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Parte 2 - CLUB BERLIN (Buenos Aires)

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El Convenio Comercial de 1934El Convenio Comercial y de Pagos o Acuerdo deCompensación y Clearing complementaba el Tratado deAmistad, Comercio y Navegación de 1857. Mediante el nuevoconvenio ambos países se comprometían a que sus importadorestuvieran un tipo de cambio no menos favorable que el de losimportadores de cualquier otra nación. El acuerdo argentinoalemánde 1934 permitía a cada país comprar al otro tantocomo le vendía, pero no más.También estableció la creación deuna comisión mixta argentino-alemana, con sede en <strong>Buenos</strong><strong>Aires</strong>, encargada de decidir sobre las diferencias de interpretaciónque acarrease el convenio. Su objetivo era establecer unsistema comercial mediante acuerdos de compensación que, adiferencia del comercio con los países anglosajones, equivalía aun trueque sin necesidad de contar con divisas.La razón principal para este arreglo era la falta de divisas delEstado alemán. Aunque su efecto fuera reducido para la balanzacomercial –no aumentó significativamente, a pesar de que en 1935el comercio de carnes pudo incrementarse–, el acuerdo tuvo unefecto secundario no menor. A partir de 1936 los contratos delgobierno argentino, otorgados a empresas alemanas vinculadascon la construcción, estimularon las exportaciones germanas dehierro y acero. Hacia 1938 Alemania se había convertido en elprincipal abastecedor de estos productos. Las importacionesargentinas de maquinaria, motores y vehículos provenientes deAlemania alcanzaron un porcentaje de participación en el total delas importaciones argentinas del 28,6 por ciento, cercano a lacifra de los norteamericanos, que registraban el 31,5 por ciento,mientras que los británicos estaban relegados al tercer puesto conel 16,3 por ciento.menos interés generaban las crónicas de susvuelos anteriores, los retratos de sus principalesresponsables y de sus 26 tripulantes.El Zeppelin llegó con las primeras luces dela mañana a la capital argentina. Como lugarde aterrizaje se había fijado Campo de Mayo.Pero ni la hora ni las frías temperaturas evitaronque ya desde la noche anterior el público seacercara a las instalaciones militares. Segúncuentan las crónicas, un coro de 18.000 bocinasde autos estacionados alrededor del lugarde amarre recibió al Zeppelin cuando, trassobrevolar el centro porteño y escoltado porsiete aviones militares, llegó finalmente aCampo de Mayo. Allí, a las 08.47 horas, traslargar parte de su lastre de agua, el dirigiblequedó amarrado a pocos metros del suelo.Por razones de cronograma su estadía noduró mucho más que una hora. En ese lapsose entregaron saludos y distinciones, mientrasla tripulación recargaba los depósitos. Apesar de una presencia tan breve, el esfuerzorealizado para hacer llegar la nave a laArgentina representaba más que un logro dela aeronáutica moderna. Era, para muchos,también reflejo del buen momento que atravesabanlas relaciones entre la Argentina y elpaís germano después de una etapa que habíaestado signada por las secuelas de la posguerra.La Alemania de la República de Weimarhabía superado los difíciles años de hiperinflacióny los problemas de la balanza de pagos.La vuelta a un marco de crecimiento económico y de estabilidad tapaba también los ecos de unescenario político cada vez más radicalizado. Para una gran mayoría el terror del nacionalsocialismoera todavía un fantasma demasiado absurdo como para convertirse en realidad. La reactivación económicainterna provocada por la política económica del gobierno del entonces Canciller Adolf Hitlerhabía generado un aumento en la demanda alemana de materias primas y alimentos. El efecto se sintiótambién en las exportaciones argentinas. El problema de divisas que ello causó al Estado alemánse solucionó con el Acuerdo de Compensación y Clearing, firmado en septiembre de 1934.Mientras tanto –y gracias a la reactivación del intercambio comercial–, la comunidad alemanaresidente en la Argentina crecía. La llegada del Zeppelin prometía incrementar ese bienestar.Traía laesperanza de poder ampliar el todavía limitado margen que presentaba la aviación civil. Sin embargo,el sueño no se concretó. En el mismo año, un hidroavión del Sindicato Condor, una subsidiaria de laLufthansa, rompió el récord que había establecido el Zeppelin.A pesar de tener que realizar varias escalas a lo largo de su trayecto, el avión tardó sólo seis díasen transportar su carga postal desde Berlín hasta <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. El Zeppelin había tardado siete días.Más aún: los aviones mejoraron su marca el año siguiente.Tardaron sólo tres días y medio.La majestuosidad del “cigarro”, como se llamaba al dirigible cariñosamente en su patria, había quedadoobsoleta. Lo que pocos intuían entonces en la Argentina era que su desaparición también marcaríael comienzo del fin de una época. La relación bilateral estaba entrando en una de sus etapas más difíciles.8081

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