Colegio PestalozziEl Colegio Pestalozzi es parte de la Asociación Cultural Pestalozzi, una organización sin fines de lucro, fundadaen 1934 por Ernesto Alemann, editor del diario liberal Argentinisches Tageblatt, y, entre otros, por elindustrial Alfredo Hirsch, con el objetivo de crear un lugar de educación libre y humanista en clara oposición ala ideología imperante en esa época en Alemania.A 73 años de su creación, los valores fundacionales del Colegio Pestalozzi siguen arraigados y vigentes. Suobjetivo es brindar una formación de excelencia, en la que se articulan los valores humanistas, pluralistas y solidarioscon los perfiles científico-técnicos requeridos por los desafíos de la época. Cultura, humanismo y tecnologíaconstituyen así el pivote estratégico de su misión. Bajo el lema de encuentro de culturas se propone que elalumno ponga en práctica la comprensión y aceptación de la diversidad, la tolerancia, el contacto respetuoso, lasolidaridad ante las desigualdades y la solución pacífica de los conflictos que puedan manifestarse.El Colegio Pestalozzi, situado en el barrio de Belgrano, tiene en la actualidad 995 alumnos y cuenta connivel inicial, primario y secundario. Sus alumnos egresan con el título de bachilleres bilingües en Ciencias yLetras y también pueden cursar el Bachillerato Internacional Bilingüe.El Colegio Pestalozzi, en el barrio de Belgrano, instruye hoy a 995 alumnos. (Foto: Nico Pérez)Instituto Primo Capraro (San Carlos de Bariloche)“Más tarde visité la escuela alemana, donde me esperaba una docena de inmigrantes alemanes, gente dela misma estirpe que yo había visto en mi país y que yo tanto quería. Me sorprendió ver en este pequeño establecimientoque junto al retrato del emperador Guillermo había uno de Lutero, a pesar de que un tercio de losalemanes eran católicos. Los sentimientos nacionales habían cedido frente a los religiosos y Lutero había sidoaceptado como un representante más de los grandes pensadores alemanes que querían que sus hijos recuerden.También había en esta escuela una buena biblioteca, cuyos libros eran, naturalmente, todos alemanes. Era laúnica biblioteca del pueblo.”Resulta una de las tantas ironías de la historia que fuera justo un ex presidente norteamericano el que, asólo un año de la Gran Guerra, resumiera con estas pocas palabras el tipo de enseñanza que la DeutscheSchule Bariloche (hoy Instituto Primo Capraro), intentó fomentar desde sus inicios.Claro que, para cuando Theodore Roosevelt la visitó, la escuela no era más que un galpón. Un maestro, unaula y quince alumnos con sus padres con más ambición que recursos, trataban de preservar aquí algo de lacultura alemana en un entorno que todavía tenía muy poco de urbano.Quizás fue esa ambición la que despertó la admiración de quien había sido uno de los personajes másimportantes de su época. Roosevelt –quien no fue pariente de Franklin Delano Roosevelt (FDR)– viajó a laPatagonia en 1913.Tras dejar la presidencia en 1909, pensaba disfrutar aquí de uno de sus más queridospasatiempos: la vida silvestre y las actividades al aire libre como la caza y la pesca. Pero, según delatan susmemorias, entre las experiencias que más recordaría figuró también la visita a esta institución de educaciónalemana, que en 2007 festeja su primer centenario.Fundada el 20 de enero de 1907 como Deutsche Kirchen- und Schulgemeinde, la pequeña escuela alemanadel Nahuel Huapi enriqueció desde sus comienzos la incipiente vida cultural de este, por entoncesapartado, rincón del planeta. La cantidad reducida de alumnos en las primeras décadas de su existencia esun reflejo del lento crecimiento de la aldea y la situación económica de sus habitantes, que, en palabras deuno de los hijos del maestro Lührs, muchas veces pagaban con leña, leche y queso la enseñanza de sus hijos.En 1927 la escuela tiene como director y maestro al escritor Max Tepp, cuya estadía en la región influyófuertemente en su obra posterior. Libros como Tanahuen, la indiecita del Nahuel Huapi (Die Indianerkinderin der Löwenhöhle, 1933), que relata las andanzas de dos niños indígenas en la zona del Nahuel Huapi, yÁrboles y Arbustos de la Cordillera Patagónica (Bäume und Blumen am Nahuel Huapi, 1936) pretendíanacercar a los alumnos de las escuelas germano-argentinas a su entorno americano. Todavía hoy su lecturaconmueve a niños y jóvenes.En los años 1944 y 1945 una nueva guerra mundial, que termina en lugares lejanos, arroja su sombrasobre la pequeña escuela alemana del pueblo y ésta cierra sus puertas mediante el Decreto 7032 delGobierno Nacional.6263
Pero los antiguos habitantes de habla alemana junto con una nueva inmigración, que atraída por las bellezasdel lugar y las oportunidades económicas llega a partir de la década del 30 y continúa llegando hastaentrada la década del 60, vuelven a fundar la escuela en 1953. Remontándose a los comienzos de la historiaeuropea de la región, eligen como nombre el del pionero italiano Primo Capraro, quien, casado con una alemana,Rosa Meier, fuera uno de los pilares en la dura etapa inicial de la historia de la escuela. Y como si creceral ritmo de la ciudad fuese su destino, la escuela alemana inauguró en 1980 el nivel secundario y en 1993 elnivel terciario. Los pocos alumnos de habla alemana de comienzos del siglo XX se convierten hacia fines desiglo en más de 1.000 alumnos de los más diversos orígenes, inaugurando una nueva y fascinante etapa en latransmisión de cultura alemana en este rincón del planeta.En el año 2006 el Instituto Primo Capraro abre un espacio para el aprendizaje de su propio pasado enrelación al caso Priebke, y proyecta la película-documental Pacto de Silencio con la presencia de su director,Carlos Echeverría, con el objetivo de mostrar a la opinión pública que trata el pasado en forma responsable ycon orientación al futuro. Con el legado de estos cien años de historia la escuela alemana, hoy Instituto PrimoCapraro, busca aprovechar la herencia de sus fundadores: ser un puente entre las culturas. Para ello, y a través deun constante contacto con Alemania en forma de capacitaciones docentes, intercambios estudiantiles y un amplioprograma de pasantías, los docentes han creado un entorno de aprendizaje innovador, en donde aprender es debatirideas, reflexionar críticamente, ser tolerante ante las diferencias y solidario con las necesidades de la comunidad,aprender con todos los sentidos, trabajar en equipo y ser abierto hacia otras culturas.Lejos quedó esa primera etapa de la escuela fundada por padres alemanes para mantener su cultura europea.“Con nuestra lengua desaparece o permanece nuestra identidad alemana”, decían los colonos. Hoy, conuna nueva identidad en marcha, la escuela es consciente de que cada idioma aprendido nos abre un nuevomundo, enriquece nuestras percepciones, establece nuevos vínculos hacia nuevas culturas y aumenta nuestrasposibilidades profesionales. La identidad europea del Instituto Primo Capraro cumple hoy una función no tanalejada de la de sus inicios, que es la de enriquecer una comunidad con diversidad cultural.La Deutsche Schule (Instituto Primo Capraro) en San Carlos de Bariloche. (Foto: Inst. Primo Capraro)Un año de intercambio - Nico de ProEn su año de intercambio enAlemania, Nico de Pro no sequiso perder la oportunidad derendirle homenaje a uno de losgrandes protagonistas de laamistad argentino-alemana:Juan Manuel Fangio.Su estatua se ubica enfrente delnuevo Museo Mercedes, enStuttgart. Una réplica se encuentratambién ante el edificio de laempresa en <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.(Fotos: gentileza fam. de Pro)64