La disputa por el“alma de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>”El Obelisco casi seconstruye dos vecesPág. anterior: el Obelisco, en Av.9 de Julio y Av. Corrientes, seconvierte cada noche en el corazóniluminado de la ciudad de<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.Derecha: las llaves que dan accesoa la escalera, que lleva hastala punta de este monumento, de67 metros de altura. (Foto: AGN)Su función no era menor: como monumento debía dar testimonioal mundo de los 400 años que habían pasado desde 1536,cuando Pedro de Mendoza fundó la ciudad de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.Nada menos. Quizás por ello se lo llegó a proyectar como algo realmente elevado: en un principio iba aser un monolito de 162 metros de altura, que luego se redujeron a los no menos imponentes 67,5 metrosde hoy. Pero antes de convertirse en el ícono de la capital argentina, el Obelisco fue, ni más ni menos, lamanzana de la discordia de los porteños. En el centro de la polémica se ubicó un arquitecto de ascendenciaalemana con ideas que parecían demasiado avanzadas para la época.En 1936 la zona céntrica de la capital argentina era testigo del ensanche de la calle Corrientes,la que todavía tenía doble mano de circulación. Al mismo tiempo, excavadoras y equipos de demoliciónfiniquitaban los preparativos para lo que se convertiría en la Avenida 9 de Julio, que cortaría a<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> en dos, separando su corazón financiero, el puerto y el barrio de San Telmo de la coquetaRecoleta y del barrio de Montserrat.El Intendente Mariano de Vedia y Mitre decidió que fuera en esta intersección de Corrientes y la 9 deJulio, dos de las más importantes arterias de la ciudad, donde se levantara un monumento conmemorativode dimensiones históricas. Se trataba, además, de un lugar doblemente histórico: según los archivos, aquíhabía estado empotrado el listón de madera con el cual Pedro de Mendoza había dado cimiento a la ciudaden nombre de España. Siglos más tarde se había levantado, también aquí, la Iglesia de San Nicolás.Desde su campanario había flameado por primera vez la bandera nacional, el 23 de agosto de 1812.Sin embargo, la función del Obelisco no era sólo atestiguar el pasado. Con el ensanche de la AvenidaCorrientes y la finalización de obras en la Diagonal Norte se esperaba que la ciudad creciera hacia elNorte. Desde un punto de vista urbanístico, había que crear una vía de escape que le diera nuevos aires a<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. Como un símbolo pétreo, el Obelisco signaría el proyecto modernista de unaciudad que buscaba presentarse como una de las más vanguardistas del mundo.El diseño quedó a cargo del arquitecto Alberto Prebisch. Su padre era un inmigrantellegado al país desde la ciudad de Dresden. Uno de sushijos fue otro Prebisch que alcanzaría también la celebri-83
dad: el economista Raúl. El arquitecto Prebisch, nacido en 1899, hizo en sólo dos días la maqueta, convencido de que loque se le pedía era que diseñara todo el espacio de lo que sería la Plaza de la República. El resultado fue un conjunto quese componía de fachadas de diez niveles y una rotonda en un círculo sencillo más el Obelisco.El diseño se encontró con una crítica feroz. Se lo calificaba de desolador, oscuro y vacío. Los comentarios negativoscoincidían en un punto: un monumento nacional no podía tener forma abstracta.También se decía que un monolitono podía ser hecho en partes ni estar revestido y que, además, era muy alto.No obstante, según lo recuerdan todavía hoy los especialistas (Cuaderno de Historia N° 9 del Instituto de ArteAmericano) el diseño era coherente con la tendencia urbanística del momento. Además, su forma había sido anticipadaen las discusiones que, según los registros históricos, se habían iniciado en 1905 con motivo de los preparativos para elCentenario. Allí se había propuesto la construcción de un monolito de piedra de 162 metros de altura.La discusión llegó a las primeras planas. Prebisch eligió el diario Noticias Gráficas para defender su creación. El 9de abril de 1936 publicó una carta abierta en la que presentó sus argumentos. Cerró la nota anticipando: “Mi obra, porsí sola, acabará con todas las objeciones”.La construcción quedó a cargo de la Siemens-Bauunión, filial de la empresa alemana que venía participando en la realizaciónde importantes obras de infraestructura como, por ejemplo, la ampliación de la red de subterráneos. En el caso delObelisco la empresa empleó 31 días para realizar la obra. Usó 680 metros cúbicos de cemento para levantar la estructurade base, que se cubrió con 1.360 metros cuadrados de piedra blanca calcárea, traída especialmente de San Luis. Cientocincuenta obreros trabajaron en doble turno para levantar el monumento, cuyo costo fue de 200.000 pesos de la época.El impacto favorable que causó el Obelisco cuando se inauguró el 23 de mayo de 1936 en presencia del presidentede la Nación, Agustín P. Justo, convalidó la enérgica respuesta de Prebisch a sus críticos.Sin embargo, dos años más tarde se volvía a levantar la polémica. La legislatura porteña llegó incluso a discutir lademolición del Obelisco. El motivo era el desprendimiento de varias de las placas de piedra desde sus paredes. Sólo elveto del Intendente frenó la moción. Para acallar los temores, Siemens retiró las placas y pintó la cubierta con pinturalátex, tal como todavía hoy se ve.Desde aquel momento inaugural los porteños retoman día a día con especial cariño su relación con el Obelisco, defendiéndolocuando sienten que se lo ridiculiza. La última vez fue el 1° de diciembre de 2005. Para conmemorar el DíaMundial de la Lucha contra el SIDA el Obelisco amaneció teñido de rosa. Los organizadores lo habían enfundado con unpreservativo gigante, lo que generó no pocas protestas. Unaño más tarde, para festejar sus 70 años, había recobradosu habitual sobriedad con un vestido nuevo, que demandó650 litros de pintura. Así se refrescaba el presente de unapresencia urbana insoslayable, que su impulsor, elIntendente Vedia y Mitre, había definido como “la materializacióndel alma de <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.”Una vista aérea de la Plaza de la República,en 1941. (Foto: AGN)El día de inauguración del monumento, el23 de mayo de 1936, contó con la presenciadel Presidente Agustín P. Justo.(Foto: AGN)8485