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Domingo XVII del Tiempo Ordinario - amoz.com.mx

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<strong>Domingo</strong> <strong>XVII</strong> <strong>del</strong> <strong>Tiempo</strong> <strong>Ordinario</strong>Ciclo A24 de julio de 2011Un tesoro. Un tesoro escondido en un campo. Así nos presenta el Señor Jesús en estas parábolasconclusivas el misterio <strong>del</strong> Reino de los cielos. El tesoro está escondido, pero el hombreevangélico tiene la dicha de haberlo encontrado. Está, en efecto, lleno de alegría. Y entoncespuede desprenderse de todo, con tal de apropiarse de aquello que ha descubierto <strong>com</strong>o máximovalor. Se percibe en esta <strong>com</strong>paración un eco <strong>del</strong> sermón de la montaña, cuando Jesús sentencióque donde está nuestro tesoro, ahí se encuentra nuestro corazón. En toda su enseñanza, el Señornos invita a vivir un proceso de interiorización, en el que alcancemos el nivel más profundo <strong>del</strong>as motivaciones e intenciones. Sólo ahí, en la identidad más íntima de las personas, puedejugarse en realidad de modo definitivo el reinado de Dios para los hombres.En aquella ocasión, Jesús había advertido también sobre las inclinaciones que esclavizan al serhumano con realidades caducas. “No amontonen tesoros en la tierra”, nos dijo entonces, “dondehay polilla y herrumbe que corroen, y ladrones que socaban y roban”. En contraste con la tierraestá el cielo, el ámbito definitivo de la presencia de Dios. No se trata de negar a la Creación lahuella de bondad que Dios le ha dejado. Sin embargo, el corazón humano tiene una vocación deinfinito que no podrá nunca saciarse con todos los valores terrenales. Ellos son camino paraencontrarse con el auténtico tesoro. La tradición sapiencial ha acuñado otro símil a un tesoro: laamistad. “Quien ha encontrado un amigo”, nos dice, “ha encontrado un tesoro”. Podemos decirque todas estas referencias confluyen en la misma realidad: el Reino de los cielos, el tesoro máspreciado, consiste en la amistad con Dios. Sólo en él hay la solidez y la estabilidad a las cualestiende el corazón humano.Los pasajes veterotestamentarios que han sido proclamados hoy hablan también <strong>del</strong> tesoro que esDios y su voluntad para el hombre. Amo, Señor, tus mandamientos más que el oro purísimo, haentonado el salmo. Y en su oración Salomón, prototipo de la prudencia humana, ha solicitado deDios la sabiduría de corazón, que no es otra cosa que la capacidad de reconocer la voluntad deDios en las decisiones que debe tomar. En su caso, la súplica adquiere tonos conmovedores. Élse reconoce, por una parte, heredero de un trono que implica enormes responsabilidades. Está<strong>com</strong>o perdido en medio <strong>del</strong> numeroso pueblo elegido. Pero además, es consciente de que supropia misión extiende la que ya ha realizado su padre, el célebre rey David, y puede reconocerque a él no le ha faltado la misericordia divina. Así, en el momento en que percibe que ante elmismo Dios que ha elegido a aquel pueblo, y dentro <strong>del</strong> cual tomó a su siervo David, debepronunciar una palabra en la que implore la intervención divina a su favor, para poder cumplir latarea que a él, aún joven, se le en<strong>com</strong>ienda, su invocación es la más feliz que puede escucharse:“Te pido que me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguirentre el bien y el mal”.El cristiano debe reconocer en esta forma de oración la más exquisita disposición interna paraenfrentar las responsabilidades que tiene en la vida. Pero justamente sobre ella se extiende el


econocimiento evangélico: la sabiduría de corazón consiste en el reconocimiento de loauténticamente valioso. Cuando la confusión tiende a adueñarse <strong>del</strong> ambiente cultural y se ofrece<strong>com</strong>o perlas el alimento de las bestias, y se exhibe a alto precio la podredumbre y el estiércol,conviene con humildad suplicar, <strong>com</strong>o lo hizo el sabio rey, la capacidad de distinguir el bien <strong>del</strong>mal, lo que corresponde a la voluntad de Dios y lo que se opone a ella y, por lo tanto, a nuestrapropia plenitud.La conclusión <strong>del</strong> discurso parabólico sobre el Reino de los cielos hace aún otra referencia altesoro. Se entiende aquí el baúl donde un jefe de familia guarda sus posesiones más preciadas.“Todo escriba instruido en las cosas <strong>del</strong> Reino de los cielos es semejante al padre de familia,que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”. El texto literalmente habla <strong>del</strong>“escriba discípulo <strong>del</strong> Reino de los cielos”. Es decir, se trata <strong>del</strong> discípulo instruido, de quien seha apropiado de la auténtica sabiduría, de la enseñanza <strong>del</strong> portavoz <strong>del</strong> Reino. El mensaje <strong>del</strong>Evangelio, en efecto, contiene “cosas viejas” y “cosas nuevas”, contenidas con su inapreciablevalor en el cofre salvífico. Ante todo se trata de la misma historia que nos ha traído al redentor:la tradición antigua <strong>del</strong> pueblo de Israel que constituye una auténtica intervención divina queprepara su plenitud en Cristo. De ella el mismo Jesús y la Iglesia, <strong>com</strong>unidad de discípulos,abreva para la <strong>com</strong>prensión <strong>del</strong> misterio. Pero desde ahí se alcanza la novedad perenne de lapersona <strong>del</strong> Hijo de Dios que porta al mundo la integridad de la salvación. En este sentido, eldiscípulo maduro es el que ha sido iniciado en el entendimiento profundo de la historia humana,leyendo los signos que el mismo Dios ha puesto para ello. Pero además, las “cosas viejas” y las“cosas nuevas” quedan ahora constituidas por las diversas realidades que el discípulo de Cristodebe enfrentar al ser enviado a hacer discípulos a todos los pueblos, contando con la garantía <strong>del</strong>a presencia <strong>del</strong> Resucitado con él. El cristiano maduro debe vivir un continuo discernimientoque le permita descubrir en la Tradición de la que forma parte la frescura inmarcesible <strong>del</strong>Evangelio.La recta <strong>com</strong>prensión <strong>del</strong> misterio <strong>del</strong> Reino, en esta perspectiva histórica, la presenta tambiénsan Pablo en su carta a los romanos. Escribe el apóstol que el plan de Dios busca quereproduzcamos en nosotros mismos la imagen de su Hijo. De esa manera se realiza el Reino <strong>del</strong>os cielos. A quienes Dios predestina, los llama; a quienes llama, los justifica; y a quienesjustifica, los glorifica. Se mencionan así las etapas <strong>del</strong> Reino: el hombre escondidomisteriosamente en la eternidad de Dios que finalmente es llamado a la existencia, y en ellaa<strong>com</strong>pañado por su fuerza salvífica para desarrollarse conforme a los valores auténticos hastallegar al descanso luminoso de la gloria celeste.Al concluir las parábolas <strong>del</strong> Reino, antes de referirse al discípulo aventajado, Jesús hace unapregunta a sus interlocutores: “¿Han entendido todo esto?” Desde las primeras señales que elevangelio de Mateo nos fue presentando sobre las enseñanzas de Cristo en el sermón de lamontaña hasta este momento se ha dado un auténtico progreso. En el cierre de aquel discursosubrayaba la importancia de escuchar la palabra y ponerla en práctica. Ahora a la práctica, a lasobras <strong>del</strong> Reino, se añade la conciencia profunda <strong>del</strong> mismo, su intelección espiritual. Eldiscípulo ha madurado en el momento en que el mensaje de salvación tiene la contundencia deuna vida congruente y la claridad de una conciencia despierta. Este es el misterio <strong>del</strong> Reino alque queremos, <strong>com</strong>o los antiguos interlocutores <strong>del</strong> Señor, dar una respuesta nueva y decidida,sabia y alegre: “Sí”.


LecturasLectura <strong>del</strong> primer libro de los Reyes (3,5-13)En aquellos días, el Señor se le apareció al rey Salomón en sueños y le dijo: “Salomón, pídemelo que quieras, y yo te lo daré”. Salomón le respondió: “Señor, tú trataste con misericordia a tusiervo David, mi padre, porque se portó contigo con lealtad, con justicia y rectitud de corazón.Más aún, también ahora lo sigues tratando con misericordia, porque has hecho que un hijo suyolo suceda en el trono. Sí, tú quisiste, Señor y Dios mío, que yo, tu siervo, sucediera en el trono ami padre, David. Pero yo no soy más que un muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu siervo y meencuentro perdido en medio de este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo. Poreso te pido que me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguirentre el bien y el mal. Pues sin ella, ¿quién será capaz de gobernar a este pueblo tuyo tangrande?” Al Señor le agradó que Salomón le hubiera pedido sabiduría y le dijo: “Por habermepedido esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino sabiduría paragobernar, yo te concedo lo que me has pedido. Te doy un corazón sabio y prudente, <strong>com</strong>o no loha habido antes ni lo habrá después de ti. Te voy a conceder, además, lo que no me has pedido:tanta gloria y riqueza, que no habrá rey que se pueda <strong>com</strong>parar contigo”.Salmo Responsorial (Del Salmo 118)R/. Yo amo, Señor, tus mandamientos.A mí, Señor, lo que me tocaes cumplir tus preceptos.Para mí valen más tus enseñanzasque miles de monedas de oro y plata. R/.Señor, que tu amor me consuele,conforme a las promesas que me has hecho.Muéstrame tu ternura y viviré,porque en tu ley he puesto mi contento. R/.Amo, Señor, tus mandamientosmás que el oro purísimo:por eso tus preceptos son mi guíay odio toda mentira. R/.Tus preceptos, Señor, son admirables,por eso yo los sigo.La explicación de tu palabrada luz y entendimiento a los sencillos. R/.


Lectura de la carta <strong>del</strong> apóstol san Pablo a los romanos (8,28-30)Hermanos: Ya sabemos que todo contribuye para el bien de los que aman a Dios, de aquellos quehan sido llamados por él según su designio salvador. En efecto, a quienes conoce de antemano,los predestina para que reproduzcan en sí mismos la imagen de su propio Hijo, a fin de que él seael primogénito entre muchos hermanos. A quienes predestina, los llama; a quienes llama, losjustifica; y a quienes justifica, los glorifica.R/. Aleluya, aleluya.Yo te alabo, Padre, Señor <strong>del</strong> cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios <strong>del</strong> Reino a lagente sencilla. R/.Del Santo Evangelio según san Mateo (13,44-52)En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El Reino de los cielos se parece a un tesoroescondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vendecuanto tiene y <strong>com</strong>pra aquel campo. El Reino de los cielos se parece también a un <strong>com</strong>ercianteen perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la <strong>com</strong>pra.También se parece el Reino de los cielos a la red que los pescadores echan en el mar y recogetoda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan aescoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al finalde los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al hornoencendido. Allí será el llanto y la desesperación. ¿Han entendido todo esto?” Ellos lecontestaron: “Sí”. Entonces él les dijo: “Por eso, todo escriba instruido en las cosas <strong>del</strong> Reino <strong>del</strong>os cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosasantiguas”.

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