2Tm 1 12 Esta es la razón por la que padezco tales cosas, pero no me avergüenzo, porque séde quién me he fiado, y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para velar por midepósito hasta aquel día.Ga 5 … 6 porque en Cristo nada valen la circuncisión o la incircuncisión, sino la fe que actúapor el amor.1Tm 3 15 …para que sepas cómo conviene conducirse en la casa de Dios, que es la Iglesiadel Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.Mc 16 16 El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea será condenado.Mc 9 24 Entonces el padre del muchacho se puso a gritar: «Creo, pero ayuda mi falta de fe».
2.1. Contexto histórico actualSaber interpretar los signos de los tiempos45. La vida y el ministerio de los sacerdotes se desarrollan siempre en el contextohistórico, a veces lleno de nuevos problemas y de recursos inéditos, en el que le toca vivir a laIglesia peregrina en el mundo.El sacerdocio no nace de la historia sino de la inmutable voluntad del Señor. Sin embargo,se enfrenta con las circunstancias históricas y, aunque sigue siendo siempre idéntico, seconfigura en cuanto a sus rasgos concretos también mediante una valoración evangélica de los“signos de los tiempos”. Por lo tanto, los presbíteros tienen el deber de interpretar estos“signos” a la luz de la fe y someterlos a un discernimiento prudente. En cualquier caso, nopodrán ignorarlos, sobre todo si se quiere orientar de modo eficaz e idóneo la propia vida, demanera que su servicio y testimonio sean siempre más fecundos para el reino de Dios.En la fase actual de la vida de la Iglesia, en un contexto social marcado por un fuertelaicismo, después que se ha propuesto de nuevo a todos una “medida alta” de la vida cristianaordinaria, la de la santidad 1 , los presbíteros están llamados a vivir con profundidad suministerio <strong>com</strong>o testigos de esperanza y trascendencia, teniendo en consideración lasexigencias más profundas, numerosas y delicadas, no sólo de orden pastoral, sino también lasrealidades sociales y culturales a las que tienen que hacer frente 2 .Hoy, por lo tanto, están empeñados en diversos campos de apostolado, que requierengenerosidad y dedicación <strong>com</strong>pleta, preparación intelectual y, sobre todo, una vida espiritualmadura y profunda, radicada en la caridad pastoral, que es el camino específico de santidadpara ellos y, además, constituye un auténtico servicio a los fieles en el ministerio pastoral. Deeste modo, si se esfuerzan por vivir plenamente su consagración —permaneciendo unidos aCristo y dejándose <strong>com</strong>penetrar por su Espíritu—, a pesar de sus límites, podrán realizar suministerio, ayudados por la gracia, en la cual depositarán su confianza. A ella deben recurrir,«conscientes de que así pueden tender a la perfección con la esperanza de progresar cada vezmás en la santidad» 3 .La exigencia de la conversión para la evangelización46. De aquí que el sacerdote esté <strong>com</strong>prometido, de modo particularísimo, en el empeñode toda la Iglesia para la evangelización. Partiendo de la fe en Jesucristo, Redentor del hombre,tiene la certeza de que en Él hay una «riqueza insondable» (Ef 3, 8), que no puede agotarninguna época ni ninguna cultura, y a la que los hombres siempre pueden acercarse paraenriquecerse 4 .Por tanto, esta es la hora de una renovación de nuestra fe en Jesucristo, que es el mismo«ayer, hoy y siempre» (Heb 13, 8). Por eso, «la llamada a la nueva evangelización es sobre todouna llamada a la conversión» 5 . Al mismo tiempo, es una llamada a aquella esperanza «que seapoya en las promesas de Dios, y que tiene <strong>com</strong>o certeza indefectible la resurrección de Cristo, su1 Cfr. JUAN PABLO II, Carta ap. Novo millennio ineunte (6 de enero de 2001): AAS 93 (2001), 266-309;BENEDICTO XVI, Audiencia general (13 de abril de 2011): “L’Osservatore Romano”, edición en lengua española,n.16, 17 de abril de 2011, 11-12.2 Cfr. JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsinodal Pastores dabo vobis, 5.3 JUAN PABLO II, Audiencia general (26 maggio 1993): “L’Osservatore Romano”, edición en lenguaespañola, n. 22, 28 de mayo de 1993, 3.4 Cfr. JUAN PABLO II, Discurso inaugural en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (SantoDomingo, 12-28 de octubre de 1992), 24: AAS 85 (1993), 826.5 Ibid., 1.