán. Con sus conocimientos técnicos losmarinos alemanes incentivaron el desarrollo del pueblo.El Graf Spee ante las costas uruguayas. (Foto: gentileza Fam. Gollhardt)No mucho más tarde la colonia cambió de nombre para adoptar el actual. Hoy Villa GeneralBelgrano es uno de los centros turísticos y cerveceros más característicos de la región, con una poblaciónestable de 6.000 habitantes.Pero el último capítulo en la leyenda del Graf Spee todavía no se ha escrito. La discusión iniciada en2004 sobre los derechos para rescatar los restos del navío del lecho del Río de la Plata aún sigue vigente.Para los sobrevivientes y para los familiares de los tripulantes sería un sacrilegio. El barco, dicen, deberíaser considerado un cementerio marino y tendría que quedar tal como está, intangible. Para otros, sus restospodrían dar testimonio invaluable de una época pasada.9697


El difícil nuevo comienzoLa reapertura de lasrelaciones bilateralesdespués de la guerraAsombro, sorpresa, incredulidad, incluso temor. Las sensaciones de FritzDung deben haber sido variadas aquel día de 1950. Sólo cinco años despuésdel final de la guerra, un representante oficial de la Argentina loacababa de saludar con un orgulloso: “Wir hier alle Nazis” (sic).Era evidente que el miembro de la comitiva oficial no se daba cuenta de la gravedad de sus palabras. “Suconcepción de lo que es hoy Alemania es un tanto particular…”, registró Dung en sus memorias al evocar eltraspié del funcionario argentino durante el primer encuentro oficial para activar las interrumpidas relacionesbilaterales entre la Argentina y la República Federal de Alemania (RFA).Dung pertenecía a la delegación liderada por el ministro alemán Carl Spiecker. Este había sido enviadoa América Latina por el gobierno del Canciller Federal Konrad Adenauer para sondear la posibilidad dereiniciar el intercambio diplomático con los países de la región. El interés alemán venía impulsado por lanecesidad de reactivar el acceso a importantes fuentes de abastecimiento para la población de un país enruinas. En la Argentina esperaba un capítulo irresuelto que pesaría sobre las relaciones bilaterales: lasnegociaciones sobre la devolución del patrimonio alemán.Después de declararle la guerra al régimen de Hitler y a Japón el 27 de marzo de 1945, el gobiernoargentino, presidido por el General Edelmiro Farrell, se había incautado de todos los bienes de origen alemánen el país. El conjunto de la “propiedad enemiga” (Feindeigentum) incluía edificios, empresas y fábricas,pero también escuelas, clubes y otras instituciones comunitarias de la colectividad alemana. Se estimaque la medida les había cerrado las puertas a cerca de 30.000 miembros activos de entidades deportivas ysociales. Al mismo tiempo, un total de 16.000 alumnos de escuelas alemanas en todo el país había quedadosin lugar para estudiar. Una de las pocas excepciones fue el Colegio Pestalozzi. La razón era la abierta oposiciónque había tenido respecto del régimen nacionalsocialista.Entre los últimos bienes expropiados por vía del Decreto 7032 estuvo la propia Embajada Alemana.Hasta la capitulación del Tercer Reich, seis semanas más tarde, sus tareas fueron cumplidas por laEmbajada de Suiza.Para administrar el patrimonio del que se había incautado, el gobierno argentino creó un órgano especial: elConsejo de Administración, que luego se transformó en la Junta de Vigilancia y Disposición Final de la PropiedadEnemiga. Ésta debía liquidar, administrar y/o disolver el patrimonio ajeno. En el peor de los casos -la liquidaciónlapropiedad, el edificio o la empresa debían ser rematados al mejor postor.Pag. anterior: El Presidente JuanSegún el trabajo de la investigadora Silvia Kroyer, realizado en base a informacióndel archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentina, la medidaDomingo Perón izó personalmentela bandera alemana, eldía en el que la RepúblicaFederal de Alemania abría su contra la propiedad privada alemana alcanzó a 139 empresas. De ellas, un total deEmbajada en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, en 68 fueron confiscadas. El resto figura como intervenido. Hasta el día de hoy se discuteel valor del patrimonio alemán expropiado. No obstante, los historiadores1952. (Foto: Min. Fed. deRelaciones Exteriores)con-99


cuerdan que debe haber superado ampliamente los 540 millones de dólares. Este había sido el valor de lasinversiones alemanas en la Argentina antes de comenzar la guerra, en 1938.La medida no era un capricho argentino.Tenía su razón de ser en el documento final de la conferenciacelebrada en Chapultepec, México. Allí, con el liderazgo de los Estados Unidos, los Estados americanos firmanteshabían aceptado la estrategia común de expropiar los bienes de las comunidades de las naciones delEje en sus respectivos países.En 1948 la Junta dio por terminada su intervención. Para entonces, cien empresas de capital alemánhabían sido embargadas, y dos bancos habían sido cerrados. La misma suerte corrieron las empresas deseguros más importantes que funcionaban en el país, sin contar la expropiación de la mayoría de las escuelasy asociaciones alemanas. A ello se sumaba un sinfín de propiedades intelectuales, marcas y patentes.Sólo algunas empresas se habían salvado. Eran las que al inicio de la guerra, y en previsión de lo que vendría,habían traspasado su propiedad a terceros. Así lo habían hecho el grupo Siemens, la fabricante deacero Thyssen y la IG Farben: transfirieron la titularidad de sus acciones a empresas radicadas en Suiza.Desprovista de su base económica e intelectual, gran parte de la comunidad alemana dejó de tener pesoen la vida social argentina. La poca esperanza que albergaban algunos se debía a que en 1946 había asumidoun nuevo presidente en la Argentina. Su relación cercana a la cultura alemana era de conocimientopúblico. Su nombre: Juan Domingo Perón.Por simpatía o cálculo político, el nuevo mandatario se había resistido a la presión de los Estados Unidos yGran Bretaña para que se desarticulara el patrimonio germano. En el caso de las empresas, Perón permitió queéstas mantuvieran su unidad, pero bajo administración argentina. Como tal representaban un valor de negociaciónimportante al iniciarse los contactos oficiales entre la Argentina y la joven República Federal de Alemania.El propio Perón se encargó de subrayar su interés por reabrir la relación con aquel país, al que le debíagran parte de su educación profesional. Acompañado por todo su gabinete, el mandatario argentino asistió alacto oficial de reapertura de la Embajada Alemana en 1952. Allí Perón no se privó de izar la bandera alemanadurante el acto oficial, como lo muestran las imágenes de aquel día. Sin embargo, el buen ánimo reflejadoen los calurosos abrazos entre el General y el primer Embajador alemán, Hermann Terdenge, no se canalizó enuna solución rápida de la incógnita sobre qué pasaría con el patrimonio alemán expropiado.Esa solución requirió, entre otras cosas, de la insistencia de un Ministro de Economía que más tardesería Jefe de Gobierno, Ludwig Erhard. Durante su visita oficial del año 1954, el Ministro, conocido por susmodos campechanos y directos, le recordó al Presidente argentino que la paciencia de la nueva Alemaniaen esta cuestión no podía ser eterna. Aún así, el capítulo tardaría todavía veinte años en cerrarse.Un papel particular cumplió para ello una organización privada sin fines de lucro: la Federación deAsociaciones Argentino-Germanas (FAAG). Impulsada por ex-alumnos de las inactivas escuelas alemanas,a partir de 1955, con 120 miembros, la organización encauzó en una acción conjunta los reclamos detodas las entidades privadas de la comunidad alemana. El argumento central de los abogados RobertoBrücklmaier y Eduardo Dürnhöfer era que el Estado argentino no había estado en su derecho en lo querespecta a las expropiaciones, porque tanto en gran parte de las empresas como de las escuelas, clubes yasociaciones habían afectado a personas jurídicas argentinas. Uno no podía expropiarse a sí mismo, argumentabanlos expertos.En el marco de una actividad cultural y deportiva que, a cinco años de la guerra, volvía a nacer, losreclamos se intensificaron. Un ejemplo lo daba la educación alemana. Desprovista de los edificios escolares,las familias contrataban a los maestros directamente para que les dieran clases a sus hijos en sus casas.“Algunos que tenían garajes grandes, reunían cinco o diez chicos. Y allí se daba clase”, recuerda RodolfoHepe, el vicepresidente de la FAAG, que hoy agrupa a cerca de 300 instituciones y entidades.El primer objetivo de la Federación fue organizar las distintas actividades diseminadas en los centrosurbanos de la Argentina, para conformar un frente de reclamo conjunto por los bienes incautados. Nadafácil en una época que no conocía ni el e-mail ni la telefonía celular. A mediados del siglo XX ni siquiera elteléfono fijo era de uso tan simple y extendido como hoy.Los representantes de la FAAG tuvieron que servirse de restaurantes, bares y casas particulares.“También de clubes amigos, que les prestaban las instalaciones. No había otros lugares donde encontrarse.Nuestros edificios estaban cerrados”, cuenta Hepe.Un ejemplo de esta cooperación, que trascendió a las divisiones políticas de la época, lo protagonizó elClub de Remo Teutonia.Tras su incautación, la entidad pudo ser reabierta dos años después gracias a laacción conjunta de otras doce entidades deportivas de Tigre. Lideradas por el <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> Rowing Club,éstas solicitaron al Estado argentino que no mezclara política con deporte. Para cuando el Teutonia pudoretomar su actividad en 1947, restaba aún la devolución de 200 clubes y asociaciones. La última instituciónrestituída fue en 1961 la sede original del Colegio Goethe, ubicada en el barrio de Belgrano.Para los representantes alemanes el proceso significó por largo tiempo la necesidad de hacerse presentesdía tras día ante las autoridades argentinas, que tenían potestad sobre cada caso. Allí se reconfirmabanla autenticidad de los reclamos y la autoridad de los solicitantes. Había que ir al Ministerio del Interior, ala Cancillería y al Ministerio de Educación.Un obstáculo no menor fue la falta de edificios aptos para que funcionaran en ellos dependencias públicas,particularmente en la Capital Federal. Eso hacía interesante para cualquier administración proveersede las instalaciones adecuadas. Otro freno fueron los frecuentes cambios en la cúpula del poder argentino.La caída de Perón significó también el fin de la estrecha relación entre la Casa Rosada y la Embajada.Durante el gobierno de Pedro Eugenio Aramburu, conocido por su postura anglófila, la resolución de lacuestión quedó postergada. Fue sólo durante laadministración de su sucesor, Arturo Frondizi,cuando se logró avanzar decisivamente haciala devolución de las últimas propiedades.Todoslos reclamos de restitución se habían hechoantes de finalizar el año 1956. Los últimosfueron resueltos en 1967.En 1954, el entonces Ministro de Economía alemán,Ludwig Erhard, le solicitó a Juan D. Perón una rápidasolución para el problema del patrimonio alemánincautado al final de la guerra. (Foto: AGN)100


El maestro de UlmTomás Maldonado“Form follows function”, el famoso axioma creado por el arquitecto estadounidenseLouis Sullivan, sirve también para trazar la trayectoria de quien es considerado como uno delos grandes pensadores del diseño internacional,Tomás Maldonado. Pero cabe recordar además quefue este diseñador argentino, quien en la década de 1950 le abrió a su disciplina las puertas hacia unmundo en pleno renacimiento: el arte y el diseño en la Alemania de posguerra.Tomás Maldonado (<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, 1922) se incorporó en 1954 a la Hochschule für Gestaltung(HfG) en la ciudad de Ulm. La hoy legendaria casa de estudios había sido creada tres años antes ainstancias de un grupo de jóvenes en torno a Inge Aicher-Scholl, la hermana de Sophie y Hans Scholl,quienes en 1943 personificaron uno de los más dramáticos y dignos ejemplos de resistencia contra elrégimen nacionalsocialista. Financiada tanto por el Gobierno alemán como por la administración estadounidensey donaciones privadas, la Hochschule für Gestaltung apuntaba a la formación de unageneración de artistas y académicos integrales. Cuando Maldonado decidió aceptar la propuesta, laHfG era así poco más que un proyecto ambicioso en un país todavía marcado por la guerra.Por aquel entonces, el argentino era un reconocido artista. En <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> había integrado elgrupo fundador de la Asociación Arte Concreto-Invención, había editado la revista de arte, arquitectura,diseño industrial y tipografía Nueva Visión.No obstante, Maldonado no dudó cuando el director de la HfG, Max Bill, lo invitó a incorporarseal cuerpo estable de docentes y, finalmente, se radicó en Ulm. Al poco tiempo el diseñador argentinose había convertido en uno de los motores de la institución.Junto a sus colegas Otto (Otl) Aicher, Hans Gugelot y Walter Zeischegg, Maldonado aceptó el desafíode la época y elaboró un nuevo concepto de programa para la escuela. Max Bill, antiguo alumnode la Bauhaus, defendía un modelo pedagógico, que ubicaba al diseño en el universo del arte. Losjóvenes rebeldes, en cambio, entendían que el acento debía estar primordialmente en los aspectos técnicosy en el proceso del diseño. Propugnaban un modelo proyectual.Tomás Maldonado fue el principalteórico del concepto, según el cual el uso, la función y la eficiencia debían regular el proceso creativo.La controversia culminó con la renuncia de Max Bill. En los años siguientes la Hochschule fürGestaltung se convirtió en uno de los centros europeos más destacados en diseño industrial y gráfico.Tomás Maldonado integró la HfG durante 12 años y fue su rector en los últimos dos años. A principiosde la década de 1970 se radicó en Italia, donde enseñó en el Politécnico de Milán y, posteriormente,en la Universidad de Bologna. Además, fue profesor invitado del Royal College of Art deLondres y de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Princeton, en los Estados Unidos.Desde entonces, “el maestro de Ulm”, como lo llaman cariñosamente sus discípulosPag. anterior: Max Bill (izq.) y amigos, se convirtió en uno de los grandes pensadores del diseño.Tomás Maldonadoy Tomás Maldonado en Ulm. vive actualmente en Italia. A los 85 años de edad se lo reconoce como un teórico, que(Foto: Hans Conrad / Ifa /gentileza MNBA)contribuyó a dar forma al mundo del diseño tal como lo conocemos hoy en día.102103

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!