Niñez y adolescencia prensa argentina - Unicef
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Fuentes<br />
Desequilibrios y falta<br />
de pluralidad<br />
Pocas cosas definen mejor la preocupación de los<br />
periodistas por el rigor de nuestro trabajo que el uso<br />
y la cita de sus fuentes. Pocas cosas, también, condicionan<br />
tanto la construcción de un texto periodístico<br />
como la cantidad y calidad de nuestras fuentes. La<br />
crónica con mayor pretensión de imparcialidad<br />
puede adquirir gran poder editorial cuando el texto<br />
se construye sólo a partir de la mirada interesada de<br />
un determinado tipo de fuente.<br />
La Policía para episodios de violencia, los docentes para la<br />
vida de la escuela y el Gobierno para las políticas públicas<br />
pueden resultarnos a diario las fuentes más accesibles, y hasta<br />
las más obvias. Pero no siempre son las mejores y pueden distorsionar<br />
su valor cuando son las únicas. El derecho a la información<br />
nos impone deberes como contrapartida y en la profesión<br />
periodística el uso equilibrado y transparente de las<br />
fuentes es uno de los primeros.<br />
Todo se complica aún más cuando una nota carece directamente<br />
de fuentes. Pues bien: el primer dato saliente de este<br />
monitoreo ha sido que 17,1 por ciento de los textos clasificados<br />
sobre niñez y <strong>adolescencia</strong> han caído bajo la categoría<br />
“No hay fuentes citadas” y otro 9,8 por ciento tuvo al menos<br />
una fuente que no pudo ser identificada.<br />
La falta de fuentes puede dejar partes de la historia sin contar<br />
e impedirle además al lector saber quién es el responsable<br />
de la versión que se publica para obtener así sus propias conclusiones.<br />
Otros riesgos que corremos son los recortes que<br />
impone la falta de contexto, la ausencia de pluralismo y la<br />
hegemonía de las voces más poderosas, en perjuicio por ejemplo<br />
de las voces de los propios niños, niñas y adolescentes y<br />
todo su entorno.<br />
Las causas tampoco son fácilmente reductibles. La escasa pluralidad<br />
de fuentes puede evidenciar también la simple reacción de<br />
periodistas presionados por los tiempos de cierre, o limitados<br />
por la falta de acceso a expertos y Organizaciones de la<br />
Sociedad Civil (OSC’s). Para Agustín Bottinelli, de La Prensa,<br />
las fuentes menos frecuentadas, como las OSC’s, están “escondidas”.<br />
Claudio Jacquelin, de La Nación, menciona el temor a “las<br />
consecuencias legales de citar a personas menores de edad”.<br />
Fernando Capotondo, editor de Crónica vespertina,<br />
sostiene que “las limitaciones en fuentes tienen directa<br />
relación con las posibilidades materiales existentes a la hora<br />
de encarar una determinada noticia. No sólo hablamos de<br />
recursos, sino también de tiempos con respecto al cierre de<br />
la edición”. Pablo Icardi, del diario Los Andes, de<br />
Mendoza, coincide: “Si un periodista debe resolver una<br />
nota en pocas horas, o apenas más de una hora, difícilmente<br />
podrá tomarse el tiempo para analizar y buscar fuentes<br />
alternativas. Y tampoco es sencillo hablar con un niño”.<br />
“La falta de tiempo –aporta Adrián Simioni, de La Voz<br />
del Interior- también es una dificultad para acceder a los<br />
chicos. Entenderlos, saber qué les pasa, distinguir si están<br />
hablando en piloto automático o no, demanda un tiempo<br />
que no demandan otras fuentes más estándar, con quienes<br />
se comparte un contrato de habla más obvio y cotidiano. En<br />
particular, esta dificultad existe con los chicos en situación<br />
más vulnerable. Incluso, por una cuestión de seguridad,<br />
muchas veces no es posible hablar con ellos en su medio.<br />
Eso resta mucho a la posibilidad de escucharlos verdaderamente”.<br />
Los Poderes Públicos,<br />
voz privilegiada<br />
Los Poderes Públicos (40,9 por ciento) quedan a la cabeza<br />
del total de fuentes identificadas, un sesgo marcado de los textos<br />
de la <strong>prensa</strong> <strong>argentina</strong> en general y desde hace mucho<br />
tiempo, que favorece siempre las versiones oficiales.<br />
Las distintas voces agrupadas como Niños y su Entorno<br />
quedaron en un distante segundo lugar de preferencia (17,3<br />
por ciento) y las de la Sociedad Civil (12,3) en tercer lugar.<br />
Y en ese “entorno” son los adultos los que hablan, básicamente,<br />
por los niños (en una relación de 6 a 1). Así como la<br />
sociedad muchas veces no los reconoce como sujetos de<br />
derecho y ciudadanos, la <strong>prensa</strong> tampoco consigue legitimar<br />
su voz en los textos.<br />
. 20 . Fuentes / Periodismo Social